2 idiotas

Me miran sabiendo que con esto es muy probable que logren herirme y eso los hace sentir tan grandes, tan espléndidos. Sonrío y los felicito, digo que no creo poder asistir pero que les enviaré el regalo de boda, lo cual es mentira. En sus rostros hay confusión ¿acaso esperaban que llorara? ¡Que patéticos, ilusos y basuras! Mi supuesta amiga y mi ex, hermosa combinación.

Quiero irme, pero no puedo. No es a causa que mis pies hayan echado raíces en los recuerdos que compartimos, ni nada por el estilo; no puedo irme por el simple hecho que debo hacer perfecta la actuación de «no me importa». No es muy difícil, siempre se me ha dado bien saber qué hacer para que nadie note cuando resulto herida.

Pregunto dos o tres cosas, lo normal y con gran entusiasmo, cada vez se vuelve más fácil, en especial desde que veo que sí se lo están tragando. Él le suelta la mano y ella frunce el ceño; patéticos.

—¿Acaso no te molesta? —pregunta la muy... atrevida.

¿Por qué debería molestarme? Mis dos buenos amigos —digo, pero no tengo a nadie que considere realmente amigo, por ello cuando intentan apuñalarme por la espalda puedo protegerme porque quizás ya lo estaba esperando, manía mía considerada mala pero para momentos como estos me es muy útil —se han enamorado —una extraña incomodidad se forma entre los idiotas —y se van a casar, eso es algo magnífico. No entiendo porque preguntas eso Sandi, saben que ambos son personas muy importantes para mí por eso les deseo toda la felicidad en esta nueva etapa que van a iniciar juntos —concluyó todo el discurso con una sonrisa.

Ya gané, sus caras me lo dicen.

Agregan algunas frases inconclusas, se han quedado sin qué decir así que él suelta el clásico «No sé qué decirte». Deberían ver sus caras desconcertadas y con cierto enojo. Por favor, que asco dan.

No hay nada que decir. ¡Oh! Mi hora de descanso ha acabado —junto mis cosas y antes de levantarme vuelvo a hablar—. Gracias por compartir conmigo su felicidad, me hace feliz saber que me consideran alguien importante para ustedes. Nos vemos luego, me retiro primero.

Salgo de la cafetería rumbo al tercer piso, creo que tengo un poco de acidez.

A veces me pregunto, si alguien conociera este modo de pensar ¿me odiaría? Muy probablemente me llamaría falsa, pero entonces cómo me defiendo de un ataque así cuando la otra parte espera una pérdida de control.

De una forma u otra no importa, he ganado esta confrontación y la verdad tampoco es que me doliera mucho, estoy más bien molesta por la forma en que estaban tan patéticamente gustosos de poder herirme. Vuelvo a recordar sus caras al salir del lugar, creo que sí les enviaré un regalo, solo para hacerla completa.

Estoy molesta, algo dentro duele un poco, pero el no haberles dado el gusto me colma de una sensación extrañamente agradable.

Desenvuelvo un chicle de menta y lo meto a mi boca antes que el asesor abra en mi piso. Bien, ahora concentrémonos en lidiar con los del trabajo.

2021
M.D.D.

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