51.
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capítulo cincuenta y uno !
—¿Y que te pareció? No estaba tan mal ¿Verdad? Los vecinos parecían amigables —Jude le preguntó a su hermano mientras le tendía una paleta helada de naranja.
Acaban de salir de ver un departamento y hacia tanto calor en Londres que había muy poca gente en la calle.
Harry alzó los hombros.
—Es un poco vieja —él le dijo— ¿Viste el color del baño?
Si bien el verano ideal de Harry probablemente no era pasárselo viendo departamentos con su hermana, ella no se había separado de su lado desde el retorno de Voldemort. Pero el muchacho tampoco se quejó.
—A mí tampoco me gustó, el rosa no es muy lindo para un baño —ella comenzó, abriendo la lata de gaseosa que se había comprado— pero podemos cambiarle el color.
Harry le tendió la mano esperando que su hermana le diera un trago de la gaseosa.
—¿Ron te ha dicho algo últimamente? —Jude le preguntó tomando a su hermano por sorpresa. Cuando esté la miró con una ceja alzada ella se apresuró a responder— es que ni Fred ni George contestan mis cartas y Lee dice que a él si le contestan.
—Ahora que lo dices Hemeione y Ron tampoco me han dicho mucho, dicen que están muy ocupados.. —él murmuró, devolviéndole la lata a Jude— ¿Realmente Fred no te ha dicho nada?
La cara de Jude se volvió roja.
—No.. —ella le dijo, tomando a su hermano de la remera para que no cruzará la calle con el semáforo en rojo— ¿No te enseñe yo que debes mirar antes de cruzar la calle?
Harry bufo.
—Si, mamá.
Jude le pegó un manotazo.
—¿Al final vamos a ir a ver a Remus? —Harry le preguntó esperanzado, disfrutando mucho de alejarse de los Dursley por más tiempo— quizás Sirius todavía este con él.
—No, ayer me escribió diciendo que está muy ocupado...
—¿Y si vamos a la madriguera? Solo unas horas...
Luego de que Fred la besara en el la estación y que no le hubiera contestado ni siquiera una carta, Jude se negaba a parecerse allí como si nada.
—Por favor, Judy —Harry suplicó, mirandola con ojos de cachorro.
Jude bufo y tomo a su hermano del brazo, arrastrándolo para alejarlo de la gente que esperaba para cruzar la calle.
—Te dejaré y me iré —ella le advirtió, mirando para todos lados, esperando que nadie los observará para aparecerse.
Cuando los hermanos Potter aparecieron en las afueras de Ottery St. Catchpole en Devon, frente a una casa extraña, un sonido raro los recibió: el sielencio.
Con tantos hijos la casa de los Weasley solo se mantenía así de silencia por la noche, cuando dormían.
—Maximo una hora porque ya es tarde y luego vendré a buscarte —Jude le dijo a su hermano mientras se acercaban a la puerta— y no te vayas de aquí. Le diré a la señora Weasley que te vigile.
—¿Y si insisten en que te quedes? —Harry preguntó con diversión, al mismo tiempo que Jude levanta la mano para golpear la puerta.
—Les diré que la tía Petunia me necesita en casa para algo..
—¿No querrás saber porque Fred no te contesté las cartas?
Jude lo dudo por un momento.
—No —ella respondió al fin, dando por finalizada la discusión mientras golpeaba de nuevo la puerta.
Nadie los atendió.
—¿Habrán salido?
Jude retrocedió unos pasos y miró hacia arriba mientras se llevaba una mano a la cara para cubrirse del sol.
—Todas las ventanas están cerradas —ella señaló— si, probablemente salieron.
—¿Los esperamos aquí?
La chica miró el reloj en su muñeca y negó.
—No. Mejor volvamos, quizás te pueda traer mañana, ya se está haciendo tarde.
Cuando Harry tomo a su hermana del brazo, ambos se aparecieron en una calle poco concurrida Little Whinging para que nadie los viera y emprendieron su camino hacia la casa en silencio.
—¡Hasta luego, Big D!
Jude y Harry compartieron una mirada. Era su primo que no estaba más que algunos paso por delante de ellos despidiéndose de sus amigos.
—¡Eh, Big D! —Harry lo llamo con diversión.
Dudley se dio la vuelta.
—¡Ah! —gruñó—. Son ustedes.
—¿Que pasa primo, no te alegra vernos? — Jude le preguntó.
—¿Desde cuándo te llaman «Big D»? —preguntó Harry al mismo tiempo.
—Cállense —le espetó Dudley.
—¿Como es que te llama la tía Petunia? —Jude le preguntó, mirando a su hermano en busca de complicidad.
— «Cachorrito». —dijo Harry con diversión.
—¡Callense! —gritó Dudley.
—¿Por qué, no te podemos llamar así? —Jude preguntó con sorna.
En general, Jude siempre había sido una persona bastante correcta, no le gustaba molestar a las personas a menos que se metieran con ella o con su hermano, pero hace unos días Harry le había contado que vio a Dudley golpeando a un niño que no tenía más que once años.
—Te crees muy mayor porque llevas esa cosa, ¿verdad? —dijo Dudley.
—Jude es mayor —Harry respondió con orgullo— pero la varita la llevamos todos.
Harry sacó su varita mágica y Dudley lo miraba de reojo.
—Lo tienes prohibido —se apresuró a decir Dudley— Jude dile que lo tiene prohibido. Te expulsaran.
— ¿Buscas ayuda con Jude? —Harry preguntó con diversión— ¿Que, también va a ir a buscar a papi? ¿Le da miedo a su campeoncito de boxeo la horrible varita de
Harry?
—Por la noche no eres tan valiente, ¿verdad? —dijo Dudley con sorna.
—Ahora es de noche, Cachorrito. Se llama así cuando el cielo se pone oscuro.
—¡Me refiero a cuando estás en la cama! —le espetó Dudley, que se había parado.
Los hermanos también se detuvieron.
—«¡No mates a Cedric! ¡No mates a Cedric!» —se burló Dudley.
La diversión había abandonado el cuerpo de Jude cuando dio un paso hacia adelante de forma amenazadora.
—Callate —ella le espeto— no hables de Cedric.
Harry estaba apunto con su varita a
Dudley que retrocedió hacia la pared del callejón con miedo.
—Harry —Jude le puso una mano en el hombro— baja la varita.
—No vuelvas a hablar de eso —Harry amenazó a su primo—. ¿Me has entendido?
—¡Hazle caso a tu hermana!
—Te he preguntado si me has entendido.
—¡Harry! —Jude lo reprendió— baja la varita ahora.
Dudley soltó un extraño y estremecedor grito ahogado.
Algo le había pasado a la noche. El cielo, se quedó de pronto completamente negro, sin una sola luz.
Jude también saco su varita y se posicionó frente de Harry mientras pedia silencio.
—¡Shh!
—¡N-no veo nada! ¡M-me he quedado ciego!
—¡Ha dicho que te calles! —Harry le dijo.
—Dementores, Harry —Jude le susurró a su hermano— prepara la varita, y piensa en un recuerdo feliz.
El característico frío, no significaba otra cosa que eso:, dementores. ¿Pero en Little Whinging..? ¿En plena comunidad muggle..? sonaba tan irreal.
—¡S-se lo diré a papá! —gimoteó Dudley—. ¿D-dónde están? ¿Q-qué hacen?
—¿Quieres callarte de una vez? —susurró Harry.
Había algo en el callejón además de ellos, algo que respiraba, produciendo un ruido ronco y vibrante.
Aunque Jude era más grande que su hermano nunca de había enfrentado a un dementor, su patronus ni siquiera le salía de forma corpórea, así que mientras levantaba su varita en lo único en lo que podían pensar era en eso.
—¡B-basta! ¡Para ya! ¡Les voy a pe-pegar un puñetazo!
—Cállate, Dudley…
¡ZAS!
Jude frunció el ceño. No era lo ideal iluminar el lugar, de esa forma los dementores los encontratian mucho más rápido. Así que en oscuras ella entrecerro los ojos.
—¿Harry estás bien? —ella le preguntó.
—¡Si, solo es Dudley que es un imbécil! —gritó Harry.
—Dudley ven aquí, no te vayas —Jude murmuró entre dientes cuando escuchó al chico correr. Fácilmente podría haberlo detenido, pero no podía dejar solo a Harry.
Se oyó un chillido espantoso y entonces cesó el ruido de los pasos de Dudley.
—¡DUDLEY, MANTEN LA BOCA CERRADA! —Harry le advirtió.
—Harry, realiza el encantamiento patronus —Jude le dijo, de forma desesperada, cuando empezó a temblar del frío, un sentimiento de miedo se instaló en su cuerpo, mientras miraba de un lado hacia el otro.
—No encuentro mí varita, se me cayó —Harry le dijo.
—¡Lumos! —Jude murmuró iluminando el suelo.
Harry estaba agachado y fue él quien vio primero la varita, estaba a punto de agarrarla cuando la luz de la varita de Jude se desvaneció.
—¡Jude!
La chica no tuvo tiempo de responder porque una figura encapuchada se deslizaba hacía Harry.
Jude pensó en algo feliz, en su padre cantando los Beatles, en el baile de navidad, el beso de Fred...
—¡Expecto patronum!
Una voluta de vapor plateada salió de la punta de la varita mágica y el dementor aminoró el paso, pero el conjuro no había funcionado bien.
—Harry —Jude murmuró, cuando siento que su hermano se puso de pie a su lado— es un buen momento para que tu lo intentes ¿No crees?
El dementor de acercaba cada vez más y Harry no parecía responder. Jude se puso delante de su hermano cuando un par de manos grises, viscosas y cubiertas de costras salieron de debajo de la túnica del dementor.
—¡Expecto patronum! —ella dijo, aunque su voz sonó distante. Otra voluta de humo plateado, más débil que la anterior. Ella no podía alejar el dementor, era su fin, pero empujó a Harry con las pocas fuerzas que le quedaban. Jude iba a dejar que le quieran el alma mientras Harry pudiera escapar— vete Harry, corre rápido y piensa en algo feliz...
Pero el chico tomo con fuerza la mano de su hermano y gritó:
—¡EXPECTO PATRONUM!
Un ciervo, enorme y plateado, salió de la punta de la varita de Harry y con la
cornamenta golpeó al dementor donde éste habría tenido el corazón. El dementor se echó hacia atrás y se alejó.
—Judy ¿Estás bien? —Harry le preguntó a su hermana.
Jude asintió. El frío que la había atormentado se había ido, pero el miedo que sentía aún se había quedo allí.
—Dudley —Jude le susurró— ve a ayudarlo.
—¡Por aquí! —le gritó Harry al ciervo. Luego giró sobre los talones y echó a correr a toda velocidad por el callejón, manteniendo en alto la varita encendida—. ¡Dudley! ¡Dudley!
La luna, las estrellas y las farolas volvieron a cobrar vida. Una tibia brisa recorrió el callejón.
Jude se sintió tan estúpida mientras se acercaba hacia donde estaba tirado Dudley. ¿Así que suponía que iba a defender a Harry? Cómo iba a hacerlo si no era capaz de formar ni siquiera un patronus corpóreo... en realidad su hermano la había salvado a ella.
—Harry —Jude le abrazo con fuerza— ¿Estás bien? Lo siento, quise formar uno corpóreo te lo prometo, pero no..
—Esta bien Judy —Harry le dijo a su hermana— estoy bien.
El tierno momento fue interrumpido por Dudley que estaba acurrucado en el suelo, gimoteando y tembloroso. Harry se agachó para comprobar si estaba en condiciones de levantarse, pero entonces se escucharte unos fuertes pasos que corrían.
Jude volvió a levantar la varita y se puso frente a los dos.
—Quieto —ella le advirtió a la persona que llego.
Ante la amenza, la persona se paro en seco y Jude sintió las mejillas arder cuando descubrió que era la señora Figg. Ella se apresuró a esconder la varita detrás de si pero..
—¡No guardes eso, niña! —le gritó la señora Figg—. ¿Y si hay alguno más suelto por aquí? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!
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