CAPÍTULO 7. EL TALLER DE LA CREACIÓN
Una vez que El Universo fue creado, nuestro padre nos organizó por medio de El Verbo para crear las formas de vida que lo habitarían.
Por ese entonces aun no estábamos conscientes de la sabiduría que residía en nosotros y El Verbo nos hizo descubrirla estimulando nuestro raciocinio.
Así entendimos que existíamos y que teníamos individualidad gracias a nuestro libre albedrío, después entendimos que el universo tenía una existencia activa, esto es, que tenía un propósito y una predisposición que le impelía a cumplirlo.
Cuando nos reportamos listos para avanzar en la creación de vida, El Verbo nos hizo saber las reglas básicas.
· Al crear seres vivos no se deberá crear más materia.
· Cada Ser será único, capaz de subsistir consumiendo materia de su entorno.
· A cada especie corresponderá un quehacer vital con el que complementará cuando menos a otra especie.
Ignoro como es que estas definiciones fueron traducidas en acciones concretas por los demás, yo lo hice basándome en conocimientos que descubrí dentro de mí y solo pudo ser porque ya estaban ahí.
Quedó establecido que crearíamos formas de vida con libre albedrío y sin él, formas de vida que se alimentarían de la materia de otras y formas de vida simbióticas con otras.
El Verbo nos informó que la forma de vida más importante que íbamos a crear, sería una que poseería además de libre albedrío un soplo de vida con un destello del potencial creativo de nuestro padre. Esa fue la primera noticia que tuvimos de los humanos.
El universo estaba amalgamado por un sistema de vinculación que intuitivamente entendimos como supra-entorno mineral, con ese referente creamos los supra-entornos animal y vegetal para vincular animales y vegetales respectivamente.
Las leyes rectoras del supra-entorno mineral fueron decididas por nuestro padre y por su decisión fue nuestra misión definir las leyes rectoras de los otros supra-entornos.
En el supra-entorno mineral las entidades que la conforman nacen, crecen y desaparecen constantemente y esa evolución es lo que les hace existir; al comprender eso decidimos que vegetales y animales debían cumplir con un ciclo equivalente.
Cuando nos confrontamos con el hecho de que eso forzaba a que nuestras creaturas tuvieran vida perecedera y que la imposibilidad de crear más materia implicaba que la suya fuera reusada, se rompió nuestra armonía.
También entendimos que nuestras creaturas debían multiplicarse antes de morir, ya que de otra suerte se extinguirían tras la primera generación.
Para reusar la materia planeamos organizar plantas y animales en regímenes de interdependencia en los que todas las especies coexistirían consumiendo y reciclando la misma materia.
Eso lo concertamos a duras penas en animales y plantas, pero cuando discutimos el caso de los humanos nuestras discrepancias fueron mayúsculas, porque muchos rechazamos tajantemente el que proveyeran a otra especie con su materia y logramos que fuera nuestro criterio el que prevaleciera.
Tampoco coincidimos en hacerlos simbióticos porque eso atentaría contra el total Libre Albedrío que nuestro padre había decretado obsequiarles.
Mucho después, cuando ya estaban creados los vegetales y demás animales, decidimos que serían las únicas creaturas para las que no diseñaríamos un régimen de interdependencia.
Solo se vincularían con otras especies como consumidores, distribuidores involuntarios de las semillas de los vegetales de los que se alimentaran y donadores de su materia cuando ya separada de su soplo de vida pudiera ser consumida sin crearles sufrimiento.
Al polemizar para convenir sobre todo eso, caímos en cuenta de que el libre albedrío y capacidad creadora de los humanos les permitiría modificar lo que nosotros pudiéramos decidir, no solo sobre su vinculación con otras especies, sino sobre su vinculación universal y la vinculación de otras especies entre ellas y con el Universo.
Fue entonces cuando uno de nosotros de particular importancia, quien fue el primero en ser creado por nuestro padre a través de El Verbo y al que me referiré en adelante como Dos, propuso que para eliminar la posibilidad de que los humanos atentaran contra todo lo creado, era conveniente disminuir su potencial creativo o su libre albedrío o ambos.
El asunto resultó tan polarizante que todos los trabajos se detuvieron.
Entonces ante la inmovilidad, el Verbo nos ordenó posponer la solución de tan controversial problema e iniciar nuestros trabajos con vegetales y animales.
Obedecer estaba en nuestro ánimo, pero hasta ese momento solo habíamos trabajado juntos para exponer nuestras ideas, opinar sobre las de los demás y convenir o discrepar.
Pero crear vida implicaba llevar nuestra interacción a un siguiente nivel para convenir sobre una enorme cantidad de pequeños aspectos operativos y materializar lo convenido. No sabíamos como.
Para sacarnos de ese marasmo El Verbo nos distribuyó en ciento cuarenta y cuatro mil mesas de doce miembros cada una e integró una mesa de doce moderadores, uno de los cuáles era él.
Los moderadores se movían de mesa en mesa llevando y trayendo información de lo que se estaba discurriendo en las otras, por lo general no hacían sugerencias, se limitaban a destacar pros y contras de las soluciones planteadas.
En mi mesa la entidad más propositiva era un ser de luz que más adelante optó por manifestarse como del sexo femenino y a quién por ahora solo designaré como Ella.
Hago un paréntesis para aclarar que el mencionar mesas de trabajo es una alegoría descriptiva, porque en esos tiempos solo éramos energía pensante y toda tridimensionalidad nos era extraña, tampoco emitíamos sonidos, así que los diálogos que incluyo en seguida no son una traducción sino la materialización de la información que entonces compartimos.
- Insisto -dijo Ella-, en que antes de avanzar en los cómos debemos definir con claridad el para qué, ¿para qué crear vida?, ¿para ocuparnos en algo?... incluso me desdigo, lo primero a definir no debe ser para qué crearemos vida, lo primero que debemos entender con exactitud es por qué fuimos creados nosotros ¿fuimos creados por una ocurrencia sin sentido?
- ¡Es sorprendente que tengas dudas!, ¡fuimos creados para servir a nuestro padre y obedecer a El Verbo! –Retumbó Dos-
Antes de que Ella o alguien más reaccionara a tal aseveración, El Verbo hizo sentir su presencia y dijo.
- Para eso es inconveniente que se nos haya dotado de Libre Albedrío y Potencial Creativo, pues combinados nos permiten recuperar continuamente más conocimientos de la esencia de nuestro padre y los conocimientos son las semillas de la desobediencia.
Se inició entonces un diálogo entre Ella y El Verbo que iluminó nuestra razón y aún sigue aportándome referencias de verdad.
Ella planteó su duda.
- Si la obediencia no es nuestra razón de ser ¿nos está permitido desobedecer y por ende atentar contra la voluntad de nuestro padre?
Y El Verbo en lugar de responder la forzó a recuperar conocimientos que nuestro padre ya le había otorgado desde su creación.
- ¿Quieres describir que es la desobediencia?
Ella reflexionó brevemente y respondió.
- Es un cambio de dirección con respecto a lo esperado, es lo que da a los seres del supra entorno mineral, que son los únicos que existen por ahora, la posibilidad de modificar su trayectoria en respuesta a la tendencia al desorden inducida por su propia naturaleza y la de los demás.
La desobediencia solo puede existir en referencia al tiempo porque tiene un principio y un final, todos los seres del supra-entorno mineral incurren en cambios de dirección, esto es, incurren en desobediencias al atraerse y repelerse unos de otros, pero esas desobediencias colocan a la entidad infractora en caminos que están dentro de un espacio definido con anterioridad.
- ¿Quién definió el espacio para los seres del supra-entorno mineral y con base en qué? –Interrogó El Verbo-
Ella dijo.
- El espacio del supra-entorno mineral se autodefinió al momento en que explotó la masa original con base en las definiciones que Nuestro Padre decretó.
El Verbo replicó.
- ¿Sería correcto aseverar que cuando los cuerpos cósmicos cambian de dirección por su tendencia al desorden su nuevo camino queda no solo dentro del universo sino dentro de las previsiones de nuestro padre?
- Sí claro, nada puede existir fuera de Él.
- ¿Entonces, a quién desobedece la desobediencia?
- ¡Es verdad!, ¡la desobediencia es un cambio de dirección que no atenta, no puede atentar contra nuestro padre!
La energía que Ella liberó al festejar su conclusión fue la primera exclamación no mesurada en los espacios de la creación.
Entonces El Verbo planteó una pregunta cuya respuesta aun estaba fuera de nuestra comprensión.
En ese momento muchos creímos que lo hacía para confrontarnos con el hecho de que aún estábamos iniciando nuestro desarrollo, pero más tarde descubrimos que nos estaba dando la clave para realmente entender la creación de vida.
- Ya que la desobediencia es propiciada por los conocimientos –dijo- y los conocimientos son adquiridos gracias a la combinación de libre albedrío y potencial creativo ¿cómo es que los minerales pueden desobedecer si no tienen ni libre albedrío ni potencial creativo?
- No lo sé –respondió ella sin turbaciones-, antes de que existiéramos nuestro padre decidió sobre tales atributos, pero eso no modifica el hecho de que ni los cuerpos cósmicos, ni nosotros, ni los seres que crearemos, podremos nunca hacer algo que atente contra sus designios, aunque... tal vez nuestro libre albedrío nos lleve a hacer algo que atente contra nosotros mismos.
Al escuchar esta última respuesta El Verbo y Dos cesaron de hacerse sentir entre nosotros y fueron a moderar los trabajos de otras mesas.
Nos quedamos pensando sin compartir nuestro pensamiento por un instante que ahora puedo decir que fue mucho tiempo humano, posiblemente unos mil años.
Después Ella tomó la palabra para expresar más de sus inquietudes sobre el propósito de nuestro quehacer.
- Tenemos la tarea de crear nuevas formas de vida porque la existencia de los minerales no completa el plan de nuestro padre –expresó con lentitud-.
Todo el ejercicio de la creación implicará una interrelación entre entidades que confirmará para cada una la razón de ser que le permitirá trascender.
Nuestro padre confirmó su existencia al crear a El Verbo y cuando fuimos creados El Verbo logró trascender, ahora nuestro padre creará vegetales y animales a través de nosotros y lograremos trascender.
Lo que no entiendo es como lograrán trascender esas entidades que crearemos con libre albedrío y potencial creativo, si es que no tienen una razón de ser predefinida.
Otra entidad de nuestra mesa dijo con seguridad.
- No les hemos definido aun un régimen de interdependencia específico, sin embargo con el solo hecho de existir estarán vinculadas con todas las otras formas de vida.
Propongo que avancemos en la creación de vida vegetal y animal tal como nos fue indicado, y procuremos mientras tanto dilucidar si realmente tenemos que definir la razón de ser de esas creaturas o solamente entender lo que nuestro padre desea.
Todos nos sentimos aliviados con esa propuesta porque nos alejó de la incomodidad de tener que aceptar por primera vez que teníamos limitaciones.
Entusiasmado por su éxito el ponente continuó diciendo.
- Debemos hacer precisiones sobre cómo lograr que la materia que cada creatura consuma regrese a su estado original o se constituya en otra forma de materia que asegure la continuidad del equilibrio de los tres Supra-entornos.
También está pendiente establecer la manera de que cada individuo sea diferente sin perder su identidad de especie y tampoco hemos resuelto como lograr que consuman energía de su entorno sin destruirlo...
Propongo que nos ocupemos en imaginar los criterios de diseño de sus organismos.
Nuevamente los doce estuvimos de acuerdo, así fue que finalmente mi mesa se sumó con algo de retraso al proyecto de la creación de vida.
Las ciento cuarenta y cuatro mil mesas trabajaron sin descanso, pero mientras que en la nuestra nos concentramos en dilucidar la manera de establecer criterios de diseño, en las demás se comenzaron a producir prototipos con pocas previsiones de coexistencia que eran rechazados por los moderadores casi en cuanto eran presentados.
Nosotros no creamos prototipos, tras varias desgastantes deliberaciones entregamos una propuesta de tres tareas en las que se debería avanzar con antelación a la creación de cada especie.
1. Establecimiento de criterios de ciclo y reciclado.
2. Establecimiento de criterios de funcionalidad mecánica para el diseño de sistemas vitales y sistemas motrices.
3. Establecimiento de criterios de funcionalidad química para el diseño de sistemas de absorción de energía.
Los tres puntos fueron aprobados y de inmediato pasaron a formar parte del conocimiento de todos, se dejaron de producir prototipos y El Verbo estableció una nueva forma de organización.
Las ciento cuarenta y cuatro mil mesas fueron divididas en doce grupos de doce mil y dado que cada mesa continuó siendo de doce miembros los grupos quedaron compuestos por ciento cuarenta y cuatro mil seres de luz, por último, a cada uno de los doce grupos se le asignó un planeta distinto.
Hasta ese momento atestigüé todo el ejercicio de la creación, en adelante solo una doceava parte.
- Ahora –dijo Ella- lo primero es seleccionar los materiales que serán los básicos para con sus atributos establecer a detalle los criterios de diseño, después imaginaremos las primeras especies y estableceremos la manera en que se reproducirán.
Su propuesta nos convenció de inmediato y fuimos a seleccionar los materiales básicos al planeta que se nos había asignado, la Tierra.
Optamos por usar carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno; más adelante, principalmente para crear animales, incluimos calcio, fósforo y muy pequeñas cantidades de otros elementos.
Tras crear la primera forma de vida nuestro entusiasmo fue superlativo pero de poca duración porque Ella nos confrontó con un nuevo y tremendo reto.
- Bien -expresó con solemnidad-, ahora ya podremos establecer criterios de diseño del cuerpo material de nuestras creaturas para que puedan realizar tareas como las de alimentarse o en su caso desplazarse a voluntad, pero, ¿cómo haremos tangible la inteligencia de su voluntad de vida y la inteligencia de su materia para que las puedan transferir a sus descendientes?, porque no es pensable que nosotros estemos repitiendo nuestra tarea creadora para cada nueva generación.
Nadie pudo avanzar siquiera un poco en la solución de tal enigma y así en total receso nos encontró un moderador que no nos había visitado antes y quien llevó nuestro insuperado reto a las demás mesas de nuestro grupo y a las de los once grupos restantes.
Las discusiones en torno de las tres tareas que propusimos se olvidaron, todas las energías se concentraron en descubrir la manera de materializar la inteligencia genética de las formas de vida que estábamos por crear.
En realidad la solución ya existía, pero nadie de nosotros había reparado en ello.
El Universo tenía vida, se movía por sí mismo y contaba con una voluntad que le permitía introducir cambios a su comportamiento y toda esa inteligencia funcionaba por si misma porque nuestro padre la había hecho tangible aunque no con el propósito de que fuera heredada, sino por practicidad.
Ya El Verbo nos había insinuado la existencia de tal solución, pero nuestra soberbia nos hizo no entenderle, además, disminuidos por nuestra ignorancia cometimos un error aún más grave, no preguntamos.
El caso es que ninguna mesa de trabajo pudo encontrar la solución y por primera vez dudamos, por primera vez experimentamos la frustración de no poderlo todo y también por primera vez temimos que nuestra capacidad individual fuese inferior a la de los demás.
En esa etapa empezamos a tener una más clara conciencia de nuestra individualidad.
Sorpresivamente Dos pidió la atención de los doce grupos para que el representante de una de las mesas de trabajo que él había apoyado nos diera la solución que buscábamos.
No existían antecedentes al respecto, nunca antes uno de nosotros se había dirigido a toda la asamblea, hasta entonces solo los moderadores lo habían hecho, por lo que un rumor de inconformidad y celos llenó el ambiente.
Cuando el envidiado ponente se hizo presente en nuestra razón la paz se hizo en nuestro ánimo, su energía vital era tan grande que no nos quedaron dudas de que en realidad nos enseñaría algo valioso.
Tras avasallarnos proyectó en nuestro entendimiento una visión del universo tal cual existía y de forma sistemática fue eliminando todos los cuerpos materiales hasta dejar solo unos corpúsculos de energía que existen entre su estructura, se trata de una construcción helicoidal que contiene el código de vida del Supra Entorno Mineral, todos al verlo entendimos de lo que se trataba porque nuestra capacidad de aprendizaje está sustentada por la sabiduría que Nuestro Padre integró a nuestro Soplo de Vida, realmente no aprendemos, recordamos.
Ahí, en esa sencilla estructura estaba la respuesta al cuestionamiento que nos había hecho El Verbo de por qué los minerales pueden desobedecer si no tienen ni Libre Albedrío ni Potencial Creativo.
Se trata de una forma de almacenaje de información en código binario, en donde reside toda la lógica de la actividad vital del Universo y al instante entendimos que podía ser utilizada para cualquier forma de vida.
Ahora esa estructura se conoce en términos humanos como ADN, Ácido Desoxirribo Nucléico.
El asombro fue generalizado, Dos estaba henchido de gusto porque una mesa asesorada por él había solucionado el problema que detenía la creación de vida.
No hubo uno solo de nosotros que no se sintiera invadido por una mezcla de felicidad, sorpresa y alivio, cuando nos recuperamos estuvimos listos para iniciar la actividad que era nuestra razón de ser, crear vida.
El ADN nos permitió también establecer la manera en que nuestras creaturas comenzarían a desarrollarse a partir de una minúscula cantidad de materia hasta llegar a la plenitud de sus capacidades físicas para después iniciar un proceso de envejecimiento que derivaría en su muerte.
El disgusto porque nuestras creaturas murieran nos motivó a que ideáramos la forma de que en caso de que algunas de sus partes dejaran de funcionar o fueran mutiladas por accidentes o confrontaciones, se pudieran regenerar para así darle más posibilidades de superar las constantes amenazas a su vida.
Tal posibilidad solo fue autorizada para su aplicación de manera selectiva y como resultado de una revisión completa de la participación de cada especie en el equilibro poblacional y las cadenas alimenticias.
Lo primero que concluimos fue que debíamos considerar por separado la capacidad regenerativa con que dotaríamos a vegetales y animales, porque los primeros serían principalmente proveedores de alimento y los segundos principalmente consumidores.
Finalmente convinimos en que los vegetales podrían regenerar todo su cuerpo y que los animales solo regenerarían sus uñas y vellosidades, aunque más adelante pudimos justificar algunas excepciones.
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