Capitulo 26: Confesiones

Para Volkov, el camino había sido más extenso que de costumbre. Por otro lado, para Horacio, este simplemente seguía centrado en su mundo, en lo sucedido, en sus pensamientos...
"¿Qué hubiera pasado si no hubiese puesto esa distancia entre ellos?, ¿tanto daño se habían causado el uno al otro?, o mejor dicho... ¿tanto daño le había causado él a su alfa?, ¿por qué habían tardado tanto tiempo en decirse las cosas?, joder que había arriesgado su vida rompiendo su lazo de destinado para demostrarle que él y su familia eran su prioridad..."

Pensamientos como estos y más eran los que habían seguido atormentando la cabeza del omega durante todo el camino, tanto que este ni siquiera se había percatado de que se encontraba con el alfa en un elevador. Tampoco se percató cuando estuvieron frente a la puerta del departamento de este...

— Puedes pasar... cuando estés listo... — la voz del mayor hizo que su corazón se acelerase, por lo que con precaución ingresó algo tímido.

Una vez dentro observó con detalles cada rincón del lugar donde Volkov había estado viviendo durante los últimos dos años. Quedó embelesado por todo lo que había dentro, había un balance perfecto entre la decoración propia del ruso, aunque adaptado equilibradamente para tener a sus cachorros en el mismo. Sin embargo, el fuerte olor del alfa, el cual inundaba el lugar, lo embriagó por completo... dispersando sus pensamientos y sintiendo como era golpeado por la realidad.

— Si quieres... — comenzó a decirle el peli plata, mientras que pasaba una de sus manos por la espalda contraria — puedes tomar asiento en el sofá — le indicó, al mismo tiempo que este asentía, para luego caminar ambos hasta allí y tomar asiento juntos, uno a frente al otro — y... cuando quieras puedes...

— ¿Por qué? — lo interrumpió Horacio con un hilo de voz — ¿por qué no... me lo dijiste antes...?

— Quizás por lo mismo que tú no me habías mencionado lo de nuestro cachorro... — le respondió sin pensar, aunque al ver la reacción de este, y como se encogió en su lugar, decidió reformular su respuesta — lo siento, es sólo que... luego de que no me permitieses regresar a la casa con ustedes... — se detuvo para soltar un suspiro — ya no tenía más fuerzas para continuar tratando de que me escucharas, y tú parecías estar muy decidido con lo de no continuar con lo nuestro... así que, supongo que simplemente me resigné.

— Joder... — expresó por lo bajo el omega, siendo escuchado igualmente por el contrario — yo... lo siento mucho Viktor, es sólo que... joder soy un imbécil — manifestó, poniéndose de pie y dándole la espalda, para evitar que se percatase de que estaba por comenzar a llorar nuevamente — odio todo esto... — continuó lamentándose, sintiendo después cómo el contrario se acercaba con lentitud — ¿y luego qué?

— ¿A qué te refieres? — cuestionó confundido el ruso, viendo al contrario girándose, quedando cara a cara.

— ¿Por qué no me lo dijiste luego? — quiso saber, tratando de mantenerse tranquilo, siendo en vano, puesto que la desesperación por toda la conversación lo estaba comenzando a angustiar — sé que fui un imbécil y actué... de la peor manera, pero... ¿qué pasó después?

— Yo también pensaba que luego podría encontrar un espacio para hablarlo, pero... — comenzó a responderle, guiándolo de nuevo hasta el sofá — a los pocos meses recibí los papeles de divorcio y...

— No puede ser... — negó con tristeza, cubriéndose el rostro con ambas manos — yo... aunque no lo creas... una parte de mi siempre quiso que las cosas volvieran a ser como lo eran antes — confesó de manera honesta — quizás por eso nunca te insistí para que los firmases...

El alfa comprendió que con esta reacción, el omega sólo continuaría reprochándose a sí mismo. Era increíble como tantos sucesos habían ocurrido en los últimos dos años. La increíble montaña rusa de emociones que ambos habían enfrentado, era una que parecía nunca acabar.

— ¿Entonces por qué los enviaste desde un principio, si eso era lo que sentías y pensabas? — interrogó curioso.

— Yo... — intentó pensar en cómo explicarse de manera correcta, después de todo no quería que las cosas entre ellos volviesen a complicarse, mucho menos ahora después de haber dado un gran paso — yo creo que... a pesar de todo, pensaba que era lo mejor — se detuvo para mirarlo, pero este sólo asintió, para que continuase hablando — sentía que si no lo hacía en ese momento, nunca lo haría y me arrepentiría, o por lo menos en ese momento... — habló mientras secaba unas lágrimas que habían salido sin su permiso — creo que... por eso no te insistí para que los firmaras...

— Porque esa parte de ti que anhelaba que las cosas cambiaran... no quería que yo los firmase, y diera por terminado con todo — finalizó el ruso por él, comprendiendo lo que el menor quería decir, y recibiendo un asentimiento por parte del contrario.

Con esto en mente, el ruso se percató de cómo de cierto modo, toda la situación que habían vivido era un poco, ¿absurda?. Era claro que ninguno de los dos quería que las cosas sucedieran de esa forma. Sobre todo luego de los temas que habían hablado esa noche, era algo que tenían muy presente.

— Quién diría que terminaríamos pasando por todo esto, ¿no crees? — declaró el omega con sarcasmo, sacándolo de sus pensamientos.

— Sí... — le respondió riendo un poco por lo bajo, buscando la mirada de este.

— Joder... y nosotros que pensábamos que el que yo no tuviese un destinado haría más fácil las cosas — recordó, soltando una risa mientras que buscaba los ojos del contrario — somos un desastre, ¿no es así? — preguntó esto último, haciendo que el alfa lo mirase extrañado.

— Creo que tu pensamiento es erróneo — contradijo, tomando ahora la palabra — sí, hemos cometido varios grandes errores durante los últimos dos años... pero no por eso creo que seamos un desastre, o por lo menos no del todo.

— ¿Qué quieres decir? — cuestionó intrigado por su respuesta, acomodándose mejor en su lugar, conectando miradas.

— Quiero decir que... — retomó su discurso, extendiendo al mismo tiempo su mano para tomar la contraria, siendo correspondido — desde el inicio de nuestra relación... nunca fue un problema para nosotros el no ser una pareja destinada. Para nosotros siempre ha ido por encima de todo el cómo nos... nos hacemos sentir el uno al otro y sigue siendo, por lo menos para mí, de esa forma... — hizo énfasis en esto, para asegurarse de que el omega entendiese la magnitud de lo que trataba de decir — no había ni la más mínima posibilidad de que mi lazo de destinado con Darya, hiciese que en mi, surgieran sentimientos de esa forma hacía ella. Te lo dije el día en que comenzó nuestro idilio, te lo repetí en nuestra boda y te lo repito ahora... para mí, mi verdadero lazo del destino fue el que me unió contigo, el que me trajo aquí a Los Santos y se aseguró de que nos conociéramos aquella tarde... ese es el mismo lazo que ha hecho que a pesar de todo, lo que ha acontecido en los últimos dos años... siga aquí... sintiéndome de la misma forma.

— Para mi... — lo interrumpió por lo bajo el omega, afianzando el agarre — para mi también... Vik...

Horacio no sabía cómo verbalizar todas las emociones que estaba sintiendo en ese momento. Estaba cansado de fingir, de cohibirse y auto sabotearse para reprimir sus sentimientos hacia su esposo. Quería permitirse expresarse libremente, sin temor ni preocupaciones por salir mal herido, como hace dos años. Las cosas estaban más que claras, de la misma forma que su sentir, por lo que como había hecho hace exactamente diez años... tal vez debería volver a arriesgarse.

— Puedes hacerlo — le dijo el alfa casi en un susurro, leyendo sus pensamientos — sé lo que estás pensando...

No había terminado de hablar cuando sintió como el omega se abalanzaba sobre él y sus labios volvían a encontrarse demostrando esa necesidad por el otro que habían estado reprimiendo. El alfa se recostó en el sofá permitiéndole al menor colocarse sobre este. Mientras que continuaban con el vaivén de sus labios, comenzaban a recorrer el cuerpo del otro. El alfa sujetaba fuertemente al omega de su cintura, mientras que el menor recorría el pecho de este.
— Joder... — dijo por lo bajo el omega, separándose de este, quedando a escasos centímetros. El aire era muy denso, podía sentir los suspiros del otro mientras que no rompían el contacto visual — yo... joder lo siento, creo que... fue un impulso...

— No te preocupes...— le dijo por lo bajo, a la vez que su mirada intercambiaban entre los ojos y los labios del contrario — yo... creo que tuve el mismo...

— ¿Deberíamos...? — quiso saber con un poco de timidez, percatándose de la acción de este.

— Bueno... ¿qué quieres tú? — comenzó a responderle, mientras que con cuidado se levantaba, quedando sentado en el sofá con el omega en su regazo — porque... no quiero que pienses que yo te traje aquí para aprovecharme de...

— Claro que no — se apresuró a interrumpirlo, utilizando el mismo tono bajo, a la vez que colocaba sus brazos alrededor del cuello de este — nunca lo has hecho... y estoy seguro que esta noche no será la excepción...

— ¿Entonces...? — le preguntó, al tiempo que introducía sus manos por el interior de la camisa de este, causándole un leve escalofrío.

— No quiero seguir cohibiéndome... — verbalizó aquello que lo había estado carcomiendo — quiero sentir, quiero... volver a arriesgarme — entrelazó sus dedos por el cabello gris del alfa — quiero que... nos arriesguemos...

— En ese caso... — correspondió con una leve sonrisa, a la vez que comenzaba a hacer que este fuese quien quedase recostado del sofá, dejando caer al mismo tiempo ambos sus zapatos al suelo.

Lo dejó recostado en el sofá. Se despojaron de sus camisas, apreciando el torso del otro, el cual ninguno dudó en acariciar. Volkov no pudo evitar sonreír al ver como el omega continuaba usando aquella cadena, que complementaba ese especial anillo. Una joya que recién hace unas semanas había descubierto que seguía manteniendo, y con este todo lo que implicaba para él... para ambos. Horacio notó esto, y simplemente lo atrajo hacia él, comenzando nuevamente aquella batalla entre sus labios. Sin embargo, el alfa tenía otros planes, y con sus labios comenzó a hacer un nuevo recorrido por el cuerpo del omega. Iniciando desde su cuello, deteniéndose allí por unos segundos para poder besar y quizás rozar un poco con sus dientes, específicamente en el área izquierda donde la marca del menor aún se encontraba. En un intento de autocontrol, continuó descendiendo por el pecho del moreno, donde de igual forma que antes, se detuvo para prestarle algo de atención a los pezones de este.

— Joder Vik... — exclamó, soltando un leve suspiro al sentir como la lengua y los labios húmedos del alfa se paseaban de un pezón al otro.
Reacción que hizo al alfa sonreír por lo bajo, para luego descender más llegando a la parte donde el pantalón de este lo comenzaba a molestar. Levantó su mirada y observó como Horacio asentía con su cabeza, dándole nuevamente el permiso para continuar, dando rienda suelta a esos deseos que le pedían a gritos. Por lo que levemente elevó el torso del peli azul, para retirarle de manera rápida pero cuidadosa, la parte inferior de su vestimenta. Y una vez el omega estuvo despojado de toda prenda, el ruso se permitió apreciarlo una vez más.

— Horacio... — le dijo embelesado, como si fuese la primera vez en que era capaz de apreciar el cuerpo desnudo de su esposo, siendo la única excepción la cadena que seguía portando — eres... hermoso... — manifestó, haciendo reaccionar al menor con un notable sonrojo.

El moreno estaba por responderle, pero se detuvo al ver como el alfa volvía a descender, aunque ahora yendo directamente por su erección, la cual había quedado al intemperie hace unos escasos segundos atrás. El alfa introdujo el miembro del omega en su boca, y sintiendo como las manos de este eran colocadas sobre sus hombros, comenzó con la felación, obteniendo de inmediato un gemido por parte del omega. Miles de emociones y recuerdos recorrieron el cuerpo y la mente del ruso, cada momento en el que había sido al igual que ahora el causante de esos suspiros pesados y movimientos involuntarios que el omega reflejaba como placer, lo invadieron de inmediato. Haciendo que su alfa interior se regocijara, e incrementase la velocidad con la que ejercía la felación, que parecía estar haciendo al omega llegar al cielo.

— Vik... — comenzó a llamarlo en un hilo de voz, mientras que colocaba una de sus manos en la cabeza contraria, en un intento por captar su atención — Vik... por favor... — fue cortado ante la necesidad de liberar un gemido — de-detente... yo... me voy a...

— Entonces hazlo — afirmó con sencillez, levantando su mirada y deteniendo su trabajo, para ver el rostro del omega — hazlo...

— Dios... — exclamó más alto al sentir como este había vuelto a introducir su miembro en su boca, y así en cuestión de segundos ser incapaz de contenerse mucho más, corriéndose en el interior de la boca del alfa.

Ambos mantenían un manojo de emociones y lidiaban con estas de diferentes maneras. La realidad era que habían sido dos años en los que luego de estar por tanto tiempo sin establecer ese o algún tipo de contacto similar, ahora les estaba haciendo pagar factura. Ninguno de los dos podía contener a sus lobos interiores y sólo querían dejarse llevar, provocando que sus feromonas los enloquecieran y desesperaran en sobremanera, incrementando el contacto con el otro.

— Levántate — ordenó el omega al ruso, al tiempo que este secaba con su antebrazo, la comisura de sus labios — te toca... — declaró con una sonrisa pícara, a la vez que ambos se ponían de pie y se dejaban llevar nuevamente por la lucha de sus lenguas al proclamarse ganadoras.

En medio de la desesperación y el deseo, el omega comenzó a desabrochar el cinturón del alfa, continuando con su pantalón y ropa interior. El alfa lo levantó del sofá, haciendo que el omega cruzara sus piernas alrededor de la cintura de este, retrocediendo por el lugar. Horacio continuó besando la blanca piel de su esposo, mientras succionaba en algunas ocasiones en el cuello de este, provocando suspiros y algunos gemidos por lo alto. Se detuvo al sentir como chocaban con la isla de la cocina, cosa que el omega tomó como señal para descender de entre los brazos del ruso, continuando el recorrido de besos por la parte baja del vientre de este, hasta llegar a su miembro.

Horacio se arrodilló frente al imponente hombre y luego de recibir un asentimiento por parte del alfa, no dudó dos veces en tomar el miembro de este entre sus manos, para acto seguido introducirlo en su boca. El alfa dejó caer su cabeza hacía atrás, al mismo tiempo que con su mano izquierda tomaba al omega por su cresta, la cual había dejado de estar peinada hacia atrás, hace ya varios minutos.

— No te detengas... — le pidió el ruso, mientras que su respiración comenzaba a hacerse más pesada y su voz salía más gruesa de lo usual.

El omega sonrió aun con el miembro en la boca, y comenzó a acelerar el ritmo con el que le ejercía el oral al ruso; al mismo tiempo que con sus manos se sostenía de la cintura de este, por momentos aprovechaba su posición para apretar un poco el trasero, ese que siempre había disfrutado de manosear. El alfa por su parte, sintiendo que estaba a punto de correrse, quiso hacer que el omega se detuviese, pero este parecía no querer ceder.

— Horacio... — lo llamó, tirando un poco del cabello de este.

— No... — objetó divertido, mientras que se posaba sobre sus piernas, observando a este y masturbando el miembro de su alfa, ahora con su mano — quiero que te corras en mi boca como yo hice contigo... — expresó con su voz cargada de deseo, manteniendo el contacto visual con este en todo momento, siguiendo el moviendo con agilidad por el miembro de este.

— Quiero hacerlo... — comenzó a tratar de responderle — pero no en tu boca...

— Bueno — dijo, retomando a su posición de rodillas — puedo hacer que te vengas más de una vez — sentenció, para luego volver a introducir el miembro de este en su boca, cubriéndolo de su saliva y masajeando el restante con una de sus manos.

El alfa no pudo contenerse por mucho más, y al igual que el omega hace unos minutos atrás, terminó corriéndose en la boca de su esposo. Volkov no perdió su tiempo y volvió a tomar al omega entre sus brazos, lo levantó quedando ambos en la misma posición que antes; y mientras que se besaban y el omega continuaba marcando la blanca piel del alfa con sus labios, el mayor emprendía su camino hacia su habitación. Una vez ahí, dejó caer a Horacio sobre su cama, apreciándolo nuevamente, como nunca se había cansado de hacer.

Les parecía increíble como aun luego de dos años manteniendo su relación en pausa, por decirlo de algún modo, aún eran capaces de seguir teniendo el mismo efecto que antes el uno con el otro. Horacio por su parte quedó un poco aturdido por lo intenso que el aroma del alfa era ahora a su alrededor. Si bien las feromonas de ambos estaban esparcidas por el lugar desde que comenzaron a besarse en el sofá, ahora predominaba el aroma a vodka y almendras, lo que hacía que el omega interior del menor se sintiese más exaltado.

— Vik... — lo llamó el menor, haciendo que el alfa se posicionase sobre este para proseguir a besarlo. Había pasado tanto tiempo sin posar sus labios sobre el cuerpo del moreno, que ahora se le hacía casi imposible el mantenerse alejado de este — Viktor... por favor...

— ¿Qué desea mi esposo? — le preguntó pícaro, mientras que continuaba besándolo.

— Hazlo... — comenzó a decir, pero se detuvo al sentir como el alfa le mordía levemente su pezón derecho — joder Viktor... — continuó diciendo, colocando su mano entre el cabello de este.

— Creo que tienes que ser más específico... — prolongaba sus caricias divertido — así no puedo comprender lo que me estás pidiendo — dijo esto último, mientras que se elevaba un poco sobre este y comenzaba a jugar con la cadena que aún seguía portando el omega.

— Joder contigo... — protestó por lo bajo, sonriendo aun con su respiración pesada — Viktor Volkov... quiero — se elevó un poco acercando su rostro al del alfa, ya que este lo estaba atrayendo con su cadena — deseo, que me cojas... muy fuerte... — declaró expectante, al tiempo que rozaba sus labios con los del mayor.

— Tus deseos son órdenes para mi... querido mío... — aseguró, pasando su lengua por los labios de este, haciendo que el omega soltara un jadeo.

El alfa separó las piernas del menor y mientras que con su mano izquierda tomaba el miembro del omega para comenzar a masturbarlo nuevamente, acercó la derecha al rostro de este, para introducir dos de sus dedos en su boca. Horacio comenzó a chupar gustoso los dedos del alfa, a la vez que el placer que este le generaba al masturbarlo comenzaba a sobrellevarlo. El sonido que salía de la boca del omega, mientras tenía los dedos de este en su interior, comenzaba a sonar como música para los oídos del alfa. Así que sin seguir conteniéndose más, los retiró para ingresarlos en el orificio del omega y comenzar a penetrarlo con estos.

— Mierd-da... — expresó Horacio, al sentir como el ruso comenzaba a mover sus dedos en el interior suyo.

— ¿Así? — inquirió, soltando su miembro para acercarse a este y comenzar a besar su cuello, donde probablemente ya habría dejado algunas marcas, que serían notorias al día siguiente.

— Había olvidado... lo b-ien que... — trataba de comunicar, pero conforme este se esforzaba más, mayores eran los movimientos que este hacía en su interior buscando su punto G — jod-der... Viktor...

Palabras que hicieron un llamado a la poca cordura que le quedaba al ruso, entre toda la excitación del momento. Percatandose de lo que estaba a punto de suceder, y cayendo en cuenta de que en su departamento no contaba con algunas de las cosas que en un pasado tenían en su habitación para momentos como este. Retiró sus dedos de la boca del omega, haciendo que este por su parte notase que el ruso parecía estar algo dudoso, por lo que extendió su mano hacía el rostro de este ganándose su atención.

— ¿Está todo bien? — quiso saber, indagando algo preocupado, buscando el gris de su mirada — si no quieres continuar yo...

— No, no, no — le interrumpió, mientras que con la misma mano que había estado usando para recorrer su cuerpo, ahora la colocaba de la mejilla contraria al omega, copiando la acción que este acababa de realizar — es sólo que... como podrás imaginarte — dijo esto último riendo un poco — no tengo lubricante ni... ningún tipo de preservativo aquí.

— ¿Lubricante? — rió un poco el omega — por favor Viktor... ¿no has visto cómo estoy? — comentó, causando que el alfa se sonrojara, sólo que a diferencia de otras ocasiones, esta era más por el deseo que por algún tipo de vergüenza — y sobre los preservativos... — retomó la palabra, mientras que volvía a acercarse a los labios de este para besarlo — no tienes que preocuparte por eso — continuó diciendo entre besos — tomo supresores... no tienes que preocuparte... puedes hacerme tuyo... — declaró esto último en el oído del alfa, paseando sus labios por el cuerpo de este.

— Joder, eres asombroso — lo admiró con una sonrisa, para luego retomar donde lo habían dejado.

No lo pensó dos veces y posicionó su miembro en la entrada de este para luego proceder a penetrarlo, haciéndolos ahora a ambos gemir en alto. Era una sensación que ambos habían extrañado, el estar conectados de esa forma, el complacerse y hacer sentir así al otro, era una sensación que sin duda jamás se cansarían de causarse. El alfa comenzó a penetrarlo con un ritmo suave, que le permitía disfrutar a detalle cada gesto y reacción que sus embestidas estaban provocando en su esposo.

— Más... — escuchó como el omega le pedía por lo bajo — Vik... — gimió su nombre — quiero... necesito m-más...

El alfa no respondió y simplemente cambió el ritmo de su penetración por uno más veloz y profundo, que de inmediato hizo al omega gritar al ser tocado nuevamente en su punto G. Lo que de inmediato extasió a ambos, haciéndolos llegar al punto en el que no eran capaces de pronunciar una palabra, o por lo menos alguna que fuese entendible, ya que los dos se encontraban en una nube rozando el cielo. Al mismo tiempo que lo penetraba, el omega lo acercaba más a sí, paseando sus manos por la espalda de este y logrando con esto que las penetraciones fueran más contundentes.

— Dios... Ho-Horacio... — le dijo al oído cuando sintió como el omega le besaba el cuello, succionando en este haciendo que el alfa terminase de perder la poca cordura que le quedaba.

— Venga... — lo alentó el menor, viendo como este alejaba su rostro y detenía sus movimientos para mirarlo desde arriba, todavía dentro de él — no te contengas conmigo... no me rompiste antes — se elevó un poco, tratando de alcanzar su rostro — no lo harás ahora...

— Estás muy desatado esta noche eh... — le picó, saliendo de su interior y volteándolo boca abajo, para ponerlo en cuatro y posicionarse en su entrada nuevamente — habrá que ver qué tanto aguantas — finalizó, retomando de inmediato las estocadas, ahora con mucha más fuerza.

La habitación rápidamente se invadió de sus gemidos, haciendo que ambos incrementasen sus ritmos, buscando mantener por más tiempo el placer. Horacio arrugaba las sábanas con sus manos, puesto que con cada embestida sentía como este profundizaba más en su interior. Volkov por su parte, sujetaba con fuerza la cintura del omega, donde probablemente al día siguiente tendría algunos de sus dedos marcados. No pasó mucho cuando ambos comenzaron a sentir ese cosquilleo en la parte baja de sus vientres, indicando que estaban a punto de correrse. Sin embargo, el alfa interior del ruso estaba tan extasiado que tenía otros planes, para antes de que eso sucediese. Así que Volkov liberó al omega de su agarre, dejándolo algo confundido, para luego salir de este y cambiar de posición al contrario, quedando nuevamente uno frente al otro. Ingresando por tercera vez en la noche, en su interior.

— Vik... — intentó llamarlo entre gemidos — Dios... n-no te detengas...

— No pensaba hacerlo — afirmó, acallando sus gemidos con su boca, volviendo a poseer los labios de este con los propios.

El alfa sintió que estaba cerca de correrse, aunque no pensaba hacerlo sin antes anudar. Lo cual no pensaba hacer desde un principio, temiendo un poco la forma en la que el omega fuese a reaccionar, pero en este momento sentía que no tenía control ni de su cuerpo, ni de sus acciones. La realidad era que ninguno poseía dicho control, ya que la fuerza de voluntad la habían dejado atrás junto con su orgullo, para lograr unirse nuevamente como tanto habían estado anhelando. Y en el momento en el que el alfa no pudo contenerse más y anudó en el omega, hizo que este de inmediato soltase un grito elevado, mezclando el placer y el dolor.

— ¡Viktor! — chilló mientras enterraba sus uñas en la espalda blanquecina, y escondía su cabeza en el cuello del mayor, sintiendo su cuerpo temblar ante su inminente orgasmo.

Horacio no podía describir el placer que poseía en ese momento. Sin duda había sido una sorpresa que el alfa anudara en su interior, aunque la realidad era que no podía quejarse. Ambos llevaban mucho tiempo conteniéndose y evadiendo cualquier tipo de contacto, tenía en claro que una vez comenzaran, iba a ser complicado que no se detuvieran. Afortunadamente esto no era una molestia para él.
Viktor por su parte no pudo evitar entrar un poco en pánico. Si bien la reacción del omega había sido la esperada, de sólo haberlo escuchado chillar de esa forma, había hecho que se pusiera alerta respecto a la salud del menor; pues no sabía cómo se había tomado este impulso por anudar en su interior.

— Horacio... — la preocupada voz del alfa se escucha por lo bajo, al tiempo que intentaba hacer que su respiración se regulase — estás...

— Estoy bien... — lo tranquilizó, mientras que con su mano acariciaba la cabeza de este y lo atraía sobre su cuerpo — eso fue... Dios...

El alfa sonrió, ahora tranquilo, al comprobar que el omega no se había enojado con él ni había reaccionado de mala manera. Por lo que simplemente se recostó en su pecho, sin importarle mancharse con el esperma del menor y con cuidado de no poner todo su peso sobre este, a la vez que le otorgaba cortos besos y seguía siendo acariciado por el omega. Estuvieron así durante varios minutos, compartiendo su espacio y la íntima atmósfera que habían formado, hasta que el alfa sintió que se desanudó del interior del omega. Salió de su interior para quedar acostado a su lado y luego atraerlo con cuidado hacia su pecho para poder abrazarlo, mientras que ambos trataban de que sus respiraciones volviesen a la normalidad. El omega por su parte continuaba acariciando con delicadeza el pecho del ruso, y el alfa copiaba su acción, pero con el ahora revuelto, cabello azul del menor. Descansando por primera vez en mucho tiempo entre los brazos del otro, en su nido de paz, tranquilidad y amor. En esa misma atmósfera que siempre habían sido capaz de mantener entre ellos, que los reconfortaba y les recordaba que estaban ahí el uno para el otro.

— ¿Sigues despierto? — le preguntó suavemente el alfa luego de unos minutos, queriendo expresarse un poco antes de cerrar sus ojos — ¿Horacio? — lo llamó nuevamente al no obtener respuesta. Se percató de que este se había quedado plenamente dormido entre sus brazos y con su cabeza recostada en su pecho, escuchando sus latidos, como este le había comentado en reiteradas ocasiones que le gustaba hacer — te amo... mi dulce omega... — confesó en un leve susurro, mientras que lo acercaba más a sí, permitiéndose apreciar su aroma a rosas y miel — no tienes idea de cuánto te extrañé...

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Pues ya estaría 😌

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