Epílogo Volkacio: Belleza y Alegría
《2 Años Más Tarde》
Horacio se encontraba frente al tocador de la lujosa habitación. Había terminado de arreglar su cabello (ahora rojizo) y a continuación, daba inicio a su maquillaje. Le había costado mucho decidir el estilo que quería llevar ese día, era uno especial y desde un principio, pensó en recrear el que utilizó la última vez; sin embargo, este día marcaba un cierre en su vida. De cierta forma, representaría mucho más de lo que había imaginado, previo a llegar allí. Sonrió para sí mismo y procedió a maquillar su rostro igual que siempre, sólo que con ciertos detalles a juego con su vestimenta.
Terminó unos minutos más tarde y sonrió al verse en el espejo, pero sin darse cuenta, había desviado su mirada hacia esa marca que su esposo le había hecho, hace tantos años atrás. Aunque aún no se había acostumbrado a verla tan reluciente y cuidada, como hace tanto lo había dejado de hacer; y es que desde que su alfa lo volvió a marcar hace más de un año, tanto esta, como su relación, se había fortalecido.
《Flashback》
— No puedo, Horacio — exclamaba tenso el alfa, mientras hacía todo lo posible por contenerse.
— Vik... — lo llamó, acercándolo hacia él — lo necesito...
La pareja se encontraba a solas en su casa, concretamente en su cama matrimonial, donde habían estado pasando todo el día debido al celo del alfa. Este en un comienzo, no estaba muy de acuerdo con que su esposo se quedase a su lado, durante esos dos días que solía durar su celo. Sin embargo, el omega le insistió diciendo que no había nada de qué preocuparse, pues quería cuidarlo como antes, al igual que este había estado haciendo con él.
Habían permanecido tranquilos y Horacio había estado al pendiente de su alfa. Por lo menos así fue, hasta que las oleadas de este incrementaron y de un momento a otro, habían comenzado a besarse y dejarse llevar. Llegando al momento actual en el que ambos se encontraban despojados de toda prenda de ropa, y con Volkov sobre Horacio adentrándose en él, repartiendo múltiples besos por su pecho y cuello.
— ¿Estás seguro? — se apartó un poco el mayor, para mirar por unos segundos a su omega.
— Jamás había estado tan seguro — le respondió firme, sacándole una sonrisa al contrario.
Volkov no pudo contener más a su alfa interior, pues este llevaba anhelando ese momento desde el instante en que volvieron a unir sus cuerpos, aquella noche hace tiempo en su departamento. Por lo que al ver como el moreno volteaba su rostro hacia otro lado, dejándole más fácil acceso a la marca que este tenía; no lo pensó dos veces más para clavar sus colmillos en esta, haciendo al omega gritar de inmediato.
— ¡Viktor! — chilló entre gemidos, pues al mismo tiempo que lo marcaba, había vuelto a penetrarlo con la misma fuerza — Dios... — trataba de recuperar el aliento, pero las embestidas que el contrario seguía proporcionandole, lo hacía casi imposible.
Minutos más tarde, el alfa alejaba un poco su rostro del cuello del omega para observarlo y retirar su miembro del interior de este, una vez había conseguido que ambos se corrieran. Tomó asiento junto al moreno, atrayéndolo hacia él, observando detenidamente como la marca que hace tantos años había hecho, ahora volvía a lucir como la primera vez. Recordando aquello, repitió como siempre hacía luego de reforzarla y se llevó esa parte del cuello de su omega para lamerle y repartir besos, esperando ayudar al contrario a aliviar el dolor.
— Я так сильно тебя люблю, мой малыш (Te amo mucho, mi pequeño) — le dijo Volkov a su esposo, luego de otorgarle un beso en la frente y percatarse (como era de esperar) que este se había quedado dormido entre sus brazos con una sonrisa.
《Fin del Flashback》
— Hache, ¿estás listo? — la voz de su mejor amiga lo sacó de sus recuerdos — Woow... te ves, muy bonito — terminó de decir, mientras que contenía sus lágrimas.
El omega se puso de pie y sonrientemente se giró a ver a Alanna, acercándose a ella y recibirla con un abrazo. Este momento lo transportó a la primera vez que esta le dedicaba esas palabras, justamente en una situación como esta, con la diferencia que ahora muchas cosas habían cambiado.
— No puedo creer que esté llorando de nuevo — se disculpó la omega — lo siento, son las hormonas.
Y es que luego de haberlo estado intentando por mucho tiempo, la omega había logrado quedar embarazada y se encontraba esperando gemelas junto con su pareja alfa, el cual trabaja en la LSPD.
— Y yo no puedo creer que esté tan nervioso — acompañó el sentimiento entre risas, una vez rompieron el abrazo — ¿debo ir ya?
— Sí, sí, sí — le respondió, volviendo a centrarse — vamos anda, que tu esposo te espera en el altar.
Horacio no pudo evitar sonreír ante esto. Jamás pensó que iba a casarse, mucho menos que lo haría dos veces; por lo que luego de soltar un suspiro y revisar tanto su vestimenta como su peinado y maquillaje por última vez, salió de la habitación para encontrarse en el pasillo con su madre y sus cachorros. Siendo dejado ahí con ellos, mientras que Alanna iba a asegurarse de que ya estuviese preparado.
— Mi niño — exclamó Charlotte al verlo, abrazándolo al momento, siendo inmediatamente correspondida por este — te ves muy apuesto — lo halaga, para luego percatarse de que este tenía los ojos cristalinos, por lo que con su mano derecha, le acaricia lentamente la mejilla para con cuidado limpiar una pequeña lágrima que estaba por salir — si lloras, vas a arruinar tu maquillaje.
El omega sonrió, posando al mismo tiempo su vista sobre sus cachorros, lo cual lo hizo emocionarse todavía más. Le costaba asimilar cómo habían crecido tanto en dos años, que considerando todo lo que habían pasado en ellos (para él y su familia) son años que han pasado en un abrir y cerrar de ojos. Penélope ahora tenía nueve años y había crecido un poco, sus cabellos castaños y rizados le llegaban un poco más por debajo de los hombros; pues debido a sus prácticas de fútbol era lo más cómodo para ella. Lucas y Lily por su parte, ahora tenían siete años. El único hijo de la pareja había ganado unos pocos centímetros de altura adicionales a los de su hermana melliza; su cabello rizado y ondulado ahora era más corto, pero no lo suficiente como para evitarle a su padre recogérselo en una coleta. La más pequeña de la familia por su parte, continuaba llevando su cabello largo y ondulado, teniendo una discusión con sus padres cada vez que llegaba la hora de cortarlo; por lo que considerando lo poco que había crecido en estos dos años, le llegaba casi hasta la cintura.
— Te ves increíble, papi — expresó cariñosamente Lily, al tiempo que se acercaba a él junto con su hermano y hermana para abrazarlo.
— Papá se va a desmayar cuando te vea — afirmó emocionada Penélope.
— Seguro que lo hará — estuvo de acuerdo Charlotte — ¿ya estamos listos?
Horacio sonrió nervioso, para luego asentir y tomar el ramo de flores que su madre le ofrecía; Alanna regresó para entregarles a sus sobrinos, los objetos que estarían llevando. Primero saldrían Lucas y Lily a la par, llevando los anillos y arrojando unos pétalos de rosas respectivamente. Luego los seguiría Penélope con un ramo más pequeño que el suyo; para finalmente salir él junto con su madre, la cual lo acompañaría hasta el altar por segunda vez en su vida. La omega embarazada le dio al moreno unas indicaciones para que supiese cuando indicarles a sus cachorros que salieran, al igual que él, para ella poder ir hacia su lugar en el altar como dama de honor.
Horacio se posicionó frente a las dos grandes cortinas que los separaban del resto de los invitados y familiares. Suspiró nervioso, luego de indicarles a sus mellizos que salieran, para unos segundos después darle el visto bueno a su primogénita y voltear a ver a su madre nuevamente.
— Gracias por siempre acompañarme, mamá — le agradeció nostálgico, siendo abrazado por ella una vez más.
— Siempre que me necesites, mi niño — le respondió una vez se separaron, seguidamente ambos miraron al frente, al tiempo que la música comenzaba a sonar y las cortinas se abrían.
Un suspiro salió de sus labios, en un intento de disipar sus nervios, emprendiendo así el camino hasta el altar. Observaba a los invitados conforme se iban acercando, iniciando con algunos compañeros y amigos del trabajo como Gastón, Eduardo, Susan y algunos más. Seguidos de Parker, Blake y Nina; pues estos se encontraban en segunda fila, justo detrás de las sillas vacías donde se sentarían los pequeños, junto con Charlotte y Maia. Horacio se quedó deslumbrado al ver a su radiante esposo a su espera, lo cual hizo que sus nervios incrementasen. Detrás de este estaban Greco y Gustabo, mientras que del lado opuesto se encontraban Alanna y Gaia con sus respectivos ramos de flores.
— Creo que debo seguir soñando — las palabras del ruso lo sacaron de sus pensamientos, una vez lo tuvo de frente, tomándolo de la mano — te ves muy hermoso, Horacio.
— Tú me has dejado sin aliento — confesó, para luego dedicarle una sonrisa y pararse ahora ambos uno frente al otro.
El encargado de oficializar la renovación de sus votos comenzó a hablar, relatando un discurso similar al que se llevó a cabo en su primera boda. Sin embargo, el alfa y el omega no estaban muy centrados en las palabras que este pronunciaba; les resultaban increíbles las pequeñas similitudes y cómo al mismo tiempo todo era tan diferente. Veían cómo a diferencia de aquella vez, ahora sus tres cachorros se encontraban en esa primera fila, siendo testigos y al mismo tiempo, el más grande ejemplo del amor que estos estaban por jurarse nuevamente. Todo parecía estar siendo un sueño, pues estos sólo eran capaces de percibir las palabras que salían de la boca del otro, una especie de trance que sólo el uno con el otro, eran capaces de formar.
"Prometo amarte, honrarte, respetarte y cuidar de nuestra familia y matrimonio..."
"Prometo honrarte, respetarte y cuidar de nuestra familia y matrimonio..."
"Juro siempre estar presente, escucharte, comprenderte y ayudarte..."
"Juro siempre estar presente, escucharte, comprenderte y ayudarte"
"Yo, Horacio, te tomo a ti, Viktor, hasta que la muerte nos separe..."
"Yo, Viktor, te tomo a ti, Horacio, hasta que la muerte nos separe..."
"Juntos hoy, mañana y siempre"
"Juntos hoy, mañana y siempre"
— Puede besar a su esposo — escucharon, para luego intercambiar una mirada de complicidad que sólo ellos se otorgaban entre sí, eliminando así la escasa distancia que los separaba.
Volkov toma con una de sus manos la cintura de Horacio y con la otra, la mejilla derecha; lo termina de acercar a sus labios, para sellar su amor en un tierno pero apasionado beso. Mientras que Horacio por su parte, le rodea el cuello con sus brazos y se deja llevar por los sentimientos que su esposo le provoca. Una vez se separan, se dedican otra sonrisa de felicidad y al mismo tiempo que voltean a ver a sus familiares, invitados y amigos, sus tres pequeños se les unen para abrazarlos.
Una vez la ceremonia acabó, pasaron todos al área donde se iba a estar celebrando el resto de la boda. Los esposos decidieron saltarse varios "protocolos" ya que en un inicio querían algo sencillo. Después de todo, sólo querían hacer una ceremonia de renovación de votos simple, con sus más allegados. Sin embargo, a la hora de lo que esperaban fuesen unos pocos discursos por parte de sus amigos y familiares, estos parecían estar igual o incluso más emotivos que los esposos.
— Hola — saludó Charlotte algo tímida, una vez estuvo frente al micrófono en medio de todos y con los recién casados en frente — si me lo permiten, me gustaría dedicarles algunas palabras a mis hijos. Todos los presentes hicieron silencio para permitirle a la mujer que hablase sin problema — no les quiero robar mucho tiempo, pero no podía dejar pasar la oportunidad de dedicarles unas palabras a ambos — les sonrió tanto a su hijo, como al ruso — sólo quería recordarles lo muy, muy, muy orgullosa que estoy de los dos. Siempre lo he estado y así seguirá siendo porque desde el día uno en que mi niño me dijo que estaban iniciando su relación, supe que no había una mejor persona para el otro — se detuvo al ver como su hijo secaba una lágrima que había caído por su rostro — estoy feliz de ver cómo han afrontado todas las adversidades que les ha presentado la vida, que han sabido amarse y me han dado tres nietos más, que son hermosos, educados y el vivo ejemplo de no sólo los buenos padres que son, sino también los increíbles seres humanos. En fin — rió para sí misma — dije que sería muy breve, así que eso es todo, los quiero mucho hijos.
Los presentes aplaudieron a la omega, para luego ver cómo Horacio se ponía de pie e iba a abrazar a su madre. Sin embargo, la llegada de otra persona al micrófono, lo hizo detenerse y volver a tomar asiento junto a su esposo, para prestarle la debida atención a su cuñado.
— Ya que estamos todos aquí, a mi también me gustaría decir unas palabras — comenzó a decir el ruso — sé que no he podido estar muy presente ni ser de mucho apoyo debido a la distancia, sin embargo, espero que nos les quepa duda de lo feliz que estoy por ustedes — exclamó, para luego dirigirse a Horacio — siempre agradeceré eternamente el amor que le brindas a Viktor, lo feliz que lo haces y la familia que juntos han creado — finalizó esa parte para luego ver a quien con el paso de los años, dejó de ser sólo su cuñado y se convirtió en un hermano menor — por otra parte, Viktor... estoy muy orgulloso de ti y todo lo que has logrado, el increíble hombre que eres y no sólo eso, sino también un grandioso padre y esposo — se detuvo unos segundos, mientras observaba como el omega apretaba la mano del mayor al notarlo conmovido — estoy feliz de que me hayas permitido seguir siendo parte de tu familia y... — comenzó a emocionarse — y como siempre te digo... estoy muy seguro de que Aleksandra está igual e incluso más orgullosa que yo.
Una vez concluyó, fue él quien se acercó a Volkov para darle un abrazo y reiterarle varias de las palabras que ya había dicho, para luego regresar a su asiento. Dando paso a la siguiente persona que si bien no era de muchas palabras, cuando se trataba de su hermano, todo era diferente.
— Quizás mis palabras no vayan a ser tan increíbles como las de el tío perfecto, ni amorosas como las de mamá Charlotte — inició el alfa algo apenado, aunque seguro de lo que tenía por decir — pero este momento... y luego de todo lo que ha pasado, creo que es más que necesario — volteó a ver a su hermano — Horacio, desde que nos encontramos en aquellas calles y nos convertimos en hermanos, siempre supe que había un gran futuro por delante para ti. Lo supe de inmediato... siempre has sido mejor que yo en muchas cosas, digo, no por nada terminaste siendo el director del FBI, casándote con un buen alfa (aunque me cueste aceptarlo) — pequeñas risas se escucharon entre los demás y una mueca divertida se mostraba en el rostro del ruso — y teniendo unos cachorros que son como unos hijos para mi... — Gustabo dio un rápido vistazo a sus sobrinos, los cuales estaban junto a Greco — me han permitido ser una parte importante en la vida de ellos y siempre estaré agradecido porque no te hayas olvidado de tu pésimo hermano mayor y me hayas hecho parte de esta familia que formaste — se detuvo al ver como el omega se ponía de pie y comenzaba a caminar hacía él — yo... yo estoy muy orgulloso de ti, Horacio, no tienes idea de cuanto — finalizó una vez lo tuvo enfrente para recibir un abrazo, que no dudó en corresponder.
— Eres un gran hermano mayor, Gus... — le dijo el moreno en medio del abrazo, haciendo que por el rostro del rubio, cayese una lágrima — y yo también estoy orgulloso de ti, pero muchísimo.
Una vez rompieron el abrazo y mientras que el omega volvía a su asiento junto a su esposo, Gustabo se sorprendió al sentir a su pareja colocarle una mano en el hombro. El de barbas le pidió el micrófono, para luego recibirlo en su mano y con la otra, acercar por la cintura al rubio, indicandole sin palabras que permaneciera a su lado.
— Yo también quiero decir algo — inició el de barbas con su característica sonrisa — y es que, no quiero sonar repetitivo, pero confío en que entenderán que esta noche, lo que estamos celebrando... no sólo significa mucho para ustedes — observó a todos los presentes tras de él, para luego dirigirse nuevamente a estos dos — sino que también para cada uno de los que estamos aquí presentes. Seré honesto, Volkov — se dirigió a su mejor amigo — y creo todo lo que sucedió para que nos encontremos aquí, teniendo un momento como este para ustedes... sólo refuerza aquello que les dije durante su primera ceremonia de bodas — hizo una pequeña pausa, en la cual se percató de que su amigo parecía recordar aquello — se merecen ser felices juntos, y ahora puedo decir mejor que en ese entonces, que... son un ejemplo a seguir, por lo menos para mi — finalizó, para luego ver a su mejor amigo levantar una copa en señal de agradecimientos por sus palabras.
Ambos alfas retomaron sus asientos y todo parecía indicar que la improvisada parte de los discursos, había finalizado. Al menos eso pensaron, hasta que se percataron que la mejor amiga de ambos, se acercaba al medio del salón y tomaba el micrófono, iniciando con sus palabras. Sin embargo, las emociones que había estado tratando de retener desde el inicio del día, habían comenzado a sobrepasarla.
— Ni siquiera he comenzado a hablar y ya parezco una magdalena — inició, haciendo reír a todos — justo por eso no pensaba hablar, pero luego de las palabras de Greco... necesito resaltar algo — se acercó un poco más hacia estos — y es que, no sólo son un ejemplo a seguir para él... ni para mis sobrinas y sobrino... también lo son para mi. Yo... llegué a Los Santos sin tener a nadie, sin tener una familia... y ustedes dos desde el día uno me acogieron como parte de ustedes, no sólo me dieron un trabajo, me dieron un hogar y una familia a la cual pertenecer — se detuvo para secar sus lágrimas — me hicieron una pieza importante no sólo en sus vidas, sino también en la de esos tres pequeños que están allá atrás, de los que estaré siempre honrada me hayan confiado algo tan importante como ser su madrina... Y ahora que dentro de unos meses me convertiré en madre, siento que gracias a ustedes, puedo estar aunque sea un poco más preparada de lo que estaría de no haberlos conocido — se terminó de acercar, para de inmediato sentir como ambos tomaban la mano libre de esta, haciendo que sus ojos se llenaran aún más de lágrimas — gracias por ser mucho más que unos jefes para mi.
Una vez la omega finalizó, y nadie más pasó al frente, decidieron proseguir con la celebración. La pista de baile que tanto Horacio le pidió a Viktor tener en la boda, se convirtió en la sensación de la noche. La mayoría se encontraba allí bailando, y los esposos no eran la excepción. El alfa y el omega se encontraban en el medio moviéndose al ritmo de la animada música que había pedido el moreno. No muy lejos de ellos se encontraban Greco y Gustabo, quienes de igual forma bailaban, pero de una forma más tranquila, ya que Lily les había pedido acompañarlos. Por otro lado, Charlotte daba vueltas con su único nieto varón y no muy lejos de ella, Penélope, Melissa y Gaia les hacían compañía.
En un momento en que la canción que estaban bailando se terminó, el omega decidió ir a buscar algo de tomar para él y su esposo. Dejando a este con Lucas y Charlotte quienes se les habían acercado tan pronto la música cambió de ritmo. Se acercó al caballero que habían contratado para que se encargase de los cócteles y demás para pedirle unos mojitos. Sin embargo, antes de que este se los entregase, dos personas se le acercaron entre risas.
— ¿Cómo la está pasando? — les preguntó con una sonrisa.
— De maravilla — le respondió la omega pelirroja, para luego pedir dos botellas de agua.
— Lo importante es que tú y Viktor se la pasen bien, Horacio — se unió Nikolai a la conservación.
— Lo estamos haciendo, créanme — enfatizó, manteniendo su sonrisa, la cual aumentó al ver desde su lugar a su esposo, ahora rodeado de sus cachorros y su sobrina — ¿ustedes no están bebiendo? — quiso saber, una vez le entregaran sus mojitos, seguidos de las botellas de agua que la rusa había pedido.
— Nos tomamos un Vodka hace unas horas — aclaró Nikolai — pero preferimos no tomar más, ya sabes, por estar al pendiente de los cachorros.
— Además — se le acercó Darya a Horacio, arqueando una ceja — ¿cuando se fugan? — preguntó divertida — que ya les dijimos que por Penélope y los mellizos no tienen que preocuparse.
— Lo sé — le respondió de igual forma, mientras le daba un sorbo a su bebida — Viktor no lo sabe aún, quiero que sea sorpresa.
— Ya lo escucho diciendo que deben quedarse por los niños — dijo el alfa ruso riendo — al final seremos nosotros los que tendremos que desaparecernos con ellos.
— Gracias por aceptar quedarse con ellos esta noche — les agradeció el omega — quería darles un descanso a Greco y a Gus — los volteó a ver, quienes aún bailaban con Lily — sé que no les molesta pero... ya saben.
— Tranquilo, Horacio — le dijo su cuñado — yo estoy encantado con poder pasar más tiempo con ellos, aún tengo muchos años que recuperar — fue sincero, pues una parte de él siempre iba a tener esa espinilla en el pecho — y Darya tampoco tiene problemas, ¿no es así?
— Para nada — lo apoyó la omega — de hecho, Melissa y Penélope ya hicieron planes, y Nick tiene todo preparado para los mellizos — le indicó visiblemente emocionada, pues era la primera vez que se quedarían con los cachorros — pueden fugarse tranquilos, de verdad.
— Se los agradezco — exclamó, para luego proponerse a ir con su esposo, aunque la omega lo detuvo.
— ¿Podría hablar contigo un minuto a solas? — le pidió entre nerviosa y apenada, luego de que Nikolai le sonriera y fuese hacia donde Volkov se encontraba, para tomar a Penélope de los brazos de este e indicarle algo al oído.
— ¿Todo está bien? — inquirió preocupado, al tiempo que dejaba de lado los mojitos, para prestarle atención.
— Sí, sí... — lo tranquilizó de inmediato — es sólo que, bueno... antes no tuve el valor de hablarles en frente de todo el mundo y... me gustaría hacerlo ahora — finalizó, al mismo tiempo que Volkov se les acercaba y rodeaba a su esposo por la cintura — como decía... antes no lo hice porque no consideraba que tenía el derecho de hacerlo, y ser parte del centro de atención no es lo mío, creo que se han dado cuenta — dijo esto último riendo, contagiando un poco a ambos — sólo quería decirles que, si bien no llevo conociéndolos tanto tiempo, como todos los demás que están aquí... estoy feliz de que a pesar de cómo se dieron las cosas cuando nos conocimos — vio al alfa, el cual asintió — me alegra que todo entre nosotros esté bien y hayamos podido dejar todo atrás y... ser amigos, ser bueno... familia. Estoy muy feliz por ustedes y honrada con que me hayan permitido seguir siendo parte de sus vidas — finalizó, para luego recibir un abrazo por parte del omega, el cual no dudó en corresponder.
Durante los últimos dos años, estos se habían dado la oportunidad de conocerse y pasar tiempo juntos; tanto con sus cachorros, como a solas. Logrando así que Horacio viera la increíble mujer que era la omega y viceversa. Mientras que Volkov por su parte, solía escuchar atento y con una sonrisa cada anécdota que su esposo le contaba, luego de haber salido con la omega o simplemente idear alguna salida en grupo.
— En fin — volvió a decir esta, luego de separarse de Horacio — ya no les molesto más, que es su noche y aún queda lo mejor — reafirmó sus palabras, guiñandole un ojo a Horacio, dejando confundido a Volkov, para luego retirarse y dejarlos solos.
— ¿A qué se refiere? — le preguntó el ruso a su esposo, mientras que este rodeaba su cuello con sus brazos.
— No lo sé — fingió inocencia — quizás tu maravilloso esposo haya planeado algo para esta noche — se le acercó para darle un rápido beso — ¿quieres ir a descubrirlo?
— Sería un placer — respondió, mientras lo abrazaba por la cintura — pero tenemos unos pequeños que no podemos dejar solos.
— No estarán solos, soy un buen padre y ya me encargué de eso — señaló con la cabeza a Darya y Nikolai, los cuales tenían en brazos a sus mellizos — además, ¿no es una tradición que los recién casados se fuguen antes de que acabe la fiesta?
— Ahí pueda que tengas razón — estuvo de acuerdo, mientras que miraba esos ojos bicolores que tanto amaba.
— Entonces... — se le acercó a sus labios para hablarle en un tono casi inaudible, al mismo tiempo que movía su cintura de izquierda a derecha — ¿quiere fugarse con su esposo y descubrir su sorpresa?
— 10-4, querido mío — aceptó el alfa, para luego recibir un beso y dejarse guiar por el moreno hacia afuera.
Horacio tomó la mano de su esposo, para luego susurrare que lo siguiese. Guiándolo hacia la salida más cercana del local, no sin antes voltear rápidamente, buscando con sus bicolores a su cuñado y la pelirroja. Acción que no le demoró demasiado, ya que estos habían estado al pendiente, como les habían prometido; y una vez vieron que se movieron del lugar donde los habían dejado, tranquilizaron al omega al ver como estos tenían a sus cachorros en brazos. Por lo que le hizo una seña al alfa ruso, el cual comprendió y le dijo que no se preocupase, permitiéndole de esta forma, retirarse con su esposo en paz.
— Cariño, ¿a dónde vamos? — le preguntó Volkov, una vez estuvieron fuera del lugar y el omega parecía buscar algo por el estacionamiento.
— Si te digo, ya no será una sorpresa — respondió sonriente, para luego abrir su vehículo e ingresar junto a su alfa. Horacio le había pedido a su hermano que le llevase su auto y lo dejase en el estacionamiento del lugar, para así poder utilizarlo en ese momento — si preguntas de nuevo, tendré que vendarte los ojos.
— Como si eso fuese una molestia — exclamó coqueto, haciendo que el de cresta lo observarse, para luego acercarse a este y darle un beso.
Un beso con el que no buscaba ir más allá, pero la adrenalina, el momento y lo que se avecinaba, hizo que escalase un poco más. Por lo que el alfa colocó su mano derecha en la cintura del moreno, buscando hacer que este se le acercase más, haciendo que por consiguiente, el omega soltase unos leves jadeos al sentir el firme toque de su esposo en su piel. Los besos aumentaron y ahora el ruso recorría el cuello de este, repartiendo besos sin dejarle tregua al moreno para que se apartase. Lo cual hizo que este estuviese a punto de dejarse llevar completamente por el placer, pero un mensaje entrante de su móvil, lo hizo recordar a donde se dirigían y lo que los esperaba allá.
— Vik... — lo llamó, mientras colocaba su mano derecha en el pecho de este, para intentar crear un poco de distancia — te juro que si sigues haciendo eso, no vamos a poder llegar a lo que tengo preparado — confesó riendo, permitiéndole a Volkov poder apreciar la mejillas sonrojadas de este.
— Vale, vale — aceptó, volviendo a acomodarse en su lugar — sorpréndeme, querido mío.
Ante esto, Horacio asintió, para luego colocarse el cinturón de seguridad y encender el auto para dar inicio a su destino. Durante el camino, el ruso se negó a dejar de hacer contacto con la hermosa piel canela de su pareja, por lo que en un inicio colocó su mano izquierda en la pierna de este; pero con el pasar de cinco escasos minutos, su mano había cambiado el rumbo de sus caricias. Paseando de allí a la entrepierna de su esposo, donde con un ritmo marcado, le apretaba levemente haciendo que en más de una ocasión, Horacio gimiese por lo bajo. Lo que hizo a su vez que este condujese más rápido, para poder llegar a su destino.
Arribaron al cabo de unos quince minutos. El omega había buscado un lugar un tanto diferente, pues al llevar más de diez años con su esposo, eran pocas las cosas que no habían hecho, como del mismo modo, los lugares en los que habían estado. Fue así como se le ocurrió la idea de lo que quería para esa noche y no le costó mucho hacerla realidad.
— Horacio, ¿a dónde nos has traído? — preguntó el ruso, al mismo tiempo que se bajan del vehículo.
— Tú confía — respondió con simpleza, para luego acercarse a este y tomarle de la mano — te dije que era una sorpresa.
— ¿En medio del bosque? — inquirió dudoso, pues frente a ellos sólo había árboles muy altos y un sendero apenas visible.
— ¿Qué? — lo miró divertido — ¿tienes miedo de que te haga un código monte en la noche de nuestra segunda boda?
— Me amas demasiado como para hacerlo — aseguró, acercándose nuevamente hacia él — por lo que espero que me guíes pronto hacia la maravillosa sorpresa que has preparado para esta noche, porque no sé cuánto tiempo más podré tener cerca sin hacerte mío.
Horacio sintió un escalofrío recorrer su cuerpo con sus palabras, seguido del sonrojo que nuevamente se apoderó de sus mejillas. Seguía sin entender cómo era posible que aun luego de más de una década con ese alfa, este siguiese provocando en él lo mismo que la primera vez. Por lo que sin decir nada más, lo tomó de la mano y dio media vuelta para emprender su camino, donde la sorpresa se encontraba. La cual afortunadamente para ambos, no estaba a más de cinco minutos de distancia del estacionamiento, pues al momento en que una hermosa cabaña se presentó ante los ojos de ambos, el ruso supo que su noche recién acababa de iniciar.
— Espérame dentro — le comunicó el omega, al tiempo que le daba un beso en la mejilla — debo decirle a Manolo que ya puede retirarse, fue muy amable de estar al pendiente de que el lugar estuviese listo para nosotros.
— ¿No prefieres enviarle un mensaje? — propuso, mientras lo abrazaba por la cintura — porque no pienso dejar que te me escapes ni un segundo más.
El omega asintió, pues no podía negársele a su esposo, sobre todo cuando ambos estaban deseosos de lo mismo; por lo que sin romper el agarre que este le hacía, sacó su móvil y le indicó a Manolo que todo estaba en orden y podía marcharse. Una vez volvió a guardar el móvil, el alfa no perdió el tiempo y tomó a este en brazos para ingresar a la cabaña, la cual al verla desde dentro, lo dejó más que asombrado.
El interior de esta lucía mucho más moderna de lo que por fuera aparentaba, tenía una gran cama en el centro, la cual con pétalos de rosas, tenía las iniciales de ambos con un corazón en medio. Al lado había unos pequeños escalones, los cuales los guiaban hasta un gran jacuzzi, en el que ambos podrían entrar cómodamente. Además, había un sofá con un gran espaldar, el cual servía como divisor entre la habitación y el cuarto de baño. La iluminación era acogedora, una tenue luz amarilla les permitía apreciar el lugar, junto con una radio al lado de la entrada, que les permitiría ajustar la música a su preferencia.
— Entonces... — habló nuevamente Horacio, haciendo que el de ojos grises lo mirasen — ¿te gusta?
El ruso le respondió guiándolo hacia la cama y dejándolo caer en esta. Lo observó desde arriba, al mismo tiempo que se retiraba sus prendas superiores. Horacio por su parte, no quiso perder el tiempo e imitó la acción de su esposo, sólo que cuando iba a retirarse la parte inferior, su alfa lo detuvo.
— Yo lo hago — le indicó por lo bajo, para luego tomar las manos de este y colocarlas por arriba de su cresta, sin soltarlas.
Seguido de esto, y manteniendo su agarre firme, descendió con lentitud por el pecho de este. Permitiéndole a su lengua recorrer el cuerpo que nunca se cansaría de deleitar, bajando por este hasta llegar a su pantalón, el cual con cierta agilidad y demostrando que no era la primera vez que lo hacía, removió los botones; para luego comenzar a jalarlo hacia abajo con su boca. Logrando que este le dejase a la vista la ropa interior del omega, el cual no dudó en retirar del mismo modo. Una vez el miembro del omega quedó libre, el ruso decididamente lo toma y lo ingresa en su boca, haciendo que el contrario soltase un gemido de inmediato.
— Viktor... — lo llamó el omega entre jadeos, mientras que con sus piernas abrazaba el cuerpo de este, y por consiguiente, lo animaba a continuar con el ritmo de la felación que llevaba.
El alfa tomó a su esposo de la cintura con su mano derecha, pero sin dejar de apresar las del contrario con su izquierda. De esta forma, trataba de evitar que este se moviese y pudiese ser él quien determinase cuando incrementar el ritmo. Sin embargo, con todo el deseo que llevaban acumulando desde antes, no le costó mucho acelerarlo, mucho menos luego con su mano libre, comenzar a masturbarle el miembro a su omega sin retirarlo de su boca.
— Vik... Dios... — comenzó a jadear en alto, cuando el nivel de placer que le estaba proporcionando su esposo aumentó — déjame... deja-me tocarte... — le pidió entre gemidos — por favor...
— Eso lo decidiré yo — afirmó, dejando de lado el miembro de este, para acercar sus labios al cuello del omega y comenzar a besarlo mientras lo seguía masturbando.
El cuerpo del omega comenzó a contraerse en espasmos y es que le era imposible mantenerse cuerdo cuando su alfa lo tenía en esa posición, incapaz de moverse más allá de lo permitido, y siendo complacido en dos de sus áreas más sensibles. Por lo que si éste continuaba estimulando al menor de esta forma, podría terminar corriéndose mucho antes de lo que esperaba.
— Creo que ya va siendo hora de reforzar esta marca, ¿no crees? — escuchó el moreno en su oído, lo cual le hizo estremecerse de inmediato.
— Por fa-favor — le pidió extasiado — estoy... a punto d-de...
— Entonces será un placer para mí — le respondió, sin dejarlo terminar, para luego bajar y atrapar el miembro de este con su boca; haciéndolo nuevamente incrementar el nivel de sus gemidos.
No le costó mucho, pues como el omega le había indicado, este estaba muy cerca de correrse. Así que sólo le costó unos segundos, antes de que el alfa pudiese recibir el dulce sabor de su esposo en su interior; permitiéndole a este por fin, la libertad que le había estado pidiendo y liberándose del agarre que había mantenido durante todo el tiempo de sus manos.
— Ven aquí... — le pidió el omega, mientras que le acariciaba la espalda, pidiéndole que se recostara sobre su pecho — eso fue...
— Sólo el comienzo — terminó de decir, para luego unir sus labios, haciendo a su vez sonreír al contrario.
— Tienes razón — estuvo de acuerdo — me apetece mucho darme un baño, ¿a ti no? — sugirió con picardía, para luego apuntar en dirección al jacuzzi.
— Me apetece muchísimo, мой малыш — aceptó, para luego con calma, ponerse de pie y tenderle la mano a su esposo.
Horacio no dudó en tomarla, y pasando por el lado de todas sus prendas en el suelo, fueron hasta la esquina donde se encontraba el jacuzzi. Abrieron rápidamente el grifo para que comenzase a llenarse de agua, dejando también caer en este, una pequeña cápsula de aromatizante y otra para que se creasen burbujas en el interior. Mientras todo esto se ponía en marcha, el omega no quiso perder el tiempo y comenzó a terminar de desvestir a su esposo, pues este todavía mantenía sus prendas inferiores. Así, una vez ambos estuvieron desnudos, comenzaron nuevamente el intercambio de besos y caricias por todo el cuerpo del contrario, dejándose llevar por el deseo de sentir más del otro.
— Te amo mucho, Viktor — detuvo por un instante los besos, para conectar sus bicolores con los grises — prometo no volver a separarme de ti... jamás.
— Yo te lo juro por mi vida, Horacio — le respondió, al tiempo que colocaba una de sus manos en la mejilla contraria — te amo y eso jamás va a cambiar — finalizó, para luego volver a unir sus labios en un beso, pero a diferencia de los anteriores, este no fue lujurioso y desesperado; fue más bien todo lo contrario.
Se volvieron a separar parar mirarse a los ojos y abrazarse con fuerza. Podían haber pasado dos años, pero una parte de ellos nunca iba a olvidar todo lo que sucedió y el motivo por el que habían renovado sus votos matrimoniales ese día. La forma en la que su amor había demostrado ser más fuerte y trascender, a pesar de los problemas que habían tenido durante esos tortuosos años, era más que suficiente para ellos; pues esto les demostraba que no importaba que no fuesen una pareja destina, ellos podían afrontarlo todo y llevar una vida juntos llena de felicidad.
Volkov tomó la mano de Horacio y lo invitó a ingresar al jacuzzi que estaba listo. Una vez dentro, el omega esperó a que su esposo tomase asiento y así poder recostarse en su cuerpo. El ruso aprovechó la cercanía para continuar con las caricias por todo el cuerpo moreno, mientras que el contrario por su parte, al tener su cabeza descansando en el hombro de este, comenzó a repartir pequeños besos, haciendo sonreír a su esposo. Se tomaron su tiempo para disfrutar de la compañía del otro, entre mimos y risas de complicidad pasaron los siguientes minutos con la mejor compañía que el otro pudiese pedir.
— ¿Te apetece un masaje? — la pregunta del omega poseé un claro doble sentido que Volkov, en un principio, no logra captar.
— Me apetecen muchas cosas ahora mismo — le respondió con sinceridad — pero un masaje estaría bien.
Horacio se ríe para sí mismo, mientras que con cuidado de no derramar agua afuera, se voltea para quedar frente a frente con su esposo. Toma asiento nuevamente, pero esta vez sobre su regazo y pasa sus manos por el cuello de este, acercándolo más a él. Volkov comprendió las intenciones de su omega, por lo que dándole el visto bueno, lo abrazó por la cintura; haciendo que por el incremento de la cercanía, ambos miembros se rosasen bajo el agua el uno con el otro.
— ¿Me permites? — le pregunta el omega, ya que nuevamente las ansias del deseo se estaban acumulando en su interior. Volkov sólo le sonríe e ingresa una de sus manos bajo el agua, buscando la entrada del menor, encontrándola casi al instante y haciéndolo jadear de inmediato — ¿qué haces? — estaba sorprendido, pues era él quien quería satisfacerlo ahora — no era eso a lo que...
— Shhh — lo acalla, acercándose con su mano libre hacia él — ¿no dices siempre que nos dejemos llevar?
— S-sí pero... — intentó responderle, pero al sentir como un segundo dedo de su esposo ingresaba en su interior, se tuvo que detener.
— Te he dicho lo mucho que me gusta como se ve tu cresta desordenada — lo interrumpió, dejándolo confundido, mientras que entrelazaba con sus dedos el cabello rojizo del moreno — sobre todo cuando puedo hacer esto... — finalizó, tirando hacia atrás la cabeza de este, comenzando a besar el cuello de su omega, cegado por el deseo.
Fue este el momento en que sus lobos interiores perdieron toda la cordura que les quedaba, haciendo que tanto el alfa, como el omega, dejasen de contenerse; al mismo tiempo que las feromonas de ambos, los embriagaban sin oportunidad de tregua. Rodeados de los aromas de vodka y almendra, junto con el de rosas y miel, comenzaron nuevamente a retomar el deseoso ritmo que habían estado llevando cuando llegaron.
Volkov seguía dilatando con sus dedos la entrada de su omega, mientras que al mismo tiempo le sujetaba con fuerza de la cresta, tirándolo hacia atrás. Continuaba besándole el cuello, específicamente el área derecha, donde se encontraba la marca de este. Su alfa interior le pedía a gritos el reforzarla, la necesidad de hacerlo lo estaba superando, por lo que detuvo el movimiento de sus dedos para intercambiar mirada con su omega. Horacio lo observó de igual forma, pero más jadeante, sus ojos estaban nublados por el placer, aunque fue capaz de entender lo que su alfa le pedía con la mirada. Por lo que con un asentimiento de cabeza, le permitió retomar el ritmo; dejando que su alfa, sin separar su mano izquierda de su cresta, lo acercara nuevamente a sus labios para besarle la marca y segundos después morderle.
— ¡Viktor! — le gritó al oído, mientras que se abrazaba a este y le enterraba sus uñas en la espalda.
El alfa soltó un quejido de dolor ante esto, pero no separó su boca del cuello del omega, sino todo lo contrario. Al estar aún sosteniéndolo del cabello con su mano izquierda, utilizó la derecha para acercar más sus cinturas, haciendo que de esta forma, sus erecciones volviesen a rozarse. Ante esto, soltó la cresta de su omega y se apartó del cuello de este para abrazarlo y comenzar a lamer la marca, con la intención de ayudarlo a aliviar un poco el dolor que le había provocado. Permanecieron así durante unos segundos, hasta que la voz del omega volvió a hacerse presente, pero esta vez de una forma más calmada.
— Vik... — le susurra al oído, a la vez que le acaricia el cabello — necesito pedirte una cosa.
— Lo que tú quieras, amor mío — responde, continuando con las dulces caricias en su espalda.
— Quiero que me cojas... — exclama con deseo — cógeme muy fuerte... — repitió, haciendo que la piel del alfa se erizara.
Volkov no pudo evitar reír ante esto, por lo que sin pensarlo dos veces y sin importarle hacer un desastre con el agua que escurría de sus cuerpos; tomó al omega en brazos, para guiarlo fuera del jacuzzi. Horacio se abrazó con sus piernas a la cintura de su alfa, dejándose llevar por este y siendo recostado en el amplio sofá de la habitación. El ruso no pierde el tiempo y vuelve a introducir dos dedos de golpe en el interior del omega.
— ¿Qué fue lo que dijiste antes, Horacio? — roza sus labios, juguetón — repítemelo ahora...
— Jo-joder — intenta responder, pero las palabras mueren en su garganta al sentir que el movimiento de los dedos en su interior aumenta, al mismo tiempo que su miembro está siendo masturbado nuevamente – Vik...
— Te escucho... — volvió a insistirle, sin dejar de rozar sus labios.
— Quiero... qu-e... Dios — suspira al sentir como la velocidad con la que su esposo masturbaba su miembro, incrementa — quiero que me cojas... — finalizó, soltando un gemido.
— ¿Cómo? — le insistió, al tiempo que introducía un tercer dedo en su interior, haciéndole gemir en alto.
— Fuerte — responde jadeante, pues el placer lo estaba sobrepasando — muy fuerte... Vi-k — lo atrae más hacia él, uniendo por fin sus labios en un necesitado beso, que al finalizarlo, parecía haberle robado el aliento — cógeme muy fuerte, Viktor.
Horacio no había terminado de hablar bien, cuando sintió como el ruso retiraba sus dedos del interior de este, para luego separar sus piernas y colocar su miembro en la entrada. Por lo que Volkov, sin pensarlo dos veces, se introduce en este de golpe, haciendo que ambos gimiesen en alto.
— Joder, Horacio — exclama entre suspiros pesados — jamás podré acostumbrarme a lo increíble que te sientes...
Horacio sonríe en medio del placer, pero antes de que pudiese verbalizar lo que tenía en mente, su esposo comienza a marcar un ritmo de embestidas que sólo le permite gemir. Volkov continúa penetrándolo, sin embargo a diferencia de otras ocasiones, inició directamente con un ritmo acelerado. Este ritmo hizo al menor gritar de inmediato, pues al hacerlo, fue más profundo y por consiguiente, estimulaba su punto G.
— Dios... Vik... — lo llamó mientras que lo abrazaba, necesitaba sentirlo aún más cerca — no pares... por favor... sigue así.
El alfa conectó su mirada con la del menor, para luego besarlo de manera intensa, al igual que el ritmo con el que lo penetraba; haciendo que el omega buscase algo con lo cual agarrarse, pero sólo encontró el filo del sofá. Volkov se percató de esto y sin salir del interior de su esposo, lo tomó en brazos, sujetándolo por su cintura para dejarlo ahora sobre la cama, donde mismamente habían iniciado. Una vez ahí, comenzó a penetrarlo nuevamente, del mismo modo que lo había estado haciendo, al tiempo que lo sujetaba de la cintura para mantener constancia en la velocidad y profundidad con la que lo hacía. Horacio se aferra desesperadamente a las sábanas blancas que vestían la cama, pues con cada embestida, sentía que podía venirse en cualquier momento. Lo cual no demoró mucho en suceder, puesto que el cosquilleo que les avisaba a ambos que estaban por hacerlo, se hizo presente. Sin embargo, esta no era la única sensación que invadía a Volkov, y es que el tener a su esposo así, de esa forma frente a él, tan lujurioso, jadeante y extasiado por el deseo; simplemente no pudo evitar contenerse más y anudar en el interior de este, haciendo que al mismo tiempo, ambos se corriesen.
— ¡Vik! — gritó, al mismo tiempo que colocaba sus manos en los muslos de este y los apretaba, haciendo que su alfa escondiese su cabeza en el cuello de este; permitiéndole a Horacio recargar su cabeza contra la suya, en busca de un momento de calma para recuperar el aliento, mientras que su cuerpo no dejaba de temblar.
— ¿Todo bien? — quiso saber el ruso, luego de unos segundos en los que ambos comenzaron a recuperar un ritmo más calmado en sus respiraciones — yo...
— Estoy bien — le tranquiliza soltando un suspiro, mientras que abrazaba a este y le acariciaba el cabello — estoy de puta madre — terminó de decir entre risas, para luego escuchar a este hacer lo mismo.
Permanecieron abrazados entre caricias por los siguientes minutos, hasta que el alfa desanudó del interior de su esposo y pudo salir. Recostándose de inmediato junto a este en la cama y atrayéndolo a sí, para poder continuar abrazándolo y mimándolo. Horacio por su parte se dejó hacer y tomó una de las sábanas para colocarla sobre él y su alfa. Ambos sabían que debían limpiarse y recoger un poco el pequeño desastre que habían hecho, pero por el momento querían permanecer así: entre los brazos del otro, amándose y recordándose al mismo tiempo que su amor y la forma en la que se amaban, era algo que nunca iban a poder demostrar con palabras, ni con acciones... aunque claro, nunca se cansarían de intentarlo.
《5 Meses Después》
— Shhh — silenció entre risas por lo bajo el alfa, al tiempo que colocaba su mano izquierda sobre la boca del moreno — que los niños pueden escucharnos.
La pareja se había despertado un poco más temprano de lo usual, o mejor dicho, el moreno había despertado a su esposo más temprano de lo usual. El omega había iniciado a recorrer el cuerpo de su esposo, entregándole diversas caricias, hasta que este despertó y empezó a imitar sus acciones. Esto los había llevado a la situación actual, en la que el ruso se encontraba sobre su omega, con una mano sobre los labios de este, y la otra sujetandole ambas manos por encima de su cabeza.
— Ya veremos — desafió, dejando confundido a su esposo. En un ágil y cuidadoso movimiento, invierte las posiciones, quedando él sobre el mayor.
— ¿Qué haces? — preguntó el ruso divertido, sin apartar su vista de su omega.
— Complaciendo a mi esposo — respondió con simpleza, para luego descender hacia la parte baja del alfa, donde retiró la vestimenta inferior de este por completo.
El moreno elevó su mirada, encontrando el rostro lleno de deseo de su amante, lo cual lo excitó más de lo que ya estaba desde que sus ojos se abrieron; por lo que sin más rodeos, tomó el miembro de su esposo, introduciéndolo decididamente en su boca. Volkov de inmediato soltó un jadeo al sentir como su esposo comenzaba un ritmo lento pero sensual, mientras que con su mano derecha marcaba el mismo ritmo en el restante que no cabía en su interior. Lo que provocó que este comenzara a gemir en alto, sacándole una sonrisa a su omega, el cual no dudó en dejar lo que hacía para levantar su rostro y mirar al alfa.
— Shhh, que los niños pueden escucharnos — repitió con picardía las mismas palabras que este le había dicho, hace pocos minutos atrás.
— No prometo nada... — expresó por lo bajo, a la vez que con su mano izquierda acariciaba la mejilla de este, para luego guiar el rostro de este nuevamente hacia su miembro — D-Dios-s... — apenas pudo pronunciar.
— ¿Así? — le preguntó como pudo, sin dejar del todo su labor — ¿te gusta así? — añadió, para luego incrementar el ritmo.
— Sabes que sí... — respondió entre gemidos, al tiempo que entrelazaba sus dedos en la cresta de su omega, para ir a la par que este.
El alfa no sabía cuánto más iba a poder contenerse, y es que no importaba el tiempo que llevase con él, este seguía haciendo que su cuerpo reaccionase de la misma manera. Sin embargo, en los últimos meses, su esposo había estado más lascivo de lo usual; cosa que por consiguiente había hecho que él estuviese de igual forma, más deseoso de este y ese aroma dulce a rosas y miel. Por lo que buscando elevar la situación, apartó a su omega de su miembro, para luego atraerlo hacia sus labios y besarlo con pasión y desespero; dejándose llevar ahora ambos, por lo que sus lobos interiores le pedían a gritos.
— ¿Crees que tengamos tiempo? — indagó el mayor a su omega, que ahora se encontraba sentado sobre él.
— Deberíamos — plantea, luego de extenderse para ver la hora, pero sin levantarse del todo — aún deberían de seguir durmiendo, son las 7:33 a.m. — se acercó a este nuevamente — mínimo una media hora más.
— En ese caso... — comenzó a decir, mientras que elevaba con cuidado al moreno, para retirarle la única pieza de ropa que llevaba.
Sin necesidad de decir algo más, ambos hicieron aquello que jamás se cansarían de hacer. El omega se encontraba lo suficientemente lubricado, para que al momento de este introducir el miembro de su esposo en su interior, lo hiciese sin dificultad. Acción que provocó que ambos gimieran al unísono, un poco más alto de lo que habría querido, con sus cachorros en las habitaciones contiguas.
— Vik... — lo llamó lujurioso, al tiempo que comenzaba a marcar el ritmo de las penetraciones, entretanto que su esposo lo sujetaba con sus manos a ambos lados de su cintura — jo-der...
Horacio tenía sus manos sobre las piernas del ruso, para evitar reposar todo su peso en este, mientras que el contrario lo ayudaba ejerciendo presión en su cintura. Las penetraciones se volvieron más rápidas y por consiguiente, el volumen de sus jadeos y gemidos; cosa de la que no se habían percatado, hasta que el sonido de la puerta los interrumpió.
— ¡Papá! — escucharon como Lucas llamaba del otro lado de la puerta, mientras la golpeaba — ¡Es hoy, es hoy! — se le escuchaba más emocionado.
— Joder — se quejó por lo bajo Volkov, entretanto que Horacio se bajaba de encima de este, para luego ambos colocarse nuevamente sus prendas inferiores.
— ¡Papi, queremos entrar! — escucharon ahora a Lily, viendo como estos intentaban ingresar, al tiempo que golpeaban con insistencia la puerta.
— Supongo que no tuvimos 30 minutos — anotó entre risas Horacio al contrario, tomando asiento nuevamente en su cama y colocando una de las sábanas sobre su regazo; para observar cómo Volkov abría la puerta de su habitación, dejando pasar a sus pequeños.
Lucas y Lily fueron corriendo de inmediato hacia la cama, donde sin dudarlo se subieron para abrazar a su padre. Penélope por su parte, actuó de manera más tranquila y simplemente abrazó a su padre alfa, siendo tomada en brazos por este.
— Niños — llamó a sus mellizos, mientras reía y se acercaba a estos en la cama — tengan cuidado con su padre.
— Y con hermanita — hizo énfasis la primogénita de la familia, para una vez en la cama, ir hacia el omega y abrazarlo con cuidado.
— Tranquilos — les dijo el moreno, besándolo en la frente, ayudando a Lucas a tomar asiento en medio de este. El pequeño de inmediato colocó su cabeza en la barriguita de su padre, al mismo tiempo que Lily la acariciaba.
La pareja ante esto no pudo evitar mirarse y sonreír. La verdad era que no esperaban volver a pasar por un embarazo, por lo que la llegada de su pequeña cachorra arcoiris, los sorprendió a ambos por igual. Al inicio se llenaron de muchas preocupaciones, dudas y miedos; así que no dudaron en ir de inmediato con un médico, para que este revisara al omega y les comentara cuál sería la mejor forma en la que pudiesen llevar los próximos nueve meses. El doctor había sido sincero, un embarazo luego de todo por lo que Horacio había pasado la última vez y la pérdida de ese anterior cachorro... no sería nada fácil. Les dejó en claro desde el principio que este sería un embarazo de riesgo y que lo mejor iba a ser que por tanto su salud, como la de su cachorro, estuviese en reposo durante los nueve meses. Después de todo, era mejor prevenir lo más posible.
— ¿Cómo están mis pequeños hoy? — les preguntó el omega, mientras que le acariciaba el cabello a sus mellizos, ya que Penélope estaba junto a su esposo.
— ¡Queremos abrir nuestros regalos! — exclamó alegre, la que por los próximos cuatro meses, seguiría siendo la más pequeña de la familia.
— ¿Regalos? — Volkov fingió no comprender a lo que esta se refería — pero todavía falta para sus cumpleaños.
— Papá — lo llamó nuevamente riendo — ¡es navidad!
— Sí — la apoyó Lucas — y queremos ir a por nuestros regalos — se le acercó a este — por favor.
Horacio no pudo evitar reír ante esto, y es que sus pequeños siempre habían adorado la navidad, sobre todo luego de que volvieran a celebrarla como familia. Así que dándoles a sus mellizos la respuesta que esperaban, se puso de pie, para seguido tomar a Lucas en brazos y proponerse a salir de la habitación con su familia detrás.
Debido a que el número de integrantes en la familia se iba a agrandar nuevamente, la pareja de esposos había decidido hacer aquello que llevaban considerando desde hace varios años atrás, incluso antes de su separación. En aquel entonces sabían que su casa era lo suficientemente grande para todos, pero estaban conscientes de que en algún momento, sus pequeños iban a necesitar más espacio del que tenían. Sobre todo Lucas y Lily, pues estos aún preferían seguir compartiendo habitación; así que tomaron la decisión de animarse por fin a comprar aquella casa, que llevaban observando por tantos años. Afortunadamente, con toda la ayuda que tuvieron de su familia y amigos con la mudanza, fueron capaces de comenzar a vivir allí hace unos dos meses atrás.
— ¡Son muchos regalos! — exclamó emocionado Lucas, una vez su padre lo dejó en el suelo.
— ¿Cuáles son los míos? — preguntó Lily, tomando asiento junto a su hermano en el suelo frente al árbol y los regalos.
— Primero hay que ver si Santa los dejó identificados — dijo el ruso, mientras tomaba asiento frente a sus cachorros, para comenzar a revisar los regalos.
La noche anterior había sido él quien los había acomodado, luego de que su esposo los empacase. Por lo que como ya se había vuelto rutina en esta fecha, el alfa era quien se encargaba de pasarles sus respectivos regalos a los pequeños. Mientras que Horacio por su parte, los observaba desde el sofá y cuando eran más pequeños, los ayudaba a abrirlos.
— Creo que este... — comenzó a decir el ruso una vez tomó uno de los regalos — es para ti, Lily — terminó de decir, pasándole el regalo y viendo como esta lo dejaba ansiosa sobre su regazo.
Una pequeña tradición que sus pequeños habían creado y mantenido, era que los tres abrían sus obsequios al mismo tiempo. Ninguno se adelantaba al otro, esperaban a que cada uno tuviese uno para proceder a abrirlos y apreciar a la vez el del otro. Por lo que Lily esperó pacientemente y sin perder la ilusión a que su hermano y hermana tuviesen un obsequio en mano para proceder a abrir el suyo.
— Son unas zapatillas nuevas — dijo emocionada Penélope, al ver sus nuevos zapatos para jugar al fútbol.
— Yo tengo más pinturas — le siguió Lily, al ver todos los colores nuevos que tenía para sus próximas pinturas.
— ¡Un teclado! — exclamó Lucas en un tono un poco más alto que sus hermanas, mientras que volteaba a verlas a ellas y a sus padres con sus ojos brillantes.
Horacio y Volkov intercambiaron miradas, unas fugaces pero cargadas de complicidad. Su pequeño hace apenas unos meses había mostrado interés en dicho instrumento, mejor dicho, en el gran piano que Nikolai tenía en su departamento. Ambos se emocionaron cuando su hijo regresó ilusionado contándoles que quería aprender a tocar el piano igual que su tío. Por lo que no lo dudaron dos veces e investigaron si había algún lugar cerca de su nuevo hogar, para que este comenzase, luego de las fiestas navideñas.
— Ahora sólo falta un lugar donde puedas aprender — le dijo Penélope a su hermano, mientras observaba el obsequio de este.
— Estoy seguro de que por aquí cerca debe de haber un lugar — respondió el omega, viendo como su hijo comenzaba a emocionarse de nuevo.
— Creo que alguien no le prestará atención a sus demás regalos — expresó entre risas el alfa, ganándose la atención de sus cachorros.
— Otro, otro — pidió Lily, sin perder la emoción, para luego pasarle a su padre sus pinturas y tomar el otro regalo que este le entregaba.
La familia prosiguió abriendo los demás obsequios en armonía. Incluso Volkov había envuelto algunos para su esposo, junto con algunos detalles para su pequeña, los cuales emocionaron al omega. El moreno por su parte, había preferido guardar el resto de los obsequios que le había conseguido a su alfa, para más tarde en la noche.
Y es que al ser la primera navidad que iban a pasar en esta casa, la pareja de esposos se habían ofrecido ser los anfitriones y hacer la cena de navidad en su nuevo hogar. Por lo que una vez sus cachorros terminaron de abrir sus regalos, comenzaron a alistar la casa para poder recibir a sus invitados, dentro de las siguientes horas. Volkov se encargó de iniciar la preparación de la comida, mientras que Horacio subía las escaleras con sus cachorros.
— ¿A qué hora vendrán los tíos y la abuela? — quiso saber Lily desde la cama, junto a su mellizo.
— ¿Y la prima Gaia? — continuó Lucas.
— ¿Y Melissa? — preguntó por último Penélope desde la puerta, ya que esta venía de buscar sus accesorios para el cabello en su habitación, haciendo reír al omega.
— Vengan aquí — les pidió, mientras dejaba de lado lo que hacía, sentándose con cuidado sobre la alfombra de la habitación e indicándoles a sus pequeños que lo acompañasen — apenas es de mañana, la cena será a las 5:00 de la tarde por lo que deberían de ir llegando un poco antes, quizás una hora.
— ¿Entonces a las 4:00? — preguntó Lucas.
— ¡¿En seis horas?! — exclamó Penélope, luego de sacar cuentas — pero para eso falta mucho.
— Por eso es que vamos a salir a comprar unas cosas para antes de la cena — les aclaró con simpleza — ¿quienes quieren ir conmigo y quienes quieren quedarse para ayudar a su padre con la comida?
— Yo quiero ir — dijo Lily emocionada.
— Yo me quedo con papá — respondió Lucas, viendo a su melliza.
— Bien, no hay problema con eso, cariño — le dedicó una mirada despreocupada — está bien si quieres quedarte.
Horacio observó cómo sus mellizos intercambiaban miradas, como si estuviesen hablándose con los ojos. Si bien estos habían crecido bastante, aún a sus 7 años y medio, seguían igual de unidos que cuando eran más pequeños. Uno de los motivos de peso para considerar mudarse antes de saber que venía otra pequeña en camino, era que tanto él como su esposo, sabían que cuando Lucas y Lily crecieran, iban a necesitar cada uno su espacio. Sin embargo, a pesar de tener cada uno su habitación propia, estos seguían durmiendo con el otro. Era algo que sabían que pasaría, por lo que no se sorprendieron cuando Lily comenzó a dormir cada noche sin falta con su hermano; dejando la habitación de esta como el cuarto de juegos.
— Yo también voy — dijo Penélope, luego de pensarlo por unos minutos, ganándose la atención de su padre.
Dicho esto, se puso de pie y buscó una vestimenta sencilla de los guardarropas de sus cachorras, para luego vestirlas y dejar a su pequeño con su esposo. Tomó la lista que Volkov le había hecho, una vez cedió a que este fuese al mercado y salió de su hogar con sus pequeñas e ingresaron al auto para dirigirse a su destino. No pensaba demorarse tanto, pues a pesar de tener tiempo de sobra, no quería perderlo estando por fuera; además de que había acordado con Volkov terminar de alistar la casa.
《Unas Horas Más Tarde》
Una vez terminaron de alistar la casa y se arreglaron con los conjuntos que Horacio con mucha ilusión escogió para su familia, comenzaron a recibir a sus invitados. Siendo los primeros, como era de esperarse, sus respectivos mejores amigos y padrinos de sus cachorros. Seguidos de Charlotte junto con Maia y Gaia, las cuales al igual que los dos anteriores, trajeron consigo unos obsequios para los más pequeños, y otros para el intercambio que habían organizado entre los que asistirían a la cena. Dejando por último pero no menos importante, a los que como se había vuelto costumbre, llegaban más tarde de lo acordado.
— Дядя Ник (Tío Nick) — lo saludaron felices al verlo llegar, siendo abrazados de inmediato por este.
— Мы думали, что они не придут (Pensamos que no iban a venir) — le dijo ahora Lily, una vez estuvo en brazos del ruso.
— Мы не можем пропустить, даже если бы захотели, принцесса (No podíamos faltar aunque quisiéramos, princesa) — le respondió ahora Darya, mientras que se separaba del abrazo de Lucas — sólo nos retrasamos un poco, lo sentimos mucho — se disculpó, viendo a los anfitriones, los cuales esperaban para poder saludarlos.
— No se preocupen — exclamó Volkov, luego de abrazar a su cuñado — llegaron justo a tiempo.
— Así es — lo apoyó Horacio, tomando con cuidado a su hijo en brazos, luego de saludar a la pelirroja — ¿tienen hambre? porque yo estoy muriendo — colocó su mano libre en su vientre — bueno, estamos — terminó de decir, haciendo reír a los demás.
— Vamos entonces — animó Nikolai, para luego dirigirse hacia la mesa, donde había una silla para cada uno de los presentes.
Tomaron asiento y la cena fue servida. Degustaron los alimentos preparados por Volkov, los cuales como eran de esperarse, fueron del gusto de todos los presentes. Se notaba el esfuerzo y la dedicación que este había puesto en ellos, para lograr satisfacer el paladar de todos sus invitados. Horacio por su parte, había preparado la noche anterior un postre, para que todos probasen luego de finalizar la cena. Al inicio no estaba muy seguro, pero con todo el tiempo libre que había tenido por su embarazo, había estado practicando la receta y parecía haber dado sus frutos.
Una vez finalizaron y pasaron a la gran sala de estar, dieron inicio a la parte que más habían estado esperando. Pusieron algo de música navideña, para que crease más ambiente, y procedieron con el intercambio de regalos que habían organizado, bajo petición del Director del FBI. Este da un paso al frente y le dedica unas palabras a su alfa, entregándole luego aquel regalo que con tanto trabajo le costó conseguir, y es que ¿qué puedes regalarle a una persona que ya lo tiene todo? Además de que el ruso ya le había dicho que no necesitaba nada más, que con tenerlo a él y a sus cachorros, era más que suficiente.
Seguido fue el turno de Charlotte, la cual se esmeró (con la ayuda de su nieta mayor), conseguirles un regalo a todos los presentes. Greco y Gustabo por su lado, les regalaron a sus respectivos mejores amigos, añadiendo un pequeño collar que el rubio menor le quiso obsequiar, a la que también había sido como una madre para él. Lily los sorprendió a todos, obsequiándoles un dibujo hecho por ella misma a cada uno de los presentes, incluyendo a sus padres y hermanos. Dejando nuevamente para el final, a Darya y Nikolai, de los cuales la pelirroja tomó la delantera y les obsequió unos brazaletes hechos a mano a los esposos, la pareja de alfas y Nikolai. Finalmente, le cede el turno a este último, el cual antes de dar su último regalo, quiso dedicarle unas palabras a la persona que lo iba a recibir; aunque ya todos tenían claro quien era esa persona.
— Antes de entregar mi último regalo — comenzó a decir el ruso, mientras se ponía de pie, pues le había dado su regalo a Melissa, la cual estaba junto a él — quiero decir unas palabras, si me lo permiten — se detuvo y observó como todos asentían con una sonrisa — como todos saben, durante muchos años, por no decir desde siempre... he estado lejos de mi familia. Viktor siempre fue por mucho tiempo mi única familia, y gracias a él ahora tengo sobrinos que siempre he amado, como no tienen idea — se detuvo a observarlos, para luego recibir en sus brazos a Penélope, pues esta no pudo resistirse y se lanzó a darle un abrazo — gracias a Viktor, también es que hace unos años, tuve el placer de conocer a una persona que en ese entonces no sabía el impacto que tendría en mi vida. Nos conocimos en el cumpleaños de mi querido cuñado — señaló al omega, el cuál asintió con una sonrisa — y desde ese momento, intercambiamos nuestros números, ¿algo normal no? sobre todo cuando teníamos cosas en común, más allá de nuestra nacionalidad, desde luego. Seré sincero, y es que nunca creí que iba a volver a tener estos sentimientos... — dejó a su sobrina en el suelo, para acercarse hacia la omega pelirroja — con el paso de los años me he dado cuenta de que todo pasa por algo, y eso es algo que creo todos los presentes aquí sabemos de sobra; por lo que el haberte conocido — se dirigió directamente a Darya — comenzar a conocernos, mantenernos cerca a pesar de tú estar acá y yo en Canadá... aún recuerdo la sorpresa en la voz de Viktor cuando le dije que me mudaría a Los Santos para estar más cerca, no sólo de ellos, sino de ti y de Melissa también — la tomó de la mano, mientras que esta no apartaba su mirada de este — por mucho tiempo pensé que iba a pasar el resto de mi vida solo... y hoy, puedo dar fe y agradecer, porque sé que no será así.
— Para nada — afirmó esta, mientras colocaba su mano derecha en la mejilla de este.
— Gracias por darme todo lo que alguna vez pensé que no iba a ser capaz de tener — finalizó Nikolai, para luego recibir casi de inmediato un tierno y corto beso en sus labios por parte de la omega, seguido de los aplausos de Horacio y Charlotte, quienes dieron paso a los demás.
— Joder — escucharon la voz de Gustabo, el cual se ganó la atención de todos — pensaba que te ibas a arrodillar y le pedirías matrimonio — finalizó, haciendo reir a más de uno y sonrojando a la pareja.
Sin embargo, Volkov por su parte, reflexionó por unos minutos mientras observaba la escena. Si bien la relación de su cuñado con su ex-destinada lo tomó por sorpresa (hasta cierto punto), no podía estar más feliz por ambos. Por años le había insistido a Nikolai para que se animase a conocer a otra persona, y el hecho de que por fin se animase a hacerlo y no con cualquier persona, sino con una a la cual seguía considerando una gran amiga, era algo que le alegraba en sobremanera. Conociéndolos a ambos como lo hacía, no podía estar más seguro de que eran lo mejor que les había podido pasar al otro. Sus ojos fueron testigos de ver como en Nikolai se encendía algo que no había visto en él, desde la muerte de su hermana. A Darya por otro lado, no la había visto nunca igual de feliz y animada, como lo había estado desde que comenzó a conocer a Nikolai.
Era un hecho que si bien cuando conoció a su ex-destinada, esta no estaba pasando por un buen momento en su relación; y las cosas luego se fueron cuesta abajo, una vez que el padre de Melissa reaccionó tan mal, al enterarse de que esta había conocido a su destinado de ese entonces. Todo esto sin mencionar las cosas que tanto la omega, como su hija, tuvieron que vivir al lado de ese alfa. En un principio las desconocía, pero gracias al tiempo y la forma en la que se siguió desarrollando su amistad, esta fue capaz de abrirse y sincerarse respecto a aquellas vivencias para nada agradables. Por lo que el verlos ahora a ambos, luego de que se dieron otra oportunidad en el amor, no podía estar más pletórico por la felicidad de estos.
— ¿Todo en orden, amor? — escuchó a su esposo, el cual lo sacó de sus pensamientos, al mismo tiempo que lo abrazaba de frente y buscaba su mirada grisácea.
— Sí — respondió con una sonrisa, para luego darle un dulce beso en los labios — todo está más que bien.
El resto de la velada transcurrió de manera amena y tranquila. Terminaron de intercambiar los regalos restantes, mientras que disfrutaban de estar todos juntos y poder celebrar estas fechas como lo que eran: una familia. Por lo que el paso de las horas fue muy rápido y antes de darse cuenta, ya estaba siendo hora de que los invitados regresaran a sus respectivas casas. Una hora más tarde, estos ya se habían marchado, a excepción de Greco y Gustabo, pues estos habían optado por compartir unas horas más con sus sobrinos. Sin embargo, mientras que los alfas mayores se dirigían al patio trasero para ver aquello que los pequeños insistían tanto en mostrarles, el rubio prefirió ir hacia donde su hermano.
— ¿Te ayudo? — le preguntó acercándosele, para luego indicarle que tomase asiento en la isla de la cocina y terminar él con los platos sucios que quedaban.
— Gracias, hermano — agradeció, mientras se acomodaba y tomaba una fruta — creo que ya estoy en esa etapa en la que se me comienzan a hinchar los pies — finalizó riendo.
— ¿Cómo te va, por cierto? — preguntó curioso — ¿Tomas tus medicinas? ¿El ruso te trata bien? ¿Y los niños? sabes que si un día sientes que te estás sobre esforzando con ellos, mientras el ruso está trabajando, yo puedo salir y...
— Gus, Gus — lo interrumpió riendo el omega — tranquilo, todo va bien. Sí estoy tomando mis medicinas y no hay ningún problema con Vik y los niños — dejó en claro, a la vez que se acariciaba el vientre.
— ¿Y mi pequeña nueva sobrina? — quiso saber, mientras dejaba de lado los platos, para acercarse a este y colocar sus manos en el vientre de su hermano. Sintiendo de inmediato como la pequeña pateaba — ¿Ya decidieron un nombre?
— Estamos indecisos — fue honesto — supongo que lo sabremos al verla.
El omega permaneció los siguientes segundos en silencio, observando como a su hermano le brillaban los ojos al sentir las patadas de su pequeña. Pensaba en cómo este había estado para él desde el día uno, apoyándolo y siendo un tercer padre, junto con Greco para sus cachorros. La vida había sido tan generosa con ambos al rodearlos y ponerles en su camino a personas maravillosas, iniciando por él.
— Jamás pensé que me fueses a dar tantos sobrinos — el comentario del alfa lo sacó de sus pensamientos — ¿ella será la última o volverán a sorprenderme?
— Bueno — comenzó a decirle con un tono divertido — espero que para la próxima seas tú quien me sorprenda con algún sobrino o sobrina.
— ¿Cómo? — exclamó sorprendido, dejando notar su claro nerviosismo — el embarazo te tiene mal — trató de sonar divertido, a la vez que se ponía de pie y volvía a darle la espalda, para limpiar lo que faltaba — ya estás hablando locuras.
El omega estaba a punto de responderle, cuando llegó su primogénita entusiasmada en su búsqueda, para llevarlo así con su otro padre y hermanos. Lo cual agradeció enormemente el alfa, pues no hubiese sabido cómo más responderle a los siguientes comentarios que este fuese a hacerle. Por lo menos no en ese momento.
— ¿Todo bien? — le preguntó el alfa de barba al rubio, mientras que se acercaba para abrazarlo — hostias que estás tenso... — se apartó de este para voltearlo y que quedasen frente a frente — ¿quieres hablar de algo?
— No, no — respondió de inmediato — todo está bien, sólo... sólo estoy algo cansado — le señaló con la cabeza los platos — al llegar a la casa serás tú el que limpie, yo ya agoté mi cuota por hoy — finalizó, para luego pasar por el lado de este, escuchando cómo reía.
La verdad era que el comentario de su hermano lo había puesto algo nervioso. Gustabo amaba mucho a sus sobrinos, y jamás se imaginó cuidando niños hasta que estos llegaron a su vida. Pero la idea de unos hijos propios (o en su caso, adoptados) era una que si bien había pensado para sí mismo, nunca lo había hablado con nadie, ni siquiera con él mismo en voz alta. Sin embargo, sabía que lo mejor era alejar esas ideas de su mente... o por lo menos por ahora.
Una hora más pasó, hasta que la pareja de alfas decidió marcharse. Dejando así a la familia a solas, nuevamente y con varias cosas por hacer. Gracias a la ayuda de Gustabo, Greco y las pequeñas manos extras de sus tres cachorros, los directores del FBI no demoraron mucho en terminar de recoger su hogar. Por lo que enviaron a sus cachorros a ducharse y conforme iban saliendo, el omega los ayudaba con sus pijamas. Transcurrió casi una hora más, hasta que los tres quedaron finalmente dormidos y otra adicional hasta que tanto el alfa como el omega, pudieron hacer lo mismo y recostarse en su cama matrimonial.
— Hoy fue un buen día — expresó el omega, mientras que Volkov lo ayudaba a aplicarse una crema en el vientre, para cuidar las estrías que el embarazo le había provocado — la he pasado muy bien.
— Así es — le respondió, al mismo tiempo que iniciaba el masaje, del cual ya podía ser considerado un experto — todos la pasaron bien, disfrutaron de la comida, el intercambio fue mejor de lo que pensamos y a los niños les encantaron sus obsequios — levantó su rostro para verlo — y ahora dormiré una noche más abrazado a ti y a nuestra pequeña — le besó rápidamente en los labios — no puedo pedir más.
— La verdad es que yo tampoco — su rostro era adornado por una gran sonrisa — es como si todo se hubiese arreglado de repente, ¿no te da esa sensación?
— Sí, entiendo lo que dices — respondió, dejando de lado el pote de crema y limpiando un poco sus manos, para luego acomodarse junto a su esposo y abrazarlo — si pudiese resumir con una palabra, lo que han sido estos últimos dos años... sería alegría... — dijo, haciendo al omega sonreír — o quizás belleza... — comenzó a dudar, sin darle mucha importancia, al mismo tiempo que la expresión en la cara de Horacio reflejaba un descubrimiento — ¿todo en orden?
— Eso que acabas de decir — respondió más para sí mismo, mientras que abría el cajón de su mesilla de noche, para de allí sacar una libreta — ¿recuerdas la lista de nombres que hemos estado haciendo?
— Sí, la recuerdo — le respondió, acomodándose mejor, para poder observar lo que este le mostraba.
— Pues estuve buscando el significado de algunos y... — decía mientras pasaba las páginas — mira este... — le señaló uno en concreto, dejando al alfa sorprendido.
— Alegría y belleza... — leyó en voz alta, para luego mirar a su esposo.
— ¿No crees que es el nombre perfecto? — dejó de lado la libreta, para mirar al contrario, a la vez que posaba una mano en su vientre — tú mismo lo acabas de decir, estos años han sido bellos y alegres... tenemos todo lo que necesitamos y mucho más — hizo énfasis al acariciar su vientre — sé que aún faltan unos meses para que la podamos conocer, pero no dudo de que será hermosa y mucho menos de que nos brindará mucha más alegría de la que ya tenemos...
— Una pequeña que llegó sin avisar a incrementar esa alegría infinita que tenemos — concluyó, mientras que este asentía y se acomodaba nuevamente, para dejarse abrazar por su alfa — me parece el nombre más ideal y perfecto — comenzó a acariciar el vientre de su omega.
— La pequeña Jolie... — exclamó en un suspiro el omega, al tiempo que colocaba su mano sobre la de su alfa — no puedo esperar a conocerte...
Y así fue como acordaron el nombre de su inesperada pequeña, una que si bien nunca iba a llenar el vacío de aquella pérdida que tuvieron años atrás, estaban felices y muy deseosos de por fin poder conocerla. No paraban de imaginar y apostar entre ellos aquellas características que pensaban iba a heredar de cada uno, como del mismo modo no podían parar de imaginar cómo sería ese primer encuentro de esta con sus hermanas y hermano.
Habían pasado por mucho, incluso más de lo que habían pensado posible, para volver a llenar sus días de belleza y alegría. Pero ahora entendían que todo lo que los había llevado hasta ahí, había sido más que necesario, para poder estar como lo estaban ahora: En su nuevo hogar, con sus cachorros, en los brazos de la persona que más aman... y en la espera de otro cachorro. Sí, definitivamente todo había valido la pena.
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No tienen idea de lo mucho que lloré escribiendo el final de este Epílogo 🥹 espero les haya gustado 👉🏼👈🏼
Espero poder subir el segundo (y último) Epílogo antes de que acabe el mes 🕯️
Gracias por leer, votar, comentar y hacerme saber lo mucho que han estado disfrutando de esta historia 🥹❤️
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