27- Al fin.
Llegamos a la hora de comer a casa de su madre.
Nos recibió con un abrazo y la comida en la mesa, había preparado un arroz y ensalada. Ana me abrazó entusiasmada y quería enseñarme lo último que se había comprado de ropa.
Pasamos una tarde muy agradable.
Sobre las siete Daniel y Ana se fueron a comprar y Lina y yo, nos quedamos haciendo la cena.
—Lina, me gustaría hablar contigo.
—Dime, cariño, ¿es sobre Daniel y tú?
Me he dado cuenta de cómo te mira, está enamorado de ti.
—En parte si, pero quiero que me ayudes en otro tema. Necesito preguntarte una cosa, pero es muy personal, entendería que no la quisieses responder.
—Dime, si no te puedo contestar te lo diré, sin enfadarme.
—Después de la muerte del padre de Ana, ¿ Has tenido otras relaciones?
—¡Ah! Es eso. Me habías asustado, cariño. Sí puedo contestarte, claro que puedo.
Sí, Aisha, he tenido otra relación pero, a diferencia de ti, yo tengo hijos y no quería que interfiriera en mis relaciones con ellos, pero ahora son grandes ya, y nos vamos viendo más.
Daniel y Ana lo conocen y le aprecian, espero que te haya ayudado.
—Sí, Pero sigo hecha un mar de dudas.
—Tienes que ir paso a paso, primero ve a ver tu casa y cierra el ciclo con Marc. Después piensa bien lo que sientes por Daniel.
—No consigo aclararme, necesito tiempo.
—Entonces concédete ese tiempo a ti misma.
—No quiero hacerle daño a Daniel.
- Lo sé cariño, mira, ya están aquí.
Pasamos el fin de semana tranquilos, con escapada nocturna de Daniel hacia mi habitación incluída.
Pero no dejaba de pensar en todo lo que me había dicho Lina.
Al volver, el lunes fuimos a la oficina y nos encargaron un trabajo en Málaga. Teníamos que ir a un hotel a comprobar que siguieran cumpliendo los criterios de la corporación.
Salíamos el martes y volvíamos el viernes.
Como el lunes lo teníamos libre, me decidí a dar el gran paso.
—Daniel, quiero ir a mi casa hoy.
—Si tú estás preparada, yo te acompaño.
—¿Podemos comer en algún sitio y luego vamos?
Yo te invito.
—De acuerdo, Aisha.
Así lo hicimos, comimos en un restaurante cercano a mi casa. Allí había comido alguna vez con Marc.
Una sombra oscureció mis ojos, Daniel se dió cuenta y me acarició la mano.
—Acuérdate que estoy contigo, Aisha, no estás sola.
—Gracias, ¿Vamos?
—vamos,
cuando estés preparada.
Nos acercamos al edificio y subimos en el ascensor. Me sentía tensa, Daniel me besó suavemente en los labios y conseguí un poco de paz.
Estaba parada en la puerta, con la llave en la mano, temblando.
—Es muy difícil .
—Lo sé, Aisha, si quieres volvemos otro día, has progresado, has llegado a la puerta.
—No, lo voy a hacer, dame la mano.
Abrí la puerta y entramos los dos cogidos de la mano. La casa estaba llena de polvo y olía a humedad. Me senté en una silla y empecé a llorar.
Ya hacía un tiempo que no lloraba y ahora no podía parar.
Daniel me abrazó. Estuvimos allí bastante rato.
Luego, despacio, recorrí la casa una última vez, susurré un adiós y salí otra vez a la calle.
—Eres muy valiente, Aisha, estoy orgulloso de ti.
—Tengo ganas de llorar, Daniel, por favor llévame a tu casa.
Así lo hizo.
Durante la siguiente semana, trabajamos juntos, dormíamos juntos, e incluso pedimos que nos reservaran habitación doble con una sola cama.
¿Era feliz? Sí. Pero tenía la duda de si era porque estaba enamorada otra vez o,por el contrario, se trataba de un calentón, que pasaría con el tiempo.
Recordé las palabras de Lina y tomé una decisión.
Hablé con la jefa y le pedí vacaciones, dos semanas si podía ser.
Como todavía no las había hecho no tuvo ningún problema en dármelas.
Después fui a una agencia de viajes y reservé un crucero de diez días por el mediterráneo, suponía que en ese tiempo conseguiría aclararme.
Luego hablé con Daniel.
Le expliqué la situación, mis dudas, y que iba a irme unos días para aclararme.
—No quiero que nadie me influencie, me voy y no me llevaré el teléfono. Cuando vuelva te diré si seguimos juntos. Si realmente siento algo por tí o no.
—Te esperaré.
—Tú también tendrás tiempo de pensar, Daniel.
—Aisha, yo estoy enamorado de ti desde que empezamos a trabajar juntos, yo no necesito pensar nada. Te quiero y te esperaré.
—Gracias, te prometo que el primero en saber mis sentimientos serás tú.
Salía del puerto de Barcelona el viernes a las diez de la noche.
Daniel vino a despedirme con mi hermana. También vinieron Edu, Lina y Ana.
Me despedí de todos ellos y subí al barco.
Era enorme, conseguí llegar a la cubierta y saludar . Poco a poco el barco se fué alejando del puerto y me metí a dormir en mi camarote.
Estaba triste y me sentía sola, pero era mi decisión.
Los primeros días me dediqué a pasear, tomar el sol, leer y pensar, sobretodo pensar.
El tercer día fui a comer a un restaurante italiano.
Como siempre me senté en una mesa discreta. Pedí el menú y cuando el camarero se retiró alguien que conocía bien se me acercó.
—¿Aisha? ¿Qué haces aquí? ¿Estás sola?
Al mirarlo, los recuerdos se agolparon en mi mente.
—¿Joel?
—Sí, yo mismo.
—Siéntate aquí, comamos juntos.
Me miró con tristeza.
—No puedo, estoy acompañado.
—Bueno entonces no te entretengo.
Creí que se iría pero no fué así.
—Aisha, necesito hablar contigo y quiero que conozcas a una persona.
—Está bien, Joel, después de cenar nos vemos.
—Pensaba que querrías cenar con nosotros.
Me sorprendí, creía que si estaba con alguien más, lo que menos le apetecería sería que yo me uniese a ellos.
—Por favor, Aisha, tengo que darte una explicación por mi comportamiento de la última vez que estuvimos juntos. Y me gustaría que la oyese alguien más.
Estaba totalmente perdida, pero acepté, ya que mis sentimientos por él habían quedado en el pasado.
—Está bien, avisaré al camarero y le diré que voy con vosotros.
Cuando localizé al camarero que me había tomado nota, le avisé del cambio de mesa y Joel me condujo hacia la suya.
—Aisha, te presento a mikel, mi actual pareja.
—Hola, Mikel—.Logré decir.
Me dió dos besos y me senté al lado de Joel.
—Aisha, quiero pedirte perdón, me marché aquella madrugada, y ni siquiera te dejé una nota explicándote porqué.
—Estoy muy sorprendida Joel. También me sorprendiste cuando volviste aquella mañana.
—Me lo imagino.
—Edu me dijo algo de un familiar grave en londres.
—Le dije eso a él. Mis razones no fueron ésas, fui a londres pero no por familia.
Cuando estuvimos juntos esa noche, me di cuenta de mis verdaderos sentimientos por Mikel. No los quería aceptar. Pero me di cuenta que si no era con él, no sería feliz.
—Me dejas de piedra, Joel. Si me lo hubieses dicho entonces, igual me hubiera enfadado por jugar con mis sentimientos, pero lo habría entendido en el fondo.
—Lo siento, Aisha.
—¿Eres feliz Joel?
—Si, ¿y tú?
—Yo he pasado por muchas cosas después de que te fueras.
Le expliqué con detalles mi relación con Marc y ahora mi dilema con Daniel.
—Aisha, siento por todo lo que has tenido que pasar, te admiro, otra persona se aferraría a Daniel y si se acaba pues se acaba, pero tú no quieres engañarle. No sé quien es ese Daniel pero es un tio con suerte. Eres una gran mujer, decidas lo que decidas.
Hablamos de otras cosas durante la cena y los días siguientes, paseamos los tres por la cubierta del barco, comimos juntos y hablemos mucho.
Me hicieron pensar y pensar.
Por las noches echaba de menos a Daniel, durante el día también. La certeza de mis sentimientos vino el sexto día de viaje.
—Joel, creo que ya sé lo que quiero y lo que necesito. Esta noche he soñado con él y lo he visto muy claro. Le quiero, no sé desde cuándo, pero sé que quiero estar con él.
—Aisha, ven, dame un abrazo.
Joel y Mikel me abrazaron y de pronto, al haber tomado una decisión, volvía a sentirme feliz.
—Aisha, si ya estás convencida, ¿ A que esperas? Desembarcamos en Venecia mañana, coge tus maletas y vuelve con él.
—Es lo que me pide el corazón que haga, Mikel, eres tan buena persona, quiero que cuides de Joel. Y espero veros a los dos el domingo en Barcelona, iremos a cenar todos juntos ¿ vendréis?
—Claro que vendremos, Aisha, recoge tus cosas, mañana llegamos a puerto.
Feliz como una niña me preparé, avisé a la gerencia del barco de que me quedaba en Venecia y desembarqué.
Fui directa a buscar un medio de transporte lo más ràpido posible para volver a Barcelona. Fui en taxi a un aeropuerto y tomé el primer avión.
Llegué sobre las doce de la mañana del sábado, con un taxi, me fuí directa a casa de Lina. Ese fin de semana le tocaba subir a verla.
Toqué el timbre y me abrió Ana.
—¡Aisha! No te esperábamos hasta el domingo.¿Cómo estás? Pasa, mi hermano no ha llegado.
¡Mamá, Aisha ha vuelto!
Me recibieron como si fueran mi família, con cariño, muchas preguntas y al cabo de un rato Lina dijo:
—Ana, tú y yo nos vamos, hay comida preparada, vendremos después de cenar. Tendréis muchas cosas de qué hablar y nosotras sólo estorbaremos.
Ana protestó un poco pero al final ambas se fueron.
Sonó el timbre de la puerta, me acerqué y abrí.
Nos quedamos mirándonos un instante, mientras él se reponía de la sorpresa y yo me perdía en sus ojos. Después nos abrazamos, me besó y ya no hicieron falta más palabras.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top