Debía odiarle, aborrecerle, creerle una atrocidad y hundir su espada en aquel corazón latiente casi expuesto tras la traslúcida piel.

Pero el caballero soltó su espada al ver aquel único ojo que le miraba, al encontrar en aquel único ojo la misma soledad con la que se encontraba al mirar su propio reflejo.

Ni la gran altura de aquella bestia, ni su piel de papel, ni el corazón gigante que abarcaba todo aquel tórax; brillante corazón que debía apuñalar. No pudo.

Aquella cosa no se resistía, estaba quieta, con su larga cabellera tirada hacia su espalda y sentada para que su corazón fuera más fácil de alcanzar, esperando lo que se suponía su destino.

El caballero avanzó y abrazó aquel ser tan parecido a sí mismo. Sabía que sus brazos no podían envolverle y que su fría armadura le impedía compartirle un poco de su calor, pero aun así le abrazó.

Lloraron juntos a sabiendas de sus dolores; ambos monstruos, pero la diferencia es que uno de ellos es útil por el momento.

2023