CAPÍTULO XV
~PDV NIARA~
La verdad es que no conocía muy bien a Naima, de hecho nunca la he visto y en mi defensa solo diré que no le presto atención a las demás cuando estoy entrenando, y sé que es demasiado cruel decir eso pero simplemente soy así.
—Hola, soy Naima. —Una joven apareció frente a mi.
Tenía la piel morena, de altura calculo que la misma que Zaida o unos centímetros más quizás. Se veía algo seria, aunque quizás eso se debía a que recién nos estábamos conociendo. No era tan delgada como mi amiga, tenía un torso chico, de abdomen plano, pero de la parte inferior para abajo tenía unas buenas curvas, en realidad tenía un trasero importante. Tenía un buen cuerpo, pero en mi opinión su trasero le iba a dificultar poder agacharse para recibir.
—Hola soy Niara. —Le ofrecí mi mano para saludarla.
—Bueno si ya se presentaron —Zaida hacía su aparición como siempre—, vamos a calentar que vamos tarde. —dijo señalando al resto del equipo que ya había empezado a calentar.
—Tienes razón, vamos a la cancha de atletismo. —Sonreí y noté que a ambas un escalofrío les atravesó sus columnas—. Vamos a hacer algo tranquilo, recuerden que estoy en recuperación. —Ambas suspiraron ruidosamente a lo que solté la carcajada que tenía guardada.
Llegamos a la cancha de atletismo y el equipo masculino ya estaba entrando en calor.
—¡Muy bien chicas! —Junté mis palmas y saltaron un poco en el Lugar debido a la sorpresa—. Niñas estén tranquilas, ya les dije que es un calentamiento leve, lo importante va a empezar después. —dije tras guiñarles un ojo.
—Deja de ser tan malvada o te la verás conmigo. —Me amenazó Zaida.
—Tranquila, que todavía tenemos cosas que conversar. —dije en mi defensa.
-Ni creas que te lo voy a dejar pasar. -Estaba segura de que eso no sucedería.
—Muy bien, sólo vamos a dar tres vueltas, ya que según sus registros es lo que pueden hacer sin morirse antes. Así que vamos corriendo. —dije para empezar a correr junto con ellas.
Mientras corríamos el equipo masculino iba por delante de nosotros y aproveché para buscar entre ellos al chico misterioso, necesitaba saber quién era y qué quería conmigo, pero lamentablemente nunca lo encontré.
Cuando terminamos de correr entramos al gimnasio para que las chicas tomaran algo de agua.
—Muy bien, ahora haremos dos series de cincuenta abdominales, veinticinco espinales y doce flexiones de brazo. —dije mientras me recostaba en el suelo.
—¿Nos quieres matar? Dinos la verdad. —Era la primera vez que Naima hablaba libremente.
—Es sólo el principio. —sonreí.
Después de que termináramos las series, hicimos una serie de cien sentadillas y cincuenta saltos en la red, tenía que aprovechar de que eran las centrales y hacerlas saltar. Luego de eso las dos estaban tiradas en el suelo, llenas de transpiración y tomando aire como si fueran peces.
—Si respiran de esa manera tan descuidada el aire no entra adecuadamente a sus pulmones y comenzarán a darles puntadas en las costillas. —Al terminar de decir eso ambas se agarraron sus costillas mostrando señal de dolor—. Ven se los dije.
—La piedad no es un término que exista en tu diccionario ¿verdad? —preguntó Zaida recostada boca arriba.
—La palabra debilidad no existe en el mío. —Sonreí mientras les tendía mis manos para que se levantaran—. Muy bien, ahora que terminamos de calentar a practicar.
—¡Nooooo! —gritaron las dos.
Les expliqué en qué consistían los ejercicios. Primero haríamos recepción simple: ellas se ubicarían en seis y yo les lanzaría la pelota para que ellas reciban de antebrazos dejando el pase en tres. Haríamos veinte cada una y después cambiaríamos a cinco y a uno.
El segundo ejercicio consistía en colocarse en seis agachadas como si fueran a recibir y yo haría picar la pelota, una vez que la pelota picara (lo haría de forma que no rebotara alto) debían correr y largarse para que la pelota no tocara el piso por segunda vez.
Al principio les costó seguir el ritmo del ejercicio pero se fueron acostumbrando.
—¡Niara las llama el entrenador! —Kailani gritó desde la otra cancha.
—¡Muy bien chicas! Fueron salvadas por la campana. ¡Vamos! —Hice una seña para que me siguieran pero cuando volteé a verlas nuevamente estaban en el piso boca arriba, así que las dejé descansar mientras me dirigía con el entrenador.
—¿Y las chicas? —preguntó tan pronto me vio llegar sola.
—Se quedaron por allá tomando un poco de aire. —Le sañalé donde estaban las chicas.
—¿Un poco de aire? —dijo asombrado al verlas.
—La verdad es que tienen más resistencia de lo que esperaba. —admití confiada.
—¿Qué les has hecho las centrales? —preguntó Kindra al ver en el estado en el que se encontraban.
Kindra era la central titular pero por alguna razón no me caía nada bien. A simple vista parecía amable pero por lo que pude observar en alguno de los partidos de entrenamiento era la más cruel de todas, se olvidaba del compañerismo dentro de la cancha y en vez de apoyar a sus jugadoras y alentarlas solo las insultaba si dejaban caer la pelota. Bien admito que se porque no me cae bien, y el motivo es porque es una perra.
—Es algo que hablamos con el entrenador y no tienes porqué estar metida. —Era de las pocas personas que me sacaban de mis casillas, de acuerdo la mayoría lo hacía, pero solo diré que cuando se trata de voley es peor.
—Ve a buscar a las chicas para unirte a nosotros. —habló serio el entrenador.
No podía entender cómo era tan suave con esa mujer cuando sabía que lo que hacía dentro de la cancha estaba mal, un motivo más para hacer más fuerte a Zaida y Naima.
Luego de juntarnos todas las chicas comenzaron a practicar saque, en un partido uno suma desde el saque, es algo que tenía muy en mente y fue por eso que me espacialicé en el saque flotado.
Las chicas continuaron sacando y a mi mandaron a recibir contra la pared, tenía terminantemente prohibido tirarme para recibir y Kailani cada quince minutos me haría frenar para que mis piernas descansaran. No era lo que pretendía pero al menos me dejaban entrenar y por ahora me conformaría con eso.
—Disculpa Demyan. —Esa voz hizo que me pusiera nerviosa—. ¿Terminaron de estirar? —Akanni preguntó mirando en mi dirección.
—Si, las que terminaron ya pueden retirarse. —El entrenador no terminó de hablar que Akanni ya me estaba tomando por la cintura para besarme.
Al principio sólo me dejé llevar pero cuando las demás comenzaron a gritar morí de la vergüenza, juro que lo mataría.
—Vamos, te llevo a casa. —dijo tomando mi mano.
—Espera, necesito ir por mis cosas. —Solo quería escapar de las miradas de todos, más tarde hablaría seriamente con él, no iba a hacer un escándalo ahora.
—No es necesario. —Señaló mi bolso sobre su hombro.
—Vas a morir. —dijo Zaida y sabía que así lo haría y todo por no contarle, pero si es que ni tiempo me dio.
Akanni sujetó fuerte mi mano y me llevó hasta la salida donde su auto nos esperaba para irnos.
—Juro que voy a matarte. —hablé una vez que estuvimos en su auto.
—Si es con besos no pienso resistirme. —¿Será imbécil enserio?
—¿Por qué demonios me besaste ahí afuera? —Estaba muy enojada con su actitud.
—Lo siento si te molestó, pero nunca me dijiste que había que mantenerlo en secreto. —Arrancó el auto—. Además, no le veo nada de malo de besar a la persona con la que estoy saliendo. —Él simplemente sonrió, claramente sería hombre muerto.
—No es que no puedas hacerlo, pero yo no he tenido tiempo de hablarlo con Zaida y ahora ella me matará por tu culpa. —Lo acusé, aunque la verdad es que no podía recriminarle porque tenía razón, no recordaba haberle dicho que lo mantendríamos en secreto.
—Creo que si Zaida te quiere matar es por el entrenamiento y el calentamiento que les diste. —dijo y me sorprendió que lo supiera.
—¿Cómo sabes de eso? —No pensaba quedarme con la duda.
—La verdad es que vimos todo. —Siguió con la vista en el camino pero sosteniendo mi mano—. De hecho ninguno lo entendió, era muy loco ver a una líbero entrenando a las centrales cuando son las que menos recepción tienen.
—¡Correcto!, son las que menos recepcionan pero no por eso tienen que ser malas en ello. —dije orgullosa—. Además no pueden depender siempre de las líbero, y ese es un error que la mayoría de los equipos cometen. No dejaré que nuestro equipo sea débil sólo porque ellas no saben recibir adecuadamente en la defensa de atrás.
—En realidad —De pronto su expresión se endureció levemente—, sólo uno de nuestro equipo lo entendió y dijo exactamente lo mismo.
Por alguna extraña razón creo saber de quién se trataba, él puede entender mi manera de sentir y vivir el voley. Él lograba comprender y alentarme de una forma misteriosa. Necesito saber su nombre, y no pararía hasta saberlo.
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