5. ☾ ⋆ eres muy amargo
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Con ojos cansados, Yoongi se estiró bajo el montón de sábanas sobre su cuerpo, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama.
El pelinegro abrió los ojos de golpe y
corrió los brazos de quién sea que fuese y se levantó de dónde se encontraba.
Al principio se sintió confundido y se
preguntó quién era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojos con un mohín adorable.
Luego recordó lo que había pasado la
noche anterior y se sintió abrumado.
Yo... ¿No estaba durmiendo en el suelo? ―preguntó Yoongi, aunque fue más para sí mismo.
Taehyung se acomodó en la cama para
sentarse con la espalda contra la pared, y le dedicó una pequeña sonrisa.
―En la madrugada no podía dormir, te
pedí que vengas a la cama conmigo ―dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Yoongi se sintiera caliente.
Sin decir nada, el mayor se frotó el rostro y salió del cuarto para ira la cocina, y encender la luz antes de prepararse el desayuno.
No había terminado de hacer su café y
notó que Tae lo estaba mirando desde el
umbral con ojos hambrientos.
Yoongi al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le
prepararía el desayuno, tenía suficiente
con que el chico se quedara en su casa y
tenga que usar su ropa, pero al abrir la
boca, las palabras que surgieron fueron
totalmente diferentes:
―¿Qué quieres comer?
Taehyung intentó reprimir una sonrisa.
―¿Te molestaría que hiciera mí desayuno yo mismo?
Yoongi estuvo un poco sorprendido.
Tiempo atrás había estado en una
relación con una omega, y la chica era tan inutil y poco independiente que sacaba de quicio a Yoongi. Luego de eso creia que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.
―¿Podría? ―la pregunta de Tae hizo
que Yoongi reaccionara, moviendo la
cabeza para despejarse.
―Si, si ―dijo― No rompas nada.
Minutos después, cuando Yoongi ya
tenía su café y un paquete con algunas
galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.
Vió a Taehyung cocinar algo que superaba sus habilidades culinarias, pero notó que usaba huevos y algo de queso, y a parte, calentó leche, rebuscó un poco en la alacena antes de preguntar:
―¿No tienes chocolatada?
Yoongi rió un poco.
―Niño, gasto mí presupuesto en café, es
lo único que me mantiene con vida. No
gasto en chocolatada porque no me sirve.
Vió a Tae mirándolo con una mueca.
―Creo que eres muy amargo, te hace
falta chocolatada.
Yoongi sólo rodó los ojos.
A los pocos minutos Taehyung había
terminado de hacer su desayuno y
se había acomodado en la mesa para
comerlo, pero en cuanto se sentó, Yoongi se levantó sin decir nada y volvió al cuarto.
La seriedad del chico pelinegro hizo que
Tae se preguntara si al otro le molestaba su presencia allí.
Y entendía perfectamente que era
sumamente irritante que una persona
ajena se instalara en tu casa para usar
todo lo que el propio dueño usa.
Recordó a su "nueva mamá" y lo idiota
que había sido cuando apareció en su
casa.
No quería hacer lo mismo que esa arpía, y no pudo evitar compararse con ella, cosa que lo hizo sentirse mal.
Se había quedando pensando en eso
mientras revolvía lo que había preparado con el tenedor, en ese momento, Yoongi regresó del cuarto y se acercó a la mesa al notar el aura del otro.
―¿Pasa algo?
Tae alzó la vista, mirando a Yoongi a
los ojos sin expresión alguna.
―Perdón por venir aquí ―dijo― Sé
que es muy maleducado de mí parte y
que estás en todo tu derecho a sacarme
a patadas, pero eres muy amable y no lo
has hecho todavía, gracias por eso.
Yoongi frunció un poco el ceño,
reconociendo que Taehyung tenía razón, pero, simplemente, él no podía hacerlo, no podía sólo echarlo.
―Está bien, Tae ―dijo, el otro no dijo
nada―, escucha, iré al trabajo ahora, no
volveré hasta la noche, luego de ir a la
universidad, estarás sólo. Hay una copia
de la llave de la puerta en el segundo
cajón de ahí― señaló a unos cajones bajo la mesada de la cocina―, por si necesitas salir.
>> Hay comida de la mía por ahí
también ―dijo, tomando el bolso de la
universidad.
―¿Cómo es 'la comida de la tuya'?
―preguntó Tae, confundido.
―De la instantánea ―dijo Yoongi, con
una sonrisa ladina, lo que hizo sonreir a
Taehyung.
Yoongi abrió la puerta, al salir, despidió
con la mano en el aire al otro chico y
luego giró la llave antes de caminar por el pasillo hasta el ascensor.
Yoongi trabaja seis horas todos los días
en un supermercado a unas cuadras de
su departamento, aunque su trabajo era
reponer productos, terminaba limpiando los pisos, o ayudando a alguna persona mayor a cargar las compras hasta su coche.
Aunque en ese momento no habia gente
para ayudar, ni productos para reponer,
ni más para limpiar, así que sólo se había quedado sentado en un rincón del lugar cerca de las cajas registradoras con un libro que sólo leía para perder el tiempo, porque ni le estaba gustando.
De repente el libro desapareció de sus
manos y alzó la vista con el ceño fruncido hacia la chica de piel pálida y cabello rubio que lo miraba con una sonrisa molesta.
―No te canses de trabajar, Min ―dijo.
―Oh, nunca, señorita Rose, no quiero que te arruines la manicura haciendo algo ―sonrió con sorna.
La chica respondió con un 'Ja' y le
devolvió el libro, pero Yoongi no
continuó con su lectura, pelear con la
nieta del dueño del supermercado era
más entretenido.
La joven era una omega, aunque no lo
parecía en ningún sentido, su actitud era
digna de un alfa malhumorado todo el
tiempo, su forma de ser casi siempre era
detestable, y tenía más fuerza en un brazo que Yoongi en todo su cuerpo.
Yoongi sabía que la chica usaba
supresores y perfumes para tapar su
olor, y si no le hubieran dicho que en
realidad era una omega nunca lo hubiera sospechado.
―¿Haz hecho algo más interesante que
pintarte las uñas de otro tono de violeta,
Rose?
―¿Y tú? ¿Algo más a parte de dormir en
la biblioteca y luego fingir poder leer al
revés?
La contestación hizo que Yoongi
frunciera el ceño, no pudo decir nada
unos segundos por una leve vergüenza.
―¿Quién te lo dijo? ―dijo, de forma
brusca y rápida, haciendo que Rose riera un poco.
―Jisoo ―dijo la chica de forma
automática, pero por la expresión de
Yoongi se dió cuenta que no había sido
clara―, la bibliotecaria de tu universidad, es mí amiga ―dijo―, podría saber hasta cuántas horas duermes allí si le preguntara.
Yoongi negó con un suspiro, pensando
que ya no se podía confiar en nadie.
―Ya hablamos suficiente ―dijo sin más,
volviendo la vista al libro, lo que hizo a Rose reír.
La chica, a pesar de tener esa actitud,
sabía cuando no tenía que molestar
y tampoco era insistente, cosa que a
Yoongi le parecía más que perfecto.
Rose sólo se alejó del pelinegro para
recorrer el supermercado para asegurarse que todo estaba en orden, aunque siempre rebuscaba algo para gritarle a alguien.
En cuanto término su turno, Yoongi
se dirigió a la sala privada del personal,
para dejar el delantal con el logo del
lugar y tomar su bolso de universidad,
sin decir nada salió del supermercado
para caminar treinta minutos hasta la
universidad..
Notó que había autos oscuros manejando a baja velocidad por las calles, algo que lo inquietó un poco, pero no le dio mucha importancia.
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