ENERO 2023: Con los cinco sentidos
Enero marca un antes y un después entre años, por lo que es un mes fascinante...
Inevitablemente, cada comienzo exige un final... Pero, ¿cada final es también un nuevo comienzo?
★★★★★★
Huele a podredumbre. Es el hedor que sobreviene a la muerte, el final de todo cuerpo. Pútrido. Vestigios sanguinolentos del hombre que antaño fui se descomponen sin remedio… y la putrefacción duele.
Clap. Clap.
Crecí acunado por la nesciente humanidad, crédulo y confiado incluso cuando peiné las primeras canas. La bondad es un precio muy alto a pagar si te rodean monstruos veleidosos. Y cuando mi alma ennegrecida por la sevicia mundana terminó irremediablemente quebrada, presa de la vil obscuridad, el impávido e inofensivo muñeco de carne y hueso, humillado y vejado hasta la saciedad, se convirtió en una una bestia de semblante macilento, moralidad primaria e incontrolables instintos…
Clap.
Fui el monarca réprobo de los asesinos e indecentes,en virtud de lo cual, mi destino fue terminar cruelmente ajusticiado. No ha lugar a dudas, el pegajoso cieno sobre el que descanso es gélido y nauseabundo, ni rastro de más cenizas que las mías, alienta a cadáver infesto. No es el infierno, todavía no he descendido a él. Pero tampoco estoy vivo. No es posible que pueda estarlo. Los gusanos lamiscan, jubilosos, mi carne.
Clap, clap.
Ese mirífico conteo,menguante estiaje de un riachuelo en agosto, evoca reminiscencias de tiempos mejores, en los que las felonías no recibían castigo, en los que aprendí que la piel de un cuerpo revienta tras una briosa punzada,al igual que una bota de vino. Mana su néctar y su cálida exquisitez te colma el paladar,abrasa tu gaznate, calma tu sed…
Es la cuenta atrás hasta que el manantial se seca…
Clap, clap. No puedo verla, dudo que mis ojos sigan en sus cuencas. Clap. Caliente,dulce brebaje que ensucia los jirones mutilados de mi rígida piel, viscoso licor con aroma, color y nombre propios. Clap, Clap. No huelo, ni oigo, pero un fino cordón de saliva se escapa entre mis labios, delatando sin ambages mis abyectas bajezas. Clap, clap. Me pregunto por qué tanta sed si me han cercenado la garganta… ¿Por qué tanta hambre si ya no necesito alimento?
Clap, clap, clap…
Se agota, se escapan las últimas gotas, y el terreno yermo apurará las últimas antes de que nadie las pueda catar. Ojalá pudiera notar mi cuerpo, ojalá supiera cuánto de mí existe aún. Nadie creyó que hubiese un final peor que la muerte, pero he aquí la inquieta anhedonia que contrae los pingajos de mis vísceras, sin consuelo. He aquí los despojos mustios de una calavera solitaria, que al estirar la lengua y alcanzar una única gota de sangre, siente cómo sus desvelos se terminan… Y traen de vuelta al monstruo que siempre fui.
Clap, clap, clap…
¡Bendito aquél que piensa que la muerte siempre es el final! Porque no requiero de pupilas, no necesito pituitaria, no preciso de una explicación para saber que volveré no será la última vez que la pruebe… Bendito aquél que creyó que un caníbal despojado de sus manos no volvería a matar…
Porque tras la vida y mi muerte, renace el depredador más voraz de todos los tiempos. Tras el final, aguarda el cruento legado que descuidé al recibir mi perverso castigo, inconcluso y latente. Y esta vez, nadie podrá detenerme…
Porque ni siquiera necesito los cinco sentidos.
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