PRÓLOGO

~PDV NIARA~

Durante toda mi niñez y mi adolescencia siempre pensé que yo tuve la culpa de que mis padres se separaran, pensé que en verdad nunca me quisieron y que solo fui un error del cual tuvieron que admitir sus consecuencias.

Odiaba que mamá se desligara de mi enviándome con mi padre, que lo único que hacía era permanecer inconsciente por no parar de beber.

Cuando mi padre no estaba del todo borracho se la pasaba gritándome y dándome golpes. Una vez me golpeó tan fuerte que quebró mi tobillo izquierdo haciendo que tuviera que llevar puesto un yeso dificultando más mis movimientos.

En uno de esos días que tanto odiaba, mi madre me dejó en la puerta del departamento de mi padre, porque ni siquiera se tomaba la molestia de acompañarme hasta el interior, ella esperaba sentada detrás del volante a que alguien me abriera la puerta para luego marcharse con su nuevo novio.

El idiota de mi padre estaba borracho como siempre, aquella vez sus gritos solo duraron alrededor de una hora porque la embriaguez contenida en su cuerpo lo superó, cada vez duraba menos tiempo consciente.

Al darme cuenta de que los ruidos de platos rotos habían cesado, decidí abrir con cuidado la puerta del agujero negro que era mi habitación y tras comprobar que mi padre respiraba pero no respondía a ninguna reacción me aventuré a salir de casa.

Caminaba con cuidado de no tropezar con nadie, si bien estaba en mi último año de la primaria la contextura pequeña de mi cuerpo me hacía ver muchas veces como una niña más pequeña.

Giré varias veces en distintas esquinas, me había decidido en no hacer un camino recto, quería hacer algo que me ayudara a sacar toda la tristeza que sentía. Giré en tantas esquinas que me había olvidado del camino, pero me detuve al sentir el ruido seco de una pelota.

Buscando saber de dónde provenía el sonido caminé hasta toparme con unas canchas: en una se estaba jugando básquet y en la cancha contigua voley.

Me senté a un lado de las canchas para observar como un entrenador les explicaba a niños de diferentes edades cómo jugar. En aquella época no tenía ni idea qué clase de deporte era, solo conocía el básquet y el fútbol porque era lo único que se veía en casa debido a mi padre.

—¿Quieres intentarlo? —No había notado cuando el hombre, que de cerca pude apreciar era un muchacho joven, había caminado hasta mi lado.

—No creo que pueda. —dije tratando de sonar lo más indiferente que podía, pero por dentro moría porque alguien mostrara interés en mi.

—¡Vamos, todos pueden intentar! —Una enorme sonrisa acompañaba sus palabras y tras tomarme suavemente de la muñeca para llevarme a lo que yo considero hasta el día de hoy como mi lugar de salvación, me arrastró hasta la cancha y me entregó la pelota.

Era mi primera vez tocando ese tipo de pelota, sus colores me llamaban la atención al igual que su textura suave, era diferente a las pelotas de fútbol, no solo por el tamaño sino porque a ésta no se le marcaban tanto las costuras, también se diferenciaban en su peso, esta pelota era mucho más ligera y rebotaba más alto que las de fútbol.

Luego de que el joven me explicara lo básico me pidió que lo intentara. Juntó mis antebrazos uniendo mis manos y apuntando mis dedos hacia el suelo y colocó la pelota sobre ellos para que entendiera dónde tenía que golpear la pelota.

Comenzó a lanzar la pelota a corta distancia para que pudiera acostumbrarme, luego de diez minutos ya estaba a varios metros míos.

—Tienes muy buenos antebrazos, si practicas todos los días podrás tener una gran recepción. —Sonrió desordenando mi cabello en una muestra de afecto, la primera en varios meses.

Aún recuerdo la golpiza que me dio mi padre por escaparme, también recuerdo que me dijo que no tenía talento para los deportes, que era una buena para nada; pero a pesar de eso quise probar con el voley.

Al entrar a mi primer año de la secundaria no lo dudé y entré al club, sabiendo que solo había aprendido lo básico, pero a pesar de eso el entrenador me había dicho que me ayudaría a mejorar si mi actitud competitiva y de querer aprender no se esfumaban con el tiempo.

Llevé un permiso a mi madre para que lo firmara autorizando mi salida del colegio cuando compitiéramos pero a cambio tuve que soportar duras críticas por su parte. Las frases más suaves fueron: "Eres una inservible" "Serás una fracasada igual que tu padre". Mantuve mi expresión seria a pesar de que por dentro no paraba de llorar, fue en ese momento en el que decidí cerrar mi corazón y desafiarme a mi misma para ser una excelente jugadora.

Mientras seguía aprendiendo lo básico, desde cero, me puse a mirar vídeos por internet para aprender sobre las diferentes posiciones y por alguna razón la única que captó mi atención e interés fue la posición de líbero, así que me puse a investigar más sobre ella, al punto de que me había enamorado completamente.

Le dije al entrenador que quería jugar en esa posición para que me entrenara, y así lo hizo. El entrenamiento para líbero no era tan sencillo como el del resto debido a que implicaba mayor resistencia y reflejos, fueron momentos muy duros en los que terminaba muerta y con el cuerpo lleno de moretones y al llegar a casa las cosas siempre se ponían peor.

Por fin había llegado la hora de jugar mi primer partido, no había pasado un mes desde que había comenzado a entrenar de líbero por lo que no estaba segura con mis recepciones pero a pesar de todo quería jugar y experimentar la adrenalina que se vivía en los partidos que había visto con tanto interés en internet.

Fue un completo desastre, si bien podía ver la dirección de la pelota mis reflejos eran lentos y los pases mal direccionados. A punto de perder la esperanza de tener un buen momento durante el partido, el equipo contrario remató la pelota en la dirección en la que me encontraba, mis piernas reaccionaron a tiempo, mis brazos bien ubicados lograron interceptar el golpe. La pelota rebotó sobre mis antebrazos generando que se elevara entregando un buen pase a la armadora, ésta se la direccionó a la punta que la estampilló contra el suelo anotando el primer punto en el que fui capaz de ayudar.

Los antebrazos me ardían pero me ardía más el corazón de la emoción, había encontrado mi lugar en la cancha, me había enamorado del voley.

El tiempo pasó para mi en la secundaria pero no lo sentí porque mi vida se había vuelto el voley, el poder jugar de líbero, y no iba a mentir diciendo que no había mejorado porque si lo había hecho y mucho, era el orgullo de mi entrenador, era una lástima que no el de mis padres.

Llegó la hora de pensar en buscar una Universidad y hace años sabía que mis padres no me ayudarían con la matrícula por lo que siempre que podía trabajaba para ahorrar dinero, y es que eso se debía a que tenía una meta en mente: "unirme al equipo de voley de la Universidad Modelo", que se encuentra en Irlanda y es conocida por preparar a buenas líberos.

Hablé con mi madre y solo obtuve de ella las mismas respuestas de pequeña, que era una pérdida de tiempo, que hiciera lo que hiciera siempre sería una fracasada, y con lágrimas en mis ojos me encerré en mi cuarto, la angustia y el dolor por ser despreciada por mi propia familia solo menguaba cuando jugaba, cuando estaba dentro de la cancha.

El sol de la mañana golpeaba con fuerza mi rostro. Me desperté decidida, cansada de la incomprensión de mi familia junté mis cosas y armé las valijas, tomé todo el dinero que había estado ahorrando y me dirigí hasta el aeropuerto.

Estaba decidida, si no me querían en sus vidas les daría el gusto y desaparecería. Compré el pasaje más económico hasta Irlanda y me fui sin decir adiós, estaba segura de que no moverían un dedo para buscarme.

No dormí en todo el viaje, la emoción de entrar al equipo que yo quería me volvía loca.

Al bajarme todo era nuevo para mi, miraba atenta cada rincón y me dirigí a la salida en busca de algún taxi que me llevara a algún hotel barato hasta que me acomodara y pudiera encontrar un pequeño departamento para alquilar.

Sin darme cuenta, en mi camino a la salida, terminé chocando con un tipo de alrededor de dos metros, después de disculparme sin prestarle mucha atención me fui, mi aventura comenzaba ahora mismo.

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