Una vez sonrió para mí.

Una vez río a carcajadas conmigo.

Una vez estiró su mano sobre el banco intentando alcanzar mi mano.

Una vez la punta de nuestros dedos se encontraron accidentalmente.

Una vez sus ojos me miraron con interés.

Una vez alabó mi diadema de Medusa para la obra de teatro.

Una vez tartamudeó frente a mí al hablar.

Una vez me mantuvo la mirada.

Una vez se me quedó mirando, como hipnotizado.

Una vez accidentalmente mi mano rozó su mano.

Una vez sus labios pronunciaron mi apellido.

Una vez me senté a su lado.

Una vez él se sentó a mi lado.

El error es que a lo largo de tres años sólo fue una única vez.

2020
M.D.D.