Último
Delilah sabía que lo nuestro no era una simple amistad. Sabía que no solo se trataba de juegos y experiencias llenas de emociones que recordaremos unos años más. Delilah sabía que esto no podría ser bien visto por nadie. Sabía que yo estaba en un dilema un tanto absurdo esperando a que ella me diera más señales de las que casi me restriega en la cara.
Delilah sabía que no solo éramos secretos, galletas, regalos hechos a mano, llamadas esperadas con ansias ni mucho menos canciones significativas. Éramos un peligro, éramos prisión, éramos miedo.
Pero como era de esperarse a ella no le importó y me lo mostró cuando juntó sus labios con los míos bajo la tenue llovizna en las escaleras después de la escuela. Creí que me apartaría, creí que huiría y me pondría a llorar porque no era lo correcto sentirme así. Pero a pesar de todas esas miradas de repulsión me di cuenta que no debo tener miedo a amar, y mucho menos cuando tú no eliges a quién, porque suele ser el amor más correcto y puro que puede existir. Y no, yo no iba dejarla ir.
Nunca supe que era una bailarina hasta que Delilah me enseñó cómo. No sabía que era ser libre hasta que me lo demostró. No sabía qué era amar hasta que Delilah apareció.
Delilah es una chica, una chica que me ama. Y yo, yo soy su mejor amiga, y yo amo a Delilah.
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