67.
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capítulo sesenta y siete !
Por suerte cuando llegaron al despacho de Dumbledore él estaba despierto por lo que la profesora McGonagall se apresuró a explicarle que hacían alli.
—Profesor Dumbledore, Potter ha tenido…, bueno, una pesadilla —declaró la profesora— Dice que…
—No era ninguna pesadilla —la corrigió Harry.
—Está bien, Potter, cuéntaselo tú al director.
—Verá… Yo… estaba dormido, es verdad. Pero no era un sueño corriente…, era real… Vi cómo pasaba… —Inspiró hondo—. Al padre de Ron, el señor Weasley, lo ha atacado una serpiente gigantesca.
—¿Cómo lo has visto? —le preguntó Dumbledore.
Jude puso una mano en el hombro de su hermano y miró al director con el ceño fruncido. Aunque Harry le estaba hablando el no se digno a mirarlo.
—Pues… no lo sé. Dentro de mi cabeza, supongo.
—No me has entendido —dijo Dumbledore—. Me refiero a si… ¿Recuerdas… dónde estabas situado cuando presenciaste el ataque? ¿Estabas de pie junto a la víctima o contemplabas la escena desde arriba?
—Yo era la serpiente —afirmó Harry—. Lo vi todo desde la posición de la serpiente.
—¿Está Arthur gravemente herido?
Ron, que los había acompañado hasta allí estaba completamente palido y Jude puso su mano libre en el hombro del pelirrojo en un intento de reconfortarlo.
—Sí —contestó Harry.
El director se puso de pie y se dirigió a uno de los viejos retratos que estaba colgado muy cerca del techo.
—¡Everard! —dijo enérgicamente—. ¡Y tú también, Dilys!
Dos personajes que parecían sumidos en el más profundo de los sueños, abrieron de inmediato los ojos.
—¿Lo han oído? —les preguntó Dumbledore.
Los dos del retrato asintieron.
—Es pelirrojo y lleva gafas —especificó Dumbledore—. Everard, tendrás que dar la alarma, asegúrate de que lo encuentren las personas adecuadas…
Los dos se desplazaron hacia un lado de sus respectivos marcos, pero en lugar de aparecer en los cuadros contiguos (como solía ocurrir en Hogwarts), ninguno de los dos reapareció.
—Everard y Dilys fueron dos de los más célebres directores de Hogwarts —explicó Dumbledore, que pasó junto a ellos para acercarse a su fénix—. Tal es su renombre que ambos tienen retratos colgados en importantes instituciones mágicas. Como tienen libertad para moverse de uno a otro de sus propios retratos, podrán decirnos qué está pasando en otros sitios…
—Pero ¡el señor Weasley podría estar en cualquier parte! —exclamó Harry.
—Sientense los cuatro, por favor —dijo Dumbledore ignorando por completo el comentario del chico—. Everard y Dilys quizá tarden unos minutos en regresar. Profesora McGonagall, ¿quiere acercar unas sillas?
Jude se quedó parada detrás de su hermano, pero su mirada de poso en Ron, en la preocupación que tenía por Harry apenas le había prestado atención a los gemelos ¿Habían escuchado ellos lo que Harry había dicho de su padre? ¿Se encontrarían tan asustados como Ron?
Ella estiró su mano y acarició el cabello de Ron, de la misma forma que hacia con su hermano para tranquilizarlo.
Dumbledore le dijo algo a su fénix, hubo un fogonazo y este desapareció.
Luego se oyó un grito en lo alto de la pared: Everard había vuelto a su retrato.
—¡Dumbledore!
—¿Qué ha pasado? —preguntó éste enseguida.
—Grité hasta que alguien llegó corriendo y le dije que había oído que algo se movía abajo. No estaban seguros de si debían creerme, pero fueron a comprobarlo. Ya sabes que allí abajo no hay retratos desde los cuales se pueda mirar. En fin, unos minutos más tarde lo subieron. No tiene buen aspecto, está cubierto de sangre. Corrí hasta el retrato de
Elfrida Cragg para verlo bien cuando se marchaban…
—Muy bien —dijo Dumbledore—. Entonces supongo que Dilys lo habrá visto llegar…
Unos momentos después ella apareció.
—Sí, lo han llevado a San Mungo, Dumbledore… Han pasado por delante de mi retrato… Tiene mal aspecto…
—Gracias —dijo el director, quien luego miró a la profesora McGonagall y añadió—: Minerva, necesito que vaya a despertar a los otros hijos de Weasley.
—Ahora mismo voy ¿Y… qué hay de Molly, Dumbledore? —preguntó la profesora deteniéndose frente a la puerta.
—De eso se encargará Fawkes cuando haya terminado de vigilar si se acerca alguien —determinó Dumbledore—. Pero quizá lo sepa ya, porque tiene ese estupendo reloj…
Jude no tenía palabras de consuelo para Ron, pero el mismo le tomo la mano que aún descansaba en su hombro y se la apretó con fuerza.
Dumbledore saco una tetera que dejó
con cuidado sobre su mesa y después se acercó a otro a otro retrato que a Jude se e hizo muy conocido.
—Phineas. ¡Phineas!
Phineas Nigellus Black, claro, Jude había visto su retrato en la casa de Sirius.
—¿Alguien me llama?
—Necesito que visites una vez más tu otro retrato, Phineas —le pidió Dumbledore—. Tengo un nuevo mensaje.
—¿Visitar mi otro retrato? —repitió Phineas y luego de quejarse un rato cedió—está bien, aunque es posible que ya haya destrozado mi retrato, como ha hecho con los de la mayoría de la familia…
—Sirius sabe perfectamente que no tiene que destruir tu retrato —replicó Dumbledore—. Tienes que decirle que Arthur Weasley está gravemente herido y que su esposa, hijos y los Potter llegarán en breve a su casa. ¿Lo has entendido?
—Arthur Weasley herido, esposa e hijos y los Potter invitados —repitió Phineas con aburrimiento—. Sí, sí…, muy bien…
Entonces se inclinó hacia un lado del retrato y desapareció de la vista en el preciso instante en que la puerta del despacho volvía a abrirse. Fred, George y Ginny entraron con la profesora McGonagall.
—¿Qué pasa, Harry? —preguntó Ginny que se acercó a Jude en busca de consuelo que la envolvió rápidamente en un abrazo—. La profesora McGonagall dice que has visto cómo atacaban a papá…
—Su padre ha tenido un accidente mientras trabajaba para la Orden del Fénix —explicó Dumbledore—. Lo han llevado al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Los voy a enviar a casa de Sirius, que está mucho más cerca del hospital que La Madriguera. Allí se reunieran con su madre.
—¿Cómo vamos a ir? —preguntó Fred, muy afectado—. ¿Con polvos flu?
—No —respondió Dumbledore—. Ahora los polvos flu no son seguros, la Red está vigilada. Utilizaran un traslador. —señaló la vieja tetera—. Estamos esperando el informe de Phineas. Antes de enviarlos quiero asegurarme de que no hay ningún peligro.
En ese momento se produjo un fogonazo en medio del despacho; cuando se apagó, apareció una pluma dorada que descendió flotando suavemente.
—Es el aviso de Fawkes —anunció Dumbledore—. La profesora Umbridge sabe que no estan en sus camas… Minerva, vaya y entreténgala, cuéntele cualquier historia…
Acto seguido, la profesora McGonagall se fue.
—Dice que será un placer —afirmó Phineas que había vuelto a aparecer—. Mi tataranieto siempre ha tenido un gusto muy extraño con los huéspedes.
—Entonces, vengan aquí —les dijo Dumbledore—. Y rápido, antes de que llegue alguien más.
Todos se agruparon alrededor de la mesa del director y estiraron una mano para tomar la tetera.
Sucedió en una milésima de segundo, salíeron despedidos a toda velocidad hacia delante, hasta que llegaron.
—Ya están aquí esos mocosos traidores a la sangre. ¿Es verdad que su padre está muriéndose?
—¡FUERA! —gritó Sirius.
Sirius corrió hacia ellos con gesto de preocupación, olia fuertemente a alcohol y estaba muy desalineado.
—¿Qué ha pasado Jj? —el preguntó acercándose a ella—. Phineas me ha dicho que Arthur está gravemente herido.
—Pregúntaselo a Harry —sugirió Fred.
—Sí, yo también quiero enterarme —dijo George.
Los gemelos y Ginny miraban fijamente a Harry.
Harry les contó todo lo que había visto.
—¿Está nuestra madre aquí? —le preguntó Fred a Sirius.
—Seguramente ni siquiera sabe todavía lo que ha pasado —contestó Sirius—. Lo más importante era sacarlos de Hogwarts antes de que la profesora Umbridge pudiera
intervenir. Supongo que ahora Dumbledore estará contándoselo a Molly.
—Tenemos que ir a San Mungo... —dijo Ginny con urgencia.
—No, no pueden —Jude se apresuró a negar.
Fred la miró como si se hubiese vuelta loca.
—Claro que podemos ir a San Mungo si queremos —el le dijo y levantó la voz—. ¡Es nuestro padre! ¡Si Harry fuera el que estuviera herido nadie podria tenerte!
—Calmate —ella le espetó— no dejes que esto te sobrepase y detente a pensarlo por un minuto. Irán a San Mungo ¿Y qué? ¿Cómo explicaran que sabían lo que le sucedió a su padre antes que su propia esposa?
—¿Qué importancia tiene eso? —preguntó George acaloradamente.
—¡Importa porque no queremos llamar la atención sobre el hecho de que Harry tiene visiones de cosas que ocurren a cientos de kilómetros de distancia! —repuso Sirius con enfado—. ¿Tienen idea de cómo interpretaría el Ministerio esa información?
Era evidente que a Fred y George no les importaba cómo lo interpretara el Ministerio, ambos miraron a Jude con enfado.
—Podría habérnoslo contado alguien más… —insinuó Ginny—, o podríamos habernos enterado por otra fuente que no fuera Harry.
—¿Ah, sí? ¿Por quién? —preguntó Sirius con impaciencia—. Escuchen, su padre ha resultado herido mientras trabajaba para la Orden, y las circunstancias ya son lo bastante sospechosas para que encima sus hijos lo sepan sólo unos segundos después de que haya ocurrido. Podrían perjudicar gravemente los intereses de la Orden…
—¡Nos trae sin cuidado la maldita Orden! —gritó Fred.
—¡Nuestro padre se está muriendo! —añadió George.
—¡Su padre ya sabía dónde se metía y no va a agradecerles que le pongan las cosas más difíciles a la Orden! —replicó Sirius, tan furioso como ellos—. ¡Esto es lo que hay, y por eso no pertenecen a la Orden! ¡Ustedes no lo entienden, pero hay cosas por las que vale la pena morir!
—¡Qué fácil es decir eso estando encerrado aquí! —le espetó Fred—. ¡Yo no veo que tú arriesgues mucho el pellejo!
Jude se acercó bruscamente a Fred y lo tomo del brazo mientras lo sacaba de la cocina a la fuerza.
—Estas enfadado, lo entiendo. Pero Sirius no tiene la culpa, no te desquites con él —ella le dijo intentado estar calmada— tu padre es un hombre adulto y sabía bien en lo que se metía.
—Tu nunca podrás entenderlo, Jude. Tu padre está muerto, no tienes idea de lo que siento —apenas terminó de decir eso Fred se arrepintió—Lo siento.. no quise..
—Pues si tu padre se muere quizás si pueda entenderte entonces —ella espeto bruscamente y volvió a entrar a la cocina.
Dentro, todos se habían sentado y estaban tomando cerveza de mantequilla. Jude se acercó a Sirius y le golpeó el brazo con el codo cuando se paró a su lado.
—Estuviste bebiendo —ella le dijo con reproche, mirando de reojo a Fred que había entrando, el ya la estaba mirando pero luego de alejó para acercarse a su gemelo.
—Es lo único que se puede hacer encerrado aquí.
—Podrías ponerte a limpiar —ella sugirió, mirando el lugar que parecía una porquería. Era evidente que la única persona que se había quedado viviendo allí era Sirius.
—Ni loco —el murmuró y se llevó la botella de cerveza de mantequilla a la boca pero Jude se la arrebato— ¡Hey, ni siquiera tiene alcohol, JJ!
—Preparare café.
Sirius suspiró mientras veía a Jude encender la cocina.
—Ni siquiera se si hay café en esta casa.
—La última vez que estuve aquí si había —ea murmuró, abriendo la alacena y sacando un tarro para mostrárselo— Aquí.
Jude preparo el café en silencio y cuando estuvo listo le sirvió una gran taza a Sirius.
—¿Puedo endulzarlo al menos?
Antes de que Jude pudiera responderle se produjo un fogonazo y un rollo de pergamino cayó con un ruido sordo sobre la mesa, acompañado de una pluma de cola de fénix.
—¡Fawkes! —exclamó Sirius de inmediato, y agarró el pergamino—. Ésta no es la letra de Dumbledore… Debe de ser un mensaje de su madre… Tomen…
Le puso la carta en la mano a George, que la abrió con rapidez y leyó en voz alta: «Papá todavía está vivo. Salgo ahora para San Mungo. Quedense donde estan. Les enviaré noticias en cuanto pueda. Mamá.»
—Todavía está vivo… —repitió lentamente—. Pero eso suena como si…
Fred le arrancó la hoja de pergamino a George y volvió a leer la carta; luego miró a Harry con el ceño fruncido como si el fuera el culpable por el estado de su padre y Jude se puso delante de el para tapar a su hermano de la visión del pelirrojo.
El pelirrojo miró a Jude brevemente y se volteó para ir a sentarse.
—Ginny —Jude la llamó, luego de un momento, acercándose a ella que estaba muy incómoda sentada en la silla— ¿No quiere ir a dormir? Si hay noticias te prometo que te despertaré.
Aparte de Ron, que estaba en completo silencio, Ginny era por ahora la única de los Weasley que no parecía enfadada, sino mas bien preocupada y Jude la apreciaba mucho, era como su hermana y era la mejor de todos ellos, lo que la volvía la más consentida.
La pelirroja nego.
—¿Quieres que te prepare un té? —sugirió, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja.
Jude realmente no sabía cómo podía ser de ayuda, le gustaria estar allí para los gemelos también pero ellos estaban enojados y no quería pelear con ellos en un momento como este.
—Si, gracias, Judy.
Jude volvió a a cercarse a la cocina y preparo dos té, le entrego uno a Ginny y se acercó con la taza para entregarle el otro té a Ron, que la miró en silencio.
—Tomalo Ron —ella le dijo, dejándolo en la mesa frente a el.
Luego, todos se quedaron en silencio por un buen rato. Fred se quedó dormido con la cabeza colgando sobre un hombro. Ginny tomo el té de a pequeños sorbos, Ron permanecía sentado con la cabeza apoyada en las manos, Harry estaba mirando el suelo mientras que Sirius y Jude se quedaron junto a la mesada.
Un buen par de horas después se abrió la puerta de la cocina y por ella entró la señora Weasley. Estaba extremadamente pálida, pero cuando todos se volvieron para mirarla, y Fred, Ron y Harry saltaron casi de sus sillas, ella forzó una frágil sonrisa.
—Se pondrá bien —afirmó con una débil voz que denotaba cansancio—. Ahora duerme. Más tarde podremos ir a verlo. Bill se ha tomado la mañana libre y está haciéndole compañía.
Fred se desplomó en la silla y se tapó la cara con las manos, vacilante Jude se acercó y se agachó frente a él, poniendo una mano sobre su rodilla.
—Al parecer nunca podré comprenderte —ella le dijo, intentando hacerlo reír.
Funcionó porque Fred se rió mientras negaba, y se inclinó para atrapar a Jude en un fuerte abrazo.
—Lo siento por lo que dije antes —el murmuró.
—Lo sé, está bien.
Fred se separó de ella y la miró con ojos suplicantes.
—Realmente lo siento Judex. Estaba nervioso y tenía miedo, ni siquiera se lo que sentía y solo quería que me dejaran ir a ver a mi padre, pensé que me dejarías ir si te molestaba pero luego de decirlo... Te juro que me arrepiento muchísimo, se lo mucho que extrañas a tu padre y no quise ser odioso, ni contigo ni con Sirius..
—Esta bien —ella le tomo las manos fuertemente— Sirius también lo entiende. Ahora ve a abrazar a a tu madre y dale un poco de consuelo que ella también esta asustada.
Fred le dio un rápido beso y se alejó para ir a saludar a su madre.
Una vez que todos desayunaron y se fueron a la cama, Jude se quedó con la señora Weasley en la cocina.
—¿Cómo estás?
La mujer suspiró pesadamente, el color le había vuelto a la cara pero tenía los ojos llorosos.
—¿Sinceramente? Ahora estoy más tranquila, pero al principio me asusté mucho.
—Es de esperarse —Jude asintió— pero por suerte el señor Weasley se pondrá bien, es un hombre fuerte y saldrá adelante.
La señora Weasley le puso una mano en el brazo.
—Gracias Jude. No pude decirlo antes —le dijo de forma amable— no es tu deber, pero se que cuidas de mis hijos como cuidas a Harry. Nunca imaginé tener una nuera mejor, me quedo mucho más tranquila sabiendo que Fred te tiene. Es testarudo a veces pero a tu lado estará bien.
Las mejillas de Jude se pusieron coloradas y le sonrió tímidamente.
—Gracias... Y si hay algo que pueda hacer, lo de que sea...
—Gracias querida, pero creo que ahora me iré a recostar, tu también deberías ir a descansar un poco.
—Si, limpiarse esto y me iré a dormir.
Cuando la señora Weasley salió de la cocina Jude se apoyó en la mesada y suspiró. Las palabras de Fred aún se repetían en su mente y sabía que él tenía razón, pero se preguntó cómo era que había afrontado la muerte de sus padres, no tenía recuerdos de aquello, sus primeros recuerdos claros involucraban siempre a Harry y a sus tíos.
¿Habría estado tan preocupada como los gemelos cuando la sacaron del valle de Godric o tan silenciosa como Ron?
La puerta volvió a abrirse y Sirius asomo la cabeza para mirarla.
—¿En qué piensas?
—En la noche en la que murieron mis padres —ella respondió.
—Oh.
Ambos se quedaron en silencio por un minuto.
—Yo fui el primero que te encontró aquella noche.
Sirius termino de entrar a la cocina y se acercó a ella lentamente.
—Estabas escondida en el armario de la habitación de tus padres, siempre te escondías ahí cuando jugábamos. He de suponer que James te dijo que te escondieras ahí y tu lo tomaste como un juego porque cuando te encontré me preguntaste si habías ganado.
Jude hizo una mueca.
Jugar a esconderse de Voldemort.
Sirius le pasó un brazos por los hombros.
—Lamento haberte abandonado todos estos años. Vi de la forma en la que actuaste hoy..tu nunca deberías de haber asumido tal papel...del de cuidar de un Harry cuando tu aun eras pequeña. Eso debería de haberlo hecho yo, yo debería de haber cuidado de ti y de Harry.
Jude apoyó la cabeza en el hombro de Sirius.
—Lo hecho hecho está. Lo que importa es que estás aquí para mi y para Harry ahora.
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Jude no acompaño a los demás a San Mungo a visitar a el señor Weasley. Dumbledore le había pedido específicamente a Moody que ella se quedará en el cuartel para hablar.
Cuando Dumbledore llego le pidió a Sirius que los dejara a solas y no comenzó a hablar hasta que se aseguro que el realmente se había ido.
—Supongo que tienes muchas preguntas para hacerme, así que adelante.
Jude suspiró pesadamente.
—Es obvio que el señor Weasley estaba en una misión. ¿Que es lo que hacia para que Voldemort haya enviado a su serpiente a atacarlo? Seguramente algo muy importante ¿No?
Dumbledore la miró por un momento.
—¿Te acuerdas de la profecía de la que hablamos en cabeza de puerco? —Dumbledore le preguntó y ella asintió— pues esa profecía está guardada en el una de las plantas del Ministerio y eso es lo que Arthur estaba cuidando.
Jude frunció el ceño.
—¿Cómo es que Voldemort..?
—No es algo que haya descubierto ahora, Jude —el le dijo, dándose cuenta de lo que ella le iba a preguntar— la profecía es la razón por la que Voldemort fue específicamente por tu hermano aquella noche.
Jude se llevó una mano a la frente.
—¿Cuántas personas saben de esta profecía?
—Los miembros de la orden claro y la profesora de adivinación.
—¿La profesora de adivinación? —ella preguntó con incredulidad.
—Fue ella quien la tuvo, yo mismo escuche la profecía salir de sus labios.
—¿Pero como Voldemort sabe sobre ella? Si solo los miembros de la orden la conocen, ¿Porque el la sabe? ¿Quién te traicionó en la primera orden...? Peter Pettigrew, que tonta, ni siquiera hacia falta preguntar.
Dumbledore hizo una mueca más no la corrió.
—¿Y por qué Voldemort la quiere si ya sabe lo que dice la profecía?
—Voldemort no sabe la profecía completa, supongo. No todos en la orden la saben tampoco. El debe de pensar que en ella hay algo más, algo que le diga como ganar.
—¿Temen que Voldemort vaya a buscar la profecía? ¿Por que solo estaba de guardia el señor Weasley?
—El ministerio niega que Voldemort haya vuelto y no creo que el se aparezca allí para darme la razón, además no debemos levantar sospechas.
—¿Entonces... Sus mortífagos?
—No. Nadie más que los involucrados pueden tomar la profecía y es eso lo que preocupa.
—Harry ni siquiera sabe sobre la profecía. No irá a buscarla.
—No, pero Voldemort tampoco lo hará. Lo que me preocupa Jude, es que Harry vio como atacaban al señor Weasley, si él sabe sobre esta conexión podra meterse en su mente y no volverá algo sumamente peligroso.
Jude corrió una de las sillas y de dejó caer pesadamente.
—Lamentablemente Voldemort es poderoso —Jude murmuró, masajeandose la frente— y Harry a veces es un tonto. Debemos de buscar algo, un hechizo, una poción... algo que le impida meterse en su mente.
—He estado pesando en eso. Lo único que se me ha ocurrido hasta ahora es que Harry aprenda oclumancia.
Jude frunció el ceño.
—¿Oclumancia? —ella repitió—. ¿Es usted experto en ese tema profesor?
—Si, pero estoy muy ocupado ahora como para enseñarle a Harry.
—¿Entonces? —Jude preguntó— yo no sé oclumancia, no podría ayudar a Harry.
—Ya me encargaré yo de buscarle un tutor —Dumbledore dijo con tranquilidad y miró descuidadamente el reloj que había en la cocina— será major que me vaya ahora. En la próxima reunión de la orden te pondré al tanto sobre quién tengo en mente.
Sin esperar que Jude se despidiera el se alejó y se fue sin más.
Jude dejo caer pesadamente su cabeza contra la mesa.
—¿Cuando será el día en el que me den una buena noticia que involucré a Harry?
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