Capítulo 3: Alguien Más...

En Un Bar Por El Pier

El alfa se encontraba charlando mientras tomaba vodka con su omega destinada, la cual curiosamente tenía muchas cosas en común con él. Por lo cual, la conversación que habían estado teniendo estaba siendo una muy amena y tranquila dentro de todo.

— Mira, esta es mi niña — le decía la omega mientras le mostraba una foto de una pequeña — tiene 6 años recién cumplidos — dijo con orgullo — su nombre es Melissa...

— Es hermosa — dijo para luego darle un sorbo a su trago mientras sacaba su teléfono — mira, esta es mi familia — dijo el ruso mientras desbloqueaba su teléfono para mostrarle su fondo de pantalla, donde tenía una foto de él con Horacio y sus cachorros.

— Es una gran y hermosa familia la que tienes Viktor — le dijo ella con una sonrisa mientras observaba la imagen.

— Sí... soy muy afortunado — reconoció con una sonrisa — él es mi esposo, Horacio, la castaña es nuestra hija mayor, tiene 5 años y se llama Penélope — le fue señalando — y los pequeños rubios son Lucas y Lily, nuestros mellizos de casi 3 años.

— A mí me gustaría tener una familia así de grande — le fue sincera mientras se acomodaba en su asiento para tomar un trago de su vaso — pero Josh... él insiste que con Melissa es suficiente...

— Son temas complicados... — le dijo el alfa mientras le hacía una seña al de la barra para que le trajese otro Vodka — Horacio y yo tuvimos nuestras dudas al inicio... ninguno de los dos tuvimos buenas experiencias con nuestros padres — se detuvo mientras que les rellenaban sus vasos para luego continuar — hablamos de muchas cosas antes de casarnos... queríamos tener las cosas claras y estar ambos en la misma página antes de dar el gran paso.

— Eso es bueno — le dijo la omega — Josh y yo siempre hemos tenido muchas diferencias, él es... complicado — tomó un largo sorbo del vodka — fue complicado desde el inicio, cuando nos conocimos fue en Rusia, yo estaba trabajando en una cafetería mientras que él era un simple cliente más — no pudo evitar sonreír al recordarlo — luego comenzamos a hablar, iniciamos una relación, tuvimos a Melissa muy temprano y recién nos tuvimos que mudar acá, porque le ofrecieron un buen puesto en una empresa...

Volkov escuchaba atentamente, o por lo menos lo que podía entender ya que el Vodka en su sistema estaba haciendo efecto. Por ahora solo había registrado unas cuantas cosas; su destinada se llamaba Darya Savinnova, era pelirroja de ojos azules con una piel muy blanca, no estaba casada, pero si llevaba una larga relación con su pareja Josh, tenía una hija de casi la misma edad que Penélope, se tuvo que mudar a Los Santos porque a su alfa le ofrecieron un mejor trabajo y las cosas no iban bien entre ellos.

— Y por eso estoy aquí... — escuchó como esta terminaba su relato — ¿Y tú qué?, ¿qué haces a estas horas de la noche fuera de casa en lugar de estar con tu familia? — le cuestionó intrigada la pelirroja que estaba en unas condiciones similares a las de él con la bebida.

— Pues... — soltó un suspiro pesado mientras seguía bebiendo — digamos que estamos teniendo muchas diferencias... no nos estamos entendiendo y no sé si es por mi culpa, suya o simplemente las cosas ya no funcionan...

— Permíteme que te interrumpa — le dijo Darya — pero si las cosas están complicadas como dices... basada en mi experiencia, no hay uno más culpable que el otro, solo deben hablar las cosas y tratar de ponerse en el lugar del otro — le decía mientras tomaba — si tú y tu esposo tienen algo que Josh y yo no tenemos es esa comunicación que me contaste han tenido desde el principio... no pierdan eso.

El alfa sabía que esta tenía razón, él y Horacio habían pasado por mucho desde que se conocieron hace unos años en comisaría y decidieron tomar el paso de iniciar una relación. Tal vez su destinada tenía razón y la solución a las cosas era la comunicación. Por lo que con esto en mente, continuaron platicando y conociéndose mientras seguían tomando Vodka.

Más Tarde En La Madrugada

Horacio miró su teléfono de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había mirado la hora y el chat de su alfa esperando una señal de vida.

— ¿De verdad se tomó literal lo de que regresase a la hora que quisiera..? — dijo en un tono desanimado mientras se levantaba del sofá, donde había estado recostado esperando a que este llegara.

Eran las 3:24 de la madrugada y cada minuto que pasaba lo hacía ponerse más ansioso, entre su malestar que asumía había sido por los tacos, y la preocupación de no saber nada de su esposo, estaba incluso sintiendo nauseas. Por lo que fue hasta la cocina para servirse un poco de un té de manzanilla, que se había preparado hace un rato para luego subir al segundo piso de la casa a revisar a sus cachorros. Afortunadamente estos seguían durmiendo plácidamente, cosa que agradecía considerando lo poco que los mellizos habían estado durmiendo últimamente.

El omega estaba bajando nuevamente las escaleras cuando escuchó el ruido de unas llaves y el intento de ponerlas en el cerrojo, seguido de una maldición en ruso y nuevamente el intento de abrir la puerta. Por lo que Horacio imaginándose lo que pasaba, caminó hasta la puerta dejando su taza en la mesa para luego abrirle. Encontrándose con su alfa en un estado de ebriedad.

— ¡Horacio, esposo mío! — lo saludó el alfa lanzándose a los brazos de este para saludarlo antes de que dijese palabra alguna — ¿cómo está el hombre que más amo?

— Joder Viktor... — suspiró mientras le correspondía el abrazo — apestas a alcohol y... — se detuvo un segundo mientras lo olfateaba — ¿jazmín? ¿porque hueles a jazmín?

— No me creerías aunque te lo dijera — dijo separándose de este para ingresar por completo en la casa.

— Contéstame Viktor — le pidió elevando un poco su tono luego de cerrar la puerta para seguirle de cerca — ¡ten cuidado por Dios! — dijo mientras este se tambaleaba al subir las escaleras — joder... — se acercó y lo ayudó a subir hasta llegar a su habitación.

Una vez dentro, el alfa se arrojó a la cama boca abajo, aún sin contestarle la pregunta a su omega, el cual tenía mil escenarios cruzándose por su mente.

— ¿Puedes responderme ahora? — le cuestionó pero ya era muy tarde, el ruso se había quedado dormido.

Horacio suspiró cansado, se imaginaba que una vez Volkov tocase la cama iba a quedar dormido en cuestión de segundos. Por lo que aún con mil pensamientos sin respuesta en su mente sobre dónde había estado su esposo y con quién... optó por tratar de mantener la calma hasta la mañana y ya cuando este estuviese en sus cinco sentidos, lo confrontaría nuevamente.

— Espero que tengas una buena explicación para todo esto... — dijo para sí mismo mientras lo miraba y se acercaba a este para retirarle los zapatos y acomodarlo correctamente en la cama — no me tienes muy contento que digamos... no me gusta que te desaparezcas y no contestes mis mensajes... — seguía diciendo a pesar de saber que este no lo escuchaba — porque si no juro que...

Estaba diciendo pero se detuvo cuando sintió la vibración del teléfono de su esposo, seguido del sonido de las notificaciones. Horacio lo pensó, realmente se cuestionó si debía mirar o simplemente dejarlo pasar; pero la curiosidad que le generó una segunda y tercera notificación lo superó.

— ¿Darya? — leyó el nombre del contacto dudoso mientras desbloqueaba el teléfono para seguir mirando la conversación, no recordaba haber escuchado ese nombre antes.

Darya Savinnova
"He llegado a mi casa en una pieza, todavía no sé cómo lo logré jajaja"
3:32am

"Ha sido un placer, la verdad es que la pasé muy bien"
3:32am

"Espero que nos podamos ver pronto nuevamente, que descanses Viktor"
3:33am

— No... no entiendo... — dijo el omega mientras sentía sus ojos llenarse de lágrimas. Momento en el que se percató que a costa de esto su vista se había vuelto borrosa en cuestión de segundos — ¿Estuvo... con alguien... más...? — susurro para sí mismo mientras intentaba secar sus lágrimas pero estas seguían cayendo por su rostro — estuvo con... ¿una mujer?

Volteó a mirar a su esposo el cual ajeno a todo seguía durmiendo plácidamente sin saber lo que le esperaba cuando se despertase. Por lo que aún con entre lágrimas, intentó secarse el rostro para luego dejar el teléfono de este sobre su mesilla de noche y volver a bajar hacia la cocina.

— Le llamó Viktor... — dijo recordando el final del último mensaje mientras buscaba unas pastillas — ¿Qué tanta... confianza se tienen... como para dejar que lo llame... por su nombre...? — seguía cuestionándose en voz alta mientras se tomaba las pastillas con lo que quedaba de su té — Joder... — caminó arrastrando sus pies mientras que con la vista aún borrosa volvía a tomar asiento en el sofá, sabía que no iba a poder dormir, su mente no se lo permitiría...

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La que se le viene al ruso 🥲

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