CAPÍTULO XVIII
~PDV NIARA~
Me tomó por sorpresa por fin ver su rostro al descubierto, era hermoso, sus rasgos bien definidos resaltaban su boca y la profundidad de sus ojos.
La suavidad al tacto era estremecedora, el roce de sus labios parecían conocer el compás de los míos, era como si mi boca le perteneciera por completo. Sin darme cuenta pegué mi espalda contra una de las estanterías y uno de sus brazos se enredó en mi cintura mientras que su mano libre recorría con total libertad mi cara llenándome de caricias.
Extrañamente mientras el beso se profundizaba sin perder su suavidad, me inundaron unas ganas de llorar y sin quererlo una lágrima comenzó a rodar. La luz tenue del lugar y el aroma de los libros mezclados con su perfume lograron crear un extraño pero cómodo ambiente.
—¿Por qué lloras? —Su voz se volvió suave y casi silenciosa, como si fuera un susurro.
—Yo...
—¿Niara? —Fui interrumpida por Akanni que estaba buscándome.
—Lo siento. —dije agachando la cabeza, nunca me había pasado algo así en mi vida, yo no sabía que hacer.
—Mi nombre es Niall. —Tras revelarme su nombre y antes de marcharse me robó un beso igual de suave que el anterior.
Mi cuerpo no reaccionaba, mi cerebro se había paralizado, quedé sentada en el suelo tratando de calmar mi llanto antes de que Akanni me encontrara.
—¿Niara estas bien? —Lo oí correr hasta donde me encontraba.
—Si, tranquilo. —mentí secando con cuidado las lágrimas.
—¿Por qué lloras? ¿Qué haces en el suelo? —No paraba de preguntar mientras tomaba mis cosas y me ayudaba a ponerme de pie.
—Es solo que estaba buscando un libro y se me cayó sobre los moretones de las piernas e involuntariamente las lágrimas salieron. —Volví a mentir.
—¿Te sigue doliendo? ¿Quieres que vayamos a la enfermería para que te revisen? —Tanta amabilidad dolía.
—Lo siento, sólo quiero ir a casa. —Al terminar de decir eso la puerta se cerró por lo que supuse que Niall recién se estaba yendo.
—¿Había alguien más aquí? —preguntó mirando para todos lados.
—Quizás haya sido la bibliotecaria arreglando los libros que han devuelto. —Volví a mentir, hoy he ganado el título a la mentirosa número uno.
—Tienes razón. ¿Nos vamos? —Me tomó de las manos y me regaló una mirada muy tierna, una que no merecía en lo absoluto.
—Vamos. —Y sostuve su mano caminando con la cabeza gacha, no quería encontrarme con Niall y que me viera así. ¿Qué mierda me estaba pasando?
Cuando estábamos llegando al auto mi mundo se vino a abajo cuando lo vi aparecer frente a nosotros con una mirada llena de dolor y tristeza. ¿Qué le pasaba a este tipo? ¿Por qué de repente mostraba sentimientos tan profundos si sólo nos habíamos hablado unas pocas veces?
—Akanni, el entrenador dijo que no faltaras al entrenamiento. —Sus ojos evitaban hacer contacto con los míos, lo podía sentir, todo se había vuelto tan incómodo.
—Claro, dile que ahí estaré. Solo voy a dejar a mi novia en su casa y vuelvo. —Tuve la sensación de que la palabra novia la recalcó bastante e hizo más intenso su agarre en mi mano.
—Sólo no te olvides, no arrastres al equipo en tus problemas emocionales. Esta vez correrás solo y harás solo los suicidios si llegas tarde. —¿Arrastrar al equipo? ¿Qué estaba pasando aquí?
—De acuerdo. —dijo con una sonrisa enorme—. ¿Vamos? —Solo asentí y subí al asiento del copiloto.
El primer tramo estuvimos en silencio, pero eso no me impidió ver que él estaba tenso, el agarre en el cambio era fuerte.
—¿Vas a decirme qué quiso decir esa persona con arrastrar al equipo en tus problemas personales? —Fui dura y directa, algo no estaba bien.
—No se de qué hablaba, debe haber estado confundido. —Ahora era él quien mentía con descaro.
—No lo niegues, porque lo afirmaste hace un momento. —Mi enojo creció un poco más.
—No fue nada importante. —Trató de desviar la conversación.
—¡Las pelotas de mi abuelo! —grité enfurecida—. Si esto tiene que ver conmigo quiero saberlo. —exigí totalmente enfurecida.
—Esta bien, pero tranquilízate. —Trató de tomar mi mano pero yo la saqué rápidamente—. ¿Recuerdas el día que te lastimaste corriendo? —habló tímidamente.
—Si lo recuerdo muy bien. Dijiste que me diera por vencida, que no lo lograría. —Era mi oportunidad de escupir lo que no pude decir.
—Bueno, resulta que ese día pensé que nadie había notado que me había escapado del entrenamiento para verte. —Quise matarlo con mis propias manos.
—¿Qué tu hiciste qué? —Esto me estaba poniendo de los pelos.
—Cuando volví al entrenamiento, el entrenador me dio un sermón y me obligó a mi y a todo el equipo a correr dos horas enteras sin frenarnos por la cancha de atletismo y a hacer cien suicidios. —Su agarre se volvió nuevamente fuerte y su cuerpo se tensó.
—¿Qué hiciste qué? ¿A caso eres idiota? —Empecé a elevar el tono de mi voz—. ¿No sabes acaso cuánto me importa el voley?
—Tranquila, no volverá a pasar. —Trataba de tranquilizarme pero nada de lo que dijera lo iba a lograr.
—No puedo creer que hayas arrastrado a tu equipo en tu estupidez. —Jamás haría algo así y menos si mi equipo terminaba pagando por lo que hice.
—No eres una estupidez, no lo vuelvas a decir. —dijo apagando el motor del auto frente a mi casa.
—Tú no tienes derecho a decir nada. No me llames ni me busques hasta que yo lo haga, si es que tengo ganas de volver a ti. —Salí del auto dándole un fuerte portazo.
No me detuve a mirar atrás ni a pensar en nada. Entré a la casa y tras cerrar la puerta me derrumbé en un mar de llanto.
No encendí las luces, no me moví en lo absoluto, solo quería llorar, necesitaba llorar, gritar.
La única luz que entraba era la luz de la luna que se colaba por el cristal del ventanal del living. El sonido del reloj se dejaba escuchar en un incansable tic tac.
—Juro que si no te vas ahora mismo voy a matarte. Y pobre de ti que me entere que tu equipo volvió a sufrir por culpa de tus actos irresponsables. —expresé completamente enojada.
Cuando terminé de hablar sentí el cuerpo de Akanni levantarse del suelo y alejarse de la puerta. Unos minutos después el sonido del auto alejándose me confirmó que se había marchado.
Sin prender las luces, dejé mi mochila en el suelo, apagué mi celular para que no me molestara nadie y caminé a oscuras hasta mi cuarto.
La almohada solo sirvió en ese momento para ahogar los gritos que soltaba para no alarmar a los vecinos. El nudo en mi pecho crecía cada vez más, la sonrisa de Akanni dolía y el beso de Niall simplemente me hundían dentro de un mundo en el que no estaba nada segura.
¿Por qué será que cuándo pensé que por fin mi mundo se estaba componiendo todo se fue al carajo?
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