Capítulo 2: Caidos del Cielo

Caminaba con algo de prisa, forzar el uso de sus poderes solo le traería problemas más tarde. Lo mejor era simplemente ir a su paso. Subió las escaleras de dos en dos,  y cuando finalmente llegó al lugar de encuentro, observó a un sujeto de piel bronceada, ojos azules cual hielo antártico, un parche negro que tapaba uno de ellos, lo que le daba cierta sensación de ver a una clase de pirata agradable. Sus ropajes no se distinguían mucho de algunos trajes de héroes que ya había visto antes, más sin embargo, los estragos en sus recuerdos hacía que no se pudiese focalizar en algunas de sus memorias.

Se acercó para ver de qué hablaban, frente a el extraño del parche, estaba Lumine, Paimon y Amber.

—¡Lumine, Paimon! —trotó hasta llegar donde ellas—. ¿Estás bien, Lumine?

—Tranquilo, no fue tan difícil —disminuyó la gran hazaña ya que no quería presumir de ello—. ¿Y tú? Paimon me dijo que saliste envuelto en rayos para ayudarme...

—Ohh, jeje. Verás... —desvió la mirada hacia el piso—. No estaba en mis posibilidades ayudarte, así que empecé a ayudar a las otras personas.

—Contigo también vengo a hablar —irrumpió en la conversación el oji azul—. Realmente hicieron un espectaculo, además de habernos ayudado bastante. Estoy agradecido con ustedes. Espero que sean esperanza o una nueva tormenta...

—Stormterror sigue en Mondstadt, debemos evitar que siga haciendo daños —dijo Amber.

—Eso será después, Amber. No nos hemos presentado y no quiero ser descortés con ellos.

—Oh es verdad. Bueno, ellos son Paimon, Lumine e Izuku, y vienen de lejos —abrevió lo más que pudo de ellos—. Chicos, él es Kaeya, capitán de Caballería de los Caballeros de Favonius.

—¿Y que hacen por aquí? ¿Son turistas?

—Deja yo explico eso —dijo el pecoso.

El camino hacia la sede de los caballeros de Favonius fue amigable, varia gente que había visto las hazañas de los forasteros agradecían cuando se cruzaban por el camino. Lumine, Paimon y Kaeya iban en frente, mientras que Izuku los seguía desde atrás con la respiración agitada. La castaña que los acompañaba se quedó al lado de él con duda.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja—. Tienes mal aspecto.

—Solo estoy un poco fuera de forma, jeje. Luego estaré fresco como una lechuga —aseguró pero no convenció por completo a la exploradora.

Al llegar a la sede, los recibieron varios soldados que prestaban guardia en el entrada. Las enormes puertas de madera y bordes de metal fueron abiertas para los héroes del momento. El piso parecía estar recién limpiado, el patrón de blanco y negro como si se tratara de un tablero de ajedrez iba de un extremo a otro. Las enormes lampara de luces colgaba en el centro del techo, y habían varios cuadros en las esquinas. Pasaron a una de las habitaciones de la izquierda y tocaron la puerta antes de entrar. Izuku pasó junto con Lumine y Paimon.

Intentó reconocer con la mirada cual de las dos mujeres presentes habían solicitado su presencia. Una de ellas tenía el cabello rubia muy claro, y un par de ojos azules oscuros. Vestía de manera elegante, en cadera brillaba su visión Anemo, y tenía una mirada aliviada. Por otra parte, en la habitación también había una mujer de aspecto un poco más llamativo, su pelo castaño claro no muy largo pasaba sobre su clavícula, sus ojos verdes  parecían ver de manera divertida a ambos jóvenes, sus vestiduras moradas y blancas llenas de detalles pasaban sobre sus hombros y desde el inicio del abdomen hasta culminar cerca de las rodillas. En su cuello reposaba un collar cuyo objeto a lucir era su visión electro. Aunque no estaba tan cerca como la rubia, tenía mucho más nervioso a Izuku.

El oji azul saludó a ambas mujeres al igual que Amber, por su parte Lumine se quedó parada expectante a la conversación que venía.

<<Me está doliendo el cuerpo>> buscó con prisa un lugar dónde sentarse y dejó confundidos a los demás.

—¿Estas bien, Izuku?

—S-solo estoy cansado, no es nada —pasó la mano por su frente y se percató de que estaba sudando mucho—. Sigan hablando, yo tomaré aire.

Los presentes retomaron en lo suyo. Lamentablemente los estragos que estaba causando, Stormterror dificultaba las actividades de los Caballeros de Favonius, por lo que solo podían poner carteles para ayudar en la búsqueda del hermano de Lumine. El peli verde trataba de prestar la máxima atención posible, pero su cuerpo empezaba a ceder ante el dolor. Su mirada de nublaba a ratos, y de a poco dejaba de escuchar.

—Sabemos que el poder que tiene Stormterror lo extrae desde los Templos de los Cuatro Vientos. Inspeccionaremos tres de los cuatro —dijo Jean analizando el escenario—. Supongo que ya saben por qué solo tres.

—Paimon no entiende nada de nada.

—Mejor preguntemos más tarde —dijo Lumine.

—Muy bien, Caballeros de Favonius, el tiempo apremia. Debemos actuar ya.

Todos asintieron y salieron de la habitación salvo por Izuku que se levantó tambaleando, tenía muy poca estabilidad y con suerte sabía que avanzaba por el sonido de su calzado. Abrió la puerta y a tan solo tres metros de la entrada de la sede, cayó rendido al piso...

La absoluta obscuridad reinaba por todo el lugar, ningún sonido era producido, y tampoco tenía la sensación de estar avanzando por más pasos que daba. Se sentía mejor, mucho mejor, como si nada hubiese pasado. Miraba su cuero en busca de algo, pero solo era cubierto por una muy fina línea verdosa. Miraba hacia arriba, si es que no había perdido el sentido de la percepción del entorno.

Intentó invocar a Nana, pero no daba resultados.

—¿Esto no tiene que ver nada con el OFA? —la confusión se adueñó de mente en un segundo—. N-no... tiene que ver —se aseguró así mismo.

Negó con la cabeza, había varias similitudes con el espacio del don heredado como para negar una conexión entre ambos lugares. Sentía que pasaban las horas y nada pasaba, gritaba de vez en cuando aguardando con esperanza la recepción de su mensaje, y por consiguiente, recibir una respuesta. Intentaba usar alguna de sus habilidades y tampoco había resultado positivo. Ya cansado de no hacer nada se levantó y guardó en sus pulmones todo al aire que pudo.

—¡¿Hay alguien?! —elevó la voz lo más que su garganta le permitió, y aún así, no hubo respuesta—. ¡Maldición! —zapateó el suelo para luego acostarse sobre este.

Empezó a girar de un lado para otro, con los ojos cerrados, si era un mal sueño ya quería despertar. En medio de su berrinche, una luz alumbró de sobre manera sus párpados cerrados. Abrió los ojos exaltado, pero le dolieron como si se tratara de mirar de manera directa el sol. Cubrió con el brazo derecho su línea de visión. De a poco, varias luces de otros colores se empezaron a amontonar sobre la primera. Primero Verde Celeste, luego Amarillo, Morado, Verde Oscuro, Azul claro y finalmente un color similar a la nieve de invierno. Cada uno venía en forma esférica y se separaron uniformemente.

—Está sensación... ¡portadores! —una gota de felicidad y total esperanza lo abrazó.

La energía que provenía de aquellas luces le era bastante familiar, pero al rato algo lo extrañó. Repasó la cantidad de esferas.

—¿Por qué no siento la energía de All Might...?

Antes de poder pensar bien, sintió como una gran cantidad de agua casi lo ahoga.

Escapó de aquel oscuro lugar para volver a la realidad.

Se levantó en guardia. Su cara y pelo verde estaban completamente mojados, además de no tener partes de su ropa. La sensación de dolor había desaparecido por completo.

—Por fin despiertas, qué alivio —dijo una voz femenina detrás de él—. No quería usar mi visión de esa manera pero no quieras despertar por las buenas de tu pesadilla.

La portadora de la voz caminó hasta pararse frente a Izuku para luego dar una gentil sonrisa.

—Un gusto, soy Bárbara, la diaconisa de la iglesia de Favonius —se presentó la rubia animada.

—U-un gusto, Bárbara-san... —miró a la chica y se percató de su gran parecido con la Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius—. ¿Dónde estoy?

—Estas en la iglesia, te trajeron hasta aquí Amber, Kaeya y un pequeña cosa voladora.

—¿Y eso hace cuanto fue? —preguntó viendo hacia la ventana.

—Humm, hace un par de días —dijo con un tonto gentil—. Bien, ahora acércate que tengo que revisar que ya estés completamente bien.

Aunque quería salir corriendo para buscar a Lumine, se contuvo y se dejó inspeccionar de la rubia. Al terminar de revisarlo le pasó su camisa y zapatos.

—Jean dijo que te avisara cuando despertaras. No tardará en venir.

Izuku terminó de amarrar sus agujetas y se levantó para luego darse unas palmadas en el rostro. Se giró hacia la diaconisa y se inclinó en señal de agradecimiento.

—Muchas gracias, Bárbara-san. Ahora me siento mucho mejor. Dile a Jean que tengo algo que hacer por lo que salí antes.

—Deberías esperarla —recomendó la rubia jugando con sus dedos.

No quiera quedarse de nuevo a solas con su hermana mayor solo para decirle eso.

—Lo siento —chocó sus palmas y se fue corriendo—. ¡Te debo una, Bárbara-san!

—¡Aguarda un momento! —pidió y fue tras el chico de pelo verde—. ¡Izuku!

La persecución para nada seria fue formada. El peliverde pasaba por los pasillos mientras que detrás de él escuchaba los reclamos contantes de la rubia que no parecía querer detenerse. En su ruta llegó a unas puertas de grandes dimensiones con tallados en madera muy bellos. Sin saber muy bien hacia donde dirigirse, simplemente dejó que su instinto lo guiara.

—Todavía sigue detrás de mí —susurró sin detener su paso—. ¿Será acaso que no puede hablar con Jean de mi situación?

Cruzó la salida de la iglesia de Favonius y una gran brisa fresca lo recibió, sus ojos que poca luz habían visto fueron cegados por deslumbrante sol. Apenas se detuvo, no tuvo tiempo de reacción cuando fue derribado con algo de delicadeza.

—Es... peraremos... a... Jean.... —dijo entre cortada mientras tomaba todo el aire que podía—. Corres... mucho.

—Lo siento —balbuceó apartando la mirada de la oji azul que lo tenía atrapado—. N-no intentaré escapar.

La diaconisa agradeció y guardó silencio, Izuku se levantó del suelo, y empezó a caminar de nuevo hacia la iglesia de Favonius. Bárbara le ordenó que se sentara en una silla que había en una habitación apartada del salón principal de adoración al Arconte Anemo. En su espera comenzaba a pensar sobre lo que había pasado en su "sueño".

—¿Quién es All Might...? —la pregunta era bastante fácil de responder, si hubiese contado con todos su recuerdos—. Solo recuerdo ese nombre, ¿qué era tan importante?

Recordó todo lo he conllevaba el One For All, y aún así, la imagen de su maestro no era más una neblina espesa que tapaba cientos de memorias no muy lejanas.

—Debo de hablar con Nana... un momento, ¿por qué ella es la única persona que logró recordar bien? —un click hizo eco en su mente—. ¿Tiene que ver con las estatuas?

No tenía pruebas suficientes, solo el primer caso.

—Ahora que lo pienso... ni siquiera se quien es mi mamá... —antes de poder continuar fue interrumpido por un curioso olor.

Nuevamente una serie de pasos se acercaba, compañados de los sonidos de el tarareo de una canción. Izuku buscó el origen de ello y encontró a Bárbara llegando a lugar junto con una pequeña bandeja en donde habían dos vasos. La diaconisa simplemente se sentó al lado del peliverde y le ofreció el vaso. Izuku aceptó gustoso, además de que le sería imposible decir que no al angelical rostro de Barbara.

—Gracias, Bárbara-san —recibió un asentimiento y le dio un sorbo al líquido—. ¿Esto es...? —una sensación picosa hizo presencia en toda su boca.

—Tiene picante, e-es que a m-mí me gusta así, aparte pareces estar decaído, esto me ayuda a estar más activa —explico enredada y avergonzada.

—Jejeje. A mi me encanta el picante, creo que ya encontré mi bebida favorita —un recuerdo extrañamente innecesario estaba flotando en su mente, pero al menos si tuvo una función—. ¿Me enseñarías a prepararlo? Quiero seguir probándolo cuando retorne con mi viaje.

—Cla-claro —su sorpresa era grande, nunca había visto a un chico como el peli verde que la pusiera tan nerviosa con tan solo decir que al bebida favorita de ella, ahora era su preferida también—. A-aunque eso será para luego, ya no tengo más ingredientes para prepararlo.

—¡Genial! —vociferó a la par que se levantaba de su asiento—. ¿Puedo acompañarte cuando vayas a ir por los ingredientes?

Barbara abrió los ojos y se asombró todavía más por la actitud del chico, que era tímido la mayoría del tiempo, o un intrépido, ahora parecía un niño buscando razones para que le compren algo de forma desesperada. La diaconisa lo pensó mientras miraba el contenido del vaso. Sin embrago, una voz de una adulta interrumpió la soledad de ambos chicos.

—No le veo problema a que lo hagas, Bárbara —los tacones de Jean resonaban con el piso—. Siempre y cuando pidas permiso y no dejes que nuestro invitado le pase algo.

—Je-Jean —la presencia de la Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius le generó una pequeña incomodidad.

—Jean-san, es un gusto —dijo Izuku apenado—. N-no la pude saludar bien el primer día, ¿cómo están Lumine y Paimon?

—Ellas dos están bien, de hecho mientras venía me enteré de que Amber está haciendo que Lumine haga la prueba para obtener su licencia de vuelo —la voz en calma de la rubia le devolvieron la paz a Izuku—. No hay nada que tengas que hacer por ahora, no me parece mala idea que acompañes a Barbara para ir por los materiales.

—Y-yo, tengo que pedir permiso para salir... pero si no hay problema, ya vengo —salió casi que corriendo en busca de su aval para poder salir de la iglesia.

—¿Qué pasó en los templos? —preguntó de la nada Izuku dejando confundía a Jean—. ¿Algo sobre stormterror?

—Alcanzaste a escucharlo, ¿estás preocupado por ellas?

—Me preocupa el peligro al asecho, si puedo ayudar al alguien, correré para su socorro, eso hace un héroe.

—¿Eres un héroe?

—No lo sé, pero algo me dice que lo fui alguna vez —se rascó la cabeza mientras reía levemente con un pequeño sonrojo—. Por cierto, Jean-san, ¿Bárbara-san es tu hermana o algo así? Se parecen bastante.

—... veras, es algo... complicado de explicar —la incomodidad de su respuesta fue rápidamente percibida por el pecoso.

—Entiendo, perdón por preguntar.

Un silencio se hizo presente y ninguno batalló para acabarlo. O así fue hasta la puerta fue abierta de algo de prisa, una cabellera  casi dorada llegó hasta donde estaban ambos.

—!Izuku! —Lumine se paraba frente a él y lo miraba desde arriba hacia abajo—. Menos mal estás bien —agradeció internamente.

—Lumine, que bueno que estés bien.

—Bueno, tengo asuntos que atender, nos vemos luego honorables viajeros —se despidió Jean y ambos chicos asintieron.

—¿Tienes hambre? Hace poco preparé algo, y como no has comido nada en algunos días, supuse que tendrías.

—Un poco, pero estoy esperando a alguien —un tarareo fue reconocido por el chico que se giró para ver a Barbara—. Voy a buscar ingredientes para preparar un nueva bebida. Y ella me acompañará.... o yo la acompañaré a ella —se rio de su propio chiste y agachó la cabeza al ver que Lumine ni se inmutó.

—Te-tengo el permiso, Izuku —la voz baja de la rubia dejó consternado al chico.

—Entonces vamos, ya puedo sentir el olor a picante —recibió una sonrisa de Bárbara y empezaron a caminar—. Nos vemos luego, Lumine.

—Si...

—Paimon, puedes comerte la comida de Izuku, él no vendrá.

—¿Necesitaba permiso? —preguntó antes de llevarse el último bocado a la boca y dejar completamente vacío el plato—. Estuvo delicioso.

—Te hoy a cocinar a ti un día de estos para ver si la comida dura más tiempo.

—No0o0o0.





























































¿Por qué Bárbara? Porque si, aguante la mejor healer del juego gonorreas. Ya enserio, no quería simplemente mandar a Izuku junto con Lumine a hacer exactamente lo mismo que en el canon, como verán Izuku no será el eje de la principal historia, el será el eje su propia historia. No haré que opaque a Lumine, de por si está tan nerfeado que dudo que lo haga algo muy relevante por ahora.

¿Era necesario tal rebajon de poderes?

Si, para nada lo decidí porque no quería ver un Izuku roto con visiones elementales dando madrazos a dioses y criaturas de poderes impresionantes.

¿Les gustó? Dejen su Estrella si fue así.

Pueden dejar sus críticas/opiniones. Eso sería todo por ahora.

Nos vemos en otra historia, o comentario. Nunca se sabe...

GottoCacth

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