Sobre una calle poco transcurrida se encuentra la casa de una bruja.

Es una casa pequeña de solo una planta y, a diferencia de lo que se esperaría, está pintada de blanco.

Dos enredaderas han subido entre la entrada y las dos angostas ventanas en su derecha. Una lámpara que cuelga en tonos verdes con bordes oro se camufla entre las bellas hojas de estas; unas pequeñas parecidas a puntas de flechas y otras grandes con forma de corazón.

El techo inclinado que sobrevuela la fachada se ha encargado de restringir a las trepadoras el paso para poder acostarse sobre las rojas tejas coloniales a admirar el celeste y despejado cielo.

No tiene rejas la casita, ya que su frente está custodiado por un viejo sauce llorón con las ramas cuidadosamente podadas para que no toquen el suelo.

«Bruja de las plantas, bruja de la vida», fueron los mismos vecinos quienes apodaron a aquella anciana.

Cuando llega el invierno y todo perece dicen que esta es la única casa pintada de blanco y decorada por el vivo verde.

2023