47.
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capítulo cuarenta y siete !
—¡Señorita Potter!
Jude se dio vuelta con tal rapidez casi termina chocando con la profesora McGonagall que estaba detrás de ella.
—Ah, profesora... disculpe —Jude le dijo regalándole una amplia sonrisa.
McGonagall la miró con los ojos entrecerrados.
—¿Potter está preparado para la última prueba?
La pregunta tomo a Jude por sorpresa pero rápidamente se recompuso mientras sostenía con fuerza la correa de su mochila que se deslizaba por su hombro.
—Pues lo mejor que puede. Aún tiene catorce, los demás todos tienen diecisiete, hay cosas que obviamente no domina pero lo ayude bastante...
—Muy bien —McGonagall apretó los labios— sabemos que tu y tu hermano no mantienen una buena relación con sus tios, y como hoy es el día de la tercera prueba los familiares de los campeones vinieron a apoyarlos... Se que Harry te tiene a ti, pero también me tomé el atrevimiento de invitar a la señora Weasley.
Jude se alegro al escuchar eso, sabía que Harry también iba a apreciar mucho ese gesto.
—Los familiares/ allegados de los campeones se quedarán hasta que finalice la prueba, Harry tendrá el día libre al igual que tu, he hablado con Dumbledore y el está de acuerdo, hoy nadie te pondrá una falta. Es indispensable que pases el día con tu hermano.
—Bueno.. —Jude murmuró, ella miró la mochila que cargaba— aún tengo que desayunar, Harry no se ha despertado, así que lo esperaré en la sala común y desayunamos juntos...
—No, mejor dame eso —McGonagall extendió la mano pidiendole la mochila, cuando Jude se la dio, a la profesora casi se le dobla la mano por el peso— se la dare a algúno de tus amigos cuando vengan a desayunar. Será mejor que esperes a Harry con los Weasley, en el salón continúo al Gran comedor. Allí podrás desayunar algo.
Jude no tuvo tiempo de quejarse ni siquiera de cambiarse el uniforme porque la profesora McGonagall la empujó hasta el saloncito y le abrió la puerta para que entrara.
Cerca de la puerta apenas entró el padre de Cedric Diggory la saludó con ánimos, a su lado había una mujer que le sonreía con amabilidad, era la misma sonrisa que tenía su hijo.
Cortésmente Jude los saludo, pero al parecer el señor Diggory se moría de ganas de hablar porque no la dejo avanzar.
—¡Que alegría verte! —el le dijo, estrechando su mano— ¡Hemos visto la foto que Cedric nos envió del baile de navidad!
—Ah... —a Jude no se le ocurría que más decir, pero la madre de Cedric la salvó.
—Hacian muy linda pareja, estabas preciosa —ella la halago— ¿Te divertirse con Ced?
—Si, mucho, lo pasé muy bien —ella les dijo, haciéndolos sonreír a ambos— Cedric se comporto muy bien.
—Es para lo que lo criamos —Amos Diggory dijo con orgullo.
Jude frunció el ceño, de repente recordando la breve conversación que había tenido con Cedric en los invernaderos.
—Ya lo creo... También es muy inteligente, se destaca especialmente en herbologia —ella les dijo, prestando atención a sus reacciones— hablaba con él otro día y le decía que si se dedicará a la herbologia tendría en mi un cliente frecuente.
Amos Diggory frunció el ceño, pero la señora Diggory sonrió ampliamente.
—Es algo que le ha interesado desde que era pequeño —ella murmuró con orgullo— gracias a él mi jardín se ve hermoso.
—Pero es solo un hobby ¿Verdad, querida? —el señor Diggory dijo, apoyando su mano en el hombro de su esposa— Cedric se está preparando mucho para entrar al Wizengamot.
La señora Diggory frunció el ceño, y ante la posibilidad de una posible discusión Jude se alejó de ellos cuando vio a la señora Weasley acompañada de Bill.
—Jude, querida —la señora Weasley le dijo, tomándola de los hombros y dándole un sonoro beso en la mejilla— por un momento pensé que no te iban a dejar ir más —ella dijo refiriéndose a los Diggory.
—Oh, solo estaba hablando con ellos. Su hijo es un gran amigo mio... lo quieren obligar a estudiar algo que lo llevará a una vida de miseria.
Un silenció incómodo se formo entre ellos. Obviamente la señora Weasley se sintió aludida, ella misma era quien quería que Fred y George desperdiciaran su talento detras de un escritorio en el ministerio.
Bill fue quien interrumpió el momento incómodo, abrazando a Jude de costado.
—Cada vez que te veo estás más alta —él le dijo, intentado terminar con el silencio, luego algo le llamo la atención en la túnica de Jude— vaya.. no sabía que eras prefecta.
De los hermanos Weasley, era con Bill con quién probablemente tenía menos relación, pero ella entendía que el solo quería que la incomodidad terminará así que le siguió la conversación.
—Si..es una gran responsabilidad —ella dijo— ¿Que tal el trabajo?
—¡Ah, muy bien!
Era obvio la incomodidad del ambiente, por lo que Jude se apresuró a agregar:
—¿Les dije que aprobé mi exámen de aparición?
La conversación giro en torno al tema, Bill le contó lo mal que a Charlie le había ido (Jude ya lo sabía pero fingió que era una nueva información para ella) hasta que los campeones comenzaron a llegar.
—¡Esa muchachita no deja de verte! —la señora Weasley se quejó, mirando de reojo a Fleur que le enviaba miradas a Bill.
Jude sonrió cuando Bill dijo:
—No puede evitarlo mamá, es mi encanto.
—Creo que es parte Veela —Jude murmuró, solo soltando la información sin más, pero la señora Weasley de aferró a eso para comenzar a despotricar.
No paso mucho tiempo hasta que Harry entró. Su rostro se llenó de alivio cuando los vio.
—¡Sorpresa! —dijo la señora Weasley—. ¡Pensamos que podíamos venir a verte, Harry! —se inclinó para darle un beso en la mejilla.
—¿Qué tal? —lo saludó Bill, sonriéndole y estrechándole la mano—. Charlie quería venir, pero no han podido darle permiso. Dice que estuviste increíble con el colacuerno.
—Ya estaba preocupandome —Harry le confesó a su hermana cuando ella lo abrazo de costado— no te veía por ningún lado... Muchísimas gracias por venir —murmuró Harry, dirigiéndose a la señora Weasley—. Por un momento pensé... los Dursley...
—Es estupendo volver aquí —comentó Bill mirando la sala—. Hacía cinco años que no veía este lugar. ¿Sigue por ahí el cuadro del caballero loco, sir Cadogan?
—Sí —contestó Jude— el año pasado remplazó momentáneamente a la señora gorda.
—Ese retrato ya estaba aquí en mis tiempos —comentó la señora Weasley—. Me echó una buena bronca la noche en que volví al dormitorio a las cuatro de la mañana.
—¿Qué hacías fuera del dormitorio a las cuatro de la mañana? —quiso saber Bill.
—Tu padre y yo fuimos a dar un paseo a la luz de la luna —explicó—. Lo pilló Apollyon Pringle, que era el conserje por aquellos días. Tu padre aún conserva las señales.
—¿Te gustaría dar una vuelta, Harry? —le ofreció Bill.
—Claro —aceptó Harry, y salieron de la sala.
Pasaron la mañana caminando por los terrenos soleados, mostrándoles a los Weasley el carruaje de Beauxbatons y el barco de Durmstrang. La señora Weasley sentía curiosidad por el sauce boxeador, que había sido plantado después de que ella había dejado el colegio, y recordaba con todo detalle al guardabosque que había precedido a Hagrid, un hombre llamado Ogg.
—¿Cómo está Percy? —preguntó Harry cuando caminaban por los invernaderos.
—No muy bien —dijo Bill.
—¿Por qué? —Jude preguntó con curiosidad.
—Está bastante alterado —explicó la señora Weasley—. El Ministerio quiere que no se hable de la desaparición del señor Crouch, pero a Percy lo han llamado para preguntarle acerca de las instrucciones que Crouch le ha estado enviando. Piensan que pudieran no haber sido escritas realmente por él. Percy está sometido a demasiada tensión. No lo han dejado que sustituya esta noche al señor Crouch en el tribunal. Va a hacerlo Cornelius Fudge.
Volvieron al castillo para la comida.
—¡Mamá... Bill! —exclamó Ron, atónito, acudiendo a la mesa de Gryffindor—. ¿Qué hacen aquí?
—Hemos venido a ver a Harry en la última prueba —dijo con alegría la señora Weasley—. Tengo que decir que me gusta el cambio, no tener que cocinar. ¿Qué tal el examen?
Jude no presto atención a la respuesta de Ron porque Fred y George se sentaron a su lado.
—Mamá mira lo que Judex nos regaló por nuestro cumpleaños —Fred le dijo, levantandose la manga de la camisa para mostrarle a su madre una pulsera de oro con algunas piedras.
La señora Weasley tomo la muñeca de Fred para mirar la pulsera con curiosidad.
—No son piedras cualquieras, son de bezoar —Jude le explicó.
—Vaya... que rareza, nunca había visto una pulsera de bezoar.
—Increible ¿no? —Fred preguntó con emoción— Judex siempre hace regalos únicos.
—Si alguien nos envenenara solo tendríamos que llevarnos la pulsera a la boca. ¿Genial, no? —George le preguntó a su madre con la boca llena.
Jude, Harry, Bill y la señora Weasley pasaron la tarde dando un largo paseo por el castillo y volvieron al Gran Comedor para el banquete de la noche.
Para entonces, Ludo Bagman y Cornelius Fudge se habían incorporado a la mesa
de los profesores. Bagman parecía muy contento, pero Cornelius Fudge, que estaba sentado junto a Madame Máxime, tenía una mirada severa y no hablaba.
Cuando el techo encantado comenzó a pasar del azul a un morado oscuro, Dumbledore, en la mesa de los profesores, se puso en pie y se hizo el silencio.
—Damas y caballeros, dentro de cinco minutos les pediré que vayamos
todos hacia el campo de quidditch para presenciar la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos. En cuanto a los campeones, les ruego que tengan la bondad de seguir ya al señor Bagman hasta el estadio.
Harry se levantó. A lo largo de la mesa, todos los de Gryffindor lo aplaudieron.
—Ven conmigo —Harry le susurró a su hermana con nerviosismo.
—Ya escuchaste a Dumbledore, no puedo...
—Judy por favor...
—Ve querida —la señora Weasley la alentó— yo me haré responsable si alguien dice algo.
Jude también se puso de pié y tomo la mano de Harry con fuerza mientras salían del gran comedor en compañía de Cedric, Fleur y Krum.
—Este es el último esfuerzo —Jude le susurró— todo saldrá bien.
Llegaron al campo de quidditch, que estaba totalmente irreconocible. Un seto de seis metros de altura lo bordeaba. Había un hueco justo delante de ellos: era la entrada al enorme laberinto. El camino que había dentro parecía oscuro y terrorífico.
—¿Te quedarás aquí todo el tiempo? —Harry le preguntó cuando Jude le soltó la mano.
—Estare en las gradas apoyándote todo el tiempo —ella le dijo, regalándole una sonrisa.
Cuando Harry se alejo, Jude estaba a punto de irse hacia las gradas para buscar a sus amigos hasta que alguien la llamo.
—¡Judy!
Los años de amistad hacian que ella pudiera reconocer la voz de Cedric en donde sea, cuando se volteó para desearle buena suerte fue sorprendida por el chico tomando su cara con ambas manos, antes de que le diera un rápido beso.
Jude se quedo atónita. Las palabras de aliento que antes tenía pensado decirle habían desaparecido por completo y apenas era capas de decir:
—Yo..
—Lo siento Judy, tenía que hacerlo, al menos una vez —el le dijo, antes de alejarse corriendo.
Jude se quedó parada en su lugar aún sin saber cómo reaccionar, lo único que la saco de su aturdimiento fue un ruido detrás de ella.
Al voltear, Jude vio a Fred que la miraba con desilusión.
—¿No que eran solo amigos? —el preguntó amargamente.
—Es solo un amigo, Fred. De verdad —Jude se apresuró a responder.
—¿Amigos como tu y como yo? ¿Esa clase de amigos? —le dijo con enfado— ¿Sabes que Jude? No tengo ganas de discutir contigo ahora, ya no importa. Has lo quieras, me da igual...
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