CAPÍTULO 17. EL GRUPO DE CONTROL Y SUS CULTURAS MADRE

   Los divisamos desde las alturas, descendimos sobre ellos y los seguimos por la amarillenta planicie de alto pasto y escasos arbustos.

Eran unos cuatrocientos individuos negroides de movimientos felinos.

Se dirigían al punto de reunión de los cinco pueblos en los que habíamos inducido el interés por unirse y avanzar hacia los confines más alejados del planeta.

Como nuestra tarea era observar, ella decidió que no nos materializáramos para asegurarnos de pasar desapercibidos.

Nos adelantamos al punto de reunión en donde ya estaban más de dos mil homo sapiens de los más variados orígenes.

Casi todos los tipos humanos existentes estaban ahí, la mayoría en mestizaje,

Digo tipos y no razas porque la raza humana es solo una.

Los ausentes eran los del tipo australoide, quienes empujados por las glaciaciones habían quedado aislados en Australia.

Había blancos, rojos, amarillos, morenos y negros,

Los morenos eran la mayoría, después los rojos, los amarillos y los blancos, los negros eran los menos, pero con los que venían en camino serían los segundos en número.

Entre los morenos destacaban unos de tono claro de esbelta fisonomía y larga cara que parecían ser obedecidos por todos los demás, estos carilargos se movían por el campamento dando instrucciones, confortando ancianos, repartiendo alimentos, haciendo curaciones, en fin, parecían trabajadores sociales o voluntarios de una entonces inexiste Cruz Roja.

Yo contemplaba embelesado la escena.

Nunca había visto tantos humanos juntos y que además lo hicieran en paz y armonía me llenaba de gusto.

Que los blancos fueran los menos en esa colectividad fue consecuencia lógica de que eran minoría en la región de donde los seleccionamos.

Y el que existieran varios tipos humanos se debió a que cuando estábamos por crear la primera generación de disminuido potencial creativo, Ella sugirió cambiar el color negro de la primera pareja a moreno.

Entonces varios seres de luz propusieron otros colores, con lo que se inició un debate tan nutrido que resultó necesario abrir un concurso que arrojó cinco tonalidades básicas con una infinita gama de grados dependiendo de la concentración de melanina y oxígeno en la piel.

Junto con los colores se propusieron ligeros cambios de fisonomía que dieron origen a diferentes tipos de neandertales y después de sapiens.

Cuando los humanos desarrollaron la teoría de que los diferentes colores de piel eran una respuesta de la evolución para adaptarse a diferentes climas y que características como el tamaño de las fosas nasales tenía que ver con la temperatura del aire a respirar, me pareció que era una buena explicación de lo que debió de haber sido y lamenté con hilaridad que no fuese la verdad.

¡Todo se originó por una ocurrencia estética de última hora!

Al arribar el grupo que habíamos visto en la planicie, fue recibido con mucha cordialidad.

La alegría que invadió al campamento me motivó a desear integrarme de alguna manera y al no encontrar opciones me conformé con ponerme a observar con detenimiento las facciones de todos.

Me sorprendí de poder identificar a individuos emparentados, fue una deleitable experiencia y me recriminé por no haber tenido esa actitud de observación cuando conviví con los neandertales y con los sapiens durante mi anterior misión.

Si la hubiera tenido seguramente no solo recordaría la apariencia de los personajes centrales, sino los rasgos de personajes tan fascinantes como los que vi en ese campamento.

Permanece en mi memoria hasta la fecha la imagen de una bella joven de magnífico porte que captó mi atención cuando la escuché reír.

Era tan de admirar que llamé a Ella para compartirle mi hallazgo y también fue cautivada por su personalidad.

El recién llegado grupo era negroide y de actitudes felinas, pero para describirlos con propiedad tengo que agregar que tenían anchos labios y rasgados ojos y que la presencia de los varones impresionaba por la profundidad de su mirada y la serenidad de su expresión.

Las mujeres tenían los mismos rasgos, pero dulcificados por su condición femenina, y adornados con una contagiosa sonrisa que regalaban sin mezquindad.

En una amplia hondonada estaba una gran cantidad de caballos de cortas crines y poca alzada, no había cercas pero ocho cuidadores los circundaban portando largas varas, aunque nada indicaba que los equinos tuvieran la intención de desertar.

Divertidos y extrañados contemplamos a dos mozalbetes y una audaz jovenzuela, que se empecinaban en montarse en caballos que se deshacían de ellos con violentos reparos y giros.

Intrigado por la existencia de la manada leí el pensamiento de uno de los vigilantes, la respuesta fue simple, se trataba de la reserva de carne fresca.

Como dije, no habíamos visto a todos esos pueblos juntos antes, pero sí por separado, ya que los habíamos seleccionado hacía cuatro generaciones, pero por nuestra falta de habilidad para medir el tiempo no los habíamos visitado durante los últimos treinta años.

Para actualizarnos sobre sus intereses y planes identificamos a sus líderes y acordamos meternos en la mente de cada uno.

Empezamos con los de los dos pueblos más proactivos, los carilargos y los recién llegados.

Nos reunimos después para intercambiar información.

- El líder de los intiwa –así se llamaban los carilargos- es un tipo muy sensible y bienintencionado -reporté con entusiasmo-, y está feliz por la llegada de los damixi –los recién llegados-, los considera los seres más inteligentes y agradables que conoce, y espera que acepten el liderazgo que han convenido entre todos ofrecerles en la asamblea que se realizará mañana a primera hora.

- ¡Excelente noticia! -exclamó Ella-, mi indagación confirma que los damixi siguen siendo extraordinarios; también incursioné en las mentes de los jefes chichil, jopi, y mich, ¡el jefe de los mich se llama Hueman!

Todos tienen pensamientos de armonía y colaboración ¡¿no es maravilloso?!

- ¡Sí que lo es! –Convine entusiasmado-

A excepción de los damixi que eran negroides, los demás eran mayoritariamente morenos de variadas tonalidades.

Los intiwa eran morenos claros, los jopi eran rojizos, los chichil y los mich más morenos que los intiwa, en todos los pueblos había una minoría de amarillos y blancos.

Al poblar el Continente Americano estos cinco pueblos dieron origen a muchos otros con variados nombres y dejaron rastro de su existencia e importancia en todo el continente.

Tres perdieron sus nombres originales.

Los damixi son recordados como olmecas.

Los chichil cambiaron a varios nombres en cada una sus migraciones, siendo el más famoso el de chichimecas, a quienes los aztecas reconocieron como su nación original.

Y los mich fueron rebautizados como chippewa y purépeches, aunque los territorios en donde tuvieron sus más importantes asentamientos conservan los nombres Michigan y Michoacán.

Los nombres jopi e intiwa aun permanecen ligados a los vestigios de sus majestuosas ciudades.

Esa noche Ella hizo presencia en los sueños de los jefes para reforzar la intención de dirigirse a la tierra prometida mencionada en sus tradiciones.

Al día siguiente por la mañana presenciamos la programada asamblea, los participantes eran cincuenta y cinco, once por pueblo, de los cuales uno era el líder y diez su consejo de ancianos.

El lugar previsto para la reunión estaba en el centro del campamento, era muy amplio y estaba delimitado por numerosas tiendas de piel de no más de setenta centímetros de altura.

Comedidos intiwas habían colocado, a guisa de asientos, gruesos atados de pasto coronados por esteras de mimbre.

El arreglo era de círculos concéntricos, siendo los dos interiores de cinco asientos, el tercero de diez, el cuarto de quince y el quinto de veinte, de tal manera que formaban una especie de flor de cinco pétalos triangulares.

Vista desde arriba la imagen era muy curiosa porque al tener los cinco jefes el cabello negro y los cincuenta consejeros el cabello cano, la flor resultaba de un centro negro y pétalos blancos.

Regocijado ante tal visión llamé la atención de Ella para compartirle mi hallazgo y fui reprendido suavemente por las intrascendencias que estaban captando mi interés, tras eso me concentré en las palabras, pensamientos y actitudes de los asistentes.

Primero habló Huyu, el líder los intiwa.

- Hermanos... –repasó con la mirada a los cuatro jefes con los que compartía el centro de la asamblea-, finalmente ya estamos juntos, lo que sigue depende de lo que aquí convengamos.

Distantes decidimos unir nuestros destinos, ahora juntos debemos definir como lograrlos, lo primero es elegir un jefe supremo de entre nosotros, para ello, atendiendo el encargo recibido de ustedes para organizar esta reunión, los intiwa les vamos a entregar cinco trozos de piel de bisonte que tienen grabado un emblema que representa a cada uno de nuestros pueblos:

El pez representa al mich

El sol al chichil

El jaguar al damixi

El caballo al jopi

Y la montaña con sol al pueblo intiwa

La votación será en silencio y secreta, cada uno pondremos dentro de este saco el trozo de piel con el símbolo del pueblo cuyo jefe creemos que es el adecuado para ser el líder de todos, ganará el que reciba tres o más votos, en caso de que nadie gane repetiremos la votación hasta lograr la selección de alguno, ¿están de acuerdo?

Todos manifestaron su aceptación con expresiones faciales y movimientos de cabeza.

- Siendo así les entrego sus cinco emblemas –continuo Huyu acompañando su dicho con la acción-

Por favor revisen que todos sean diferentes y que no haya dudas del pueblo que simbolizan.

Esto porque es posible que nuestra pobre habilidad produzca caballos que parecen jaguares, jaguares que parecen montañas, montañas que parecen peces, o peces que parecen soles, yo los revisé todos pero como los hicieron mis hijos más pequeños pude haber sido demasiado indulgente.

La risa fue general siendo los ancianos Intiwa los que más dieron rienda suelta a su expresividad, al punto de que uno de ellos por poco se bronco aspira.

En realidad los grabados además de bellos eran clarísimos, nadie podría dudar de lo que representaban, pero el comentario eliminó la posibilidad de reclamaciones una vez terminada la votación.

Uno a uno los cinco líderes depositaron su voto, era claro que ya habían convenido con sus respectivos consejeros el sentido de su elección.

Al final Huyu vació el contenido del saco sobre una paca de pasto cubierta con una piel de caballo y volteó los tres votos que cayeron con el dibujo hacia abajo.

El resultado fue de cuatro votos a favor del damixi N'a y uno para Huyu depositado por N'a.

- El destino se hace realidad -dijo Huyu- hoy nace un tiempo nuevo, nuestro líder será N'a.

Después le pidió a N'a que se colocara en el centro del círculo y le hizo una reverencia flexionando ligeramente la cintura, los otros jefes se pusieron de pie e hicieron lo mismo.

En cuanto los espectadores vieron la unción de N'a profirieron jubilosos gritos que llenaron el valle por unos segundos.

Acto seguido en una acción cuidadosamente concebida, los consejeros damixi fueron felicitados uno a uno por los de los otros pueblos con un apretón de antebrazos y una breve reverencia.

Disfruté con asombro la armoniosa coreografía sin hacer comentarios.

Cuando todos los consejeros estuvieron de regreso en su lugar, N'a levantó el brazo derecho para pedir silencio y comenzó a hablar.

- Gracias hermanos, ahora según lo previsto este consejo deberá establecer si el mandato que recibo se da a los intiwa por medio de mi persona, si deberé entregarlo en un determinado plazo, si mi remplazo será elegido por este consejo o por los damixi según nuestras costumbres o si funcionará alguna otra forma de sucesión.

Yo me someteré sin cuestionamientos a lo que ustedes decidan y para que lo hagan con toda libertad me ausentaré en este momento, solo les anticipo que la única forma de sucesión que no puedo aceptar para mí o cualquiera otro que hubiera sido elegido, es la hereditaria.

Huyu tomó por el brazo a N'a mientras decía con firmeza.

- Gracias por intentar permitir que nos quedemos, pero lo previsto es que en este punto todos los jefes nos ausentemos para que nuestros consejeros deliberen y una vez de acuerdo nos den sus conclusiones.

En respuesta los tres jefes restantes se levantaron y siguieron a Huyu quien sin soltar a N'a lo guio fuera del lugar de la asamblea.

Se dirigieron después a un breve montículo desde donde se divisaba a la derecha el campamento y a la izquierda la manada de caballos.

Ya en la cima de la loma tras una caminata de diez minutos, Huyu invitó a todos a sentarse en unas grandes piedras y golpeando con su mano abierta la rodilla de N'a le dijo.

- Amigo, ahora que tenemos tiempo deseo que me respondas una pregunta que ningún anciano de mi pueblo me ha podido responder ¿Por qué los damixi rinden pleitesía al jaguar?

- ¡Hay amigo! eso lo tenemos que aprender desde niños y de adultos lo aceptamos por ser parte de nuestra tradición –relató N'a-, aunque ya no existen las circunstancia que le dieron origen.

Desde luego el jaguar es un bello animal, poderoso, ágil y fuerte, pero más digno de admiración que de pleitesía; por generaciones ha sido símbolo de nuestro pueblo y a todos se nos enseña a movernos como él.

Nuestros abuelos nos dicen que en el principio de los tiempos, cuando los damixi estábamos a punto de perecer de hambre, los jaguares nos alimentaron.

Ahora entiendo que lo que en realidad pasó es que en esos tiempos mis antepasados aún no acumulaban suficiente experiencia como cazadores y les resultaba más práctico alimentarse de los sobrantes que dejaban los jaguares, que incluían la fortificante médula.

Ahora las cosas son muy diferentes pero se mantiene vivo en nosotros el agradecimiento hacia los jaguares.

El chaman tiene otras historias que nos hacen ser hijos del jaguar y herederos de su espíritu, pero bueno... yo no sé como se las arreglan ustedes, pero yo prefiero llevar la fiesta en paz con el chamán porque facilita responsabilizar a los dioses por los problemas que no puedo resolver.

Además, el chamán al asumirse como su interlocutor se convierte en una buena opción cuando hay que culpar a alguien de que los dioses no nos escuchen.

Todos rieron de buena gana, menos Ome el líder de los chichil, esto porque él además de ser el jefe era también el chamán.

N'a cayó en cuenta de su falta de tacto y se apresuró a pasar su brazo por encima de los hombros de Ome para decirle.

- Ya sé que tú no tienes ese problema, pero que quieres, no todos podemos ser tan hábiles –Una estruendosa carcajada fue la respuesta de Ome a la ocurrencia de N'a-

En eso estaban cuando un poderoso roar se dejó escuchar en el campamento.

Huyu informó que ese sonido era producido por un zumbador con el que les estaban pidiendo que regresaran.

- Es la señal de que los consejeros ya se pusieron de acuerdo –Comentó mientras se ponía de pie-

Minutos más tarde, después de que los jefes se instalaron en su lugar de la asamblea, los voceros de sus respectivos consejos, que eran los que se sentaban a sus espaldas, les informaron al oído las conclusiones a que habían llegado y si su grupo estaba de acuerdo o no.

Cuando todos los jefes estuvieron informados Huyu se puso de pie para promover una nueva votación.

- Ya todos sabemos lo que se aprobó y lo que nuestros consejeros opinan, ahora solo resta que lo validemos, si alguien piensa votar en contra de lo acordado que lo manifieste ahora -Nadie se movió ni emitió expresión alguna-

Huyu continuó.

- Estando entonces todos de acuerdo, el mandato será siempre del pueblo damixi, pero cada uno de los otros pueblos mantendrá su autonomía de gobierno, costumbres e idioma y podrá separarse cuando lo desee.

En adelante los damixi nombrarán de entre ellos los nuevos líderes según sus leyes, mismas que no podrán ser modificadas para convertir la sucesión en hereditaria.

Terminado el anuncio, Huyu pidió a N'a que hiciera uso de la palabra y él se sentó.

N'a se puso de pie y comenzó a hablar pausada y claramente.

- Hermanos, es un gran honor para los damixi aceptar este mandato, pueden estar seguros que siento el enorme peso de la responsabilidad que asumo y por eso me siento comprometido a continuar fortaleciendo el espíritu que nos hizo unirnos.

Todos, incluidos nuestros ancianos, crecimos sabiendo que en algún lugar existe una tierra predestinada para nosotros desde siempre y con esa seguridad nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos anhelaron y nos enseñaron a anhelar, que algún día podríamos unidos con otros pueblos tener la fortaleza para encontrar esas tierras.

Hoy ese anhelo de unirnos se hace realidad, lo que sigue es encontrar los lugares prometidos donde el mañana sea una seguridad y no una azarosa posibilidad.

Donde nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan el sustento asegurado por incontables generaciones, donde hagamos realidad nuestra comunión con la madre tierra y la madre agua.

Anoche soñé con ese lugar y entendí que aunque no viviré para verlo, nuestros descendientes lo encontrarán y poblarán.

Ahí en ese sueño estábamos los cinco que aquí estamos, por lo que estoy seguro de que saben que es cierto cuanto digo, por eso les pido que si comparten conmigo esta verdad se pongan de pie.

El primero en levantarse fue Huyu el intiwa, después Hueman el mich, siguió Uto el callado jefe de los jopi, solo Ome el de los chichil permanecía sentado mostrando una amplia sonrisa de embelesamiento que mantuvo mientras se levantaba lentamente para abrazar a N'a.

Nuevamente se desbordó el júbilo en el campamento, pero en esa ocasión para prolongarse por el restó del día y parte de la noche.

Ella estaba rebosante de satisfacción y accedió a mi sugerencia de materializarnos para mezclarnos con los humanos y sentir la vida correr por nuestras venas, así lo hicimos y celebramos hasta bien avanzada la noche brincando y gritando.

Cuando todos dormían nos alejamos, nos desprendimos de nuestros cuerpos y los convertimos en polvo.

Estaba previsto que los humanos del grupo de control avanzaran solos en su migración y en la definición del sentido de sus vidas, y así fue, pero continuamos observándolos estrechamente.

A continuación resumo la epopeya de los pueblos sapiens que colonizaron el Continente Americano.

Cruzaron el estrecho de Bering y no consideraron detenerse hasta que llegaron a territorios en donde la nieve se ausentaba poco más de medio año.

Paulatinamente cada pueblo fue presentando mayor diversidad étnica debido a los frecuentes matrimonios entre individuos de diferente nación.

Sortearon muchas vicisitudes y no todos tuvieron el ánimo de dejar lo primero aceptable que encontraron.

La mayoría de los mich se asentaron junto a un gran lago que ahora es conocido con el nombre de Michigan.

Los jopi se quedaron en el suroeste de lo que ahora es Estados Unidos.

Muchos de los chichil en una pantanosa selva del hoy Estado de Colima en México.

Los intiwa fueron lo únicos que siguieron a los damixi hasta el primero de los lugares seleccionados para una cultura madre.

Cuando los cinco pueblos penetraron el continente Americano comenzamos a inhibir la capacidad reproductora de mamuts, tigres dientes de sable y otros animales de similar talla o voracidad; así lo hicimos en todo el planeta.

De acuerdo a lo previsto, en el Continente Americano hicimos estériles a los caballos en el momento que sus dueños fijaron su residencia.

Los caballos de los intiwa fueron los últimos en desaparecer porque ese pueblo fue el que llegó más tarde a su tierra prometida.

Cinco mil años después de haberse instalado a orillas del lago Michigan, un importante grupo de mich se desplazó al sur para asentarse a las orillas del Lago de Pátzcuaro que está en lo que es ahora el Estado de Michoacán en México.

También por esas fechas varios grupos chichil comenzaron a dejar en diferentes momentos sus asentamientos de Colima para dirigirse a la meseta central de México, en donde ya residían algunos de su misma nación, que miles de años antes se habían separado de la columna principal liderada por los damixi cuando cruzaron por ahí.

Los grupos chichil recién llegados fueron llamados chichimecas, popolucas y nahoas, por los que ya estaban en el centro de México.

De los chichimecas surgieron los aztecas, que más adelante adoptaron los nombres de mexica-tenochcas y mexica-tlatelolcas.

Como mencioné los únicos que desde el principio continuaron juntos hasta las selvas tropicales de México fueron los damixi y los intiwas.

Aunque más tarde la mayoría de los intiwa, acatando el llamado de sus sueños decidieron continuar hasta las alturas de Los Andes.

Los damixi dieron origen a la cultura madre que pasó a la historia con el nombre de olmeca, que en el idioma de los aztecas significa "del país del hule".

Los intiwa conformaron la otra cultura madre de América en Tiahuanaco.

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