CAPÍTULO XIV

~PDV NIARA~

Estaba tan emocionada con el lugar que olvidé por completo que nos estábamos saltando las clases, y estaba más que segura que tendría el celular repleto de los mensajes de Zaida.

Más allá de todo y pese a las consecuencias que podría llegar a tener, no quería irme de este lugar, realmente era un lugar mágico.

Giré para decirle a Akanni que era hora de irnos y lo descubrí observándome.

—Siento que me estas robando el alma si me miras de esa manera. —dije tratando de sonar seria, pero la verdad era que a duras penas podía aguantarme la risa.

—Me gustaría robarte mucho más que el alma. —dijo sin dejar de mirarme los labios, los miraba con deseo, con anhelo.

—¿Cómo qué? —Me aventuré a preguntar.

—¿De verdad quieres saber? —Acortó la distancia entre nosotros.

—Me gusta tomar riesgos. —Le guiñé un ojo.

—¿No te irás a arrepentir más tarde? —De repente comencé a ponerme algo inquieta.

—¿Quién sabe? —hablé sin apartar los ojos de los suyos y terminé de hacer lo que él quería.

No soy de las que les gusta esperar, acorté los centímetros que faltaban y jalándolo del cabello lo besé. Akanni no tardó en corresponderme, calculo que estaba tomándose un tiempo por la sorpresa.

Esta vez no me iba a arrepentir, había demostrado que de verdad le importaba, y mientras no se interpusiera en mi camino con el voley le daría una oportunidad.

—¿Esto no es un sueño verdad? —preguntó de una manera muy tierna mientras acariciaba lentamente mi rostro.

—No. —Sonreí sorprendida al dejarme acariciar de forma, algo tan atípico de mi.

—¿Estas bien con esto? —preguntaba con cuidado, quizás con miedo a mis cambios de reacciones.

—Estaré bien mientras no te interpongas en mi camino con el voley. —Fui lo más sincera que pude—. Sabes que el orden de mis prioridades son el voley y luego la universidad. —Sostuve su mano que descansaba suavemente sobre mi mejilla.

—¿No deberían estar al revés? —Sonrió muy inocentemente, este lado de Akanni me gustaba mucho más que el pesado.

—¿Según quién? Sabes perfectamente que no soy como el resto, conmigo se rompió el molde. —Le guiñé de manera coqueta un ojo, a lo que él simplemente estalló en una limpia carcajada.

—No te preocupes, lo se muy bien. —Me envolvió con sus brazos tomándome de la cintura para acercarme hasta su pecho—. Todavía no lo puedo creer.

—Mejor créelo, pero por favor no me exijas, solo ten paciencia, se que quizás te pido demasiado, pero así soy y si tu no... —Fui interrumpida por un beso, a lo que no me quejé.

—Estoy dispuesto a todo por ti. No se en qué momento exactamente me enamoré tanto de ti, pero lo que si se es que voy a hacer que esto funcione. —Un cálido abrazo me envolvió y me permití disfrutarlo.

—¡Perfecto! —dije de manera que lo sobresalté—. Ahora volvamos a la universidad que Zaida debe estar caminando por las paredes. —Lo tomé de las manos y lo dirigí hasta el auto—. Por cierto, lindo auto.

—Gracias. —Terminó por cerrar mi puerta—. Esta mañana recién me lo devolvieron del mecánico. —Terminó de hablar tras ponerlo en marcha.

—¿Con qué te lo tenías guardado?

—Ya ves, no eres la única con sorpresas. —Ambos reímos.

El camino de repente resultó ser más corto que el anterior, no se si los kilómetros eran menos o nuestra atención estaba puesta en otro lado, lo cierto era que extrañamente me sentía bien, renovada para volver con todo a las actividades.

Como era de esperar al llegar a la puerta del aula Zaida ya me estaba esperando. Su cara directamente no encajaba con la postura de su cuerpo, estaba enojada pero claramente quería saber los detalles de porqué había llegado con Akanni después de haberlo evitado toda una semana.

—Ni sueñes que te vas a escapar. —amenazó, pero en vez de darme miedo solo me dió un ataque de risa.

—¡Si mamá! —dije tomándola de la mano para encaminarnos hasta el gimnasio.

—No te rías jovencita, estás en grandes problemas. —Se transformó en mi madre, pero cuando estaba por proseguir mi estómago decidió interrumpirla.

—Pasemos antes por el buffet, muero de hambre. —Sostuve avergonzada mi  abdomen como si eso fuera a impedir que siguiera rugiendo.

—¿Es qué acaso no te ha alimentado? —preguntó aguantando la risa.

—Si lo hizo. —Sonreí—. Pero con algo que no se come exactamente. —Y al decir eso salí corriendo porque estaba segura de que me mataría.

Zaida podía tener una contextura muy delgada, pero yo no lograba entender cómo era posible que esa explosión de carácter que tenía entrara en tan delgado cuerpo.

Al principio tuve mis dudas al aceptar su amistad, pero recordaba las palabras de una entrenadora que me dijo que todos los que estuviéramos del mismo lado de la red éramos un equipo, éramos uno solo, así que pensé ¿Por qué no?

Luego de comprar algo para calmar mi apetito nos dirigimos al vestuario para cambiarnos, estando tan sexy vestida podía enamorar hasta al entrenador y eso no era conveniente.

—Es verdad que es muy apuesto. —Hablabamos casualmente con Zaida.

—¿Quién? —La voz de Kailani nos sobresaltó.

—Kailani casi nos matas del susto. —Le reproché, ella era otra de las personas con las que había logrado abrirme y quizás se debía a que ambas compartíamos la misma pasión por ser líberos.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! —Se disculpaba entre risas—. Pero ahora díganmen quién es el apuesto. —Se acercó para que nadie nos escuchara.

—El entrenador. —Lo soltó Zaida.

—¿Verdad que si? —dijo de una manera cómplice—. He escuchado rumores de que está interesado en las líberos. —Esa respuesta no me la esperaba.

—¡Que suerte tienen! —Zaida se cruzó de brazos intentando hacer una rabieta.

—¿Y de dónde lo has escuchado? —pregunté curiosa, por unos minutos olvidé que había comenzado algo con Akanni.

—De mi, claro está. —La miramos asombradas.

—¿Qué clase de rumor es ese? —preguntó Zaida.

—¿Y cómo podrías saberlo? —pregunté irónicamente.

—¿Y cómo su novia no podría saberlo? —Una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Claro que su novia lo sab... —Nos miramos con Zaida.

—¡Qué tu qué! —gritamos las dos.

—Demyan es mi novio hace tres años. —Simplemente quedamos mudas y paralizadas como unas estatuas—. Ahora salgan que el susodicho nos está esperando afuera para hablar mientras llegan las demás.

Ni en cien años hubiera imaginado esa pareja, y no porque ella no fuera lo suficientemente linda para estar con él, sino porque simplemente a simple vista sus personalidades no encajaban.

Mientras salíamos del vestuario pudimos ver cómo ella lo saludaba con un beso claramente en los labios, ¡vaya qué sorpresa nos dió!

—Hola —Nos saludó a ambas mientras nosotras asentíamos con la cabeza—. ¿Cómo están tus piernas Niara? —Miró hacia ellas notando los moretones verdes que habían quedado después de una semana.

—No voy a decir como nuevos porque estaría mintiendo, pero ya puedo entrenar. —Esta vez venía preparada por si quería echarme nuevamente.

—Akanni me lo dijo. —afirmó con un movimiento de cabeza.

—Voy a matarlo. —hablé entre dientes.

—Tranquila no es necesario. Ya todos nos hemos dado cuenta de que las chispas salen entre ustedes. —Ahora era Kailani quién se burlaba.

—Traje un certificado del doctor para que corroboren que no estoy mintiendo. —Lo mejor era hacer de cuenta que no había escuchado nada.

Saqué el papel del bolsillo de mi bolso y se lo extendí para que lo leyera.

—Con esto no puedo decir nada, pero que estés caminando no quiere decir que estés completamente sana por lo que durante una semana entrenarás  de manera ligera y ayudarás en la recepción de las nuevas centrales. —Por lo menos esta vez no me estaba retando—. Por lo que vi la última vez que nos vimos estabas ayudando a Zaida.

—Así es. —dije firme—. Si bien es cierto que no pienso enfermarme y faltar nunca a ningún partido, nunca se sabe cuando el equipo se puede quedar sin líbero, por lo que ellas tienen que aprender a defender en la zona de atrás de manera decente. —Quizás fui algo cruda con mis palabras pero eran sinceras.

—Opino lo mismo, así que hoy te encargarás de Zaida y de Naima. Ahora ve a calentar junto a Kailani y cuando estén listas vuelven. —dijo serio mientras se retiraba hasta donde estaban el resto de las chicas—. Zaida tu calentarás con el resto. —Ella solo asintió y se marchó.

Hasta ahora habíamos comenzado bien el día y rezaba para que nada lo cagara.

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