Capitulo 27: La Manaña Siguiente

El omega abrió sus ojos al momento en el que sintió como la luz del sol se posaba sobre su rostro. Miró a su alrededor todavía acostado, y en primera instancia se encontró confundido, pues no reconocía muy bien el lugar en el que se encontraba. Seguido de esto, fue percatándose de que unos brazos estaban rodeando su cuerpo, y no unos brazos cualquiera, sino aquellos en los que había descansado con tranquilidad durante los últimos años de su vida. Siendo aquí el momento en el que como si de una película se tratase, los recuerdos de la noche anterior atacaron su mente. Los recuerdos como flashes de esos momentos con el alfa, le hicieron cuestionarse por un momento si todo aquello había sido real y no un sueño. No podía creer cómo de estar en el restaurante conversando sobre sus situaciones y problemas, pasaron a estar juntos en la cama y ahora después de dos años, estar despertando nuevamente entre los brazos de su esposo.

Sonrió de manera inconsciente y algo apenado, rememorando todo lo que habían hecho durante esa noche. Sin duda alguna las cosas se habían salido un poco de control, pero para nada se arrepentía de lo sucedido... jamás podría. Se permitió dejarse llevar por unos segundos por esos recuerdos y sensaciones, que ahora no podía sacar de su mente. O por lo menos así fue hasta que escuchó como un móvil comenzaba a sonar, escuchándolo a lo lejos. Fue esto lo que hizo que volviese a la realidad y se percatara de su situación actual.

— Mis cachorros... — recordó inquieto, mientras que con cuidado de no despertar al ruso, se liberaba del agarre de este, para luego del mismo modo ponerse de pie y tomando una de las sábanas de la cama, caminar hacia la sala de estar.

Al tiempo que caminaba, observó todo el pequeño desorden que habían hecho durante la noche. Tanto sus prendas como las del alfa estaban esparcidas por el sofá y la cocina, definitivamente se habían dejado llevar por las emociones del momento.

Procedió a buscar entre el suelo donde se encontraban sus prendas inferiores, esperando encontrar su móvil, pero no lograba dar con este. Se detuvo en su lugar pensando en dónde más podría haber terminado, y fue cuando se percató que entre los cojines del sofá se veía su objetivo. Por lo que sin demorarse más, lo tomó entre sus manos, para luego volver hacia la habitación y tomar asiento donde antes había estado durmiendo junto al ruso.

Gus (Caranabo)
"No te preocupes por tus cachorros, disfruta de la noche con tu esposo 😏"
12:57am

"Buenos días hermanito 😏"
8:21am

Horacio sonrió nervioso ante esto, ¿cómo iba a explicar lo que había pasado?. Seguramente sus cachorros habían estado preguntando por él durante la noche, y si se despertaban y este no se encontraba...

— Buenos día solntset — la voz gruesa de Volkov al despertarse fue escuchada de repente, observando al omega a su lado, haciendo que el nerviosismo que antes había comenzado a sentir, regresase con mayor intensidad.

— Bu-Buenos dia-s — le respondió chocando con sus propias palabras, entretanto le otorgaba una mirada rápida. Veía como este al igual que él, aún se encontraba desnudo y apenas cubierto por una fina sábana — creo que... creo que es h-hora de que me marche... — comenzó a decir, evadiendo en todo momento la mirada del alfa — los niños despertarán en pocas horas y... — explicó, poniéndose de pie y asegurándose de taparse con la misma sábana que antes — y no quiero que... despierten y no esté ahí...

Continuó diciendo mientras que elevaba su voz, al ir de nuevo al salón por su ropa y luego regresar, buscando con su mirada el baño, y al encontrarlo del lado opuesto a la cama donde habían dormido, ingresar rápidamente cerrando la puerta con el seguro tras de sí.

Volkov por su parte, sonreía divertidamente al notar el nerviosismo con el que el omega se había despertado. Esto le hizo meditar sobre lo mucho que amaba a su omega y lo feliz que estaban, tanto él como su alfa interior con toda la situación. Sabiendo que el menor de por sí ya se tomaba su tiempo al momento de darse una ducha, se puso de pie y de su armario sacó una muda de ropa limpia, para dirigirse hacia la puerta y tocarla levemente.

— Hache... — lo llamó por lo bajo, mientras comprobaba si la puerta estaba bien cerrada — te puedo prestar algo de ropa si quieres...

— No — respondió de inmediato, haciéndolo reír — la mía está perfecta, n-no te preocupes.

— Vale vale — expresó entre risas, retrocediendo y encaminándose hacia el otro baño que disponía su departamento, para poder ducharse y vestirse. Sin duda le esperaba una mañana interesante.

Como el alfa lo supuso, este terminó de alistarse y el omega aún se encontraba en el cuarto de baño. Por lo que comenzó a recoger un poco la sala de estar, tomando su ropa del suelo y dejándola en la cesta para lavarla luego. Acto seguido, se adentra en su cocina, para preparar un poco de café mientras espera a que el omega termine. Afortunadamente no tuvo que esperar demasiado, ya que en cuestión de escasos minutos escuchó como la puerta del baño se abría, seguido de los pasos del menor hacia este.

— Hace mucho no veía este dibujo... — escuchó tras de sí por lo bajo — suponía que estaba acá...

Volkov dio media vuelta, extendiendo una de las tazas al omega, y viendo a lo que este se refería. En su refrigerador tenía fijado con un imán un dibujo que Lily había hecho hace poco más de dos años atrás, de su familia en medio de un corazón. Fue el mismo que la pequeña dibujó la tarde en la que el omega platicaba con su hermano, el mismo día en que terminaron discutiendo, perdiendo a su cachorro y desencadenando todos los sucesos que acontecieron luego de ese punto, hasta llegar a donde estaban ahora...

— ¿Puedes llevarme a casa? — le preguntó, dándole un sorbo a su café aún sin establecer contacto visual con este — no contaba con no llegar... ya sabes — hizo una pausa nervioso, mientras pasaba por el lado de este para darle la espalda — y Gus aún está con Greco allá y...

— Horacio... — lo interrumpió, acercándose a este por su espalda — por supuesto que te llevo... no tienes que, darme explicaciones o algo por el estilo — terminó de decir, colocando su mano derecha sobre el hombro de este, causándole un escalofrío al omega que no pasó por alto.

— Gracias... — le dijo por lo bajo, para luego alejarse un poco de este, todavía nervioso y darle un último sorbo a su café, dejándolo de lado.

Luego de esto, el alfa imitó su acción con su bebida, observando cómo Horacio caminaba hacia la puerta principal. No podía negar que estaba encantado, por decirlo de alguna forma, del simple hecho de que el omega estuviera actuando de esa forma. Ya había pasado mucho desde la última vez que lo veía así, por lo que con una sonrisa en el rostro que ya no se molestaba en ocultar ni reprimir, caminó en su dirección, tomando sus llaves y pasándole sus pertenencias al menor, saliendo finalmente del departamento. Debían llegar antes de que sus cachorros se despertasen.

El camino a la casa fue algo silencioso, ambos iban sumidos en sus pensamientos, sobre todo el omega. Ambos sabían que debían hablar sobre lo sucedido durante la noche, pero ninguno consideraba que este fuese el momento idóneo. Así que Volkov por su parte, en un intento por romper ese silencio que había entre ellos, quiso comenzar una conversación.

— Y...¿cómo estás? — preguntó curioso, ganándose la atención del contrario, mientras que continuaba atento al camino — ¿cómo... dormiste anoche?

— Yo estoy bien... — respondió sincero el omega — estoy bien y... anoche, anoche dormí muy bien — hizo una pequeña pausa — en realidad... hace mucho no dormía así de bien... — finalizó, tocando sus manos nerviosamente, causando que el alfa sonriera.

— La verdad es que — comenzó a decirle el ruso — yo tampoco dormía así de bien desde... hace mucho tiempo, como tú muy bien dijiste... — terminó de decir, dejando en el ambiente ese sentimiento que ambos compartían respecto a todo lo acontecido. Permitiéndoles que el resto del camino fuese más ameno y tranquilo, al mismo tiempo que ambos continuaban manteniendo una sonrisa en su rostro.

Una Vez en la Casa

Inmediatamente llegaron a la casa, ambos cruzaron miradas frente a la puerta de entrada, suspirando a la vez antes de ingresar. El omega sacó sus llaves, con cuidado de no hacer mucho ruido al abrirla, y poder ingresar con el alfa detrás suyo. Una vez dentro, vieron de inmediato cómo las miradas de los alfas se posaban sobre ellos.

— Muy buenos días ¿no? — expresó Gustabo sarcástico, arqueando una ceja al ver a su hermano.

— ¿Qué tal su noche? — les siguió diciendo de la misma manera el de barbas.

— ¿Cómo están nuestros cachorros? — cuestionó el de cresta, ignorando las preguntas de estos — ¿se durmieron a su hora? — continuó preguntando, mientras dejaba de lado sus pertenencias y le daba la espalda a ambos.

— Ellos están bien — respondió Greco — y puede ser que se hayan acostado un poco más tarde, pero están descansando ahora.

— Bien — exclamó con simpleza, dirigiéndose hacia la cocina, buscando algunas cosas para comenzar a preparar el desayuno — les haré algo para cuando despierten.

Ante esto los tres alfas intercambiaron miradas, cada uno con una expresión diferente. Volkov por su parte tenía una sonrisa de complicidad que compartía con su omega, Greco tenía más curiosidad que cualquier otra cosa, mientras que Gustabo simplemente quería saber cómo estaba su hermano y si tenía que hablar a solas con el ruso luego. Por lo que este último sin decir algo más, fue hacía su hermano para poder hablar a solas.

— Oye perro — lo llamó, aunque este seguía sin voltear a verlo — ¿qué tal la noche?

— Bien, bien... — respondió evasivamente y sin poder ocultar mucho su nerviosismo — hablamos mucho y de muchas cosas.

— Sí claro — exclama con cierta ironía — seguro hablaron tanto que no les alcanzó la noche... — se ubicó a su lado, para observarlo más de cerca — parece que esa boca en algún momento no la usaron para hablar más — expuso ahora riendo, luego de ver como en el cuello de su hermano se veía una clara marca.

— No sé de qué hablas — al de crestas se le veía rojo como un tomate, apartándose del contrario, rebuscando sin un objetivo claro los utensilios de la cocina.

— Horacio, desde aquí veo esas marcas, y tienes todo su aroma asqueroso a vodka y almendras impregnado — le dijo fingiendo seriedad, logrando que este volteaste por fin a mirarlo — vamos, cuéntame los detallessss — pidió, causando que ambos rieran y recibiera un golpe por parte del menor en el hombro.

— Calla — susurró entre dientes, luego de golpearlo — no me molestes ahora, ya hablaremos en otro momento — declaró, para seguir moviéndose en la cocina y dejando preparada la mesa — los niños despertarán en cualquier momento, y tengo que ocuparme de ellos — continuó diciendo, en un intento por seguir tratando de que su nerviosismo pasase por alto.

La realidad era que el omega no quería hablar del tema, o por lo menos no ahora. Aún tenía mucho que pensar y analizar, no sólo con lo sucedido durante la noche, sino también con todo lo que habían hablado. No podía pasar por alto nada, ningún detalle; y antes de tocar el tema quería reflexionar un poco sobre todo cuando estuviera más calmado. Al mismo tiempo, del otro lado de la casa en la sala de estar, se estaba llevando a cabo una conversación un poco similar entre los dos alfas.

— Por lo que veo anoche las cosas fueron bien — expresó el de barba con doble intención en su tono.

— Muy bien la verdad — fue honesto, mientras que con una sonrisa ambos tomaban asiento en el sofá — no recuerdo la última vez que me senté a hablar con Horacio de manera tan sincera y abierta como anoche.

— Ya... — dijo por lo bajo — pero no creo que se la hayan pasado toda la noche hablando, ¿qué más pasó?

— Hablamos de todo — comenzó a contarle — nos expresamos y contamos cómo nos estuvimos sintiendo todo este tiempo, entre todas las cosas que han pasado — relataba por lo bajo, para que sólo ellos escucharan, ya que vio cómo por momentos el alfa rubio lo volteaba a mirar desde la cocina — le conté lo que pasó con Darya, que cortamos el vínculo, y eso le sorprendió mucho. El problema es que no pudimos seguir hablando en el restaurante, porque ya estaban cerrando, así que le ofrecí que fuéramos al apartamentopuntualizó esto último, haciendo que el de barbas levantarse las cejas y abriese sus ojos denotando su sorpresa — le ofrecí ir sin ninguna otra intención, más que seguir hablando.

— Sí, claro — lo interrumpió su mejor amigo — al apartamento los dos solos a hablar solamente, no te jode.

— Pues sí seguimos hablando, y bueno...— hizo una pausa — pasaron cosas... — le respondió, al mismo tiempo que se sonrojaba un poco. La verdad es que aunque esa no hubiese sido la intención, se alegraba por cómo resultó al final.

— Pero macho, cuéntame más ruso cerrao' — quiso saber sin ocultar su intriga.

— Pero vamos a ver, Greco — exclamó entre risas por la actitud de este — ¿qué tenemos 15 años? — cuestionó, para luego hablar nuevamente en el mismo tono de antes — quiero hablar primero con Horacio sobre todo lo que significó anoche, y lo que va a pasar de ahora en adelante — ante esto Greco lo miró sonriente — estoy muy feliz... yo... siento que he recuperado a mí omega.

Greco sabía lo mucho que esto significaba para su mejor amigo desde que le contó que saldría con el omega, por lo que el ver como parecía haber resultado todo y verlo así de feliz, le alegraba de igual forma que a este.

— ¿Van a quedarse a desayunar? — la voz de Horacio los interrumpió, haciendo que ambos se pongan de pie, reuniéndose los cuatro — para saber qué hacer, no hay mucho porque no he ido a hacer la compra pero...

— No te preocupes — lo interrumpió el de barba — Gus y yo nos vamos, yo debo ir a la comisaría dentro de un rato.

— Sí — lo apoyó el rubio — y yo le dije a Alanna que la cubriría, mientras ella iba a una cita médica

— ¿Están seguros? — insistió el omega, mirando a su hermano el cual asintió.

— Anoche dejamos a los mellizos dormir con Penélope — confesó el de barba, a la vez que tomaba sus cosas — estaban muy decididos a quedarse juntos, así que simplemente no luchamos.

— Sí — lo apoyó el menor, imitando la acción de este — ya aprendimos nuestra lección cuando se quedaron con nosotros — dijo riendo, recordando la vez pasada que se quedaron con ellos en el apartamento de Greco.

Tanto Horacio como Volkov sabían a lo que se referían. Sus cachorros eran muy unidos, Lucas y Lily siempre trataban de estar juntos, y Penélope era una hermana mayor increíble. Si bien los mellizos seguían durmiendo juntos y rara vez se quedaban tranquilos al estar separados, cuando estos se quedaban al cuidado de alguien más, su hermana mayor se volvía por decirlo de alguna forma... un poco sobreprotectora. Lo fue desde que se enteró que sería hermana mayor, con el prominente vientre del omega, y lo había seguido siendo desde la primera vez que los vio. Por lo que no les sorprendió cuando Charlotte les contó sobre las actitudes y las formas en las que estos se comportaban, cuando estuvieron quedándose con ella durante el tiempo en el que ellos se separaron. Pensaron que eso sería solamente por el momento y la manera en la que se dieron las cosas, sin embargo, se dieron cuenta de que había sido un pensamiento erróneo cuando sus cachorros se estuvieron quedando al cuidado de sus tíos.

— No hay problema con eso — les tranquilizó el alfa, mientras que junto con el omega caminaban hacia la puerta para despedirlos.

— Bien... — le dijo el menor de los alfas, luego de que la puerta fuese abierta — nos veremos luego supongo.

— Claro — le respondió, su hermano — gracias de nuevo por quedarse con ellos.

— Cuando quieran — comentó el de barba, para luego despedirse y salir de la casa, dejando a los esposos a solas nuevamente.

Ambos voltearon a verse una vez la puerta fue cerrada, e inevitablemente en el rostro del omega no pudo evitar asomarse un leve sonrojo. Sabían que Greco y Gustavo reaccionarían de esa forma, pero no estaban preparados para afrontarlos y lidiar con ellos. Como de igual manera, no estaban preparados para la cantidad de preguntas que les vendrían encima.

— ¡Papá! — escucharon como sus pequeños iban hacia ellos, recién levantados — ¡Papi, volviste!

— Hola mis vidas — abrazaba con cariño a su primogénita, y el alfa hacía lo mismo con los mellizos.

— ¿Qué hace papá aquí tan pronto? — preguntó la castaña curiosa.

— ¿Por qué tienes la misma ropa de anoche? — indagó Lucas ahora, una vez se percató de esto.

— ¿Por qué no nos arropaste anoche? — reclamó Lily en un tono un poco enojada.

Nuevamente voltearon a verse, mientras que sus cachorros continuaron con su interrogatorio y los millones de "¿por qué?", poniendo de inmediato tanto a uno como al otro más nerviosos que cuando hablaron con su mejor amigo y hermano.

— Oigan — los llamó riendo un poco el alfa, para tratar de disipar las preguntas — su padre y yo salimos anoche, ¿recuerdan? cuando llegó ustedes dormían y yo vine temprano para que vayamos por algo de desayunar, ¿les parece bien? — propuso y los tres asintieron.

— ¿Y papi? — quiso saber Lily — ¿también vendrá?

— De hecho — se apresuró antes de que el contrario contestara, mientras los colocaba en el suelo, al mismo tiempo que Horacio dejaba a Penélope — ¿por qué mejor no vamos a la cafetería de aquí cerca y traemos el desayuno, y así su padre pueda comer con nosotros.

— Me gusta esa idea — comunicó el omega, agachándose al nivel de estos — ¿les gustaría?

— ¡Sí! — respondieron con una sonrisa.

— Pues vayan y mientras tanto yo recojo un poco por aquí — informó, al tiempo que miraba al alfa y se ponía de pie.

— Pero estamos en pijama — exclamó Lucas por lo bajo.

— No se preocupen — les dijo ahora Volkov — sus pijamas son muy bonitos y no nos tomará mucho tiempo.

— A mi no me molesta — declaró Penélope despreocupada.

— Bien — dijo el alfa, para luego volver a tomar las llaves del auto y comenzar a caminar con estos hacia afuera — no nos demoraremos mucho — avisó esto último viendo al menor, y como este le agradecía por lo bajo.

— Viktor... — lo llamó el peli azul, una vez este iba a medio camino — atrápalas — dijo mientras le lanzaba las llaves de la casa — por si acaso... — dijo y el alfa asintió, retomando su camino.

El omega por su parte, una vez que estos se fueron, subió a su habitación para cambiarse por algo de ropa más cómoda y dejarse caer sobre la cama. Agradecía tener ese pequeño momento a solas, para poder pensar en todo lo que seguía rondando por su cabeza. No se arrepentía en lo absoluto de lo que había sucedido en la noche con el alfa, pero eso era solamente una cosa más en la que debía pensar. En la cena platicaron sobre muchas cosas, hablaron con el corazón en la mano y de la manera más sincera que pudieron haber hecho. Había extrañado tener ese tipo de conexión, esa que siempre les había permitido conectarse a través de las palabras.

— Joder ruso... — exclamó para sí mismo, soltando un suspiro, al tiempo que frotaba sus manos por su rostro.

Su mente no podía parar de darle vueltas a aquellas palabras del alfa, las cuales se sintieron como una puñalada a su corazón. ¿En qué momento dejaron que sus palabras en lugar de brindarse paz les hicieran tanto daño el uno al otro? Su relación nunca fue perfecta, eso lo tenía claro, pero ¿por qué permitieron que su orgullo y su falta de empatía los dominase?. Después de todo, la otra persona de la que hablaba era del amor de su vida, de su alfa, su esposo y padre de sus cachorros.

"¿Me estás diciendo que llevo dos años... mortificándome por algo que no fue mi culpa?"

"literalmente perdí todo lo que me importaba en una misma noche"

Sí, tenía muy en claro lo que había hecho mal, no haberle contado sobre lo que en realidad pasó con su último cachorro. Y el alfa, sin quererlo, se había hecho lo mismo al no contarle que ya no compartía un lazo de destinado.

Continuó recordando, mientras que sin darse cuenta había comenzado a caminar por su habitación. Su mente estaba tratando de procesar muchas cosas a la vez y se le estaba dificultando. ¿De verdad fue tan egoísta que le arrebató todo a su alfa sin percatarse? Él la había pasado mal luego de todo, pero por lo menos había tenido más cerca que el alfa a sus cachorros, y el tenerlos consigo lo ayudó bastante durante ese proceso de recuperación.

" ya no te tienes que preocupar por eso porque... Darya ya no es mi destinada."

"Tomé la decisión para poder demostrarte que tú y los niños son lo más importante para mí"

"Mi... mi corazón se detuvo..."

— Pude haberlo perdido y ni me enteré... — manifestó con tristeza, al recordar esa noticia que tanto lo impactó. Porque más allá que el hecho de que este se haya deshecho de su lazo de destino, le había afectado el detalle de que el corazón de su esposo se detuvo, luego de realizar dicho proceso.

En su momento no se percató, pero su memoria le trajo ahora que estaba más calmado, el recuerdo de una Penélope un poco más pequeña diciéndole que su padre se encontraba mal y si este iba a estar bien. En ese entonces, lo interpretó como que este estaba deprimido como él por el proceso de adaptarse a estar sin el otro, pero ahora que tenía esa información y hacía las cuentas... todo comenzaba a esclarecerse. Volkov estuvo dispuesto a arriesgar su vida con tal de demostrarle que tanto él, como sus pequeños, eran su prioridad y cuando este fue a contarle... no le permitió hablar. Definitivamente se sentía como un asco de persona ahora mismo, lo peor era que a pesar de todo, él siempre siguió estando para ellos aun cuando lo trataba tan mal.

"mi verdadero lazo del destino fue el que me unió contigo"

Y sí, Volkov siempre le había dejado en claro que no le importaba su omega destinado, desde que se conocieron. Le dejó en claro desde el minuto uno que él no creía en una conexión impuesta, que creía en las conexiones que él podía sentir al estar con otra persona... al estar con él. No obstante, en una sociedad en la que todos, o por lo menos la mayoría, anhelan encontrar a esa persona destinada para tener la relación perfecta con su amor verdadero, ¿cómo se supone que debía reaccionar?. Era algo que claramente le aterraba, pero siempre supo como mantenerlo al margen, o por lo menos hasta que desafortunadamente llegó el momento.

"Puedes hacerlo... sé lo que estás pensando..."

— Dios... — exclamó para sí mismo, sonriendo pícaramente al recordar las palabras de este, antes de que se besaran.

Sin duda, había llevado muy en serio su pensamiento de volver a arriesgarse durante esa noche. Pero tanto su omega interior, como él, extrañaban en sobremanera a su alfa. Tampoco fue un impulso que quiso cumplir para satisfacerse, fue un impulso sí, aunque no era uno generado por el deseo y la lujuria. Lo que pasó esa noche había sido un impulso por parte de ambos, pero viniendo de parte del amor y el perdón. Se volvieron a entregar en cuerpo y alma el uno al otro, porque aun luego de dos años y con todo lo dialogado previamente, seguían sintiendo esa unión entre ellos. Una unión que iba más allá de la marca que este aun conservaba en su cuello, una que se creó entre ambos desde la primera vez que se vieron hace ahora más de diez años. Y eso no era poca cosa.

— Siento que la cabeza me va a reventar... — verbalizó, para luego ponerse en pie y proponerse a buscar unas pastillas que lo ayudasen a aliviar su dolor, sin embargo se detuvo al pasar por la habitación de su primogénita.

Ingresó en ella, tomando asiento en el borde de la cama, donde sus tres pequeños habían pasado la noche. Esto lo hizo reflexionar ahora con una perspectiva diferente. Su parte personal, su parte omega tenía una idea más concreta de cómo quería llevar de ahora en adelante la relación con su alfa, por lo menos de eso quería convencerse. Sin embargo, también era padre y si bien sus cachorros seguramente se alegrarían al saber que sus padres podrían darse una segunda oportunidad, le preocupaba como la nueva dinámica que fuese a llevarse a cabo de ahora en adelante, los afectaría a ellos.

Una cosa que lo caracterizaba mucho era su impulsividad, cosa que disminuyó un poco desde el momento en el que supo que Penélope venía en camino. El ser padre fue algo que le cambió su vida por completo, dejó de ser tan impulsivo y correr riesgos innecesarios para pensar con más detenimiento las cosas y hacer lo justo y necesario. Tuvo que aprender a tomarse las cosas con calma y tranquilidad, pues al pasar la mayor parte del tiempo con sus cachorros, estos adquirian actitudes y maneras de actuar más de este que del alfa. Por lo que no quería que estos percibieran acciones o ideas erróneas por parte de este, así que consecuentemente modificó algunos comportamientos al momento de estar con ellos, lo cual era el 90% de su tiempo.

— Esto no me está ayudando — exhaló, poniéndose de pie para dirigirse escaleras abajo y buscar aquellas pastillas que necesitaba.

Y es que la batalla interna que tenía en ese momento entre su yo padre y su yo omega, lo iba a terminar de acabar por completo. No quería que su "impulso" por querer volver a estar con su alfa, afectase la dinámica y la nueva realidad que tanto les había costado a sus cachorros aceptar, repercutiendo negativamente en ellos. Tenía que pensar en lo que quería concretamente, lo que esperaba que sucediese de ahora en adelante, y en la manera en la que serían las cosas; pero más importante, en lo que Volkov le diría al respecto. Claramente tenían que hablar de lo sucedido, y dar por concluido varios temas de los cuales hablaron en la cena. Les faltaba ese último paso, llegar a esa conclusión en conjunto, para saber lo que el futuro les depararía para ellos. Sin embargo, esta vez no iba a permitir que el tiempo le ganase y luego terminase pasando factura como la última vez. Ya había aprendido su lección y quería confiar en que su alfa también.

— ¡Papi llegamos! — escuchó como sus cachorros lo llamaban, al mismo tiempo que el alfa abría la puerta y estos ingresaban.

— ¡Te compramos esto! — exclamó ahora Lucas, para luego ver cómo su pequeño rubio de cabellos rizados, se le acercaba con un ramo de flores — ¿te gustan?

— Awww gracias, bebé — le dijo enternecido a su pequeño, al tiempo que lo levantaba en brazos — claro que me gustan, son hermosas.

— ¿Todo bien? — le preguntó el alfa, al ver que el frasco de pastillas estaba junto a este — ¿te sientes mal o algo?

— Tranquilo — le respondió, posicionando a Lucas en su silla para desayunar — la cabeza me late un poco, pero seguro en un rato se me pasa — explicó, haciendo lo mismo con Lily — ¿qué trajeron para desayunar?

— Trajimos frutas, unos panes, jamón, queso, huevitos, tortitas... — comenzó a enumerar Penélope, a la vez que Volkov iba sacando todo y lo dejaba sobre la mesa. Horacio colocaba las flores en un jarrón, al lado de los lirios azules que este le había entregado la noche anterior.

— Esto es demasiada comida — expresó entre risas el omega, mirando al alfa, para luego tomar asiento en la mesa junto a Lucas y Lily.

— Dijiste que no habías tenido tiempo de ir a comprar — le respondió con simpleza el ruso, tomando asiento junto a Penélope y quedando frente al contrario — compré algunas cosas extras.

Horacio lo miró y le dedicó una sonrisa, la cual este correspondió. Dejó de lado eso, para luego comenzar a servirles el desayuno entre ambos a sus cachorros. A los dos les hacía feliz ver como sus pequeños sonreían y les contaban cosas al azar, mientras comían. Momentos como estos eran los que les recordaban lo afortunados que eran, y la suerte que habían tenido que sus pequeños fuesen a sus ojos, perfectos. Continuaron comiendo de manera tranquila, mientras que por momentos los ojos bicolores se cruzaban con los grises, con miradas que aunque no se hablasen, sabían que en sus cabezas seguían reviviendo aquellos momentos de amor que vivieron la noche anterior. Sin embargo, todo quedó nuevamente de lado en el momento que su primogénita formuló una pregunta que los dejó sin palabras.

— ¿Что у тебя на шее, папа? (¿Qué tienes en el cuello, papá?) — indagó curiosa, al notar sobre la piel blanquecina de su padre, una marca que no lograba identificar. Ambos padres se miraron rápidamente con cierto pánico.

— Oye hija — la llamó el peli azul, tratando de ocultar su nerviosismo — ¿qué día me habías dicho que era tu segundo partido? — intentó con algo que sabía le interesaría lo suficiente para distraerla, aunque ya sabía la respuesta.

— Dentro de tres semanas — respondió, enfocándose ahora en esto, a la vez que continuaba con su comida — se supone, pero el entrenador dice que nos preparemos por si lo deciden adelantar.

— ¿Adelantar? — continuó la conversación el omega, mientras le cortaba las tortitas a los mellizos para facilitarles el trabajo.

— Sí, dice que pasa todo el tiempo al principio — habló un poco con la boca llena y haciendo reír a este — luego todo va normal.

— Vale — comprendió, mirando nuevamente a la castaña y dedicándole una sonrisa.

Afortunadamente luego de esto, la curiosidad no le volvió a ganar y pudieron continuar con su desayuno de manera tranquila, sin otro tipo de preguntas como aquella, para suerte de ambos. Volkov por su parte sólo podía sonreír divertido por la manera en la que el omega había manejado la situación, evitando un tema de conversación que definitivamente ninguno estaba preparado para tener con su hija mayor.

Unos minutos después, terminaron de desayunar. Los cachorros hablaban entre ellos, aun en la mesa del comedor; mientras que el alfa y el omega hablaban un poco por lo bajo, no muy lejos, mientras que limpiaban lo ensuciado y guardaban lo restante.

— ¿Te sientes mejor? — le preguntó, sin ocultar su preocupación al ver que entre las cosas que el omega guardaba, se encontraba el mismo frasco de antes.

— ¿Qué? — expresó confundido, puesto que no había escuchado bien su pregunta.

— Tu cabeza — explicó, al mismo tiempo que retiraba las cosas que sostenía, para tomar sus manos con delicadeza — dijiste antes que te latía, ¿te sigue doliendo?

— No, estoy mejor — le respondió de igual forma, sin embargo al ver cómo Lily los miraba, se soltó del agarre de este — los niños, Viktor...

— ¿Qué tiene de malo? — cuestionó confundido, al mismo tiempo que lo ayudaba — ¿crees que se molesten o algo por el estilo?

— No, no es eso... — aclaró, bajando su tono y captando la total atención del alfa — es sólo que... quiero que hablemos nosotros, que hablemos de nuevo y decidamos cosas antes de... no sé...

— ¿De que nos vean actuar de forma diferente y se precipiten a pensar otro tipo de cosas? — contestó con una pregunta — lo sé, también lo he pensado.

— ¿Y entonces...? — indagó, mirando fijamente al contrario.

— Tú me dirás...

— ¿Qué te parece mañana? — propuso luego de soltar un suspiro — ¿te los llevarás contigo ahora? — quiso saber, recordando que técnicamente era el turno de este de estar con ellos — uno de nosotros debería ir a la sede... y ya mañana si quieres... — comenzó a decir ahora, no muy seguro, pues no sabía la respuesta que este podría darle — puedes venir acá cuando los dejes en la escuela y... terminamos nuestra conversación para definir lo de... anoche.

— Si es lo que te apetece, a mí también — apoyó, causándole una sonrisa al omega.

Volkov por su parte se encontraba quizás un poco más tranquilo que Horacio, en el sentido de que el ruso tenía un poco más en claro lo que quería para él y su familia, de ahora en adelante. La plática con el menor le había traído mucha paz mental, pues se había quitado de encima mucho peso con las palabras que expresó durante la cena, y posteriormente en su departamento. Ya había definido lo que no iba a volver a hacer, y eso era algo que quería platicar igual con este. Los dos habían pensado más en las últimas 24 horas sobre su relación, que probablemente durante los últimos años, así que tomarían cada oportunidad de ahora en adelante para volver a comunicarse de manera correcta. Por fin después de tanto, ambos parecían estar en la misma página.

*
*
*
*
*
*
*
*
*
*

Me gustó mucho el resultado de este capítulo, espero que a ustedes también 🥹

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top