21.

・゚✧༄ ・゚✧ 
capítulo veintiuno !


Jude sintió que no había dormido nada cuando alguien le tocó la pierna para despertarla.

—Jude querida, es hora. Despierta —la señora Weasley le dijo antes de despertar a Hermione y a Ginny.

La chica se vistió en silencio, mientras veía a Hermione bostezar.

—Vamos Ginny —Jude le dijo a la pelirroja, volviéndola a despertar porque se había quedado dormida.

Mientras Jude salía del cuarto se topo con Harry, Ron, Fred y George que estaban bajando las escaleras.

—Buen día —ella saludó, pasando a su lado para ir al baño.

—Hola —Harry fue el único que la saludó. Los demás parecían más dormidos que despiertos.

Una vez que Jude salió del baño, Hermione y Ginny le le unieron mientras bajaban las escaleras.

—He dormido muy mal —Hermione les dijo— ¿Quién de ustedes fue la que roncaba?

Jude se rio.

—Fue Ginny, cada vez que me toca dormir con ella la escucho roncar. Pero no suele roncar tan fuerte como anoche.

La pelirroja no lo encontró divertido, pero estaba demasiado cansada como para discutir, así que solo se pego a Jude y apoyó su cabeza en el brazo de la chica.

—Es mí habitación así que puedo roncar todo lo que quiera —ella murmuró.

Cuando llegaron a la cocina Jude se separó de las chicas y se acercó a la señora Weasley que estaba preparando el desayuno.

—Buenos días —ella saludó— ¿Necesitas un poco de ayuda?

Ayer, luego de los gritos, todo había vuelto a la normalidad y señora Weasley aún parecía tenerla en alta estima, no como George había supuesto.

—Siempre eres tan servicial querida —la mujer le dijo, enviándole una sonrisa— pero tengo todo solucionado no te preocupes, te prepararé un te, tu solo siéntate.

Jude le hizo caso y se sentó al lado de Harry, frente a Fred que la miró con una ceja en alto.

—¿Qué? —ella le preguntó.

—Nada —él dijo sonriendo.

—¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? —preguntó Ginny.

—Tenemos por delante un pequeño paseo —explicó el señor Weasley.

—¿Paseo? —se extrañó Harry—. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

—No, no, eso está muy lejos —repuso el señor Weasley— Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de quidditch...

—¡George! —exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltando a todos.

—¿Qué? —preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

George que estaba sentado al otro lado de Jude le tocó la pierna, cuando la chica miró hacia abajo él le estaba pasando los caramelos que tenía en bolsillo del pantalón que estaba al lado de su pierna.

—¿Qué tienes en el bolsillo?

Jude tomo tantos caramelos como pudo, intentando esconderlos todos debajo de su camiseta, una vez que ya no hubo más ella se inclinó sobre le mesa para que no se le notará que tenía un bulto extraño que difícillmente podría asemejarse a su estómago.

—¡Nada!

—¡No me mientas!

La señora Weasley apuntó con la varita al bolsillo de George y dijo:

—¡Accio!

Varios caramelos salieron del bolsillo de George.

—¡Les dijimos que los destruyeran! —exclamó, furiosa, la señora Weasley—. ¡Les dijimos que se deshicieran de todos! ¡Vacien los bolsillos, vamos, los dos!

Fue una escena desagradable. Evidentemente, los gemelos habían tratado de sacar de la casa, ocultos, tantos caramelos como podían, y la señora Weasley tuvo que usar el encantamiento convocador para encontrarlos todos.

—¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! —fue diciendo, y los caramelos salieron de los lugares más imprevisibles, incluido el forro de la chaqueta de George y el dobladillo de los vaqueros de Fred.

Jude respiraba pesadamente, fue solo cuestión de tiempo de que la señora Weasley se diera cuenta de que ella también estaba escondiendo los caramelos.

—¡Hemos pasado seis meses desarrollándolos! —le gritó Fred a su madre, cuando ella los tiró.

—¡Ah, una bonita manera de pasar seis meses! —exclamó ella—. ¡No me extraña que no tuvieran mejores notas!

El ambiente estaba tenso cuando se despidieron, Fred y George abandonaron la casa primero y Jude tuvo que tirar se su hermano para que no se levantara de la mesa para seguir a todos afuera.

—¿Qué? —él preguntó con confusión.

—Dame tu chaqueta —ellla le pidio.

Harry se quitó la chaqueta con confusión, viendo como su hermana se ponía de pie, sosteniendose con ambas manos el estómago.

—¿Que tienes ahí?

Shh —Jude lo silenció— ayúdame a ponerme la chaqueta.

—¿Son los caramelos? —Harry le preguntó con diversión, mientras ella trataba de acomodar la chaqueta de forma que no se le notará tan raro.

—Si —ella respondió al fin— vamos antes de que se den cuenta.

Harry tomo la mochila de Jude del piso y se la colocó en el hombro, él llevaba la suya en la mano.

—¿Por qué no metiste los caramelos en la mochila? —él le preguntó en un susurro.

—No me di cuenta —ella murmuro, enviándole una media sonrisa a la señora Weasley como saludo— da igual, cuando el señor Weasley se descuide un poco se los devolveré a Fred y a George.

Hacía fresco y todavía brillaba la luna. Sólo un pálido resplandor en el horizonte, a su derecha, indicaba que el amanecer se hallaba próximo.

Fred y George se detuvieron y miraron atrás, esperando que Jude los alcanzará.

—Cuando te vi en la mañana no estabas embarazada —Fred bromeo, aunque era obvio que no estaba de ánimo con lo que había sucedido antes.

—Ja —ella respondió sin diversión, abriendo un poco la chaqueta para que pudieran comenzar a sacar los caramelos.

Desde lejos era una escena bastante extraña... una chica parada en medio de dos tipos que la estaban tocando debajo de la chaqueta.

Una vez que Fred y George guardaron todos los caramelos en sus bolsillos, Jude se sacó la chaqueta y la sujeto en sus caderas cuando comenzó a sentir calor por tanto caminar.

—¿Venderán algunos en el mundial? —ella preguntó con curiosidad.

—Na —George le dijo— no queríamos que ella encontrará los caramelos que nos quedaban cuando nos fuéramos y se pusiera a limpiar. Así encontró los cupones.

—Si —Fred paso un brazo por los hombros de Jude y camino a paso lento— por eso también llenamos parte de tu baúl con caramelos. No revisará tus cosas.

—¿Cuando? —ella preguntó tratando de recordar, era bastante imposible que lo hubiesen hecho porque ella estuvo con ellos ayer todo el tiempo.

—Entramos al cuarto de Ginny cuando estaban durmiendo y llenamos tu baúl —George le dijo, restándole importancia.

—Si.. estabas babeando —Fred le dijo con diversión.

—Mentira, yo no babeo —ella respondió en pujandolo.

Caminaron con dificultad por el oscuro, frío y húmedo sendero hacia el pueblo. Sólo sus pasos rompían el silencio; el cielo se iluminaba muy despacio, pasando del negro impenetrable al azul intenso, mientras se acercaban al pueblo.

Jude se desató la chaqueta cuando comenzó a tener frío, tenía las manos heladas, pero vio que al parecer Harry también porque se llevó las manos a la boca y sopló.

—Toma —ella le dijo, acercándose a su hermano, para darle la chaqueta— olvidé devolvertela.

Harry se abrigo pero era evidente que aún tenía frío, así que Jude se sacó su preciada bufanda de estrellas que se había comprado hace unos años y la enrolló en el cuello de su hermano.

—Gracias Judy.

—Tu también te puedes enfermar, ¿lo sabes, no? —Fred le dijo cuando volvió con ellos— no eres inmune al frío.

Jude alzó los hombros restándole importancia, mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Harry tenía más frío.

El pelirrojo puso los ojos en blanco. Jude tendía a hacer eso, siempre ponía a Harry como primera opción. A Fred le parecía un poco estúpido porque aunque sus hermanos tuvieran frío él no haría lo que Jude había hecho.

—Espera un segundo.

Fred se detuvo y se sacó la mochila del hombro para ponerla en el suelo.

Jude lo miro revolver dentro de de la mochila hasta que le tiró un suéter a la cabeza.

—De nada —él le dijo con diversión, volviendo a colocarse la mochila al hombro.

Una vez que Jude se colocó la el suerter (que le quedaba demasiado grande) volvieron a caminar.
Jude estaba usando el suerter que la señora Weasley le había regalado a Fred para navidad.

Cuando emprendieron la subida de la colina de Stoatshead todos ya estaban bastantes cansados.

—¡Uf! —jadeó el señor Weasley—. Bien, hemos llegado con tiempo. Tenemos diez minutos... Ahora sólo falta el traslador —dijo buscando a su alrededor—. No será grande... Veamos...

Se desperdigaron para buscar. Sólo llevaban un par de minutos cuando un grito rasgó el aire.

—¡Aquí, Arthur! Aquí, hijo, ya lo tenemos.

Al otro lado de la cima de la colina, se recortaban contra el cielo estrellado dos siluetas altas.

—¡Amos! —dijo sonriendo el señor Weasley mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado. Los demás lo siguieron—Éste es Amos Diggory, trabaja para el
Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocen a su hijo Cedric.

Instintivamente Harry y Ron se voltearon para mirar a Jude.

—Hola —saludó Cedric, mirándolos a todos.

—Hola Ced —ella lo saludo regalándole una sonrisa mientras se acercaba a él— ¿Vives cerca de aquí?

—No, estamos un poco lejos —él le respondió — lindo suerter.

Jude sonrió.

—Es de Fred —ella dijo, señalando la F.

Los gemelos se acercaron a Jude y se pusieron detrás de ella como guardaespaldas mirando a Cedric no tan amistosamente.

—Hey... —Fred le dijo, sonriéndole de forma maliciosa— Judex nos conto que fueron a tomar helado en el callejón diagon, con Harry.

—Si.. —respondio Cedric.

—¿Son todos tuyos, Arthur?

—No, sólo los pelirrojos —aclaró el señor Weasley, señalando a sus hijos—. Ésta es Hermione, amiga de Ron... y estos dos son Jude y Harry, amigos de...

—¡Por las barbas de Merlín! —exclamó Amos Diggory— ¿Harry? ¿Harry Potter?

—Ehhh... sí —contestó Harry.

—Ced me ha hablado de ti, por supuesto —dijo Amos Diggory—. Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije, le dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!

—Harry se cayó de la escoba, papá —masculló Cedric—. Ya te dije que fue un accidente...

—Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no? —dijo Amos de manera cordial, dando a su hijo una palmada en la espalda—. Siempre modesto, mi Ced, tan caballero como de costumbre... Pero ganó el mejor, y estoy seguro de que Harry diría lo mismo, ¿a que sí? Uno se cae de la escoba, el otro aguanta en ella... ¡No hay que ser un genio para saber quién es el mejor!

A Jude no le gustó mucho su actitud y siempre dispuesta a defender a su hermano decidió hablar, sin importarle parecer maleducada ella dijo:

—Pues aparentemente Gryffindor fue el mejor. Fue el que ganó la copa de las casas, no importó mucho que Cedric hubiese atrapado la snitch en ese partido porque al final de cuentas la snitch que debía de ser atrapada para salir campeón la agarró Harry. ¿O no? —ella preguntó, acercándose a su hermano para pasarle un brazo por el hombro. El chico tenía la cara roja— no seas modesto Harry.

Fred y George sonrieron con diversión.

—Ya debe de ser casi la hora —se apresuró a decir el señor Weasley, un poco incómodo—. ¿Sabes si esperamos a alguien más, Amos?

—No.

—Bueno, queda un minuto. Será mejor que nos preparemos.

El señor Weasley miró a Jude, a Harry y a Hermione.

—No tienen más que tocar el traslador. Nada más: con poner un dedo será suficiente.

Con cierta dificultad, debido a las voluminosas mochilas que llevaban, los diez se reunieron en torno a la bota vieja que agarraba Amos Diggory.

—Tres... —masculló el señor Weasley, mirando al reloj—, dos... uno...

Ocurrió inmediatamente: por un momento Jude se sintió en el aire y en el otro sus pies o mejor dicho todo su cuerpo volvieron a tocar la tierra

—Fred, me estás aplastado —Jude murmuró.

El pelirrojo sonrió y apoyó las manos en la tierra para que ella no tuviera el peso de su cuerpo encima, pero de igual forma no se levantó.  Solo le sonrió con diversión.

—¿De verdad? Por qué yo estoy muy cómodo.

—Muevete —ella le dijo, empujándolo.

El pelirrojo se rió, pero de igual forma le hizo caso. Una vez que se puso de pié la ayudó a levantarse.

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