—Tengo un problema.

El castaño se giró y vio acercarse, con paso decidido, a la dueña de esa voz.

—Me he enamorado de ti —afirmó cuando solo les separaba un paso, para terminar de acortar la distancia y sellar la declaración con un beso. Fue demasiado corto para ser llamado beso, quizás deberíamos llamarle «piquito».

Cuando ella se alejó, él se encontraba con una sonrisa que llegaba a sus ojos, la tomó de la cintura y la acercó nuevamente.

—Resulta que tengo el mismo problema —declaró sobre su boca antes de, ahora sí, besarla como era debido.

2017
M.D.D.