CAPÍTULO 15. LOS TERRIBLES HOMO SAPIENS

   Inicié mi retorno caminando con lentitud, al poco divisé a la distancia a uno de los guardias de Moct, quien levantando los brazos me gritaba ininteligibles frases que supuse eran incitaciones a que apresurara el paso, así lo hice y cuando estuvimos lo suficientemente cerca para que lo escuchara con claridad, me urgió aun más, era claro que temía no satisfacer adecuadamente la orden recibida.

Cuando llegamos al punto del pie de la montaña en donde debíamos escalar, el guardia que me guiaba me cedió el paso y sin punto de reposo subí por la estrecha y escalofriante escalera labrada en roca.

Al acceder a la terraza que antecedía a la entrada de la cueva, me encontré a Moct sentado junto a un personaje cuyo rostro no pude ver porque él lo ocultó con su cuerpo cuando se puso de pie para saludarme.

- ¡Prom!, ¡amigo mío!, ¿hasta dónde fuiste?

- Hasta donde terminan las cuevas de las familias principales -Respondí con desparpajo-

- Pronto obscurecerá, acompáñame nuevamente al mirador –Ordenó Moct-

Cuando se movió pude ver el rostro de su acompañante, era Hueman y no hizo intento de acompañarnos o de saludarme.

Subimos al mirador y al caer en cuenta de que no estaría presente la madre de Moct me inquieté, una vez a ahí me ofreció cortésmente un asiento.

- He tomado una decisión con respecto a tu secreto -dijo parsimonioso-, ya que te debo la vida de mi hijo y te declaré mi huésped de honor, no actuaré en contra de los juramentos que hiciste a tus mayores.

Pero con eso queda saldada mi deuda, procura no volver a confrontar mi autoridad porque terminaré con tu vida.

Aceptaré que el custodio del secreto del fuego que viaja sea Hueman, pero en cuanto yo declare mi voluntad de partir, el secreto me deberá ser revelado ¿es eso satisfactorio para ti?

- Sí ¿cuando quieres que instruya a Hueman?

- De inmediato, él ya está aquí para llevarte a su cueva.

Yo te esperaré aquí.

No estás autorizado a dormir en la cueva de Hueman ni a dejar tu semilla en alguna de sus mujeres.

- Entiendo, no lo haré -Acepté disimulando mi frustración-.

Guiado por Hueman recorrí nuevamente parte de los parajes que ya me eran familiares.

Mentalmente pedí ayuda a Ella para que encendiera el carbón contenido en mi caja de piedra pómez porque no lo había avivado en todo el día y se había apagado hacía buen rato.

- Este es Ui, jefe de mi familia -Con esta frase Hueman me sacó de la abstracción en que había caído-

Estábamos en las afueras de su cueva y tenía frente a mí a un hombrón que Ella me informó que era el jefe de la familia y abuelo materno de Hueman, lo saludé con una flexión de cerviz y continué haciéndolo con cada uno de los treinta y dos adultos que ordenadamente y uno a uno, se acercaron a mí.

Durante todo el ceremonial Hueman se mantuvo callado.

Al terminar fui conducido al interior de la cueva y mientras avanzaba la recorrí con la vista.

Estaba bien iluminada y era muy parecida a la de Moct, un poco más pequeña y sin mirador, tenía la entrada totalmente despejada.

Recargada sobre el muro derecho estaba una mampara de piel que servía de puerta removible, contaba también con una chimenea de tiro abierto y un fuego encendido.

Los familiares se rezagaron y sin motivo especial recapacité en el hecho de que todos se veían bien nutridos pero de menor fortaleza física que los familiares de Moct, en aquel momento no se me ocurrió, pero creo que Moct forzaba la práctica de alguna disciplina física para mantener en buena forma a sus allegados.

- Tu familia es muy numerosa, te felicito.

- Sí, gracias, su supervivencia es motivo de mi más grande preocupación, me alegra que todo haya salido según lo planeamos.

- Perdón pero... no planeamos nada juntos, tú actuaste según lo consideraste conveniente y yo cumplí con el ofrecimiento de responder a la madre de Moct.

- Sí, así fue, tú cumpliste y me alegra que estés aquí ¿que hacemos ahora?

- Necesito un lugar en donde se pueda encender fuego sin que el humo nos ahogue, madera y algo de paja.

Hueman sonrió con satisfacción señalando un área bajo un techo abovedado cuyo vértice trunco servía de chimenea para un hogar que estaba en el centro de un círculo de bancos de piedra.

La leña estaba junto al apagado hogar y la paja dentro de un saco de piel de venado que Hueman vació a mis pies.

La luz del sol poniente se colaba casi horizontal desde la entrada, fue entonces cuando entendí la practicidad de la puerta desmontable y me admiré nuevamente de la creatividad de los humanos.

Desempaqué el carbón y el hornillo e inicié la capacitación.

Fue notable la soledad en que estuvimos todo el tiempo, supongo que el compromiso de Hueman debió haber sido que solamente él aprendería de mí.

Los detalles del diseño de la caja y su uso fueron rápidamente entendidos, por lo que la mayor parte de la capacitación se centró en la ubicación de los yacimientos de carbón y de piedra pómez dentro de las primeras veinte jornadas hacia el sur, los riesgos por gases en tales sitios y manera de conducirse ante ellos.

Media hora más tarde, con luz de luna complementada por la de una antorcha, inicié mi regreso a la cueva de Moct escoltado por Hueman.

- ¿Estás seguro que deseas que conserve la caja del fuego y todas tus piedras de polvo negro? -me interrogó Hueman en el trayecto-

- Conserva todo y usa la caja como modelo para hacer otras, cuando reinicie mi camino iré a la cueva que te dije para tomar más piedras de polvo negro.

- ¿Piensas entonces fabricar una nueva caja mientras estás con nosotros?

- No, como precaución escondí una en las cercanías.

- Por favor considera el ser nuestro explorador, porque aun es importante saber si hay caza en nuestra ruta.

Acusé recibo del comentario con un breve gesto facial.

Hueman me acompañó hasta que el resplandor que emergía de la cueva de Moct hizo fácil su ubicación, antes de despedirse me cedió la antorcha argumentando que él no la necesitaría y que yo sí.

Recordé la angosta escalera por la que tendría que ascender y acepté.

Moct me recibió con frialdad y me condujo a mi lecho cual riguroso padre a su desvelado vástago, me dormí casi de inmediato, todo ese día había sido muy ajetreado desde que desperté a la orilla del Gran Río.

Mi siguiente despertar fue mucho más temprano y solitario de lo que había previsto, me sentí decepcionado porque tras el discurso de recibimiento de Moct, había acariciado la idea de que me pedirían que dejara mi semilla en alguna o algunas de las bellas doncellas que mis ojos impertinentemente seguían.

El sol aún no despuntaba y las aves guardaban silencio, me incorporé y caminé ayudado por los reflejos de las bailarinas luces de la fogata.

Al salir pude ver el lago reflejando la luna en creciente y en su contemplación me sumí en un letargo que me permitió disfrutar la vida sin pensar en nada.

Fueron tal vez solo quince o veinte segundos pero no pensar me resultó algo extraordinario porque hasta entonces solo había experimentado la existencia y la vida a través del pensamiento, vivir en vigilia de pensamientos aunque sea un instante es una experiencia que solo los humanos pueden tener.

- ¿Hace mucho que despertaste?

La voz de Moct me sustrajo de mi ensimismamiento.

- En realidad no lo sé, contemplando tu lago no sentí el paso del tiempo; su belleza me hace entender claramente que no quieras dejarlo.

- De eso precisamente quiero hablar contigo, pero es necesario que estemos a solas, por favor sígueme.

Me condujo por torcidas veredas hasta la parte alta del acantilado que contenía las cuevas de la clase dirigente, había ahí una enorme planicie que terminaba en las faldas de una segunda etapa de la montaña.

Cuando el sol comenzó a emerger pude distinguir en la distancia un pequeño bosque que regalaba la vista con un manchón de diferentes tonalidades de verde, entramos en él tras una caminata de quince minutos.

- Prom, es mi decisión emigrar al sur con todo el Clan Mich -explicó Moct con firmeza- por lo que según lo convenido te pido... no... te exijo que me reveles el secreto del fuego que viaja.

- Pero el acuerdo establece que sea Hueman quien te transmita el secreto, yo ya cumplí mi parte del trato.

- El trato fue que en cuanto yo manifestara mi intención de emigrar me sería revelado el secreto, bien, pues aquí estoy listo para aprender.

- Moct, he visto lo suficiente en mi existencia para saber lo que pretendes, mientras no sepas el secreto del fuego te sentirás en desventaja ante tu hermano, pero eso terminará en cuanto yo te lo muestre, entonces estarás nuevamente en control de todo e incluso podrás eliminar a Hueman si así lo decides.

¿No es así? ¿No es por eso que me trajiste lejos de la vista de todos? para que tu madre no se dé cuenta y así poder actuar desde las sombras.

No Moct, yo no participaré en tu juego de poder.

- Me alegra que veas todo con tanta claridad –Dijo Moct con frialdad-, así no te costará trabajo entender que tu vida está en juego.

Me sentí muy incómodo por ser nuevamente aventajado por un humano.

Sin duda su potencial creativo era equiparable al nuestro, constatarlo me resultó en una mezcla de orgullo, sorpresa, y... miedo.

- Pe... pe... pero Moct ¿por qué deseas que así sean las cosas?

- No es solo mi deseo ¡es mi obligación!

- ¿Obligación?, ¿de qué?

- Debo asegurar la continuidad de mi liderazgo por el bien de mi pueblo. Hueman ha estado conspirando en mi contra.

Si tiene éxito y me desplaza habrá muchos que seguirán su ejemplo pero para derrocarlo a él.

Cuando eso suceda las luchas continuarán por siempre y el clan morirá.

- Pero el que Hueman sea el depositario del conocimiento del fuego que viaja fue una decisión concertada con tu madre y no es correcto que actúes a sus espaldas -Argüí con ansiedad-

- Prom ¡no seas inocente! con razón tu clan te abandonó, el poder debe ejercerse sin permitir que la mano izquierda se entere de lo que hace la derecha.

- Como sea, yo ya no puedo revelarte el secreto –replique con seguridad-, la clave de todo está en una caja de piedra que entregué a Hueman.

- ¿Qué clase de tonto crees que soy? sabiendo que la posibilidad de transportar fuego ha sido tu salvación para llegar hasta aquí ¿pretendes que acepte que te desprendiste de lo que te es indispensable para continuar tu viaje?

- Lo que te digo es verdad, no tengo ya lo necesario para transportar fuego, pero lo puedo volver a tener.

- ¿Cuando?

- Cuando lo tenga no será para ti, lo siento pero yo ya cumplí obedeciendo tu voluntad.

Si tú tienes dos voluntades que se contraponen ya no es asunto mío, negocia con tu madre una solución que te resulte satisfactoria.

- No tengo porque negociar con mi madre.

Concedí que le enseñaras a Hueman y tú aceptaste que en cuanto yo declarara mi voluntad de partir, el secreto de la manera de transportar el fuego me debería ser revelado.

Tú eres el que no está cumpliendo con lo acordado.

- Lo que dices sobre que lo convenido es verdad, pero una verdad torcida.

Por tanto lo que prevalece son mis reglas, porque yo soy el que tengo instrucciones precisas de Dios.

- ¿Dios?, ¿dijiste Dios después de que declaraste que era una patraña?, ¡esto sí que es el colmo!

En diciendo esto Moct me tomó por la muñeca y en un rápido movimiento me giró para dejarme con el brazo torcido contra la espalda, lazó mi cuello con un largo cordel de fibra vegetal que traía ovillado a su hombro y comenzó a envolverme con él hasta que me dejó totalmente inmóvil y atado de espaldas contra una enorme piedra.

El ataque fue sorpresivo pero su éxito fue una concesión de mi parte, ya que contaba con la fuerza y recursos para imponerme, pero no lo hice porque no estaba ahí para exhibir mi poder.

- Me alejaré un momento para que platiques con tu dios –me dijo con sarcasmo-, cuando regrese te preguntaré una vez más y si insistes en tu terquedad morirás suplicándome que te mate rápidamente.

Se alejó sin agregar palabra y se perdió entre los árboles del pequeño bosque.

No supe que hacer, pude haberme liberado con facilidad pero opté por seguir fingiendo mi sometimiento.

Invadido por un injustificado pero muy sentido temor convoqué a Ella en voz alta.

- ¡No sé que hacer! ¡No tardará en regresar!... Tengo miedo.

- Lo que tenías que hacer materializado ya lo hiciste –Su tono fue calmado y suave-.

Lo que sigue es propiciar que los mich emigren, se beneficien de lo que les enseñaste y lo trasmitan a otros.

Eso es más fácil que lo propiciemos desde nuestra condición etérea, así que lo que procede ahora es abandonar ese cuerpo y reciclarlo.

- Bueno, entonces que así sea... pero... tengo miedo, por favor ven y acompáñame.

- Eso haré pero en el momento oportuno, justo antes de que inicie cualquier tipo de dolor físico.

- ¿A qué te refieres?, ¿acaso esperarás a que Moct me mate?

- Moct no te puede matar y tú lo sabes, sé que sientes temor pero tienes que entender que es injustificado.

- Eso también lo sé, pero no me da tranquilidad ¡la vida es tan bella!

- Sí, la vida temporal es bella de eso no tengo dudas, no temas, estoy contigo y nunca te abandonaré.

Me sumí en un profundo silencio intentando escuchar la voz de la razón, mi problema no era de conocimiento de verdades eternas, sino de la primacía de las emociones de mi cuerpo material sobre las de mi cuerpo etéreo.

Ignoro cuanto tiempo pasó hasta que la voz de Moct me volvió a la realidad.

- Por última vez ¿me dirás el secreto del fuego que viaja?

- No puedo.

- Pues ahora me lo dirás a cambio de que acelere tu muerte.

Diciendo esto Moct asestó un preciso tajo horizontal sobre mi vientre con un filoso cuchillo de pedernal que al cortar produjo un ojal de quince centímetros de largo por unos dos de ancho en su parte central.

Por esa hendidura introdujo sus dedos para extraer los intestinos, en ese instante Ella me rescató de mi envoltura carnal y de inmediato procedimos a su desintegración.

La presencia de Moct no nos inhibió en forma alguna y actuamos con rapidez.

Mi cuerpo comenzó a brillar y a transparentarse conforme experimentaba una vertiginosa pulverización.

Moct dio dos pasos atrás de forma instintiva y se cubrió los ojos con ambos brazos, en cinco segundos todo estaba terminado y la rígida cuerda que me sujetaba quedó abrazando el vacío casi sin colapsarse.

Mi verdugo quedó petrificado.

Lentamente de entre sus antebrazos comenzó a recorrer la escena con desorbitados ojos para después alejarse corriendo hasta su cueva.

- ¡Madre! ¡Prom fue castigado por su dios por haberle robado el secreto del fuego eterno!

- ¡¿Cómo?! ¿Qué viste?, ¿dónde está Prom?

- Él ya no está madre, me confió que había robado el fuego a su dios y que temía ser castigado, de repente quedó atado a una roca, su vientre se abrió y una voz dijo que su castigo sería que las aves le comieran las entrañas por toda la eternidad, ¡fue espantoso madre!

- ¡Moct!, tus manos están manchadas de sangre, ¿fuiste tú quién lo mató?

- ¡No! yo solo traté de ayudarlo pero su cuerpo desapareció ante mis ojos, su dios se llevó su cuerpo, seguramente al lugar donde sufrirá por siempre.

Dos meses después el lago comenzó a congelarse y Moct anunció su decisión de emigrar.

Hueman le reveló el conocimiento para transportar fuego y él se lo enseñó a todas las familias junto con el relato que inventó sobre mi desaparición.

Así pasé a la historia como un valiente benefactor que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y fue condenado a un eterno suplicio. 

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