Capítulo 1


El viento soplaba mientras yo disfrutaba de la suave brisa que chocaba con mi piel. Me sentía libre y algo rejuvenecida. Todo había salido perfecto, sin errores, como todos mis proyectos. Me senté en la punta del acantilado y dejé que mis piernas colgaran con el mar de fondo, las olas se encontraban agresivas y el cielo enojado. No podía ser un mejor paisaje.

Escucho de fondo un par de voces discutir pero estoy tan bien en mi aura que lo que ellos digan no me importa; ahora mismo todo el mundo podría desaparecer y no me importaría. Revivo las imágenes en mi cerebro y una sonrisa danza en mis labios, siento como las manos me hormiguean y un escalofrío recorre mi espalda. Sé que están ahí, satisfechos al igual que yo, no me lo dirán ya que nunca me felicitan por nada, solo saben demandar y exigir, aparecer para después imponer. Alguien me toma por detrás haciendo que me pare, me volteo y el enojo en ella aumenta al ver que mi cara no le transmite nada.

— ¿Cómo pudiste hacerlo? — observé el rostro de mi madrasta y lágrimas caían por el — eran tus hermanos — dijo ahogando un grito.

Mi padre llega y la abraza, me mira con temor y ¿Pena? Sí, creo que pena. No perderé mi tiempo explicándoles algo que no entenderán. Sus incapaces mentes no están capacitadas para entender ciertas cosas y prefiero gastar mis palabras en otra conversación.

Me volteé y respiré profundo, el aire aquí es puro, extendí mis brazos sintiendo como son ligeramente movidos por las suaves ráfagas de viento.

—Lorelay... ¿Donde están?  ¿Acaso están...? — preguntó mi padre.

—No Hans, no están muertos — me volteé con cansancio — ¿Ya pueden dejar su drama e irnos de aquí?

Me dirigí hacia el auto, minutos después entraron y en silencio Hans comenzó a conducir, al cabo de unos minutos el silencio fue interrumpido.

—No podemos seguir así — dirigí mi vista hacia él y lo observé negar mientras su esposa le acariciaba el hombro — ya ha sido suficiente Lorelay, hemos tratado por todos los medios comprenderte y apoyarte pero tú no colaboras. No vas a las terapias, no tomas los medicamentos ¡No ayudas, maldita sea! — le dio un fuerte golpe al volante y mi madrastra se sobresaltó sorprendida contraria a mí que no me inmuté.

Decido dejarlo que hable solo mientras voy contando los árboles. Se encuentran casi desnudos ya que faltan pocos días para que entre el invierno.

Perfecta temporada para salir a cazar.

Y tienes mucha razón, adoro ir por el bosque cubierto de nieve, en la oscuridad de la noche se puede llegar a encontrar muchas cosas... Un golpe en la ventana hace que salga de mis pensamientos. Ya hemos llegado y ambos están afuera, salgo del auto y voy directa a mi habitación.

Este fin de semana lo vine a pasar con ellos y vaya que fue la mejor decisión.Canto por toda la habitación y a pesar de que se que es tarde escucho risas provenientes del fondo de mi habitación. Ya están aquí. Me detengo de golpe y observo la sombra alta que me viene a visitar todas las noches.

— ¿Dónde están los demás? — le pregunté al ver que estaba solo.

—Vendrán por ti.

— ¿A qué te refieres? — el desapareció sin decirme nada más.

Ordeno las fotos que tomé esta tarde y las pongo en la carpeta correspondiente junto a las demás. Escucho como alguien abre la habitación me volteo y observo a mi padre parado frente a mí con los ojos llenos de lágrimas.

—Lo siento tanto, hija — dijo en un tono casi inaudible, después de haberme colocado el paño que me dejó inconsciente.

...

Desperté en una habitación gris, está totalmente vacía a excepción de unos aparatos que parecen ser usados con fines médicos. Hay una puerta al frente, me le acerco y escucho voces en el pasillo

¿Dónde demonio estas?

— ¡Hola! ¿Hay alguien aquí? —pregunté pero solo escucho varias risas.

Empiezo a examinar el entorno donde estoy, es una habitación contiene un armario alto blanco, cortinas de igual color, el lugar es medianamente pequeño, la puerta a la que minutos atrás me acerque tiene una ventanilla al nivel de mi rostro que me permite observar el pasillo con puertas que lucen similares a la mía.

Ya puedo imaginar donde estas.

El estúpido me encerró en un loquero, podría jurarlo, golpeo la base de la cama repetidamente, cuando me canso suelto golpes al aire y al armario.

Aquí no podré ser libre, no me dejaran ser yo. Me siento en la cama y veo las horas pasar hasta que la puerta por fin se abre, entran tres personas un hombre y una mujer que van vestidos como enfermeros y una mujer con bata blanca, tacones y pelo muy bien arreglado.

—Un placer conocerte, Lorelay. Soy la doctora Griffin y seré tu encargada.

—Estoy segura de que un placer no es —me acerqué a ella pero esta no retrocedió ni un centímetro.

—Sí que lo es. Espero nos podamos entender y llevarnos muy bien durante tu tiempo en la reforma —la sonrisa que me dedica me causa fastidio.

—Si me mantendrán aquí encerrada como un animal no creo que nos llevemos bien —me siento en el borde de la cama sin despegar mi vista de ella.

—Descuida, esto es solo un protocolo de seguridad. Esta no será tu habitación.

—¿Cuando me sacarán de aquí?

—Veo que eres algo impaciente.

—No me gusta ver tantas cosas blancas, me causan diarrea.— la doctora no dice nada y solo observa el lugar con una sonrisa en el rostro —No entiendo porque sonríe, nadie le esta haciendo gracia.

—Mañana a primera hora te escoltarán a la que será tu habitación. Fue un gusto conocerte Lorelay.

Ella y sus asistentes se retiran dejándome nuevamente encerrada dándome tiempo para maldecir mil veces a Hans y sus estupideces. Yo no debería estar aquí, no hay un porque. Una sombra pasa por mi izquierda y se queda al final.

Sabes que ellos no nos aceptan.

Tendré que buscar la manera de salir de aquí. Tengo cosas que hacer y no dejaré que estos muñequitos que juegan a ser doctores dañen mis planes. Tarde o temprano saldré de aquí cueste lo que cueste.

...
La mañana ha llegado y aún no han pasado por mi. En la noche tuve tiempo de pensar una estrategia para salir de aquí pero no se me ocurrió nada bueno y digno de mi. Tendré que sacar información de otra manera.

La puerta se abre y los hombres que acompañaban a la doctora entran en la habitación. Solo vienen ellos, sin nadie más. No espero a que hablen y salgo de la asquerosa habitación. Afuera observo el largo pasillo y las numerosas puertas igual a la mía que se extienden por todo el corredor. Empiezo el trayecto con ellos detrás de mí y lo único que se escuchan son las voces de mi cabeza y los gritos de los que están atrás de estas puertas.

Llegamos a otro pabellón y la variedad de colores es más notables. Hay más personas que caminan libremente por los pasillos llevan un uniforme diferente a mi bata blanca.

Nos detenemos frente a una puerta donde se lee el número trescientos seis, los hombres tocan y una chica de pelo oscuro abre, es casi de mi tamaño.

—Amalia, ella es Lorelay será tu nueva compañera —la chica abre los ojos sorprendida. Ellos se van y yo me adentro en la habitación.

—¡Hola! Lore ¿Te puedo decir Lore, verdad? Estoy muy emocionada, pensé que no volvería a tener compañera por un buen rato. Espero podamos ser buenas amigas —esta chica habla sin parar ¿Acaso no le hace falta el aire?

—Hola y no, no me puedes decir Lore,— me limito a decir mientras observo la habitación, está mucho mejor que la otra. Aquí las paredes son azul marino, no me gusta pero es mejor que el blanco. Hay una cama en los dos extremos de la habitación. El lado de la chica se encuentra totalmente lleno de cosas.

Me giro y observo por la ventana. Nuestra habitación   Tiene vista a la entrada, no es un buen lugar para escapar. Solamente hay dos armarios uno para ella y el otro para mí, así que perfectamente podría esconder cosas en este. La cama tiene buen nivel así que también podría poner cosas debajo de ella.

— Bien ¿Qué tanto observas? Si tienes dudas del lugar yo soy la encargada de mostrarte todo — la observo un segundo.

—Dime algo ¿Cuanto tiempo tienes aquí?

—Dos años — no son tantos pero me sirve

—¿Cuando iniciaremos con la ambientación?

—Calma. Será mañana. Tú uniforme y nuevas cosas están en tu armario. Hoy solo relájate y descansa. Mañana empezará tu nueva historia —su tono es alegre y repito mentalmente la paciencia que tendré que tener

Esto no será una tarea fácil y eso me gusta

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