Mientras los adultos charlaban, esperando la llegada del resto de invitados, los más chicos corrían por la gran casa y los adolescentes se encontraban en pequeños grupitos riendo entre cuchicheos. Pero hay una joven, parada sola al lado de la ventana, que mira la nieve caer y quiere salir por un momento fuera; es que el calor de la calefacción y la gente junto a su bullicio la está cansando.

De repente unos pasos ruidosos llegan detrás de ella y frenan de golpe, lo que la hace girar a ver qué acontece, encontrándose con un joven de dieciséis años, apenas un año mayor a ella, que respira agitadamente con las mejillas sonrojadas por la carrera de antes. Cuando se recupera un poco sonríe amplia y pícaramente con sus manos en la espalda.

Intercambian un simple saludo y, él, procede a acercarse para poner justo sobre sus cabezas una ramita de muérdago. Así, antes que la sangre llegué a las mejillas de la muchacha y su cabeza comprenda por completo la situación, el joven acorta la distancia volviéndola inexistente. Un simple rose, un simple beso.

—Feliz navidad, Eli —dice para luego volver a correr, aunque ahora perseguido por la muy sonrojada muchacha.

2021
M.D.D.