Capítulo 28: Todo En Su Lugar

La Mañana Siguiente

Volkov se había levantado algo más temprano de lo normal. Aunque ya se ha acostumbrado a despertar antes del amanecer durante toda su vida, ya fuese por la academia militar, por el trabajo o ahora en su labor como padre. Sin embargo, el día de hoy sus ojos se habían abierto antes de lo esperado, o mejor dicho, apenas había podido cerrarlos. Pasó un cálido domingo junto a sus cachorros mientras que por momentos intercambiaban algún que otro mensaje con el omega, incluso este había iniciado una video llamada, la cual se extendió un poco más de lo normal. Por lo que luego de que sus pequeños se quedasen dormidos, este comenzó a dar vueltas en su cama, pues su mente le impedía descansar plenamente, recordándole que tendría otra conversación con el moreno y que esta sería definitiva.

— ¿Папа?, ¿Вы проснулись? (¿Papá?, ¿estás despierto?) — lo llamó por lo bajo la más pequeña de sus cachorros, sacándolo de sus pensamientos.

— Да, принцесса (Sí, princesa) — le respondió mientras se acomodaba en su cama para poder observarla mejor.

La pequeña rubia de cabellos rizados estaba parada en el marco de la puerta entreabierta de la habitación, sosteniendo su mantita. Tenía su cabello desordenado y parecía estar dudosa de haber ido hacia allá, por lo que el alfa al notar esto le hizo una seña para que fuese junto a él.

— ¿Что-то случилось с тобой, моей жизнью? (¿Te ocurre algo, mi vida?) — quiso saber extrañado por el hecho de que esta estuviese despierta a esas horas.

— Tuve un sueño feo — le dijo mientras que era ayudada por su padre a subir a la cama.

El ruso ante esto la atrajo hacia su pecho para abrazarla. Hace mucho ninguno de sus cachorros tenían alguna de estas pesadillas, a las cuales el omega les había apodado "sueños feos" para que estos pudieran comprenderlo de manera más sencilla. Se quedó unos minutos meciéndola en la espera que pudiese volver a dormir, por lo menos unos minutos más hasta que lo consiguió. Miró su teléfono para ver qué hora era y se dió cuenta que podía permitirse cerrar sus ojos unos minutos más, antes de tener que ponerse en pie. Sin embargo, la vida de padre tenía otros planes para él, cuando vio a Lucas acercarse por el mismo camino que había recorrido su melliza.

— Hermana... — dijo por lo bajo mientras miraba a su padre y hermana desde abajo de la cama — ¿tuvo un sueño feo?

— Así es campeón — le respondió para luego ver cómo este subía a la cama con cuidado, para recostarse junto a estos.

— Yo la cuido — sentenció mientras colocaba su mano sobre la de esta, haciendo que Volkov sonriera enternecido, para luego abrazarlo con su brazo libre.

Cada día reafirmaba el hecho de que tanto él como Horacio habían hecho un buen trabajo con sus cachorros. Con esto en mente, se permitió ahora por por fin volver a cerrar sus ojos y descansar los pocos minutos que aún le quedaban. Una hora más tarde, el ruso junto con sus cachorros, habían desayunado y se encontraban en el vehículo de este, de camino a la escuela. Por lo que en un semáforo en rojo, el alfa aprovechó el momento para sacar su móvil y enviarle un mensaje al omega.

"Buenos días, Solntse"
6:58a.m.

"Estoy llegando a dejar a nuestros cachorros."
7:21a.m.

Horacio 🦋
"Buenos días Viktor, vale cuando estés llegando acá me avisas"
7:22a.m.

"De acuerdo"
7:22a.m.

Luego de esto, guardó nuevamente su móvil para continuar el corto camino que le quedaba, agradecía tener de nuevo este ambiente entre él y su esposo. Sabía que aún tenían cosas que aclarar y que muy probablemente dentro de un rato estarían tocando temas sensibles una vez más; pero esperaba que dichos temas, quedasen por fin zanjados, para ambos poder seguir adelante y tomar la decisión que considerasen mejor tanto para ellos como para sus cachorros.

Por otro Lado

Horacio permaneció con una sonrisa leyendo aún el mensaje que el alfa le había enviado. Seguía tirado en su cama, pues el hecho de no tener a sus cachorros consigo podía permitirse levantarse un poco más tarde, pero hoy en concreto, su estado se debía más al cansancio que seguía teniendo. Esto debido a que durante la noche no había podido dormir bien, pues sin saberlo, al igual que la mente del ruso, por la suya pasaban los temas que hablaría con el alfa.

— Buenos días solntse... — repitió para sí mismo releyendo el mensaje con una sonrisa — joder...

Tomando un impulso, se puso de pie para ingresar en el cuarto de baño, ducharse y cambiarse su pijama. No le molestaba que Viktor lo viese en pijama, pues ya lo había hecho millones de veces, pero por la seriedad de la conversación optó cambiar sus prendas por unas más "decentes". Bajó las escaleras y luego de ver su reloj asumió que el alfa ya debería estar por llegar, por lo que tomó unas frutas que se convirtieron en su desayuno para luego tomar asiento sobre la isla de la cocina y mirar su móvil.

Viktor
"Estoy entrando"
7:57a.m.

El omega al leer esto, inmediatamente se puso de pie para caminar hacia la puerta y ver que todo estuviese recogido y limpio. Una vez comprobó esto, le quitó los seguros a la puerta para abrir la misma y observar cómo su esposo se bajaba de su auto, el cual había dejado junto al suyo.

Una vez ingresaron a la casa, tomaron asiento en el sofá, los nervios y la tensión entre ambos era notoria. Y es que nuevamente se encontraban en esa situación, a solas y con muchos temas por concluir. Sin embargo, a diferencia de la última vez, los dos tenían en claro a lo que querían llegar al final de la plática.

— ¿Cómo estás? — quiso saber el moreno con una sonrisa tímida.

— Bien, bien... ¿y tú? — respondió de la misma forma.

— La verdad es que algo nervioso — confesó riendo un poco en alto — pero... es necesario, ya sabes... que hablemos. No quiero que cometamos el mismo error otra vez.

— Estoy de acuerdo — expresó el ruso con una sonrisa que ayudó al omega a sentirse más tranquilo — entonces... ¿quieres empezar tú?

— No, no — se negó — la última vez me dejaste hablar primero a mi, lo justo es que hoy inicies tú.

— Bien... — inició nuevamente el alfa — sé que tenemos que tocar el tema de la otra noche, pero antes me gustaría hablar de... lo que nos ocultamos el uno al otro.

— Está bien... — aceptó el omega, pues suponía que iniciaran por esos temas — tú sólo, suéltalo todo, sin... sin filtro.

— Pues... — soltó un suspiro sin saber muy bien cómo iniciar — ¿podrías explicarme lo de que... lo hubiésemos perdido? — inquirió refiriéndose a su cachorro — ¿cómo estás tan seguro?

— Los médicos concordaron en que... era un problema de él y no nuestro... — inició por lo bajo — me hicieron muchos estudios, muchas preguntas y... espera — indicó de momento, confundiendo al mayor para luego ponerse en pie y subir escaleras arriba.

Horacio sabía que el alfa confiaba en lo que este le decía, sin embargo quería hacer las cosas bien. Por lo que fue a su habitación para buscar en aquellos documentos que seguramente explicarían lo sucedido con su cachorro mejor que él. Una vez los tuvo en sus manos, volvió a la sala de estar, donde el alfa seguía esperándolo con una expresión de confusión en su rostro.

— Estos son todos los documentos, exámenes y resultados... — aclaró mientras que le entregaba la pequeña carpeta en la que había almacenado todos esos documentos.

El ruso la tomó y comenzó a ojearla, viendo como lo dicho por el omega era sustentado por dichos documentos. Lo cual hizo que varias sensaciones comenzaron a invadirlo, nuevamente sentía enojo y resentimiento hacia el omega, pues este le había ocultado dicha información. Mientras que por otro lado, se sentía quizás aliviado, pues esa culpa que había estado cargando durante los últimos dos años, podía liberarla finalmente al no tener sentido alguno permanecer con ella, cuando la realidad era otra.

— Horacio... — comenzó a decirle al mismo tiempo que levantaba su mirada y se percataba de que este tenía los ojos cristalinos. Por lo que dejó los papeles sobre la mesa para luego con cuidado, tomar ambas manos del omega entre las suyas y liberar un poco su aroma para ayudar a este a calmarse — no tienes que ponerte de esta forma, no voy a recriminarte. Ya lo que tenía que decirte al respecto, lo hice en la cena — decía mientras que con sus pulgares acariciaba las manos de este aún sin soltarlas — sólo quería tocar el tema para decirte que... ya podemos zanjarlo, y más ahora con todo esto que me has mostrado — volteó a mirar brevemente los documentos, soltando consecuentemente un suspiro — todos tenemos secretos, Horacio. La única diferencia es el daño que hacemos cuando estos salen a la luz, y siempre lo hacen...

— ¿Qué quieres decir con eso? — le preguntó confundido el de ojos bicolores, ahora un poco más calmado gracias al aroma a vodka y almendras que los rodeaba.

— Lo que quiero decir es que al igual que tú, yo también por un motivo u otro, te oculté que había roto mi lazo de destinado con Darya y todo lo que eso me causó — comenzó a explicarse, pero este lo interrumpió de inmediato.

— No, Viktor... por favor — le contradijo, soltándose del agarre de este y poniéndose de pie para darle la espalda — no puedo permitir que hagas esto...

— ¿El qué? — quiso saber, pues no entendía a lo que este se refería.

— Que hagas esto de restarle importancia a mis errores — le respondió en voz baja, pero siendo escuchado por el contrario — metí la pata... por mi imprudencia, rencor y orgullo le quité dos años a nuestro matrimonio que jamás regresarán. Dos años de vivir en familia que nuestros cachorros recordarán como un evento traumático, dos años en los cuales me olvidé de lo que nos prometimos ese día en el altar... — se detuvo al sentir como él alfa lo abrazaba por la espalda y el aroma de este se hacía más fuerte.

— Мой малыш (Mi pequeño...) — le susurró al oído mientras que colocaba su cabeza sobre el hombro de este y lo abrazaba con más fuerza — te juré amor incondicional sobre todas las cosas. Tal vez hayamos perdido ambos — enfatizó esto último — nuestro camino por diferentes razones, pero de lo que estoy seguro es que mi amor por ti... no cambió durante estos dos años.

Horacio no pudo evitar soltar una leve sonrisa al sentir la cercanía del contrario sobre la suya. Nunca iba a comprender, cómo luego de todo lo que había tenido que vivir, la vida lo había recompensado con un alfa como lo era Viktor Volkov. La forma en la que este lo amaba era una que jamás podría describir, y le dolía haber dudado de ese amor incondicional que siempre le había demostrado.

— Perdóname... — le pidió una vez más, pues entre la charla de la noche anterior y esta, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces en las que se había disculpado — a pesar de todo y de... demostrar siempre lo contrario... mi amor hacia ti nunca dejó de estar ahí... — expresó al tiempo que se relajaba y se permitía recostar su cuerpo sobre el de este, todavía abrazados — te lo diré todas las veces que sea necesario — se separó un poco para quedar frente a frente — ambas cosas.

— No hace falta... — le restó importancia, volviendo a tomar sus manos para guiarlo hacia el sofá nuevamente, donde tomaron asiento ya más calmados — ¿algo más que quieras que hablemos? — le preguntó y vió como este soltaba un suspiro.

— La verdad es que sí — respondió haciendo que este lo volviera a mirar atento — yo, lo he estado pensando, casi no pude dormir dándole vueltas al asunto y... quiero hablar con Darya, en persona.

Esta petición hizo que el alfa se quedase sorprendido. De todas las cosas que el omega podía decirle, jamás cruzó por su mente la idea de que éste quisiese hablar con la que había sido su omega destinada. Por lo sin molestarse en ocultar su sorpresa, le respondió.

— La verdad es que... no me esperaba esa petición por tu parte — confesó mientras que el omega lo miraba expectante — pero si es lo que quieres, me parece bien.

— ¿De verdad? — exclamó impresionado, pues si bien esta era la respuesta que esperaba, no imaginó que el alfa accediera de primera instancia.

— Sí, yo también cometí un error, como ya te mencioné — comenzó a explicarse — y si para tú cerrar esa herida, como yo ya he hecho con lo que me ocultaste, necesitas hablar con Darya... no soy quien para impedírtelo.

— Gracias... — le dijo con una sonrisa.

— Si te parece bien, hablaré con ella en un rato y le diré a ver cuando pueden hablar — le sugirió, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de el contrario.

Luego de esto, ambos permanecieron en silencio por unos segundos. Segundos en los cuales sabían el tema que les correspondía hablar ahora, pero ninguno sabía cómo iniciarlo. Y es que, ¿de verdad era tan complicado hablar con su esposo sobre el hecho de que habían hecho el amor? Por lo que al no querer retrasar más esa conversación, el alfa tomó la palabra.

— Horacio, sobre la otra noche... — comenzó sin saber muy bien qué decirle — no quiero que pienses que... como te dije, que... te llevé a mi departamento para eso, mucho menos que ya sabes... piense que me aproveché de ti al haber... anudado sin antes...

— Vik, Tranquilo... — lo interrumpió el omega ahora colocando su mano sobre la de este. Horacio sabía lo atento que era su alfa con ese tema, si bien se le hacía difícil expresarse, sabía que este siempre se había tomado muy en serio el ámbito sexual de su relación. Por lo que la notable preocupación de este no era nada extraño para él — ya te lo dije... yo no lo sentí de esa forma, puedes estar tranquilo. Yo tampoco me esperaba a que las cosas fuesen a escalar de esa forma, pero me alegro de que haya sido así... Además, tomo supresores... no tenemos que preocuparnos por nada.

— Ahora que lo mencionas — le dijo al recordar este detalle — ¿desde cuando los tomas?

— Bueno... es... es algo complicado — comenzó a explicarse, poniéndose algo tenso, pues para hacerlo debía recordar esos tiempos difíciles — luego de perder a nuestro cachorro, a las pocas semanas tuve mi celo y... fue sumamente horrible — confesó cerrando sus ojos — me sobrecargaron todas las emociones y no tenía a mi alfa a mi lado para sentirme mejor... — los abrió nuevamente para verlo — la casa seguía teniendo intenso tu aroma y nuestro nido seguía estando ahí. No quería que los niños me vieran así, por lo que le pedí a Gustabo que los llevara con mi madre. Con todas esas emociones, el duelo, más nuestra separación... simplemente reconocí que no podía volver a pasar por esa sensación en mi siguiente celo — seguía explicando mientras que el alfa lo escuchaba con detenimiento — le pedí a Alanna que me recomendara unos supresores y me los consiguió casi de inmediato... así que los empecé a tomar desde ese entonces.

— Eso explica muchas cosas — comprendió el alfa el motivo por el cual no había percibido el celo de su esposo en los pasados dos años. De haberlo tenido, seguramente no habría podido evitar estar cerca de este para cuidarlo — ¿y qué piensas ahora sobre todo eso?

— ¿Sobre qué? — preguntó verdaderamente confundido, pues había mencionado muchas cosas.

— Ya sabes, me refiero más bien en el aspecto general — decidió dar el primer paso — sobre nosotros...

— Yo... — comenzó a decir ahora nervioso, mientras suspiraba y comenzaba a jugar con su anillo que seguía permaneciendo en su cadena. Como si estuviese esperando que este le dijese lo que debía hacer — no te mentiré, sigo estando un poco... nervioso respecto a todo, pero la verdad también es que... — extendió su mano libre para colocarla sobre la de este — pienso que si tú estás de acuerdo... podemos darnos otra oportunidad.

— Si tú estas bien con eso... — dijo con una sonrisa en su rostro pues no podía (ni quería) ocultar lo que estas palabras le habían provocado — yo encantado...nada me haría más feliz — confiesa afianzando el agarre de sus manos.

— Bien... — le dijo con otra sonrisa el omega — pero vayamos con calma, ¿si? Esto puede ser un cambio muy drástico para los niños y quiero que con ellos, todo vaya a su tiempo.

— Me parece lo ideal — estuvo de acuerdo el alfa — podemos hablar con ellos luego, no tiene que ser hoy, ni mañana, ni esta semana. Es importante ir de a poco para que estos lo tomen de la mejor manera posible.

Ambos sabían que sus cachorros estarían más que felices con esta noticia, sin embargo, sabían también que debían ser cautelosos y no involucrar a sus cachorros directamente mientras que ellos aún estaban volviendo a ser un matrimonio. Y no es que con esto iban a dejar de pasar tiempo los cinco en familia, pues lo bien que se habían estado llevando los últimos meses era un punto a favor. Sobre todo ante los ojos de sus pequeños, pero estaban decididos a hacer las cosas de manera correcta.

— ¿Entonces? — inquirió con una sonrisa el alfa, confundiendo nuevamente al omega — ¿significa que puedo hacer... esto?

Preguntó al mismo tiempo que se acercaba al omega, aún en su lugar para pasar sus manos por el cuello contrario, buscando dicha cadena que este portaba para retirarla. Una vez lo hizo, bajo la atenta mirada del omega, retiró el anillo de matrimonio para tomarlo en su mano y mirar a su esposo, el cual asintió comprendiendo las intenciones de este. El omega le extendió su mano izquierda para permitirle al alfa colocar nuevamente ese anillo, en su lugar correspondiente. Marcando de esta forma, el nuevo comienzo de su reconciliación.

— Ahora sí se ve mejor — le dijo satisfecho, mientras observaba al omega apreciar su mano como lo hizo la primera vez que se lo había colocado.

— Sí... mucho mejor — devolvió la sonrisa mirando nuevamente a este y percatandose de que ambos compartían el mismo sentimiento y que las feromonas de ambos habían comenzado a invadir la habitación desde hace mucho rato atrás.

Ambos se quedaron mirándose fijamente por varios segundos, leyendo sus mentes sin saberlo, pues como ya se había vuelto costumbre; ambos pensaban en exactamente lo mismo. Y era ¿cómo podía ser posible amar tanto a la persona que tenían enfrente? Por lo que sin querer cuestionar ni cohibirse por más tiempo del que ya había transcurrido, el omega se abalanzó sobre el alfa para otorgarle un beso que si bien los dos necesitaban, no contaban con que escalase tan pronto.

No supieron en qué momento ocurrió, pero Horacio se encontraba ahora sobre el regazo del ruso mientras que continuaban besándose y recorriendo el cuerpo del otro con sus manos. A diferencia de la noche pasada, ahora este era uno más calmado y entregado; era un beso que reflejaba todo el sentimiento que habían puesto en las palabras que se habían dicho hace apenas unos minutos atrás. Y es que si ellos tenían algo muy en claro, era que las cosas más que demostrarlas con palabras, era necesario confirmarlas con sus acciones y eso era algo que no volverían a permitir que se le pasase por alto.

Sin embargo, la vida tenía otros planes para ellos ya que el móvil del omega comenzó a sonar, interrumpiendolos y haciendo que con una notable queja en sus rostros, detuvieran su íntimo momento. El omega extendió su mano hasta donde antes se encontraba sentado para tomar su móvil y contestar sin bajarse del regazo de su esposo.

— Espero por el bien de tu puesto que tengas un buen motivo para estar llamándome en este preciso momento — espetó de inmediato una vez contestó, mientras que el alfa sonreía a la vez que apreciaba como un bobo enamorado (porque eso era) los gestos que hacía su omega, sintiendo nublarse por la belleza de este — ¿cómo? — exclamó luego de recibir una respuesta — ¿ahora mismo? — inquirió tomando el brazo del alfa para observar el reloj que este tenía — son las 10:48 — prosiguió luego de soltarlo y que este colocase ambas manos sobre la cintura del omega haciéndolo sonreír — lo sé, él está conmigo — dijo mirando ahora con una sonrisa al alfa, sólo intrigándolo más — de acuerdo, llegamos en breves. Notifica a los demás, que lleguen en o antes de los próximos 45 minutos — ordenó, para luego dar por concluida la llamada.

— Tenemos que ir a la sede, ¿no es así? — le preguntó, para de inmediato recibir un asentimiento de cabeza, seguido de un suspiro de frustración — consecuencias de ser los jefes.

— Lo sé... — exclamó rendido, para luego mirarlo sonriente y atreverse a darle un rápido beso en sus labios — espera aquí mientra que me pongo el uniforme, regreso rápido.

Le dijo pero antes de que Volkov pudiese responder, el omega ya había emprendido su camino escaleras arriba y dejando con la misma sonrisa de tonto que no había podido borrarse del rostro. Las cosas por fin estaban volviendo a su lugar.

Mientras Tanto

Al mismo tiempo que los esposos hablaban de sus cosas y volvían a estar juntos de manera oficial, Gustabo se encontraba patrullando con Alanna en binomio. Estos habían aceptado el turno nocturno y estaban cansados, puesto que tuvieron que hacer más de ocho horas. Iban bajando del Norte de Los Santos dispuestos a realizar su 10-10 cuando saltó un aviso de robo a joyería y supieron que no podían pasarlo por alto.

— Aquí FBI para LSPD informo que nos encontramos de camino al último aviso — la voz de Alanna se escucha en la radio.

— ¿Llevas arma larga? — le pregunta el Agente especial al mando a la pelirroja, mientras conduce el patrulla rumbo a la joyería.

— 10-4 informa la omega — lo que necesitaría sería un chaleco, pero eso lo saco del patrulla cuando lleguemos — agrega al tiempo que rectifica que la dirección en el GPS esté puesta correctamente.

— Aquí Superintendente Greco, informo que acudimos en 6 Adams al atraco a joyería — se escucha de repente en la radio compartida, lo que hace a Gustabo sonreír por debajo de la máscara y haciendo que su cansancio automáticamente desapareciera.

Cosa que no pasó desapercibida por la omega, pues esta se percató del aroma a chocolate amargo del alfa y como este había comenzado a esparcirse ligeramente en el patrulla. Notando como a su compañero y amigo esto le hacía, por lo visto, especial ilusión. Por otro lado, el alfa al percatarse de esto se removió algo inquieto en su asiento, se sentía un poco tonto por haber reaccionado de esa forma, así que intentó relejarse y concentrarse en el camino. Sin embargo, Alanna percibió el comportamiento que había asumido el alfa, sabía que no era una casualidad que este actuase de dicha forma, luego de que la voz de Greco se escuchase en la radio. Por lo que arriesgándose un poco con lo que iba a hacer, se animó a formular su siguiente comentario.

— Te veo muy feliz últimamente — se aventuró, haciendo que este se pusiera nervioso.

— Pues... — comenzó a pensar cómo responder — la verdad es que estoy siéndolo.

Ante esta respuesta la omega sonrió. Si bien Gustabo y Greco habían decidido llevar su relación con calma, solamente Horacio y Volkov tenían conocimiento de esta. Sin embargo, la omega se había convertido para él en una buena amiga; Monier no era una persona difícil de querer, pues su personalidad irradiaba todo lo contrario. Por lo que aunque lo dijese poco, esta se había convertido también en una amiga cercana para el alfa de cabello rubio. A pesar de su personalidad, por primera vez desde hace mucho tiempo, quizás por primera vez en toda su vida, le estaba yendo tan bien en su vida (en todos los aspectos posibles) que tenía esa extraña ilusión por comentarle a esta su situación actual y motivo por el cual está tan feliz.

— La verdad, Alanna... — comenzó a decirle, mientras que continuaba siguiendo el camino que le indicaba el GPS hacia el aviso antes mencionado — es que soy feliz porque cierta persona me está haciendo feliz...

— ¿Cómo? — preguntó la omega sorprendida — no me jodas que... — lo miró al mismo tiempo que lo golpeaba levemente en el brazo, esperando que fuese este quien le confirmase lo que pasaba por su mente.

— Greco y yo estamos juntos... — le reveló, sin poder ocultar la sonrisa que esto le provocaba.

— La madre que me parió — expresó emocionada — enhorabuena, la verdad es que me alegro mucho por ambos, ya era hora que se permitieran ser felices.

— Gracias Alanna — le respondió mientras que giraba y estacionaba el patrulla junto a los demás de la LSPD — todavía no lo hemos hecho, ya sabes "público" pero estamos felices y tranquilos.

— Eso es lo importante — le devolvió la sonrisa — a ver si cierta pareja copia ese ejemplo y les sigue los pasos — dijo mientras que ambos se bajaban del patrulla e iban al maletero para que esta se colocase el chaleco.

— Bueno... — confesó tratando de contener la risa — quizás esa pareja está más cerca de volver de lo que crees...

— ¡CÓMO! — exclamó en alto al mismo tiempo que cerraba el maletero, para luego ver como el alfa se alejaba de ella y se acercaba a los demás oficiales, concretamente al de barbas que ya se encontraba allí — ¡Gustabo García, espero que me expliques eso!

Sin embargo, este no dijo nada más y procedieron a cumplir con su labor y resolver ese atraco que se estaba llevando acaba en la joyería. Ya la omega tendría tiempo después para confrontar a la pareja, de la que ahora tenía conocimiento, para descubrir el motivo por el cual había dicho esto.

Una vez en la Sede

La pareja llegó a la sede en el auto del alfa unos 30 minutos después, una vez se bajaron e ingresaron en las instalaciones, las miradas de sus agentes se posaron sobre estos dos. Estos no estaban haciendo nada fuera de lo ordinario, pero era extraño verlos llegar juntos y con tan buen humor reflejado en sus rostros. Sin embargo, estos no se percataron de este detalle y continuaron su camino hacia la sala de reuniones, donde los esperaban sus agentes más cercanos.

— Buenas tardes director y subdirector — saludó Nina de inmediato, al ser la primera en percatarse de la presencia de estos, mientras que se ponía en pie.

— Descansen — les dijo el alfa a esta y a los demás que había copiado su acción, para luego observar cómo estos se organizaban alrededor de la mesa, sentándose en sus respectivos puestos.

— ¿Están todos ya? — indagó Horacio, mientras tomaba la tablet y comenzaba a buscar unos documentos.

— 10-5 — le informó Gastón — García y Monier se encuentran próximos a llegar, estaban finalizando una joyería cuando se les notificó.

— Joder — exclamó el alfa — una joyería tan temprano en la mañana.

— Ya te jodería, ¿no? — dijo divertido el omega a este, haciendo que los demás observaban la "nueva" forma en la que se estaban comunicando tan agusto — ¿alguien le notificó al superintendente Rodríguez? — preguntó mientras sacaba su móvil, al recordar que este debía estar también en esa reunión junto con Collins, pero este ya se encontraba ahí.

— 10-5 — respondieron los demás presentes por lo bajo.

Horacio se puso en pie con la intención de llamar a su cuñado, pero se llevó una agradable sorpresa cuando por la puerta ingresó este junto con su hermano y mejor amiga.

— Lamentamos el retraso — dijo Gustabo como si nada — la persecución fue intensa.

— Llegan justo a tiempo — comunicó el moreno, para luego volver a tomar asiento en su lugar, a la vez que Volkov se posicionaba a su lado con los brazos cruzados.

— Como asumo, les habrá informado el agente G — señaló a Gastón — estamos aquí para concluir el caso del último operativo LZ-13.

— 10-4 — respondieron todos, una vez los últimos en ingresar, ya estaban ocupando los asientos faltantes.

Cosa que al ver la mesa llena, con las personas a las que más le confiaría su vida, no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa. Las ocho personas que se encontraban ahí junto con Viktor y él, eran en las que quizás más les confiaba su vida. Desde su hermano y agentes más antiguos, hasta los más nuevos que con su trabajo y esfuerzo habían demostrado ser lo suficiente capaces para ganarse su lugar. También le hacía feliz saber que podía contar con la LSPD y la LSSD gracias a Greco y Chris, dejando atrás esos malos entendidos y rivalidades que había entre las tres facciones.

Los esposos comenzaron a compartir los últimos detalles en los que había culminado el caso. Sin embargo, para algunos de los presentes, o por lo menos para la mayoría. No pudieron evitar pasar por alto la forma en la que estos dos se estaban desenvolviendo el uno con el otro. Pequeños detalles como alguna que otra sonrisa boba e intercambio de miradas eran los que sus agentes y amigos no se perdían. La reunión afortunadamente la lograron realizar de manera corta ya que era solamente hablar del resultado y los informes finales, que junto con las otras sedes habían realizado los directores. Así que una vez fue dada por terminada y algunos como Collins, Parker, Eduardo y Gastón ya se habían retirado; fue el momento en el que los restantes se percataron de un pequeño detalle que no podían creer estaban viendo.

— Díganme por favor que ustedes también lo notaron — dijo Nina en voz baja a Blake y Alanna que eran los más cerca que tenía.

— A ver... — comenzó a decir Alanna — yo creo que sé cositas, pero no puedo hablar de más — confesó recordando lo que el rubio le había dicho hace un rato atrás.

— Ay vamos Alanna — se quejó Blake, para luego ser interrumpido por la pareja de alfas.

— ¿De qué hablan chismosos? — preguntó Gustabo curioso.

— Gus, ven acá — lo invitó Alanna, al mismo tiempo que lo apartaba de los demás, dejándolos confundidos.

— Lana no creo que sea buena idea — le dijo viendo como Horacio y Volkov los habían mirado extrañados, pero los ignoraron para continuar platicando de sus cosas.

— Significa que tu también te diste cuenta — expresó comenzando a emocionarse — ¿viste el anillo de Hache?

— Sí... — admitió, pues estando en el asiento del lado izquierdo de su hermano, se le hizo más fácil el darse cuenta de esto — tengo que hablar con él, ¿puedes sacar a todos de aquí?

— 10-4 — accedió para luego ir hacia donde estaban los demás e indicarles que ya era hora de volver a trabajar.

Greco volvió a ver al rubio preguntando con la mirada lo que sucedía y este sólo le respondió diciéndole que estuviera tranquilo, que luego hablaría con él. Por lo que el superintendente abandonó la sala de reuniones, dejando a los directores y al agente especial al mando solos.

— Hermano — llamó al omega — ¿podemos hablar?

— Yo... — comenzó a responderle el director, pero el ruso lo interrumpió.

— Por supuesto — exclamó sin molestia, pues el tema del que hablaban podían continuarlo después — estaré en mi oficina — le indicó para luego acariciarle la mano que había estado sosteniendo hasta el momento y luego retirarse, dejando a los hermanos a solas.

— ¿Todo en orden? — cuestionó confundido el omega a su hermano, mientras que le indicaba que tomase asiento junto a él.

— Pues ya me dirás tú — dijo tomando asiento, pero sobre la mesa, para luego ver como su hermano colocaba las piernas sobre la mesa, en el regazo de este — ¿qué ha pasado con Volkov?, ¿en qué quedó lo que me dijiste que hablarían hoy?

Quiso saber, pues si bien tenía constancia de las mejoras y el estado de la relación de estos, o por lo menos hasta el día de ayer que fue la última vez que hablaron; con todo lo visto en esa reunión, las cosas apuntaban a que las cosas habían mejorado considerablemente. Gustabo quería que su hermano fuese feliz, sin embargo como ya le había confesado a su actual pareja y a él mismo en reiteradas ocasiones, no podía pasar por alto todo lo sucedido entre estos previamente.

Y es que desde el último operativo, la manera en la que su hermano organizaba o explicaba algún caso a seguir. No había pasado por alto la forma en la que este se había comenzado a complementar tan bien con el subdirector. Antes de eso, debido a la situación entre ellos, era el omega quien tomaba el mando con el desarrollo de los casos y el momento en que a este se le complicaba, el mando pasaba automáticamente a el ruso. Pues estos ya no se complementaban tan bien como cuando estos tomaron sus respectivos cargos. Por obvios motivos, se evitaban más que otra cosa, especialmente el alfa que dejaba al omega hacerse con el tema para evitar ser un inconveniente. Por lo que la mayoría del tiempo estando los dos, Volkov prefería permanecer sentado, aportando cosas puntuales, pero dejando a Horacio manejarlo todo. Sin embargo, la dinámica que estos habían demostrado el día hoy, demasiado notorio (incluso más que en el día del operativo) era bastante distinta. Por lo que para Gustabo, el detalle de que su hermano utilizara nuevamente su anillo de matrimonio, le intrigaba en sobremanera.

— Pues... — comenzó el omega a buscar las palabras exactas, mientras que sonreía bobamente — creo que... hemos vuelto.

— ¿Crees? — cuestionó tomando su mano, haciendo énfasis en el anillo que ahora modelaba nuevamente en su dedo anular.

— Sí — aclaró riendo mientras que apartaba su mano — lo estamos.

— Horacio... — comenzó utilizando ese tono de hermano mayor que ya el de cresta conocía muy bien.

— Antes de que me des un sermón — lo interrumpió el omega — hemos hablado las cosas de nuevo y hemos dejado todo claro. Estamos bien y queremos darnos otra oportunidad para hacer las cosas bien, como debíamos haberlo hecho — reveló, bajando los pies de la mesa y adoptando una postura más seria — ambos nos ocultamos cosas, cometimos errores y nos lastimamos... le causamos un daño irremediable a nuestro matrimonio y a nuestra familia... queremos hacer las cosas bien.

— ¿Por ustedes o por sus cachorros? — preguntó con la intención de comprobar si su hermano tenía claro lo que había decidido, pues conocía muy bien como su hermano era capaz de poner por encima de sus sentimientos personales a los de sus cachorros, o por lo menos hasta cierto punto.

— Por nosotros — respondió seguro y mirando a los ojos claros del rubio — ¿que Penélope, Lucas y Lily tienen un gran peso en las decisiones que tanto Viktor como yo tomamos? Sí — quiso dejar en claro, pues esto era una realidad que no podían pasar por alto — pero esto lo estamos haciendo por nosotros. Sí, somos padres y tenemos que velar por el bien de nuestros cachorros, pero nosotros somos igual de importantes y queremos hacer esto por nosotros y por nuestro matrimonio.

— Está bien — exclamó con simpleza y sorprendiendo al omega.

— ¿Cómo? — expresó bastante confundido, pues aún tenía muchas cosas más pensadas por decir, sabiendo cómo era su hermano.

— Que está bien, Horacio — le repitió — eres un omega que sabe lo que hace con su vida, eres el director del FBI, un buen hermano, jefe, amigo, padre y esposo — enumeró — ¿que me preocupo por ti? por supuesto, eres mi hermano y siempre lo haré. Pero te lo dije hace unos años y te lo repito todo el tiempo — lo miró atentamente — si tú eres feliz y estás bien con todo esto... yo también lo estaré.

Si algo Gustabo había aprendido durante los últimos dos años, era que este no podía hacerse responsable por la acciones y decisiones que su hermano tomase. Antes no había sido capaz de darse cuenta, o por lo menos no había querido reconocerlo, pues la costumbre y el sentimiento que tenía de protección hacia el omega lo superaba la mayoría de las veces. Llegando a ponerlo por encima de sí mismo, como cuando cortó de inmediato lo que estaba comenzando a tener con el de barbas cuando la vida de su hermano se complicó en más de un aspecto. Actualmente el alfa no llevaba mucho tiempo siendo pareja de manera oficial con Greco, pero había aprendido muchas cosas y lamentaba haberlo dejado de lado en ese entonces. No culpaba a su hermano, pues el rubio se hacía responsable de sus propias acciones, pero la intriga de lo que hubiese sucedido si hubiesen continuado con lo que tenían, siempre estaría presente.

— Gracias, Gus — expresó con cariño, mientras que lo abrazaba e interrumpía su reflexión interna — eres un gran hermano mayor.

— Lo soy gracias a ti — le respondió, correspondiéndole el abrazo.

Ambos habían estado juntos toda su vida, se conocían más que a nadie y siempre serían una de las personas más importantes en la vida del otro. Pero en los últimos dos años, habían aprendido lecciones diferentes y ambos estaban bien con eso. Después de todo, eso no iba a significar que iban a dejar de cuidarse y estar el uno para el otro. Gustabo se estaba permitiendo vivir la vida de otra manera, abrirse a cosas que antes no se hubiese planteado por haberse privado a ello y priorizar necesidades ajenas antes que las propias. Durante estos dos años, ha aprendido un poco a las malas que él siempre estará para su hermano, así como el contrario lo estará para él; pero sabe que hay decisiones que deben respetarse sobre todo cuando hay parejas e hijos de por medio. La felicidad de su hermano siempre había sido de las cosas más importantes para él, y ahora después de tantas dificultades, se estaba permitiendo confiar en que las cosas cambiarían para mejor después de hoy, y que incluso el ruso puede hacer parte de esa ecuación como lo sería Greco en la suya.

Unas Horas Más Tarde

Luego de esta conversación con su hermano, Horacio había decidido quedarse un rato más en la sede junto a Volkov, pues tenían un poco de trabajo acumulado por terminar. Por lo que aprovecharon el tiempo y se pusieron a ello durante las siguientes horas de la tarde. En este momento el omega se encontraba en su oficina, junto con Nina, la cual le estaba asistiendo con unos documentos e informando su progreso con los casos que había estado investigando.

— ¿Qué tal el papeleo?— les preguntó una vez ingresó y la mirada del moreno se posó sobre la suya, con una sonrisa que ya no se molestaba en ocultar.

— Nos va bien — le respondió a su esposo mientras dejaba de lado los papeles — ¿todo en orden?

— Si, si, sólo quería preguntarte quién pasaría por los niños — quiso saber, al mismo tiempo que el omega tomaba su móvil para comprobar la hora.

— Joder, no me había dado cuenta de la hora — confesó soltando un suspiro, al percatarse de que quedaban poco más de 30 minutos.

— Lo supuse — le dijo con una sonrisa, mientras que se recostaba de lado en el marco de la puerta para observarlo — puedo ir por ellos si quieres.

— No, no — dijo poniéndose de pie — vamos ambos — declaró mientras acomodaba todo en su escritorio, o por lo menos eso pretendía.

— No se preocupe jefe — exclamó Nina, la cual había permanecido callada y expectante hasta ahora — yo le termino de organizar todo y cierro su oficina con llave.

— ¿Estás segura? — inquirió observándola — puede quedarse así, ya mañana me encargaré de ordenarlo con calma.

— Para nada — le restó importancia — vayan a por sus cachorros y nos vemos nuevamente mañana temprano.

— Gracias — expresó suavemente con una sonrisa, para luego pasar por el lado de esta e ir hacia Volkov ​​— luego te puedes marchar, vi que estás doblando turno últimamente, descansar también es importante.

— De acuerdo, jefe — le respondió, pues si bien amaba su trabajo y los turnos dobles los estaba haciendo de manera voluntaria, quizás por un día irse temprano no pasaría nada — que descansen.

Dicho esto, los directores del FBI partieron rumbo al estacionamiento, para ingresar en el vehículo del ruso y emprender camino hacia la escuela de sus cachorros. Durante el trayecto, el coche era llenado de risas de complicidad, donde en una acción arriesgada del alfa, este insitía en tomar la mano de su omega mientras conducía. Aún les costaba asimilar que todo aquellos malos entendidos, momentos de orgullo, egoísmo y falta de comunicación entre ellos habían quedado atrás. Este era el inicio de un nuevo capítulo en su historia juntos, y no pensaban echarlo a perder.

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Lamento mucho estar tanto tiempo sin actualizar pero ya ando inspirada de nuevo.

Lastima que solo quedan dos capítulos, el epílogo y quizás algún que otro extra 👀

Gracias por seguir leyéndome ❤️‍🩹

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