Capitulo 24: Victoria
《Dos Semanas Más Tarde》
Afortunadamente, el estado de Horacio había mejorado considerablemente. Cuando se cumplió la semana y volvió con el médico, este le indicó que todo estaba bajo control y su recuperación había sido la esperada. Le redujo los medicamentos, haciendo que así los efectos secundarios se volviesen mucho menos frecuentes. Por lo que con el permiso del doctor, el omega pudo volver al trabajo y retomar sus labores de oficina.
La familia había continuado con su rutina. Dejaban a los niños en la escuela cuando les correspondía, se encargaban de llevar a Lily a sus clases de baile y a Penélope a sus prácticas de fútbol, a la vez que se dividían para quedarse con Lucas, y los fines de semana los cachorros seguían quedándose con el alfa en su departamento.
Hoy por ejemplo habían tenido que hacer malabares, con la ayuda de sus amigos, para lograr cumplir con los tiempos y encargarse de sus pequeños.
《En la Sala de Reuniones》
El ruso se encontraba reunido con las agentes Williams y Monier, para corroborar unos informes, cuando la entrada de alguien más los interrumpió.
— ¡Papá! — se escuchó como Lucas lo llamaba, al tiempo que ingresaba siendo cargado en los brazos de Horacio.
— Hola campeón — lo saludó con una sonrisa, dejando de lado todo para poner su atención hacia estos — ¿está todo bien? — le preguntó directamente al omega.
— Sí, lamento interrumpir — respondió mirando a sus agentes.
— No se preocupe, jefe — dijo Nina con una sonrisa, mientras saludaba desde su lugar al niño, recibiendo una sonrisa por parte de este.
— Debo ir a por Lily a sus clases de baile — le dijo al alfa, pasándole al pequeño — ¿te quedas con Lucas mientras tanto?
— Claro — aceptó sin dudarlo — ¿y Penélope?
— Sigue practicando con Gus y Greco para su partido — dijo con una sonrisa, recordando que dentro de unas horas sería el primer partido de su primogénita, luego de que esta se uniese al equipo — le dije que debía descansar, pero está determinada.
— Me recuerda a alguien — dijo por lo bajo, haciendo que el director sonriese — me quedaré con Lucas y terminaré esto, para luego prepararnos y salir al campo donde será el partido.
— Aún nos quedan unas dos horas, así que tenemos tiempo de sobra — respondió mirando su reloj y entregándole al alfa la mochila con las pertenencias de su hijo — debo partir, te portas bien con papá, ¿de acuerdo? — le dijo esto último a su hijo, dejándole un beso en la frente — regreso enseguida.
El alfa volvió a su lugar y tomó asiento con su pequeño entre sus brazos, el cual se quedó acostado en su regazo, mientras que este continuaba hablando con sus agentes, para poder terminar lo antes posible.
《En las Clases de Lily》
El director había llegado unos minutos tarde a recoger a su hija, debido a un pequeño atasco en la carretera, por una parada de tráfico. Sin embargo, una vez la recogió en el salón e ingresó con esta al auto, luego de asegurarla en su respectivo asiento, se percató de que esta parecía querer llorar.
— ¿Todo bien princesa? — le preguntó a su pequeña, al tiempo que se acomodaba en su asiento, para encender el auto.
— No... — le respondió, haciendo un puchero y comenzando a llorar.
— ¿Qué sucede cielo? — comenzó a preguntarle alertado — ¿está todo bien?, ¿te hicieron algo tus compañeras? — indagó, recordando lo sucedido hace unas semanas atrás — háblame bebé... — le pidió, mientras volteaba a verla.
— Es que... — comenzó, al tiempo que su respiración se agitaba — llegaste tarde por mi... — dijo rompiéndole el corazón al de cresta.
— Lo siento mi vida — dijo mientras se bajaba del auto, para abrir la puerta del lado de esta y mirarla mejor — había algo de tráfico, pero jamás te dejaría sola... — trató de hacerla entender.
— No es eso... — le respondió, enojándose por no ser entendida, entretanto que su llanto comenzaba a intensificarse.
— De acuerdo... está bien — le comenzó a decir tratando de calmarla, pero sin éxito — entonces, ¿por qué, cielo?
La pequeña no comprendía cómo manejar sus emociones, se sentía sobrecargada y no hallaba la manera decirle a su padre lo que le sucedía realmente.
— ¡Tengo mucha hambre! — le soltó, haciendo que el omega se sintiese aliviado por un lado, pensando que el motivo fuese uno peor — ¡quiero comer!
— Está bien, cariño — le comenzó a decir, mientras secaba el rostro de esta sin obtener buenos resultados — vamos ahora por comida, ¿qué quieres comer?
— ¡Quiero comida! — siguió llorando al tiempo que el de cresta volvía a su asiento y encendía el auto — ¡pero no quiero decirte cual! — dijo a la vez que pasaba una mano por su rostro.
— De acuerdo — comenzó a conducir, tratando de pensar — ¿no me quieres decir? Y si... ¿y si te doy opciones?, ¿me dirías?
— ¡Nooo! — respondió, incrementando el llanto — ¡quiero comida!
— Lo sé, mi cielo — respondió comenzando a exasperarse — pero necesito que me digas qué comida concretamente, ¿o prefieres que yo elija?
— Sí... — respondió en un tono bajo, haciéndole pensar al hombre detrás del volante, que esta ya se estaba calmando.
— Vale... — respondió, mirando a la pequeña de cabellos rubios por el retrovisor — ¿quieres tacos?, ¿una hamburguesa?, ¿pasta?
— ¡Noooo! — fue interrumpido nuevamente, mientras que el llanto volvía a incrementar — ¡quiero comida!
《Mientras Tanto》
Volkov aún se encontraba terminando los informes con sus compañeras. Lucas se había quedado dormido sobre el regazo de su padre, por lo que habían reducido sus tonos de voz para evitar despertarlo. El subdirector estaba por comentarles algo cuando el sonido de su teléfono lo interrumpió, captando también la atención de las dos presentes.
— ¿Horacio? — preguntó en voz alta, confundido al ver que este le estaba pidiendo una videollamada.
— Ojooo — dijo Alanna sin poder evitarlo.
— Debe estar por llegar ya — miró la hora que le indicaba su reloj — seguro se le marcó sin darse cuenta, no es de conducir y usar su móvil al mismo tiempo — hizo silencio al sentir como su hijo se removía un poco en su lugar.
— ¿Y si tuvo un accidente? — preguntó por lo bajo Nina, haciendo que el ruso abriese sus ojos y contestase la videollamada de inmediato, mientras se ponía de pie aún con Lucas en brazos.
— ¿Horacio? — le dijo a este una vez contestó — ¿está todo bien?
— Toma, dile a tu padre lo que quieres — escuchó como este hablaba por encima de un fuerte llanto, para luego ver a su hija en pantalla.
— Papá... — lo llamó Lily dejando ver cómo la pequeña ya estaba roja por tanto llorar.
— ¿Qué pasó princesa? — le preguntó, entregándole a su hijo a Alanna, la cual se acercó para tomarlo y evitar que este se despertarse por el llanto de su hermana — ¿está todo bien?, ¿por qué estás llorando? — interrogó, mientras tomaba asiento aún confundido, bajo la mirada de sus compañeras.
— Es que... — comenzó a tratar de explicarse, secándose el rostro — tengo... tengo hambre — dijo haciendo un puchero que le derritió el corazón, y le sacó unas leves risas a las dos omegas.
— ¿Y por qué no has comido? — le preguntó, aunque ya sabía la respuesta, pero quería que esta entendiese por su cuenta.
— Estaba bailando... — respondió, comenzado a calmarse — y se me cayó mi merienda...
— Entiendo... — enunció, mientras que esta seguía frotándose el rostro — ¿y le dijiste a papi que tenías hambre?
— Si... — respondió agachando su cabeza.
— ¿Y qué quieres comer? — le cuestionó, recordando las palabras que había escuchado decir al omega, cuando inició la llamada.
— Es secreto... — confesó al darse cuenta que su otro padre seguía atento a la conversación.
— Pero cariño, ¿cómo esperas que papi te compre la comida que deseas si no le dices? — trató de razonar con ella, no obstante esta no parecía ceder.
— ¡Es secreto! — alzó su voz de nuevo.
— De acuerdo, está bien — aceptó antes de que esta volviese a alterarse — ¿y yo puedo saber ese secreto? — le preguntó y esta asintió — vale pues acércate el móvil y dime qué es lo que quieres — fingió susurrar, lo que le sacó una sonrisa a la niña.
— Quiero... quiero pizza — dijo en un tono muy bajito, pero que este fue capaz de escuchar — con quesito...
— Vale — le respondió riendo, y aún en un tono bajo, mientras que Alanna y Nina sonreían enternecidas — ¿ya te sientes mejor? — la pequeña rubia volvió a asentir — bien, ¿me pasarías a tu padre, por favor? pero con cuidado... sólo extiéndele el móvil, no te levantes de tu silla.
— Gracias princesa — dijo el omega al recibir el teléfono, mientras se detenía en un semáforo en rojo para enfocarse en el alfa — ¿qué es lo que quiere? — le preguntó en un tono algo bajo, al tiempo que conectaba sus auriculares y se los mostraba a Volkov, y así entendiese que la pequeña no sería capaz de escucharlo.
— Quiere pizza — le respondió riendo, haciendo que el de cresta se golpease mentalmente — con quesito — repitió las palabras exactas que dijo su hija, haciéndolo reír al mismo tiempo que él lo hacía.
— Joder... — respondió aún con una sonrisa — gracias, y perdona haberte llamado, sé que aún estás reunido — se disculpó, pues veía en el fondo que este seguía en la sala de reuniones — es que no sabía qué otra cosa hacer... — reconoció, dejando el teléfono sobre sus piernas para seguir conduciendo — me estaba rayando mucho y la cabeza me late.
— No te preocupes — respondió mientras seguía observándolo, ignorando por completo a las agentes que estaban con él — ¿tomaste tus medicamentos?
— No, pero no te preocupes — le restó importancia — compraré comida, la llevaré a la sede, comeremos, alistamos a los niños y salimos para llegar a tiempo al partido — recapituló todo lo que debían hacer.
— De acuerdo — aceptó, retomando a su posición de pie, al ver cómo su hijo abría sus ojos.
— ¿Y Lucas? — preguntó el omega, al darse cuenta de que no había escuchado a su hijo.
— Está aquí — dijo mientras lo tomaba de los brazos de Alanna — se había tomado una pequeña siesta.
— Vale vale — respondió con simpleza al tiempo que volvía a tomar el teléfono — dile a Greco y Gus que suficiente de practicar con Penélope, y que suba a darse una ducha y descanse para que pueda comer tranquila.
— Eso estaba por hacer — dijo caminando hacia la salida y haciéndole una seña a ambas omegas, dando a entender que terminarían luego los informes — no te preocupes, también puedo llamar para que traigan la comida hasta acá y así puedas venir directamente.
— Sería genial — agradeció, para luego soltar el móvil otra vez y mirar hacia el frente — los veo en unos minutos entonces, que estoy conduciendo, y sería muy feo que multasen al director del FBI por estar al mismo tiempo charlando por teléfono con el sub director del FBI.
— Sí, sí que lo sería — le respondió riendo al pensar en lo dicho, mientras bajaba las escaleras — adiós entonces — dijo, para luego ver cómo el contrario se despedía con la mano y cortaba la llamada.
Una llamada que los dejó con una sonrisa en el rostro a ambos. Y mientras que el ruso descendía por las escaleras para ir hacia donde su hija mayor se encontraba con sus tíos para llamarla, al mismo tiempo hacía la orden de la comida (asegurándose de que fuese suficiente para todos los presentes); el de cresta conducía con una sonrisa y más calmado luego de recibir la ayuda del alfa con su hija. No podía negar que se sentía algo cansado y le seguía latiendo la cabeza, pero aún el día no terminaba, todavía tenía que ver a su primogénita ganar un juego.
《En el Partido de Penélope un Rato Después》
Los demás grupos de familias miraban extrañados a un área en particular, donde se encontraban los familiares de las jugadoras, puesto que cierta familia en particular estaba viviendo de mil formas el primer partido de su primogénita.
— ¡ESO HIJA! — gritaban emocionados tanto Horacio como Volkov, sin perder de vista en ningún momento a la niña.
— ¡SIGUE CORRIENDO! — gritó animado Gustabo, el cual tenía a Lucas en brazos.
— ¡NO PIERDAS LA PELOTA! — le gritaba Alanna, cargando a Lily.
Greco, Alanna, Gustabo y Blake se encontraban junto con los directores y sus mellizos, ya que a la primogénita le hacía ilusión que sus tíos y tía fuesen a verla. Así que juntos salieron de la sede para llegar a la par, y a tiempo antes de que el partido iniciase.
El juego había ido de maravilla para el equipo de la niña de cabellos castaños, sin embargo faltaban dos minutos para que este finalizara, y el partido estaba empatado.
— Esto no se puede ir a penales — le dijo el omega al alfa, mientras intercambiaba la mirada entre el contador que marcaba el tiempo restante y su hija — me niego rotundamente.
— Todavía tienen tiempo — le respondió de igual forma, al tiempo que Lily extendía sus brazos, para pasar de los de su madrina hacia los de este — tú confía.
Horacio iba a responderle, cuando los gritos de todos a su alrededor incrementaron de repente. Momento en el que se percataron de que el equipo de su hija tenía la oportunidad de hacer una última jugada y meter un gol, para desempatar el partido y ganarlo. Por lo que ambos padres, junto con todos los demás, se alertaron y comenzaron a gritar más fuerte diferentes cosas, animando a su pequeña.
Penélope por su parte sonrió al ver a su familia, tal como había estado haciendo desde el inicio del partido. Esta tenía ahora el balón, y continuó corriendo concentrada en todo a su alrededor. Se le acercaron dos niñas del equipo rival para intentar quitárselo, sin embargo al estar tan atenta, se percató de que tenían la portería libre y que una de sus compañeras podía hacer un tiro fijo, intentando conseguir una posible victoria. Así que sin pensarlo dos veces, hizo el pase hacia esta, la cual no perdió ni el tiempo ni la oportunidad, y tan pronto recibió el balón, realizó el tiro en dirección a la portería... anotando el último gol.
— GOOOOOOL — gritaron todos emocionados, mientras se abrazaban y las niñas festejaban.
— MI HIJA HIZO EL PASE — expresó emocionado el omega, volteando a ver a todos — LA NÚMERO 17 ES MI HIJA.
Continuó repitiendo entusiasta, al tiempo que el alfa lo abrazaba de lado, y ahora ambos tenían a sus mellizos en brazos. Había valido cada día, cada momento que habían invertido en llevar a su hija a entrenar y practicar con esta. Les hacía inmensamente feliz ver a su niña mayor tan alegre, celebrando su primera victoria, ambos convencidos de que esa sería la primera de muchas.
《Luego del Partido》
Una vez le permitieron a su hija celebrar la victoria con sus compañeras, y conversar con algunos de los otros padres, había llegado el momento de regresar a sus hogares. Cuando se despidieron de sus amigos y compañeros, la familia ingresó en el auto del alfa, quien los dejaría en su casa, ya que el omega no había llevado el suyo ante la insistencia del ruso porque fuesen todos más cómodos si ellos se iban juntos y los demás en otro.
Durante el trayecto de regreso, sus cachorros iban hablando de lo increíble que había jugado su primogénita en el partido, mientras que Volkov disfrutaba de escucharlos, a la vez que mantenía su vista en el camino. Horacio por su parte, estaba considerando aprovechar la euforia y la felicidad del momento para hacer aquello que llevaba rondando por su mente, desde hace dos semanas atrás.
— Hemos llegado — anunció el alfa luego de estacionar el auto y apagarlo, para bajar de este, siendo seguido por el omega y sacar así a sus cachorros del vehículo.
— Gracias por traernos — le dijo el de cresta, mientras que tomaba a Lucas en brazos, siendo imitado por el ruso con Lily — ven cariño — le dijo extendiéndole la mano a su primogénita, para luego caminar los cinco hacia la puerta de la casa.
— Siempre — respondió con una sonrisa — sabes que no tengo ningún tipo de problema con esto, ni con nada que tenga que ver con los niños o... contigo.
El omega decidió no responder ante esto, y por su parte sacó las llaves de su bolsillo para abrir la casa y poder ingresar a esta. Los niños se despidieron de su padre y fueron escaleras arriba, para darse un baño y prepararse para dormir.
— ¡Dejen sus cosas en sus habitaciones y busquen sus pijamas, para que se den un baño! — les gritó el de cresta mientras que estos subían, dejando a la pareja a solas en la entrada de la casa, como una nueva costumbre que habían creado inconscientemente.
— Estoy seguro de que se dormirán de inmediato — le dijo el ruso con una sonrisa.
— Sí, estoy seguro también — estuvo de acuerdo, mientras miraba a todos lados evitando hacer contacto visual con este.
— Bueno... — comenzó a decir el mayor, luego de unos minutos en silencio — será mejor que me vaya marchando... pasaré por ellos mañana a la escuela, como acordamos — finalizó retrocediendo unos pasos, ganándose la atención del contrario — que descansen — dijo para luego voltease y caminar hacia su auto nuevamente, sin embargo no se esperaba que el omega lo detuviese.
— Espera — le dijo Horacio tomándolo del brazo, haciendo que este se girase y volviese a mirarlo — estaba pensando... y... — comenzó a decir nervioso, mientras que este lo miraba extrañado — y ¿qué te parece si salimos a cenar el sábado en la noche?
— ¿Cómo? — preguntó sorprendido ante la propuesta.
— Sí, ya sabes — continuó, tratando de ocultar su pena el de aroma a rosas y miel — por... los viejos tiempos y de paso... podríamos... podríamos hablar... me gustaría que habláramos un poco de... de todo.
— Me parece bien — aceptó, pues no encontraba problema alguno en esto — estaba pensando llevar a los niños a un lugar que me recomendaron, podría verificar si...
— Sólo nosotros... — le reveló el omega, dejando al alfa con probablemente el mayor panic de su vida, en los últimos casi dos años — sólo nosotros para... agradecerte por todo lo que has hecho las últimas semanas por mi y por los niños — comenzó a decirle — y de paso... poder intentar... resolver nuestras cosas... si tú quieres claro está...
El alfa no daba crédito a lo que estaba escuchando. Si de por si la propuesta inicial le había tomado por sorpresa, aún más lo estaba siendo ahora que comprendía que no era una cena familiar; sino más bien una más seria e íntima entre ellos. No podía negarse, llevaba anhelando tener una conversación como esa con él, desde hace mucho tiempo. Así que no perdería esa oportunidad.
— Cla-claro... Horacio — comenzó a responderle en un pequeño titubeo — me parece bien... me parece perfecto.
— Vale — le dijo, para luego retroceder hacia la puerta de la casa — me encargaré de hablar con Gus para que se encargue de los niños y...
— ¿Quieres que haga la... reservación? — se arriesgó a preguntar, obteniendo un asentimiento de cabeza con una tímida sonrisa por parte de este — bien... mañana te enviaré un mensaje para coordinar.
— Bien... — dijo con una sonrisa, al tiempo que comenzaba a cerrar la puerta — que descanses...
Dio por terminada la conversación, cerrando por completo la puerta, dejando al alfa con una sonrisa boba en su rostro. Nuevamente confirmaba que la vida le estaba sonriendo una vez más. Por lo que sin poder contener su emoción, ingresó a su auto para marcar el número de su mejor amigo; o por lo menos eso pensaba hacer, hasta que recordó que este seguramente estaría ocupado con Gustabo. Así que sin querer molestarlo, marcó el número de la única persona, además del de barba, con la que podría hablar y comprendería todo.
— Priviet Viktor — se escuchó la voz de Darya del otro lado de la llamada — ¿todo en orden?
— Horacio me ha invitado a cenar — dijo emocionado sin poder contenerse.
— ¡¿Qué?! — dijo con una sonrisa sin poder creérselo — ¿cómo?, ¿cuándo? cuéntame todo — le pidió, mientras que el alfa emprendía camino hacia su departamento.
— Fue extraño — confesó— luego del partido de Penélope vine a dejarlos en casa, y cuando estaba por irme me dijo si podíamos ir a cenar el sábado...
— Espera, ¿este sábado? — expresó más emocionada por lo rápido que se daría todo — mañana es viernes, ¿te refieres a pasado mañana?
— Sí... — respondió sin molestarse en ocultar su sonrisa, al tiempo que se detenía en un semáforo en rojo — lo más curioso de todo es que inicialmente pensaba que iba a ser una cena familiar, ya sabes salir con los niños y todo eso.
— Pues no me extraña — le dio la razón — yo hubiese pensado lo mismo si estuviese en tu situación.
— El punto es que ahora debo hacer una reservación, esperar que Gustabo pueda quedarse con los niños y confiar en que todo salga bien — le comentó sus preocupaciones, mientras que volvía a poner el auto en marcha.
— Estoy segura de que todo saldrá de maravilla — lo animó, pues sabía lo mucho que su amigo había estado esperando por esto — Gustabo no les dirá que no, y estoy segura de que no será mucho problema para ti el hacer una reservación de un día para otro.
— Puede que tengas razón — estuvo de acuerdo con todo lo que dijo la pelirroja.
— Sólo confía en ti y sé sincero con él cuando estén hablando, llevas mucho tiempo esperando esto y es imposible que las cosas salgan mal, de verdad te lo digo — agregó.
— No me gustaría tentar mucho a la suerte y al destino — dijo mientras se aproximaba al estacionamiento de su departamento — pero al mismo tiempo... puede que sí tengas un poco de razón en eso.
— Entonces prepárate, porque en dos días puede que tu vida vuelva a cambiar — dijo confiada la rusa.
— Eso ya lo veremos — dijo riendo, apagando el motor del vehículo y abriendo la puerta del mismo — en fin, te dejo que ya llegué al departamento, mañana te llamaré de nuevo para contarte lo que logré hacer con la reservación y todo lo demás.
— Me parece estupendo — estuvo de acuerdo la omega — y Viktor...
— ¿Si? — respondió a tiempo, pues estuvo a punto de finalizar la llamada.
— Me alegro muchísimo por ti — le dijo sincera y esto es fue algo que el alfa pudo apreciar, antes de que esta diese por terminada la llamada.
Tenía todas sus esperanzas puestas sobre la mesa para esta conversación, desde hace varios largos meses atrás. Estaba seguro que era algo que tanto el omega, como él necesitaban, y le alegraba que por fin iban a darse la oportunidad de conversar. Y es que sin importar el resultado de esta plática, lo que le importaba en estos momentos era poder escuchar a Horacio y asegurarse de que este lo comprendiese, como este estaba dispuesto a hacer con él.
《Al Día Siguiente》
Gustabo se encontraba en los vestuarios de la sede cambiándose el uniforme para salir de servicio. Estaba quitándose la camiseta, propia de la vestimenta del FBI, cuando escuchó el sonido de su móvil, el cual le notificaba un mensaje entrante. Lo tomó del interior de su casillero, donde lo había dejado, sabiendo bien por el tono de la notificación quien era el emisor.
Barbas
"He llegado. Estoy estacionado afuera."
7:45pm
"¿Te espero?"
7:46pm
"Sí, ya voy bajando"
7:46pm
El rubio terminó de cambiarse, para luego bajar por el ascensor y dirigirse a la sala de abajo y fichar su salida. Una vez afuera, visualizó el auto del superintendente a unos cuantos metros de distancia. Así que con una sonrisa, que ya no temía en ocultar, caminó en dirección hacia él, abriendo la puerta de este e ingresando para ser recibido con otra sonrisa.
— Hola guapo — se aventura a saludar el rubio.
— Hola, ¿cómo te fue hoy? — le pregunta, dejando un casto beso sobre los labios del contrario.
— Bien, fue un día movidito — respondió — por cierto... mañana nos toca de niñeros eh.
— ¿Y eso? — inquiere el de barba mientras que pone en marcha el vehículo.
— Pues que Horacio le pidió al ruso ir a cenar los dos... a solas — expresa enfatizando sobre la última palabra, al tiempo que abrocha su cinturón de seguridad.
— ¿Cooomo?, ¿y esto desde cuándo?, Volkov no me ha dicho nada — se le escuchó ofendido.
— Tengo entendido que fue ayer, después del partido de Penélope — le respondió con simpleza.
— El cabrón no me ha dicho nada, aunque es verdad que no hemos hablado hoy, y tampoco hablamos anoche luego del partido... — detiene un momento el vehículo, para que el guardia suba la barra automática — quizás sólo no quiso molestarnos, sabía que íbamos a pasar la noche juntos — dijo haciendo que el contrario arquease una ceja.
— ¿Vas por ahí contando las cosas que hacemos? — cuestionó intrigado con una sonrisa pícara.
— Por Dios cariño, ¿cómo crees? — respondió tan deprisa, que al percatarse de lo que había dicho, volteó a mirar de reojo al menor.
— ¿Con que cariño, eh? — le preguntó burlón, luego de unos segundos de silencio, mientras arqueaba una ceja.
— Ya — le dijo riendo, al tiempo que retomaba su vista hacia enfrente — se sintió extraño.
— Lo fue — reconoció el alfa con aroma a chocolate amargo — sin embargo... — dijo ahora haciendo que el otro alfa lo mirase intrigado — mejor guarda esos apodos para cuando estemos en la cama.
Finalizó el tema haciendo reír al alfa por lo bajo, sonrojándose con sus palabras. Le seguía costando asimilar que el rubio y él se habían vuelto a dar una oportunidad, y estaban siendo incluso más feliz ahora que la primera vez. Parece que ese dicho de "era la persona indicada, pero no el momento adecuado" les había aplicado a ellos. Por lo que dejando el tema de lado, quiso continuar con la conversación anterior.
— ¿Y de qué va la cena? — indagó curioso el de barba — ¿es una cita o qué?
— El perro no me quiso contar mucho, pero al parecer se van a sentar a hablar rollo de sus dramas y sus mierdas y bueno, a ver qué sucede — respondió para luego soltar un suspiro — yo sólo espero que lo que sea que tenga que pasar, pase de la mejor manera. No quiero volver a ver a mi hermano sufrir... — confesó su temor, fijando su mirada hacia la ventanilla.
Porque a pesar de que este era consciente del cambio de actitud que había tenido el de cresta durante los últimos meses, cuyos claramente eran debidos a los acercamientos que este y el subdirector habían estado teniendo, su relación no era la misma. Esto lo sabe muy bien desde la charla que tuvo con su hermano, después del operativo en que casi pierde la vida. Desde esa conversación se dio cuenta de que Horacio había decidido vivir su vida de otra manera, y eso involucraba significativamente a Volkov. Sólo esperaba que si las cosas avanzaban, que esta vez fuesen diferente.
Gustabo seguía ensimismado en sus pensamientos, cosa que no pasó desapercibida por el de barbas, por lo que aprovechó que se había detenido en un semáforo en rojo, para tomar la mano del contrario y apretarla suavemente.
— Hey... sé que te preocupas, pero te prometo que las cosas van a estar bien — trató de tranquilizarlo, haciendo que el menor volviese a la realidad, respondiendo al agarre del contrario y agradeciendo tener a ese hombre a su lado.
— Tienes razón — expresó, para luego dejar el tema de lado y centrarse en ellos mismos — más bien tira pa' tu casa que tengo un hambre que flipas.
Le pidió, haciendo que este le respondiese entre risas, pensando en como su pareja nunca dejaba de sorprenderlo. Y con esto en mente, accedió y continuó manejando hasta su domicilio. Ambos confiaban en sus amigos, y estaban seguros de que si la segunda oportunidad que se dieron resultó tan bien para ellos, seguramente pasaría de igual forma para los aún esposos. Sólo les quedaba esperar al día siguiente y ver cómo se desarrollarían las cosas...
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Se vienen charla (insertar muchísimo hype) 💖
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