—¡Rose, tuya!
Rose recibió su pase y rápidamente dirigió la mirada hacia la portería. Clavó firmemente los tacos de su pie derecho al campo y con la pierna izquierda le dio al balón. Sintió un torrente de energía que recorría todo su cuerpo, siendo su origen el punto de contacto con el balón. Para Rose Evans, pocas cosas podían compararse con la sensación de marcar un gol o de estar a punto de hacerlo. Vio cómo el balón recorría la trayectoria que había pensado para él. Ya estaba casi dentro...
—¡Agggg! —El portero dio un salto y el balón quedó atrapado entre su pecho y sus manos.
—¡Buena parada, Peter! —le felicitó Rose.
—Gracias, capitana.
Estaban entenando en el campo del Banshee, pero la temporada aún no había empezado. Peter Johnson, el portero, les había pedido a Rose y Erik que le echasen unos tiros porque se sentía un poco oxidado tras unos días sin práctica.
—De veras pensé que ibas a meter, Rose—dijo Erik acercándose.
—Mis tiros no son nada para Peter, él es uno de los mejores porteros del país. ¿Verdad, Peter? —Rose alzó la voz.
—Exageras—respondió el portero—, hay muchos mejores que yo.
—¿No estarás perdiendo tu toque? —bromeó Erik. Eso le valió un golpe amistoso de Rose —. Los del Centaur no cabrían en sí de alegría si eso pasara.
—Los del Centaur son mucho de boquita, pero luego en le campo le lloran al árbitro. «Es que ella me ha electrocutado». —Rose imitó la voz del defensa llorón de turno y levantó la mitad de su labio superior ligeramente para expresar se desagrado—. ¿Qué narices esperaban? ¡Mis supertécnicas no consisten en echar florecitas a su paso!
Erik y Peter rieron. La liga de su Estado podía definirse con tres palabras: Banshee contra Centaur. Entre los dos existía una rivalidad desde hacía cincuenta años. Los más habitual era que fueran ellos los que llegasen a la final y del campo saltaban chispas metafóricas en el encuentro... hasta que llegó Rose. Desde ese momento las chispas dejaron de ser una metafóricas.
De niños, Rose y su hermano Mark habían intentado aprender las técnicas que su difunto abuelo había escrito en un cuaderno. A pesar de que ninguno había logrado nada hasta el momento, ambos había adquirido una asombrosa habilidad para descifrar jeroglíficos (Erik se burlaba mucho de ella por esto diciendo que había heredado la letra de su abuelo). Cuando Rose se entero de la beca para Estados Unidos (en la ciudad donde vivía su tío Jason) decidió que haría lo imposible para conseguirla. Tras varios meses de entrenamiento consiguió desarrollar su propia supertécnica. Sus buenas calificaciones y su habilidad en el campo la llevaron hasta la victoria. Desgraciadamente, irse a vivir a Estados Unidos la había apartado de sus padres y de su hermano mellizo Mark.
—¡¿Y esas risas?! ¡Pensé que habíamos venido a entrenar! — Su tío Jason fue hasta donde estaban.
—Rose estaba imitando a los del Centaur quejándose—respondió Peter.
—Ah, en ese caso podéis seguir riendo. Ellos todavía siguen llorando. «Is li qui ha ilictrocutado»—El tío Jason hizo una burla aún más exagerada del entrenador rival—. Vaya entrenador de tres al cuarto. Van perdiendo cuatro a cero y se preocupaba más porque Rose use las técnicas que tanto le costaron pensar.
El tío Jason era el entrenador del Banshee. Al principio a los chicos les costó entenderlo por su particular forma de ser, pero pronto se acostumbraron al entrenador Evans.
—Podemos practicar nuestra supertécnica conjunta —propuso Erik cuando el entrenador se fue—. Tenemos que dejarla refinada antes de irnos.
—¿Sigues con eso, Erik? ¿Estás seguro de que será una buena idea? —le preguntó Rose.
—¿Ocurre algo, chicos? —preguntó Peter sin entender nada.
—En unos días me voy a Japón aprovechando las vacaciones para hacer una visita y Erik quiere acompañarme para ver a sus amigos. Ellos están en el mismo instituto de mi hermano.
—Genial.
—Sí, pero el pacotilla del señorito Eagle aquí presente les hizo creer hace años que estaba muerto.
Erik se sonrojo.
—¿Cómo?
Hacía unos años Erik había tenido un accidente. Desesperado por creer que no podría volver a jugar al fútbol, les hizo creer a sus amigos que había muerto. Sus dos amigos habían regresado a Japón y él se sintió más tranquilo.
—Por eso quiero arreglarlo, no fue muy acertado por mi parte hacer eso.
—Y para mí lo más preocupante es que tus padres te siguiesen la corriente —dijo Rose al acabar de contarle la historia a Peter—. Todo muy dramático.
—No me esperaba esto de ti Erik—negó Peter con la cabeza intentando aguantar la risa ante esa rara situación—. Manda recuerdos a tu hermano de mi parte, capitana. ¿También es portero, no?
・・・・・・・⚡・・・・・・・
—Rose... Rose... Despierta —Erik le daba ligeros golpecitos en el brazo.
—¡Uaaaah! —El bostezo de Rose fue de todo menos disimulado—. Erik... ya conoces las reglas nuestra bonita amistad: si me despiertas obliga al tío Jason a que te deje en el banquillo.
—Ya hemos llegado, Bella durmiente. —Señaló a la ventanilla de su lado.
Rose, todavía somnolienta, estiró un poco en el cuello mientras retiraba su almohada de vuelo.
«Hola, Ciudad Inazuma, es hora de que los Evans se vuelvan a juntar».
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