Ella es mar

Aquella mujer que vivía entre la tierra roja, empedrados caminos y orquídeas, es del mar.

Tiene piel de océano, donde juegan peces de colores que brillan bajo la luz del sol.

Por eso cuando miras sus ojos, naturalmente marrones, aun así puedes ver las olas del mar y en su voz se esconden los arrullos del mismo.

Ella escribe versos con arena y caracolas, con graznidos de gaviotas, con aroma a sal.

En su patria no hay mar, pero el mar corre en sus venas, es parte de su alma, de su esencia.

Cargando ya con cuatro décadas sobre sus hombros, por fin irá nuevamente a su amado mar y quizá para nunca regresar, por eso al abandonar su tierra riega con lágrimas el camino y pinta arrecifes de coral con cada paso que da.

El miedo juega a abrazarla, porque la magia del «querer y no tener» pronto desaparecerá y ¿qué pasa si ya no lo ama más?

Y ahora se agrega un miedo más, ¿y si no llega a siquiera responder esa incógnita? ¿Si se queda en el camino a causa de esta enfermedad que asola el mundo?

Entonces con todos sus miedos, con todos sus sueños, con tinta y algunas flores sigue camino, redacta el camino. Y un día al fin llega a su destino, aquel lugar que le incita a nombrarle hogar.

En su nuevo departamento ahora debe esperar un poco más, solo faltan días para poder grabarlo en su retina e impregnar su alma con el aroma de aquel lugar.

Las incógnitas vuelven, porque el estar tan cerca le hace sumirse en una sensación de irrealidad, como si de un sueño se tratara la posibilidad de compartir el mismo firmamento con su amado mar.

Entonces un día a las tres p. m., tras un viaje en carretera se realiza el tan esperado encuentro, desde la ventanilla de la camioneta lo divisa con su espuma y su cantar.

Es cuando los miedos se deshacen en el agua como el Solubag y la felicidad invade por completo su ser, las olas le saludan y ella le regala una sonrisa de perlas mientras el viento frío juega a su alrededor.

Lo ve y sabe que le ama, le ama más que ayer, le ama hoy de cerca.

Mientras, ella se pierde en la indistinguible separación de la cúpula azul y el extenso océano Pacífico que le canta, que le saluda, que la envuelve como en un abrazo que había esperado durante tanto tiempo.

Ella lleva el océano en la piel donde ahora el jurel, la sardina chilena y la anchoa juegan, mientras sigue pintando corales a su paso. Ella es de mar, está en su esencia y se refleja en sus escritos.

La arena besa sus pasos y el azul la pinta completamente, esa mujer de mar está ahora en su añorado hogar.

Porque... ella es mar.

2021
M.D.D.

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Este texto está inspirado en "Piel de océano", de AxJulieta
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