{Capítulo 22: A Call Beyond}
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La mujer terminó su discurso mientras estaba parada sobre el hielo para luego cambiar el modo de su cuchilla a dos manos, lanzándose rápidamente contra Susie, quien apenas tuvo tiempo para reaccionar, bloqueando el ataque con la guadaña de Friede. Entonces, la otra desaparece y reaparece detrás de Ralsei, disparándole a la espalda para luego moverse y fallar por poco en un ataque contra Alphys, quien se había agachado justo a tiempo.
Tras esto, la cazadora se echa para atrás sin notar que el príncipe le había lanzado una esfera de fuego, dándole de lleno, aunque sirvió de poco pues, de alguna forma, ella salió intacta de las llamas mágicas, confundiendo al que las lanzó en primer lugar. Pero lejos de dejar que digan algo, ella rápidamente hizo varios ataques los cuáles le fueron imposibles de esquivar, dañando severamente al Darkner. Por ello, Susie se enfadó como nunca antes y se fue contra la cazadora, quien esperó pacientemente al ataque, aunque una voz que resonó en su mente le advirtió que evadiera el ataque, cosa que hizo a último momento, recibiendo un pequeño corte que le abrió una herida en la pierna.
- ¿Qué...? ¿C-cómo...? - preguntó asustada la mujer, experimentando por primera vez el dolor - Se supone que los dioses no pueden ser heridos... -
- Así que eres una diosa... - dijo Susie al mismo tiempo que se preparaba para pelear de verdad - Bien... Te metiste con la monstruo equivocada. -
- Me temo que tendré que tomarme ésta batalla más en serio... - pronunció la cazadora mientras mostraba sus dos ojos, iluminándose de un color azul claro así como su cuchilla lo hacía de uno más blanco - Si de verdad pueden herir a los dioses, entonces ya no puedo ir con juegos. -
Tras decir esto, la diosa levanta sus dos manos por encima suyo, generando un aura de estrellas que salen volando hacia los tres presentes a una velocidad impresionante, siendo que ninguno de los tres pudo evitar el daño de al menos un proyectil, sobretodo Ralsei que se había lastimado lo suficiente como para estar al borde de la muerte, teniendo problemas para respirar y sin siquiera poder levantarse de su lugar. Mientras que Alphys sólo observaba, Susie se volvió a levantar y miró con odio a la diosa enfrente suyo.
- ¡Eres una cobarde! ¡¿Qué acaso eres tan miedosa que no puedes pelear cuerpo a cuerpo, hija de puta?! - gritó la de color morado, aunque tras hacerlo, la luna y las estrellas en el cielo brillaron como nunca antes, cosa que tomó por sorpresa a la monstruo y asustó a los otros dos, a pesar de que uno apenas tenía fuerzas para seguir consciente - ¿Eh? ¿Qué está pasando? -
- ... - la diosa guardó silencio mientras volteaba a ver al cielo, a la luna específicamente, dándole la espalda a su enemiga en el proceso - ... Entiendo, padre... -
Nuevamente, ella miró a Susie a la cara, aunque ésta vez guardando sus armas al mismo tiempo que retrocedía a la niebla detrás suyo
- Lamento que nuestra batalla haya sido tan corta y aburrida, pero mis deberes divinos son más relevantes que responder a los caprichos de una niña que no ha terminado la pubertad. - dijo ella antes de desvanecerse entre la niebla del lago congelado - Nos volveremos a ver, Susie... -
Tras esto, la luz de la luna y las estrellas vuelve a la normalidad, al mismo tiempo que la niebla se disipaba lentamente, dejando ver un gran castillo en la lejanía al cuál se podía llegar caminando por la baja temperatura del ambiente
- Eh... Creo que estamos bien. Sigamos, tenemos que llegar hoy a ése lugar... - pronunció la monstruo antes de caminar un poco en dirección al castillo Cainhurst, para luego darse la vuelta al sentir que ninguno de los dos la estaba siguiendo, viendo que la situación abarcaba tanto una Alphys traumada como a un Ralsei que se estaba curando a si mismo, quien miró a Susie con una cara claramente molesta
- Susie... No. Ya pasamos por demasiado, y en tan poco tiempo; estamos heridos como la mierda y uno de nosotros ya murió allá en la catedral. Además, estamos peleando con fuerzas más allá de lo que conocemos, ¡Algunos son dioses, maldita sea! Además, ¿Siquiera podemos saber lo que está ahí delante? ¿Puedes ASEGURAR que vamos a salir aunque sea VIVOS si nos adentramos a ese castillo? - dijo Ralsei ya enojado por la actitud tan egoista que estaba tomando su amiga, quien hizo un gesto como si estuviera a punto de responder, más se quedó callada a último momento, pues lo que el Darkner le había reclamado era verdad, dañó mucho a las personas que estaban a su alrededor, y tampoco podía siquiera decir que no iban a lastimarse (o lo que es más probable, morir) dentro del castillo Cainhurst
A pesar de esto, ella guardó silencio y dió media vuelta, caminando hacia el castillo a mitad del lago congelado. Ralsei vió ésta acción, decepcionado de la chica como nunca antes lo había estado; vió a Alphys caminar en silencio detrás de su compañera no sin antes dirigirle una mirada llena de disgusto, para poco después bajar la cabeza y continuar junto a la monstruo de mayor altura. Estas acciones hicieron que el Darkner gruñera molesto antes de sacar su mano de la herida, se había curado bastante y al menos era capaz de caminar, volvió a ver a las dos monstruos alejándose en la distancia para acto seguido retomar el paso, estaba enojado con las decisiones y el camino que estaban tomando, es cierto, pero no por eso iba a dejar que ellas dos murieran.
Se veía a un hombre de cabello marrón claro entrando a un complejo de celdas oscuras y húmedas, la mayoría llenas de sangre, a lo que él empezó a caminar en linea recta por el pasillo practicamente sin luz, sabiendo que a las bestias les aterraría el fuego. Él tenía una gran capa blanca que también cubría la parte posterior de la mayoría de su cuerpo, tenía unos pantalones negros que no dejaban ver sus piernas en lo absoluto, y portaba una espada que, así como sus ojos, brillaba con los colores de celeste y verde junto con pequeños fragmentos blancos. Él llegó a una puerta la cuál no dudó ni un segundo en abrir, viendo dentro de la habitación que estaba detrás suyo a una persona que sólo se dejaba ver por una pequeña iluminación que entraba de una ventana humanamente inalcanzable, ese alguien estaba oculto por una capa blanca que reflejaba la luz y lo cubría de las sombras alrededor, estaba encadenado desde el suelo, el techo y las paredes de tal manera que quedaba en el centro de la sala con las cadenas clavadas y atravesando distintas partes de su cuerpo, además de tener una espada igual a la del que acababa de llegar al lado suyo, clavada firmemente en el piso, a su derecha, sin emitir brillo alguno. Sin embargo, la presencia del recién llegado hizo que el encarcelado levantara la cabeza, mostrando su rostro ante el primero sin que éste tenga expresión alguna.
- Tenemos un problema, uno de los tuyos. - pronunció el que acababa de llegar mientras se acercaba a su viejo compañero para acto seguido arrodillarse frente a él, estando ahora cara a cara - De los tres, siempre fuiste el más apasionado en extinguir a los monstruos y deshacerte de la Oscuridad... El señor Lordran dictó que tu exilio ya ha terminado y que debes volver al trabajo, Garrick. -
Tras haber mencionado su nombre, el guardián Eldrin abrió los ojos para luego verse cómo es que todas las cadenas de la habitación empezaron a moverse a gran velocidad, saliendo una a una del cuerpo del sujeto, causando varias hemorragias en él que, a pesar de eso, no parecieron importales, pues sólo se acercó tambaleándose a su compañero mientras se arrancaba las últimas cadenas, poniéndose sobre el codo del mismo para luego susurrarle al oído
- Es impresionante lo patético que muchos pueden llegar a ser, Ludwig, dejando en manos de otros el trabajo para evitar ensuciarse las manos... Ustedes no pudieron tolerar por mucho tiempo su gran fracaso, ¿Y a dónde les llevó eso? De vuelta a mí... - pronunció Garrick, quedándose callado por unos segundos antes de continuar - Pero los Dreemurr y demás son sólo animales de Oscuridad... Ahora es mi turno de demostrarles lo que es un monstruo de verdad. -
Una vez esto dicho, tanto él como su espada sin brillo desaparecieron del lugar, dejando al otro humano, cuyo nombre era Ludwig, sólo en aquella habitación, aunque él tampoco tardó mucho en retirarse de allí.
Un gran portón de madera y metal fue abierto lentamente, dejando a los tres entrar al castillo Cainhurst, donde vieron que la sala principal, digna de un aristócrata muy rico, estaba muy solitaria. Ellos avanzaron con lentitud, viendo el lugar oscuro y solitario, sin ningún ser vivo a la vista... Pero eso no quitaba el sentimiento de una presencia de algo en el lugar.
Ralsei era el más atento a todo, pues las otras dos sólo se notaban inquietas, mientras que él sabía que había algo allí, pero no pudo decir qué...
- ... Susie, ¿Crees que el haber venido aquí valió la pena? ¿Crees que vamos a encontrar algo que al menos nos ayude un poco? - preguntó el príncipe de la oscuridad, recibiendo sólo silencio a la vez que caminaban a unas escaleras en el lado contrario a la entrada. Esto estaba colmando la paciencia del de la oscuridad, quien ya se notaba enojado desde antes de llegar al castillo.
Pero, antes de poder reclamarle, él escuchó un pequeño gemido de agonía justo en su hombro, y en reacción se alejó lo más que pudo, evitando por poco el ser apuñalado por un cuchillo hecho de energía Arcana, es decir, una energía que brillaba con el color celeste. Entonces, Ralsei levantó la vista mientras las otras dos volteaban a ver hacia su dirección, siendo que los tres pudieron observar a un espectro humanoide gritar de tal manera que los otros tuvieron que cubrir sus oídos a la vez que eran rodeados por otros fantasmas que recién despertaban de la muerte, cada uno portando sus pequeñas dagas o cuchillos, listos para atacar rápidamente
Entonces, sin gastar un segundo, todos los fantasmas van hacia los protagonistas, atacando a matar e iniciando una pelea allí mismo. Ralsei empezó a esquivar los cuchillazos y ataques de los fantasmas, sin saber cómo responder pues... Bueno, eran fantasmas. Susie, por otro lado, probó su guadaña divina contra el cuello de uno de los espectros, el cuál se desintegró tras perder la cabeza, literalmente, lo que permitió a la chica empezar a usar aquella arma contra ellos, acabándolos uno a uno, sin escuchar el grito de precaución de su compañero. Entonces, aprovechando un descuido de parte de la monstruo, uno de los fantasmas la atravesó con su cuchillo Arcano desde la espalda... Sin embargo, tanto el arma como el cuerpo entero del fantasma traspasaron por completo a Susie, sin causarle daño alguno, sorprendiendo a todos los presentes, con excepción de la profesora Alphys, quien habló tras haber observado la situación, interrumpiendo la batalla por un momento
- Sé que algunos están confundidos, pero puedo decir que yo sé porqué pasó esto. Verán, los monstruos no somos seres vivos normales... No tenemos cuerpos físicos, y tampoco tenemos alma, sólo somos mentes con un cuerpo hecho de pura energía mágica, lo que nos hace intangibles ante ataques espectrales y algunos otros, aunque también significa que dejamos de existir una vez morimos... - dijo mientras callaba un momento, para luego voltear hacia Ralsei - Sin embargo, tu presencia delata que no eres un monstruo... Tu sí tienes cuerpo físico, sí tienes alma, por lo tanto, estos fantasmas sí pueden herirt... ¡Cuidado! -
Ralsei se alejó como pudo, mas no pudo evitar que una daga del fantasma a su lado se clavara en su brazo, inutilizando al mismo con esto. Él se la arrancó y la tiró al suelo, viendo cómo se desvaneció en el mismo y que volvió a aparecer en la mano de su dueño, aunque no podía hacer nada en ésta batalla, pues el que sean fantasmas también significaba que él no podía dañarlos, ni siquiera tocarlos; fue entonces cuando Susie se puso en medio y empezó a masacrar a los espectros presentes, sin dejar a ninguno allí, para luego voltear a ver a los otros dos allí presentes.
Entonces se acercó a Ralsei y, con vendas improvisadas del vestido ya destrozado del mismo, le cubrieron el brazo y reconectaron las partes heridas del mismo, para luego empezar a subir las escaleras junto a su profesora, permitiendo que el chico vaya a su propio ritmo...
- Yo no habría hecho eso si estuviera en tu lugar. - fue lo que dijo una voz conocida desde el lugar donde estaba el príncipe de la oscuridad, lo que hizo que tanto Susie como Alphys se dieran la vuelta, encontrando una escena abrumadora frente a ellas...
Allí estaba, en el suelo y su cuerpo divido entre la parte superior y la inferior, para luego ser agarrado del cabello por él... Por Frisk de Rosaria, quien, sin dejar tiempo a nada más, generó una bola de fuego negro en la misma mano con la que sostenía la cabeza del príncipe de la oscuridad, desintegrando la misma desde dentro para dejar caer la parte de arriba de su cuerpo al suelo, haciendo que este arda en fuego negro allí mismo. Todo pasó tan rápido que la monstruo apenas y pudo procesarlo, pero sí pudo ver una cosa... Ralsei, uno de sus mejores amigos, acababa de morir frente a sus ojos.
Ella vió al causante, llena de ira mientras sus ojos empezaban a soltar varias lágrimas, para luego sacar su arma robada e ir a gran velocidad contra el sujeto, quien sacó su espada con una rapidez mucho mayor a la que ella se había acercado y cubrió el ataque con su filo, sin inmutarse en lo más mínimo a pesar de que el arma estaba a menos de un centímetro de arrancarle la cara
- Esa manera de atacar... Fue la incorrecta. - pronunció lentamente el de Rosaria para luego dar una patada hacia arriba, quitándole la guadaña de las manos y permitiéndole guardar su espada en su respectiva funda. Sin embargo, Susie no esperó ni un segundo y empezó a atacar a puño limpio a su enemigo, quien, lejos de tomarse su pelea en serio, empezó a esquivar los ataques sin dificultad alguna, para luego agarrar uno de los puñetazos y doblar su mano, inmovilizando de esa manera a la monstruo.
- ¡Agh...! Tu... ¿Qué... Qué se supone que eres? - preguntó ella mientras temblaba tanto por dolor, teniendo que arrodillarse con una de sus piernas para evitar caer, para acto seguido escuchar la risa burlona de Frisk
- Yo soy... - dijo él antes de quedarse callado unos segundos, para luego verse cómo es que unas alas blancas y suaves a simple vista salían de la espalda de quien hasta el momento parecía ser humano - ... El favorito de Dios. -
Tras decir esto, él suelta la mano de la chica por un instante antes de darle una patada en la cara, tirándola contra las escaleras y rompiendo un poco las mismas por la velocidad tan abrumadora con la que salió disparada
- Oye, ten cuidado. No creo que a mi hija le alegre saber que el castillo que tanto cuidó está siendo destruido por unos monstruos horrendos. - pronunció mientras levantaba la mano izquierda, agarrando la guadaña por el mango perfectamente tras caer antes de extraerle una energía de color amarillo y azul - Interesante. A juzgar por su desgaste y diseño, diría que es una de las viejas guadañas de Friede, me pregunto cómo le habrás incorporado esencia divina y quién lo hizo... Pero bueno, disfruta de ya no tenerla. Ah, y por favor díganle a su amigo que salga de la alfombra, está ensuciándola con su cadáver y cenizas. -
Dijo el peli-marrón burlándose de ellos para acto seguido dejar la guadaña clavada en el suelo y retirarse de ahí volando con sus alas hacia la puerta principal, habiendo cometido su objetivo satisfactoriamente. Mientras, Susie aún vió lo que quedaba del cuerpo de su amigo, sin siquiera poder decir una palabra ante tal escena, sólo pudiendo llorar como respuesta, porque ahí parece que eso era lo único que podía hacer.
Continuará...
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