15- Más que trabajo, placer.
Examiné el baño y la habitación, impecables, todo limpio, un cesto con fruta de bienvenida y una botella de cava. Todo con una nota en inglés que decía que era regalo del hotel.
Daniel seguía leyendo, yo lo miraba de reojo.
—Deja el trabajo, Aisha, mañana nos ponemos los dos y enseguida acabamos.
—De acuerdo pero ahora no sé que hacer, sabes, creo que voy a bajar a la piscina.
—Mejor que no vayas sola, dame un minuto y voy contigo.
—Déjalo, Daniel, casi es la hora de cenar, me doy una ducha y mañana bajamos los dos después del desayuno.
Me fuí al baño de nuevo y me duché, vi que habia un pequeño jacuzzi y no me pude resistir a la tentación de probarlo.
Salimos a cenar tarde, me puse un vestido negro, elegante, zapatos de talón y bolso a juego. Cuando Daniel se fué a cambiar, le sugerí que se pusiera unos pantalones blancos y una camisa azul, pero que no llevara la chaqueta.
Me hizo caso y la verdad es que parecía más joven.
Bajamos a cenar. Buffet libre, todo muy bueno, calidad en los alimentos y buena cocina.
Mientras comíamos, hablamos de Marc, le dije que había hablado con él y que quería pedirse dias de fiesta para venir a Barcelona.
—La verdad es que creo que lo lleváis muy bien, me refiero a la distancia.
No me lo esperaba, hacéis buena pareja, me alegro por tí.
En un momento durante la cena, recibió una llamada de la central, era la jefa. La atendió y
Después me comentó que había novedades con el trabajo.
—Esto se hace a veces, tendremos que darnos a conocer en el hotel, y seguir investigando en las cocinas, con los proveedores, lavanderias y demás servicios.
Parece ser que ha habido malas reseñas por problemas con la comida.
—Todo estaba muy bueno, pero lo miraremos más detenidamente.
Acabamos de cenar y salimos del comedor. Fuimos juntos al bar a tomarnos algo antes de acostarnos y finalmente regresamos a la habitación sobre las once.
Decidí hablar de nuevo con Marc, salí al balcón mientras Daniel se acostaba y marqué su número.
—Hola, Aisha, ¿Cómo estás?
—Hola, cariño, te echaba de menos y necesitaba oír tu voz.
—Tengo buenas notícias, el viernes de la próxima semana iré a Barcelona y si todo sale bien ya me quedaré allí.
—¿Hablas en serio? Pero...¿Cómo lo has hecho?
—Me puse en contacto con un amigo que me ha ofrecido un trabajo. Si llegamos a un acuerdo no volveré a Mallorca.
—Pero... ¡ Es genial! Me muero de ganas de verte para darte un beso.
—Yo también tengo ganas de verte de nuevo. Se me van a hacer eternos estos días, ¿Cuándo vuelves?
—Marc, esta vez tenemos que quedarnos hasta el miércoles de la semana que viene.
—Entonces nos veremos el viernes cuando llegue.
—Te quedarás en mi casa.
—Si quieres...
—Estoy deseando verte.
Hablamos un poco más y colgué el teléfono.
Estaba feliz, por una vez las cosas parecían ir bien. Tenía que contárselo a alguien y llamé a mi hermana.
Reímos y lloramos juntas, porque con el embarazo tenía las hormonas revolucionadas y se emocionaba enseguida. También me contó sus peripecias con su embarazo, nos reímos un rato y después de colgar entré a la habitación.
Daniel me miró y comentó:
—Pareces contenta, me alegro.
—Espera que te cuente, Marc viene a vivir a Barcelona. Ha encontrado trabajo. Se quedará en mi casa.
—Me alegro mucho de verdad, Aisha.
Pero su voz denotaba un cierto sentimiento de tristeza, que yo no sabía cómo interpretar.
Me puse mi pijama y me acosté en mi lado de la cama.
Me dormí con una sonrisa en los labios.
Cuando desperté estaba abrazada a Daniel y una chispa de deseo se encendió en mi cuerpo sobresaltándome, me aparté enseguida y me levanté para ir a ducharme. ¿Qué me estaba pasando?
Nos arreglamos los dos y bajamos a desayunar.
Todo estaba muy bien, estábamos trabajando y nos fijemos en la atención al público, la disposicion de la comida, la limpieza etc.
—No encuentro nada fuera de lugar, ven, vamos a la piscina, Aisha, comprobaremos que todo esté correcto, pediremos toallas y hamaca, pasaremos la mañana tranquilos entre la piscina y el jardín.
Después de comer iremos al spa, yo pediré masaje y sauna, tú deberías pedir algo también. Y después de cenar bajaremos a la sala de baile.
Creo que con eso habremos terminado la parte de incógnito. Mañana nos daremos a conocer e investigaremos las cocinas y lavandería.
—Con suerte acabamos el lunes y sólo tendremos que enviar el informe.
—Si, y nos quedarán dos días para salir y hacer un poco de turismo.
Subimos a cambiarnos a la habitación y luego pasamos a echar un ojo a los vestuarios de la piscina.
Todo estaba perfecto, nos dieron toallas y una hamaca a cada uno. Al lado de la piscina tenían un pequeño bar donde podías pedir tus bebidas y tomarlas junto al agua.
—La verdad es que este trabajo es un lujo. Espero que me contraten, pero si no lo hacen, sólo quiero decirte que ha sido un placer trabajar contigo, Daniel.
—Lo cierto es que me esperaba otra cosa de tí, por la forma en que nos conocimos, pero me has sorprendido, me gusta trabajar contigo.
Después de la mañana en la piscina y la tarde en el spa, llegó la noche y estaba muy relajada. Bajamos a la sala de baile y nos sorprendió la cantidad de gente que había. Hablando con el camarero me explicó que venían de los alrededores a tomar algo y bailar al hotel .
Pusieron música bastante movida, y después lentas. Bailamos una juntos y enseguida nos marchamos.
—Daniel, ¿Te has fijado en los chicos que estaban en la barra?
—Sí, no están alojados en el hotel.
—No es por eso, estaban pasando drogas en el local. Tendremos que dar parte.
—La verdad es que se me ha pasado, me tienes deslumbrado y no me he fijado en nadie más.
—No digas tonterías, además he visto cómo mirabas a la chica del cabello pelirrojo, y creo que ella también se ha fijado en ti.
—No creo...
—Mira, viene hacia aquí, escucha, yo voy a la habitación y recojo mis cosas, luego salgo y os la dejo para vosotros dos. Estaré aquí abajo hasta que cierren. Luego iré a la piscina o al jardín. Nos vemos mañana.
Me fuí ain esperar su respuesta, subí a la habitación deprisa y recogí todas mis cosas. Me puse una chaqueta fina cogí un libro de Daniel y bajé a recepción en busca de una toalla.
La piscina estaba iluminada y aproveché para leer. Era una novela de intriga que me atrapó desde el primer capítulo.
Sobre las cinco de la mañana acabé de leer y me levanté para dar una vuelta por los jardines. Vi el amanecer, y me senté en unos sillones en los que me quedé profundamente dormida.
Me despertó Daniel: estaba enfadado conmigo.
—¡Al fin! He dado contigo, no vuelvas a hacer algo así nunca más.
—¿Qué pasa Daniel? ¿no te fué bien con la pelirroja?
Me miró a los ojos y se me encendieron todas las alarmas...
—No he dormido en toda la noche, he estado buscándote por toda la ciudad.
—Pero si estaba en la piscina del hotel...
—Entre la pelirroja y yo no pasó nada anoche.
—Lo siento, Daniel.
—¿Cómo se te ocurrió que yo iba a pasar la noche con alguien mientras tú estabas sola fuera?
No soy un quinceañero que busca sexo desesperado. Estaba preocupado por ti.
—Ya te dije que lo siento.
Me acompañó a la habitación y allí me duché y cambié de ropa.
Estuvimos todo el día casi sin hablarnos, trabajando en nuestro informe previo.
Al dia siguiente bajamos a recepción y pedimos hablar con el director del hotel, y le explicamos quiénes éramos y lo que queríamos hacer.
Se portaron muy bien, nos lo enseñaron todo y parecía estar todo bien. Hasta que vimos aparecer un camión de reparto de materia prima, que traía pescado, sin refrigerar, y lo apuntamos en el informe.
Parecía que el hotel se cuidaba bien de los alimentos, pero los proveedores no lo hacían.
Lo comentamos con el director, quien dijo que tomaría cartas en el asunto.
Después de trabajar sin descanso dos días enteros, empecé a sentirme mal. Creí que sería cansancio o estrés. Pero tenía fiebre y náuseas, así que me pasé todo el domingo y lunes en cama.
Vino un médico que dictaminó que tenia una intoxicación alimentaria y al parecer no era la única en el hotel.
Daniel no me dejó sola en ningún momento, comprovaba mi temperatura cada tres horas y me daba la medicación.
Yo por mi parte no podía hacer nada y él se encargó también de terminar y enviar los informes sobre el hotel.
Salimos de Israel a las diez de la mañana del miércoles, y llegamos a Barcelona a las siete de la tarde. Daniel me acompañó a casa y sólo se fue cuando vino mi hermana.
—Estaba muy preocupada, Aisha, Daniel me llamaba para decirme cómo estabas pero no te ponías al teléfono.
—Estaba con fiebre alta y casi todo el rato dormía. Daniel se ha ocupado de mí. ¿Sabes si le ha dicho algo a Marc?
—Creo que sí que han hablado. Lo que me parece raro es que no te haya llamado hoy que sabía que venías.
—Debe estar trabajando todavía. Lo llamaré esta noche.
—¿Quieres que me quede contigo esta noche?
—No hace falta, Tata, ves a casa. Yo estaré bien, voy a cenar algo ligero. Jamón dulce y un poco de pan. Después llamaré a Marc y me acostaré.
A las nueve de la noche me quedé por fin sola en mi casa. Cené y llamé a Marc
—¡Dígame!—
Era una voz de mujer.
Me quedé parada, sin voz.
—¿Quién es?
—Hola soy Aisha.
En el otro lado del teléfono se hizo un silencio sepulcral.
Me dió miedo.
—¿Está Marc por ahí?
—Perdona, soy su hermana, ¿Quién eres?
—Soy Aisha — repetí. —Me gustaría hablar con Marc.
—Es que no se puede poner al teléfono, ha sufrido un accidente de coche.
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