CAPÍTULO VIII
~PDV NAIRA~
No supe nada de mi vida hasta que desperté en una incómoda cama, realmente no entendía nada.
Me asusté al pensar que podía estar sola en un cuarto de hospital, pero cuando noté la presencia de Akanni por alguna extraña razón, o porque era cosa del mandinga, me sentí aliviada.
—¿Qué pasó? —pregunté con la voz algo pastosa, la sentía seca.
—Lo que dije que sucedería. —El imbécil sonrió.
—Si vas a molestar es mejor que te vayas —No estaba de ánimo para aguantar sus estupideces—, mejor déjalo, me voy a casa.
Lo ignoré, no quería estar más ahí por lo que me dispuse a levantarme, pero a la hora de querer sentarme me alarmé, no podía mover las piernas. Quizás solo fue mi imaginación o la poca oxigenación que estaba teniendo mi cerebro y por eso no pude enviar la orden correcta a mi cerebro para mover las piernas. Volví a acomodarme y traté de sentarme pero nada, ni un sólo músculo se movió.
—No te asustes, gracias a Dios, es solo temporal, en uno o dos días podrás mover libremente tus piernas. —Lo que me dijo me alivió por unos segundos, pero ¿Qué haría todo el tiempo que mis piernas tardaran en volver a la normalidad?
—¿Cómo haré para irme a casa? —Me pregunté en voz alta.
—¿No tienes a nadie qué venga por ti?
—No, yo me mudé sola. —¿Por qué rayos le estaba contestando con mi vida personal? De seguro mi cerebro no está bien después de haberme desmayado, tengo que haberlo golpeado con algo en la caída.
—Yo te llavaré a casa. —habló muy seguro, pero antes muerta.
—Antes me arrastro como un gusano. —Mi orgullo ante todo.
—Pues espera que saque mi celular para filmarte. —dijo mientras se dejó caer en la silla que estaba al lado de la cama.
—Pues prepárate porque empieza el espectáculo. —respondí para hacer fuerza y sentarme en la cama.
Tengo que haber estado alrededor de veinte o veinticinco minutos tratando de moverme sin conseguir nada, mientras el estúpido de Akanni me observaba divertido, esta me la cobraría, ni sueñes maldito que te la vas a llevar de arriba.
—Si me muevo por acá —Se me ocurrió mirar los pies de la cama—, puedo llegar a la silla de rueda y de ahí salir y tomar un remis. —¿Cómo me subiría? No creo que el remisero me ayude después a bajar, pensaba al mismo tiempo que trataba de acomodarme.
No se en que momento se puso de cuclillas frente a mi, se niveló de una forma que quedamos a la misma altura. Me llené de asombro y vergüenza al tenerlo tan cerca, y por alguna extraña razón mi orgullo estaba dañado.
—No me importa lo que pienses. No debes sentirte avergonzada, más bien orgullosa por tus logros. —El tono de su voz, suave y dulce junto con las palabras que salieron de su boca provocaron que un nudo creciera en mi garganta y por ende que las lágrimas se amontonaran en mis ojos. —Te llevaré a casa, no porque estas inválida temporalmente o porque me das lástima, sino porque mi pecho se hincha de orgullo y me inclino ante tu determinación.
Mi mente se quedó helada tratando de responder a sus palabras, no pensé que él fuera a tener ese tipo de sentimientos, pero más importante aún no pensé que yo me perdería en ellos. Mi cuerpo simplemente reaccionó y lo sujeté por su camiseta.
—Dime. —se volteó para mirarme.
—¿Puedes...? —hice una seña para que bajara y estar a su altura.
—Claro. —sonrió y se puso nuevamente en la misma posición que hace unos momentos.
Cuando estuvo frente a mi, mis manos subieron hasta su rostro y mis labios se acercaron tímidamente a los de él. Lo besé sin saber nada más, lo único que sentía en ese momento fueron sus palabras de apoyo resonando en cada rincón de mi cuerpo, lo besé y creo que lo volvería a hacer.
Al separarnos Akanni tenía dibujada una sonrisa en su rostro, pero parecía que no podía salir del shock del beso.
—Si no puedes llevarme hasta mi casa lo haré por mi misma. —hablé para cortar el ambiente, pero la verdad es que no sabía cómo manejar este tipo de situaciones.
—Su... Sube a mi espalda y dime la dirección que yo te llevaré también. —No podía creer lo que escuchaba, el chico seguro de si mismo, el gran Akanni acababa de tartamudear.
—De acuerdo. —Subí a su espalda, donde debo admitir que me sentí segura, y al tomar el celular se lo pasé con la dirección.
A penas lo tomó comenzó a caminar. Ninguno de los dos habló nada en todo el trayecto, sólo permanecimos en un silencio que al principio fue incómodo pero que lentamente se volvió confortable.
La realidad de la situación es que me sentía demasiado avergonzada por mi actitud, de repente me había vuelto una quinceañera hormonal pero de las tímidas.
—Llegamos. —Su voz me sorprendió y me sacó de entre mi nube de pensamientos.
—En el bolsillo delantero está la llave. —Se la pasaría yo misma pero resulta ser que el señor tiene la mochila en su pecho y yo solo mido 1,67 mts., por lo que tengo brazos cortos y no llego.
—¡Oh! Acá está. —Y al sacarla una carcajada resonó en su pecho llegando hasta su espalda—. ¿Tanto te puede gustar el voley? —Me preguntó mientras ingresaba la llave en la cerradura para poder pasar.
—¿Qué te puedo decir? Es mi vida. —Le devolví una sonrisa que él no pudo apreciar, una sonrisa que salió de forma natural, una que estaba agradecida de que no pudiera ver—. Listo puedes dejarme aquí y yo me encargaré del resto. —hablé mientras me colocaba en un sillón y terminaba de prender las luces de la casa.
No obtuve respuesta de su parte, por el contrario como si fuera su propia casa comenzó a recorrerla sin mi permiso, definitivamente este tipo no estaba bien de la cabeza.
—Tienes un departamento muy cómodo. —agregó después de que volvió de inspeccionar el baño.
—Gracias. —Como había hablado era mi oportunidad de contraatacar—. Como te dije recién ya puedes marcharte, yo me ocuparé de mi misma.
—Creo que no has logrado entender del todo la situación, pero no importa yo estoy para ti. —Me confundió, sus palabras definitivamente me confundieron.
Akanni se sacó sus abrigos quedando sólo con su camiseta de entrenamiento, y sólo hasta recién, lo juro por Dios y sino que me caiga un rayo, había notado su perfecto estado físico, lo ancho de sus hombros y lo bien trabajado que tenía su abdomen. No pensé, sin sonar racista ni nada por el estilo, que me pudiera sentir tan atraída por un hombre de piel oscura, tampoco es que yo fuera blancas nieves, pero no se, nunca me llamaron la atención los morenos.
—¿Vas a seguir deborándome con la mirada? Si quieres morder no me voy a negar. —dijo luego de atraparme mientras lo observaba.
—No te creas demasiado, solo estaba pensando en te habías puesto demasiado cómodo. —Obviamente mentí, ni aunque me estuvieran picando los ojos lo admitiría.
Akanni no volvió a decir nada, sólo sonreía como un niño chico con un juguete nuevo. Me tomó entre sus brazos y se dirigió hasta el baño. Lentamente me dejó en la bañera.
—¿Qué haces? —pregunté alarmada.
—¿No es obvio? —respondió elevando los hombros y brazos.
—No.
—Pues te dejo para que te bañes, o es que piensas dormir con toda la mugre de la pista de atletismo. Lo siento, pero tu cama no se merece tal castigo. —Se dirigió hasta la puerta—. No puedes mover las piernas pero aún así creo que te la puedes ingeniar para desvestirte sola, avisa cuando termines para traerte una toalla. Si me necesitas, estaré en la cocina preparando la cena.
Cuando cerró la puerta lo único que pude hacer es suspirar largamente y hacer la cabeza hacia atrás, pero fui tan brusca que me la di contra el borde de la bañera.
¿Cómo fue que llegamos a esto? Ya se, todo fue producto de mi estupidez sentimental, estúpida Niara. Ahora solo tocaba hacer las cosas rápidas para que se marchara, añoraba mi preciosa soledad.
Me costó bastante, pero al fin pude desvestirme. Cuando el agua comenzó a correr para que de a poco la bañera se llenara mi cabeza revivió las últimas horas de nuevo.
Su voz llegaba siempre a mis pensamientos, y su sonrisa se hacía presente frente a mis ojos cerrados. Ahora estaba segura: él estaba en el equipo de voley, tendría que averiguar quién era sin que el idiota de Akanni se diera cuenta, no quería que abusara de su poder como capitán, aunque no se viera de ese tipo de persona, no me arriesgaría.
—¿Terminaste? —Los golpes en la puerta me asustaron.
—Si. —Y no terminé de responder cuando ya había entrado tapándose los ojos y ofreciéndome una toalla para secarme y volver a salir.
—Cuando estés lista te llevaré a tu habitación. —habló detrás de la puerta.
—Ya estoy. —Estaba realmente avergonzada pero jamás se lo haría saber.
Entró y evitando verme lo más que podía me volvió a sostener en sus brazos para cargarme hasta la habitación.
Al dejarme sobre la cama se encaminó hasta el armario para buscarme ropa, iba a reprocharle su falta de tacto ante mi privacidad pero mi mundo se detuvo cuando se dirigió hasta el cajón de ropa interior, sentí el calor subir a mi cuerpo para prenderse en mi rostro.
—¡Tú, animal pervertido! No te atrevas a poner un solo dedo sobre ese cajón. —Lo amenacé como pude pero él solo rió.
—¿Será acaso que piensas que soy un joven virgen? —Se volteó hacia mi con las prendas entre sus manos, y yo quería morir allí —. Pues déjame decirte que no. —Me las lanzó junto con la demás ropa y antes de salir me guiñó un ojo—. Tómate tu tiempo, estaré terminando de arreglar las cosas para la cena.
Cuando cerró la puerta giré mi cuerpo y ahogué un grito en la almohada. Por primera vez en mi vida odié mi terquedad. No me moví por unos minutos olvidando que sólo estaba envuelta en una toalla. Se estaba divirtiendo mucho y me las cobraría de una forma muy lenta.
Akanni luego de un rato me buscó para cenar, no es que tenga la súper habilidad en la cocina, pero se defendía bastante bien, ni en sueños caería por este idiota.
Mientras cenamos hablamos de voley, ¿sino de que otra cosa podrían hablar dos voleivolistas? De acuerdo podríamos haber hablado de otra cosa, pero era el primer paso que necesitaba concretar para poder indagar sobre su equipo sin que parezca sospechosa.
Debo admitir que la conversación se fue por las ramas y no pude averiguar nada de lo que me propuse, pero fue bueno poder descubrí otra faceta de él.
Luego de cenar y ordenar todo, me recostó en la cama, pude experimentar lo que era tener un niñero.
—Las llaves me las llevo yo, así que no te preocupes. Mañana vendré por ti.
Pensé que iba a acercarse para besarme pero simplemente se marchó sonriendo. Qué noche tuve hoy.
Apagué la luz del velador quedando sumida en la completa oscuridad. Quise dormir y cerré los ojos con fuerza pero la textura de sus labios se hizo presente. ¿Cómo pude haberlo besado? Yo de verdad no estaba bien, encima por culpa de estas estúpidas piernas que no reaccionan ahora lo tendré de niñero.
Puse mi brazo sobre mis ojos como si de esa forma todo fuera a desaparecer, pero fue todo lo contrario. El calor de una caricia y su sonrisa se hicieron presente de nuevo.
¿Será que ese tipo estuvo en el cuarto cuando estaba desmayada? ¿Lo habrá visto Akanni y por eso reaccionaba de esa manera?
Perfecto ahora la cabeza me daba vueltas, realmente estaba considerando en hacerme lesbiana, así nadie se me acercaría y no tendría mas problemas con esos dos idiotas.
¿Qué voy a hacer ahora?
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