35

Delilah

Nos reunimos con Dahlia a solas, en una de las habitaciones de la gran mansión. Parece que evitábamos la conversación, pero el asunto no se puede dilatar más.

—Si quieres contárselo, tan solo díselo y ya —declara mi hermana.

Me estremezco.

—Pero...

—Es lo que hay. —Traga saliva.

Me abrazo a mí misma.

—Pensé que querías decírselo tú.

Mira hacia abajo y suspira.

—No creo poder. —Luego alza la vista, determinada, para aclarar—: Eres su esposa, es tu derecho.

Asiento.

—De acuerdo.

Dahlia tiene razón, ella ofreció esto, pero yo accedí, es hora de que tome parte de mi responsabilidad y le aclare a Arak lo que sucede.

Me casé con él, nos conocemos de hace años, tiene que saberlo por mí, no hay de otra, es lo correcto.

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