Hace que el viento vuelva a jugar con su cabello.

Hace que el sol lo vuelva, con su toque, cobrizo para hechizarla.

Sus ojos juegan a buscar esos ojos cafés y con su perfume busca abrazarla como jamás sus brazos se animaron.

Sus manos encuentran cualquier excusa para tocarla; su boca pronuncia frases, ya hechas, de amor.

Él juega con todas sus armas, pero ya no causan ni el mínimo efecto de antaño.

Ella ya no le quiere.

Esos ojos cafés ya no le dedican ni una mirada; su risa va en todas direcciones menos en la de él.

Está loco por tenerla de vuelta comiendo de su mano.

Ella hace tiempo se cansó y puso fin al juego macabro que él había inventado, donde el que siempre salía herido era el corazón.

2019
M.D.D.