CAPÍTULO XXXIV

~PDV NIARA~

Me levanté con lentitud y caminé hacia ella sin prisa, después de todo no iba a jugar, así que si quería algo de mi que esperara.

—Dos cosas tengo para decir. —Zaida volteó su cabeza casi 360° para visualizar a Jihan—. Uno: ¿Estás loca? ¿Quieres qué te expulsen del campamento por estar con un chico? —preguntó realmente preocupada.

—No voy a jugar después de todo, así que no me importa lo que piensen. —Sabía que mi respuesta no era la mejor y que ella se estaba conteniendo de golpearme fuerte en la cabeza—. ¿Y lo segundo? —pregunté imaginando por dónde iba a seguir la conversación.

—¿No te son suficientes dos que ahora también quieres un tercero? —Ante su pregunta solo pude reír, sabía que lo malinterpretaría al verme en ese estado con él—. ¿De qué te ríes? —Su mirada delataba enfado.

—Qué no es lo que piensas. Jihan es solo alguien que acabo de conocer, alguien que está pasando por lo mismo que yo, y que casualmente juega en la misma posición que yo. —Mis ojos seguían fijos en el camino, no había nada para ocultar.

—Claro, y lo que yo vi fue una ilusión de los nervios por empezar a jugar. —Era la reina de las ironías.

—A Jihan le gusta alguien más, él solo es así. —Levanté mis hombros a la par que extendí levemente mis manos hacia arriba.

—A si ¿cómo? —Su cerebro estaba llegando a su límite y quizás en parte se debía a los nervios.

—Extrovertido. —Volví a reír recordando la charla que habíamos tenido—. Por cierto ¿para que mierda me necesita el estúpido del entrenador? —pregunté llegando a la puerta del gimnasio.

—Porque el estúpido quiere que ayudes a calmar los nervios de las centrales, que dicho sea de paso, son tus amigas. —Esa voz hizo que lentamente nos volteáramos y nos encontráramos con un Gael muy divertido ante lo que acaba de escuchar.

—Lo siento, ella es algo idiota todavía no le digas nada al entrenador. —Zaida comenzó a rogarle luego de haberme golpeado en la cabeza.

—Ve a calentar, pronto será tu turno de jugar. —Le dijo aparentando seriedad—. Tú te quedas. —Me agarró justo de la camiseta cuando estaba por escabullirse con mi amiga.

No pude safarme de su agarre y miré suplicante por ayuda a mi amiga, pero lo único que obtuve de ella fue la lengua fuera de su boca y una hermosa vista de su dedo medio desapareciendo en la oscuridad de la entrada del gimnasio.

—¿Qué piensas hacer? —dije desafiante, con Gael podía ser sincera porque desde un principio me lo había permitido—. No me molesta si vas con el chisme, total dudo que pueda jugar algún partido. —Largué todo mientras cruzaba mis brazos en señal de rebelión.

—Es obvio que no le voy a decir, estas loca si piensas que voy a dejar a mi mejor líbero sin jugar. —Al decir eso pude respirar, el papel de mala delante suyo no servía.

—¡Eres el mejor preparador físico del mundo! —exclamé lanzándome a sus brazos.

—Suelta, aquí te vas a tener que medir con tus muestras de afecto si quieres jugar. —Su rostro se volvió serio luego de haberme correspondido mi abrazo por unos segundos—. Por cierto ¿dónde has estado todo este tiempo?

—Tomando un poco de aire. —Lo que dije no era totalmente mentira.

—Vamos a suponer que te creo. —Me miró de reojo con desconfianza, sabía que no estaba siendo completamente sincera con él—. Entremos antes de que Demyan se vuelva loco por no encontrarte. —Sonrió con complicidad y nos adentramos en el gimnasio.

Al parecer las chicas del equipo titular estaban perdiendo su tercer set, eso me hacía pensar en la penalización que recibirían después de los partidos.

Por el contrario, el ambiente en el equipo suplente era completamente pesado, sombrío y pesimista. Podía entender porqué me había estado buscando. Si Milena era la capitana de todo el equipo yo sería una especie de subcapitana en el equipo suplente, supongo que era la que levantaba el estado de ánimo.

—¿Dónde te habías metido? —El entrenador preguntó a penas me vio entrar y simplemente no respondí, no estaba de ánimo para hablarle—. No hablar no te va a servir de mucho y lo sabes, pero ahora —Miró al equipo suplente—, ya sabes lo que tienes que hacer.

No necesitaba decir nada, el solo hecho de ver la expresión de terror en sus rostros me decía por dónde venía la situación.

—¿Así de asustadas están? —bromeé al llegar junto a ellas y sentarme a su lado.

—Lo dices por que no sabes por lo que están pasando las mayores. —Naima habló casi tartamudeando.

—No lo se, es una realidad. —Empecé a hablar mirando los partidos—. Si la están pasando mal es por su culpa, por no entrenar lo suficiente y conformarse hasta donde han llegado. —En ese momento ninguna se animaba a contradecirme.

—¿No se te está pasando la mano? —Zaida codeó mi costilla izquierda.

—Se que puedo sonar dura y cruel pero es la verdad. Nosotras más que nadie sabemos lo que es entrenar duro para alcanzar alguna de sus posiciones, y por eso mismo se que todas ustedes darán un espectáculo cuando entren a la cancha, solo tienen que creer en ustedes. —No se en que momento me había vuelto tan amigable, quizás recordaba una frase que me repetía cada vez que entraba en un nuevo equipo, "todas somos una del mismo lado de la red."

—Lo dices porque no vas a jugar, entonces no tienes nervios. —Sunni habló desde atrás sin mirarme.

—Es cierto que no voy a jugar, pero eso no me hace estar relajada, más bien envidiosa. No hay nadie más en este equipo que desee estar en la cancha sudando la camiseta que yo. —Antes mis palabras el ambiente se volvió más tenso—. Por lo que si pierden un solo set se verán obligadas a entrenar recepción conmigo. ¡A calentar! —grité sin importarme que los demás pudieran estar escuchando o que nos vieran raro.

El semblante de las chicas cambió cuando mencioné que las entrenaría, hasta ahora solo Zaida y Naima lo habían experimentado pero el resto pudo ver lo duro de mis entrenamientos, por lo que decididas se pusieron de pie y se marcharon a calentar.

Empezamos a buscar las pelotas y nos dimos cuenta de que faltaba una, y fue ahí cuando caí en la cuenta de que dejé la pelota bajo el árbol con Jihan. Iba a salir corriendo a buscarla cuando en la entrada me estampillé con alguien.

—¿Ibas a buscar esto? —Esa voz junto con esa sonrisa no podían ser de nadie más que de él, y al levantar la vista lo confirmé al verlo sonreír sosteniendo la pelota entre sus manos.

—¡Jihan! —dije sorprendida y al parecer los partidos se habían detenido al ver su llegada al gimnasio que no le correspondía.

—Calla y sígueme la corriente, o ambos estamos muertos. —dijo en voz baja guiñándome un ojo—. Lo siento solo vine a devolver esta pelota que encontré afuera. —El tono de su voz había aumentado lo bastante como para que todos escucharan.

—Gracias, es nuestra. —respondí poniéndome de pie y tomando el balón.

—Nos vemos más tarde. —Volvió a bajar el tono de su voz y tras guiñarme nuevamente un ojo se marchó, este chico de verdad estaba completamente loco.

Me quedé congelada sosteniendo la pelota en lugar, cuando pude ver que uno de los miembros de su equipo lo regañaba y golpeaba levemente cuando decidió girarse hacia mi mirándome sorprendido, mientras que Jihan agitaba su mano en forma de saludo con alegría.

—¿Conoces a Jihan? —Meda me sobresaltó al preguntar, no sabía con exactitud en qué momento había llegado hasta mi lado.

—No se quién era, solo vino a devolver el balón que dejé mientras me fui. —Mentí, no quería ser descubierta todavía.

—¡Te estamos esperando! Esa pelota no se moverá sola. —Zaida gritó en mi dirección salvándome.

Corrí hasta ellas dejando a Meda con la duda, no lo admitiría, al menos todavía.

Luego de que calentáramos lo suficiente, fue el turno de las chicas para jugar. El equipo titular perdió un solo set, mientras que el equipo suplente ganó los tres dejando a todos muy sorprendidos.

La noche llegó más rápido de lo que esperaba, y en total solo habíamos perdido cinco set, la mayoría del equipo titular.

—Muy bien, el castigo de hoy será una hora haciendo secantes alrededor de la cancha, cuando acaben podrán, si es que siguen en pie, realizar la práctica libre. —Me senté para calentar mis músculos para la práctica, después de todo no iba a hacer el castigo si no había jugado—. ¿Qué haces? —Me preguntó al verme en el suelo.

—Calentar para la práctica libre. —respondí confiada.

—Son un equipo así que también haces el castigo. —Tras decir eso se encaminó hacia la salida—. Quedan a cargo de Gael, la que no termine en el plazo puede ir a cenar e ir a la cama.

¿Qué mierda le pasaba a este tipo? ¿Había perdido la cordura?

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