CAPÍTULO X

~PDV NIARA~

—Si no te gusta Akanni ¿Qué piensas hacer con él? —La voz de Zaida me sacó de mis pensamientos—. Se ve que algo trama por la sonrisa de esta mañana.

—¿También lo notaste? —Me alegró saber que no fui la única que se había dado cuenta.

—No sabría decirte si está locamente enamorado o simplemente está loco. —Su cara mientras pensaba era muy graciosa por lo que no pude aguantar y solté una carcajada que resonó en todo mi pecho.

—¿Qué tenemos luego de esta materia? —pregunté tratando de idear un plan que contrarrestara al que seguro iba a realizar el idiota de Akanni.

—Nada, de hecho ya estamos libre. Acaban de avisar de que la profesora de la última hora no vendrá. —Cuando me dijo eso noté que ya había guardado todas sus cosas.

—¿Y recién me lo dices? —Apunté a sus útiles guardados.

—Es que recién sales de tus pensamientos oscuros. —Sonrió.

—¡Oye! Solo están un poco oscuros nada más. —hablé mientras guardaba mis cosas.

—¿Qué piensas hacer?

—¿Acaso no es obvio? —dije mostrándole mi ropa de entrenar.

—¿Pero como harás? —Podía ver una preocupación genuina en ella y eso me conmovió, ya que nunca nadie se ha preocupado por mi antes, obvio, aparte de mi misma.

—Tu solo llévame al gimnasio. —sonreí, no dejaría que me viniera a buscar para hacerme pasar vergüenza.

~PDV NIALL~

Era sencillamente hermosa, nada en ella se veía mal, incluso su cara de pocos amigos y su carácter de perro con rabia.

Entré al gimnasio para buscar al capitán y decirle que ya estábamos listos para el calentamiento, pero una vez que salí y me topé con la pista de atletismo la vi tan sola corriendo que me dieron ganas de acompañarla.

—Es una arrogante. —hablaron dos chicas que estaban descansando mientras tomaban agua para refrescarse.

—Está loca si piensa que va a superar la marca del capitán de los varones y del otro chico. —Le contestó la otra—. Nosotras apenas pudimos dar dos vueltas a la pista. —Miserables, pensé.

¿Será que ha perdido la cabeza? Tenemos con Akanni el récord de quince vueltas, va a derrumbarse antes de llegar a las diez.

—Vamos, es hora de correr. —dijo Akanni tras aplaudir y sacarme de lo profundo de mis pensamientos.

Corrí como siempre, y al ver que ella conversaba con él mantuve una distancia prudente. Tras escuchar sus palabras ella se vio enfurecida, no creo que lo que dijo Akanni fuera cierto, de hecho ella tenía una determinación firme, y nadie, excepto yo sabían cuánto corría por su propia cuenta.

—Tu puedes, llega a la vuelta número veinte. —susurré muy cerca suyo para luego sobrepasarla, estaba seguro que ella podría superar lo que se propusiera.

Mientras seguía corriendo para unirme al pelotón con los chicos no pude evitar sonreír, y es que ella por alguna extraña razón lograba hacerme feliz.

Akanni me preguntó si me pasaba algo por lo que iba un poco atrás, pero gracias a que Dios me dotó de un rostro serio pude hacerle creer que no me sucedía nada, igual estaba seguro que él no había notado que nos gustaba la misma persona.

Iba sumergido en mi mundo cuando la vi desplomarse sobre el suelo, el alma se me destrozó y cayó con ella, más mi cabeza me impedía acudir en su ayuda. Cuando Demyan la sostuvo entre sus brazos y corrió a la enfermería algo me tranquilicé, pero mis puños sangraban de la impotencia por lo que lo único que pude hacer es correr, incluso más rápido que antes.

Terminamos el calentamiento sedientos y los murmuros de los demás no se hicieron esperar.

—¿Estará bien? —Uno de los chicos preguntó, su curiosidad se dejaba ver.

—De seguro es una estúpida, cómo podría correr de esa manera sabiendo que podría lesionarse y no volver a jugar. —Tuve que controlar mis impulsos y arremeter contra él hasta dejarlo inconsciente.

—De seguro es idiota —hablé—, pero esa idiota mostró más determinación que cualquiera, incluso más que la nuestra. Deberíamos admirarla. —confesé, mis palabras fueron sinceras, aún sin saber qué es lo que la movía con tanta disciplina y de dónde provenía esa confianza que ella desbordaba.

A mis compañeros no les quedó otra que bajar la cabeza, sabían que mis palabras no contenían otra cosa más que la verdad.

Mientras ingresaban al gimnasio para empezar a entrenar, aproveché que nadie me estaba prestando atención y corrí hasta la enfermería. Al llegar noté que Kailani estaba esperando fuera de la habitación, por lo que tuve que esperar que saliera el doctor.

Cuando pensé que no saldrían más, el doctor junto con Demyan salieron del cuarto, y tras escuchar sus palabras Kailani rompió en llanto echándose la culpa por no detenerla.

Demyan la llevó hasta la cafetería para que se tranquilizara y yo aproveché mi oportunidad.

Estaba completamente dormida, de hecho no se veía tan malhumorada como era. Me acerqué hasta su rostro y me vi tentado de acariciarla, no había nadie así que lo hice. Luego de unos segundos disfrutando del roce de su piel me acerqué hasta su oído.

—Felicidades. —dije y me retiré, no sin antes dedicarle una última sonrisa. Esta mujer se estaba convirtiendo en mi perdición.

~PDV NIARA~

Prácticamente tuve que obligar a Zaida para que me llevara al gimnasio.

—¿Quieres que te ayude a cambiarte? —preguntó, extrañamente había dejado de ser tímida, al parecer era lo opuesto, y también descubrí que era una pervertida, pero no podía negar que era muy divertida.

—No te preocupes, tu espérame afuera que enseguida salgo. —Y me encerré para cambiarme.

Mientras lo hacía trataba de mover mis piernas y el dolor seguía siendo tan agudo como esta mañana, pero al menos ya lo soportaba.

—Tráeme una pelota. —dije cuando salí.

—¿No nos iremos a meter en problemas? —preguntó curiosa.

—Es mi cuerpo en primer lugar, y en segundo lugar somos miembros del equipo de voley por lo que tenemos permitido usar las instalaciones. —Guiñé un ojo para hacerla sentir más cómoda.

—De acuerdo. ¿Qué haremos? —Pude notar que ya estaba más relajada.

—Por lo que noté, a juzgar por tu altura juegas de central. —La miré de arriba a bajo.

—Es verdad. —Se puso en cunclillas para mirarme a los ojos sin tener que agacharse.

—Bueno vamos a mejorar tu recepción. —Sonreí maliciosamente.

—Pero...

—Pero nada. —La callé antes de que me pusiera alguna ridícula excusa—. No siempre jugaran con líbero, así que debes aprender a recibir, a realizar secantes para salvar la pelota, porque nunca sabes cuando tendrás que jugar desde la zona de defensa.

Su cara me lo dijo todo, una central que odia recibir desde la parte de atrás de la cancha. Su miedo quizás radica en su cuerpo, es extremadamente delgada y quizás piense que puede lastimarse si cae.

—Primero debes calentar, así que al menos debes podes correr cinco vueltas a esta cancha. —La miré decidida.

—Te odio. —dijo para echarse a correr.

Mientras ella lo hacía me puse contra la pared para tratar de recibir de antebrazos la pelota.

—Cuando termines no olvides hacer una serie de cincuenta abdominales, veinticinco espinales y veinte flexiones de brazos. —Seguí con lo mío.

—¿Algo más sargento? —respondió mientras se colocaba en el piso para continuar con la serie.

—Si, después debes hacer veinte saltos rodilla al pecho. —reí al ver como me maldecía por lo bajo.

Ahora había cambiado el ejercicio y me dediqué a recibir la pelota de yemas, una buena líbero debe tener las mejores yemas luego de la armadora.

—Ya terminé. —Se acercó toda sudada hasta mi, y eso que recién empezamos pensé.

—¡Perfecto! —dije emocionada—. Ahora recibirás mis pases, no importa dónde vayan, tienes que conseguir al menos tocar la pelota. —expliqué a lo que ella solo me observaba con cara de odio.

—Estas loca si piensas que voy a tirarme por una pelota. —Se cruzó de brazos.

—Si quieres ser una jugadora mediocre por mi está bien, pero si eres competitiva como yo se que lo eres, debes mejorar hasta que al entrenador no le quede mas remedio que ponerte como titular. —Pude ver como en sus ojos se prendió el fuego de la competencia. Era como yo, pero no tan extremo.

—¡Qué empiece la guerra! —gritó la loca de mierda.

Resultó que le costaba bastante  poder recibir, no lo hacía mal pero cada vez que tenía que tirarse o hacer una secante para poder salvar la pelota hacía de todo para no caer al suelo. Era muy gracioso de ver.

—¿Qué están haciendo? —La voz del entrenador me sobresaltó.

—Entrenar ¿No se nota? —Zaida aprovechó para respirar y tomar un poco de agua en lo que yo contestaba.

—Tu no puedes entrenar ¿No escuchaste la indicación del médico? —Se veía bastante molesto—. Tienes que descansar al menos una semana, así que para ti nada de voley en una semana.

—Pero...

—¿Con qué aquí estabas? —Tenía que ser interrumpida por el imbécil de Akanni—. ¿A caso sabes lo preocupado que he estado cuando te fui a buscar y no estabas?

—Akanni, ven aquí y llévatela. Entiéndolo Niara, es por tu propio bienestar, no podemos arriesgarnos a perder una buena líbero.

No me permitieron hablar, y Akanni tomó mi silla de rueda para sacarme del gimnasio y llevarme hasta un taxi que nos estaba esperando.

Me subió primero y luego de guardar la silla de ruedas aproveché para ponerle seguro a las puertas, no quería verlo.

—Niara por favor, abre. —dijo golpeando el vidrio mientras trataba de abrir la puerta.

—Señor por favor avance. —El conductor dio media vuelta para ver mi rostro pero al verlo serio comenzó a conducir.

Cuando llegué a casa, el taxista me ayudó a bajar y sentarme en la silla de ruedas. Una vez dentro puse la traba a la puerta porque sabía que ese idiota no se quedaría con los brazos cruzados, sin contar que él tenía un juego de mis llaves.

Me podían quitar todo en la vida, pero jamás lograrían apagar mi pasión por el voley, y eso lo iba a dejar bien claro.

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