40.
La omega que no quieres.
[Especial TaeDo y SeulRene]
Doyoung se removía inquieto en la cama, su lobo interior estaba igual que él, corriendo en círculos con preocupación.
A lo lejos podía escuchar al novio de su hermana y la mejor amiga de esta discutiendo, entre las voces de alfa de ambos y gruñidos, su lobo se sentía intimidado por más que él ni estuviera involucrado.
Él vivía en el segundo piso de la casa, que compartía con Taeyong, un cartel que la abuela del omega había bordado, colgado en el pasillo, marcaba el inicio de lo que llamaban "Su territorio" con su nombre de pareja.
Aunque el cartel de "Doyoung" siempre le había parecido innecesario a Taeyong.
Su alfa solía pasar la mayor parte del tiempo con él en Busán, salvo cuando se iban unos días a Daegu, aunque preferían quedarse en casa de los Kim.
Doyoung tenía tantas responsabilidades como su propia madre en esa casa, así que no podía irse sin más con su alfa a Daegu, además que no podría soportar estar tan lejos de su familia, Taeyong lo entendía y no se negaba.
Vivían juntos desde hacía tres años, cuando decidieron llevar su relación a otro nivel, compartiendo un lazo y un mismo techo.
Pero el punto era que él seguía allí, y las cosas no estaban tan cómodas en ese momento, aún sintiendo el fuerte aroma de su hermana, causa del celo, desde su cuarto en el piso superior, y casi podía escuchar sus sollozos.
Entendía poco y nada de aquello, pero se sentía mal por su hermana.
Joohyun había entrado en celo de repente, al parecer, se había adelantado un mes, y estaba en plena cita con su novio, un alfa que tenía mucha pinta de pacífico y al punto de sumiso (más con alguien con la personalidad tan fuerte como la de Joohyun), pero parecía que se había alterado cuando el olor de la omega había aumentado considerablemente de golpe.
Joohyun no quería ser marcada aún, su alfa pareció no entenderlo, y había tenido que llamar a Seulgi para que se enfrentara al chico, ya que ella no podía contra un alfa violento por no poder marcar a su omega.
Por un lado, Doyoung estaba tranquilo porque su hermana contaba con amigas como Seulgi, pero no podía calmarse del todo.
— ¿Puedes relajarte? — Escuchó a Taeyong hablar desde la puerta, tardó unos segundos en que el chico fuera hacia la cama, para acostarse a su lado —. Siento toda tu preocupación, Dongs. Todo estará bien, en serio.
Taeyong se inclinó un poco hacia él, abrazándolo por la espalda y dejando besos en su cuello y mejillas, Doyoung se acomodó en sus brazos para voltearse, escondiendo su rostro en el cuello de su alfa, calmándose con el fresco olor a cerezas y menta del actual pelinegro.
— Los gritos no son para ti, la voz de alfa tampoco, no pienses en eso — Habló con voz tranquila, sintiendo al lobo de su omega intimidado.
Sus instintos le pedían defender a su omega, pero Taeyong no iba a meterse en el drama de otras personas, prefería consolarlo antes que pelear.
Doyoung asintió un poco, él lo sabía, su lobo no tanto, aunque las palabras y el apoyo de Taeyong lo tranquilizaron.
No supo el momento preciso en el que se quedó dormido en esa misma posición, aspirando el fuerte y abrigador olor de su alfa, tampoco notó cuando, por la mañana, Taeyong se escurrió de la cama y despertó entre las vacías sábanas.
Sintiendo su aroma aún en la cama, y en su propia piel, se levantó con pocas ganas, encontrando a Taeyong preparando el desayuno, como todas las mañanas, su alfa le ofreció, y de nuevo, Doyoung se negó, ya que el pelinegro tenía buena intención pero cocinaba horrible, y nunca podía hacer un desayuno a nivel de su estómago.
Se preparó él mismo unos cuantos panqueques y los llevó a la mesa, junto con tarros de Nutella y mermelada de chocolate, acompañado por un café con leche y crema.
Porque podría tener la glucosa por las nubes, pero aprovecharía mientras no aparezca la diabetes.
Se sentó junto a Taeyong, quien le dedicó una mirada con el ceño fruncido a su desayuno, totalmente opuesto a su amargo café y sus tostadas con queso.
— Cuando tengas las arterias tapadas en grasa te visitaré al hospital — Comentó el alfa.
— Estás celoso porque quiero más mi comida que a ti.
— Como si no te gustara comerme, cariño — Dijo Taeyong en tono normal, haciendo que Doyoung se ruborizara.
Doyoung siempre prefería callar para comer, así disfrutaba de verdad de la comida, y Taeyong aprovechaba cuando su pareja caía en ese silencio matutino para usar su celular, viendo con paciencia las noticias o respondiendo algunos mensajes, casi siempre de Mark, ya que era una de las pocas personas con la que se molestaba contestar.
Su hermano le hablaba del pequeño Beomgyu, que había cumplido cuatro años hacía unas semanas, de los amigos que hacía en el jardín de infantes, le contaba de Donghyuck, de Daegu, y de cómo iban las cosas, y solía sacarle unas cuantas sonrisas con las tiernas fotos que le enviaba.
Nunca había visto a Mark como alguien blando, o cariñoso, pero tanto su pareja predestinada como la paternidad lo habían cambiado.
El silencio duró menos de lo esperado cuando ambos se giraron al escuchar gritos del cuarto de Joohyun, se dedicaron una mirada confundida.
— ¿Esa no es tu hermana?
— ¿Esa no es Joohyunie?
Escucharon lo que pareció ser cosas arrojarse y romperse, y ambos se apresuraron a ir hacia la puerta.
Doyoung detuvo a Taeyong antes de que él pudiera abrir la puerta de golpe, tocó con sus nudillos con fuerza, el ruido paró, creyó escuchar sollozos, y su lobo se inquietó al sentir a Joohyun mal.
— ¿Joohyun? ¿Puedo pasar?
— No estamos vestidas, Doyoung, espera un poco — Escuchó la voz de Seulgi, su voz sonaba ronca, forzada.
Sin relajarse ni un poco, por más que Taeyong dejaba caricias en su espalda para intentar calmarlo, Doyoung permaneció de pie mirando la puerta casi al borde del llanto.
Los Kim eran hermanos muy unidos, a pesar de su relación parecía de amor-odio, se contenían muchísimo, y, como era normal entre personas tan unidas, compartían un "Lazo", y sabían perfectamente cuando el otro estaba mal.
Doyoung no podía enfocarse en otra cosa que en los sentimientos de su hermana inquietando a su lobo, Taeyong también los sentía, y por más que no lo demostrara, también estaba incómodo.
Sumado a lo de ayer, parecía que nada estaba al favor de su calma, no sabía a dónde había quedado la paz en aquella casa.
Al cabo de dos minutos, la puerta se abrió, Seulgi salió con la vista baja, aunque aún así notaron su rostro enrrojecido por las lágrimas, la alfa salió de la casa sin más.
Doyoung la siguió con la mirada hasta que escuchó la puerta de la entrada cerrarse, para luego entrar al cuarto de su hermana, quien estaba vestida sólo con una bata con corazones violetas, viendo la intimidad de la situación, se volteó un momento hacia Taeyong.
— Ve con la alfa, me quedo con la omega — Murmuró, cerró la puerta sin esperar contestación.
La habitación estaba hecha un desastre, y las cosas de la pelinegra estaban regadas por todo el suelo, las más frágiles se habían roto, y Doyoung caminó con cuidado hasta sentarse a su lado.
Notó a Joohyun esconder su cuello con la bata y su pelo negro, se acercó a ella lentamente, sintiendo su corazón comprimido, escuchó a la chica sorber por la nariz con un fracaso disimulo.
— Doyoung~ — Murmuró, el chico abrió sus brazos, recibiendo a su hermanita en un abrazo, frotando su espalda —. Yo... Ni sé lo que hice, Doyoung... Se lo negué a Bogum para que luego venga Seulgi y... — La chica lloró un poco más fuerte —. No sé por qué no la detuve.
Doyoung ahora se sentía enojado con Seulgi, ella debía protejer a Joohyun de que su novio, alterado por el celo de la omega, no tenía que marcarla, en ningún momento tenía que ella hacer eso.
Con algo de miedo, por cómo podría reaccionar la chica, Doyoung corrió un poco su negro cabello, notando la marca rojiza de la reciente mordida, en la cueva de su cuello y hombro.
Suspiró con fastidio.
— No es tan malo, Joohyun — Intentó consolarla.
— ¿S-Sabes lo mal que se siente Seulgi? — La escuchó preguntar —. Puedo sentirlo, eso es peor... Le quité a su omega, Doyoung.
— ¿Cómo que le quitaste qué? Ella te marcó, Joohyun, no es tu culpa, eres la inocente aquí-
— S-Seulgi ya no siente la conexión con Yerim — Murmuró —. No la siente porque hizo un lazo conmigo, rompió su destino, Doyoung... Ya no tendrá pareja predestinada por mi culpa.
Los predestinados eran algo sagrado, eras un afortunado si tenías o encontrabas al tuyo, pero el destino, como todo, podía romperse, y si se creaba un lazo con alguien que no sea tu predestinado, la conexión se perdía incluso en las siguientes vidas, a menos que esté se rompiera o se formará un lazo con su verdadero destino.
Una vieja leyenda hablaba de que en un principio, todos tenían una pareja destinada, pero por errores, o por impaciencia al no encontrar el suyo, comenzaron a romper el destino. Por ese cuento, también estaba mal visto marcar a alguien que no sea de tu destino.
Aunque eso había sido de la forma más estúpida y accidental que podía haber ocurrido.
— ¡No es tu culpa! — Habló Doyoung con fuerza, Joohyun quiso golpearlo, su tono la había asustado, haciéndola saltar un poco —. Y no es el fin del mundo, Joohyun, no pasa nada, Seulgi marcará a su omega y las cosas volverán a lo normalidad.
Escuchó a Joohyun sorber su nariz.
— Y yo seré una omega con un lazo roto — Murmuró, haciendo sentir mal a Doyoung.
Los omegas con lazos rotos eran bastante despreciados por los alfas, lo veían como alguien usado y botado a la basura, algo sin valor, a demás de que su lobo no se recuperaba del todo de la ruptura de un lazo, y quedaba bastante sensible, sufriendo porque su alfa los había dejado.
No había una manera para resolver las cosas sin que Joohyun sufriera, y eso le partía el corazón a su hermano, quien se mordió el labio, sin saber qué decir
— No me gusta sentir cómo sufre, Doyoung — Murmuró la pelinegra, refiriéndose a Seulgi, escondiéndose un poco en el pecho de su hermano, buscando ese cómodo aroma a vainilla que solía calmar a todos, aunque no parecía funcionar.
Afuera, Taeyong no supo qué hacer, apenas había llegado a la puerta cuando vio que Seulgi no había pasado del segundo escalón de la entrada, hablando por teléfono con lágrimas y la voz rota.
Apenas entendió algo de la conversación, pero parecía que quien sea que estuviera del otro lado estaba enojado, y por más que la morocha suplicó para que no lo dejara así, terminó por cortar la llamada, dejando a Seulgi llorando.
Tragó duro por lo dramático de la situación, se acercó a ella a paso lento, colocando una mano en su hombro para que le prestará atención, la chica comenzó a borrar sus lágrimas con fuerza.
— Creí que te irías — Dijo el alfa —, ¿Te atascaste entre los escalones?
Seulgi quiso golpearlo, pero no tenía tanta fuerza como Taeyong.
— M-Mi lobo, no quiere irse — Dijo —. Quiere ir con Joohyun.
— ¿Por qué no le haces caso?
Seulgi negó.
— Me siento terrible para estar allá.
— ¿Cómo sabes si no necesitas estar junto a Joohyun para sentirte mejor?
Seulgi hizo silencio, Taeyong sonrió con la pequeña victoria.
— Te odio, Kim Taeyong — Murmuró la morocha, antes de voltearse para entrar de nuevo a la casa, cerrando la puerta, dejando al alfa en la entrada, quien golpeó la puerta con ganas, aunque la chica no se volteó para siquiera mirarlo, dejándolo afuera.
Tocó la puerta del cuarto de Joohyun, la omega sintió su presencia enseguida, sin moverse, fue Doyoung quien abrió.
— Tu pareja está afuera, Kim mayor — Dijo Seulgi, su tono sonaba monótona, y por más que no estaba usando su voz de alfa, pareció intimidar al chico.
Doyoung le dedicó una última mirada a Joohyun entes de levantarse, saliendo del cuarto, abriéndole la puerta a Taeyong, quien estaba enojado y parecía que golpearía a la siguiente persona que se le cruzaría en el camino.
Las chicas habían vuelto a encerrarse en el cuarto y parecía que hablaban de forma decente, así que ambos esperaron inquietos en el sillón de la sala, Doyoung siendo el más preocupado, no quería ver a su hermana lastimada por una estúpida marca, un maldito celo adelantado y un lazo accidental.
— ¿Por qué los jóvenes de ahora son tan malditamente dramáticos?
— La juventud no es fácil, Dongs — Dijo el alfa —. Yo te conocí de viejo, pero estoy seguro que sufriste en tus tiempos de juventud.
— No me jodas, Tae — Dijo Doyoung, frunciendo el ceño —. Sólo soy mayor que tú por un año, y la juventud está en el interior, tú ya eres un viejo gruñón.
Taeyong rió un poco por la actitud de Doyoung, su omega no podía ser definido como uno promedio, la mayoría de sus discusiones eran por contestaciones mutuas que terminaban en insultos estúpidos la mayor parte de la veces.
El alfa no quería seguir discutiendo, así que dejó el silencio.
Taeyong dejaba caricias en su cabello, pequeños besos sobre su cabeza en un intento porque el omega se despejara, pero poco funcionó, y no fue sino hasta que ambas chicas salieron del cuarto (casi una hora después), con una pequeña sonrisa que pudo respirar en paz.
...
— No quiero que te quedes con una omega que no quieres.
— Lo dices como si no te quisiera, Joohyun. Eres mi mejor amiga, y si hay una parte positiva de esto, es que así podré ser tu amiga por el resto de nuestras vidas.
— ¿No... Quieres un futuro con otra persona?
— Aunque así sea, no podía concebir un futuro sin tu compañía.
>> Puedo ser tu alfa, y seguir siendo tu amiga. No quiero que te sientas mal porque rompí el lazo, y aunque mi omega no me hubiera mandado a la mierda... Igual no te hubiera dejado con un lazo roto.
— Somos pésimas amigas, Seulgi.
— Sip.
— No podía tener una peor mejor amiga.
— Bien, bien, ya entendí, basta.
— Yo quería un sugar daddy de alfa, y tengo a tremenda puta.
— Púdrete, Joohyun.»
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