Capitulo 1

Cuando dos almas conviven durante mucho tiempo es inevitable que un lazo se forme en estas, algunas veces este mengua con el tiempo pero logra superar las adversidades, en otras ocasiones se fractura a tal grado que las partes deben separar sus caminos, pero para bien o para mal, cuando se está tanto con una persona, esta termina representando algo en uno, más cuando es el primer caso, cuando se transforma en tu compañero de vida, y cuando eso ocurre, perderlo se vuelve perder una parte de ti.

Esa y otras versiones similares eran las frases que habían inundado la cabeza de Linka en los últimos días, el tiempo parecía pasar sumamente lento mientras aún tenía que asimilar lo que había ocurrido, con sus hijos preguntando donde estaba aquella persona especial en la vida de todos, no había respuesta, las palabras no salían de su boca, solo se dedicó a vestirlos para la ocasión y dirigirse al lugar donde se celebraría el entierro.

Mientras conducía e ignoraba las palabras que sus angustiados retoños le daban ella miraba al sol, era un día precioso, la temperatura ideal, una gentil brisa, ni una sola nube en el cielo, se supone que días así el mundo entra en un luto similar al tuyo, tuvo que vivir la experiencia para darse cuenta de que al mundo no le importaba un carajo ella o su esposo.

- Supongo que solo éramos dos personas más.

Llegar al parque y ver por última vez el ataúd donde descansaría su esposo debería de haberla quebrado, no había llorado desde que le habían contado la noticia del accidente, sus hijos eran demasiado pequeños para comprender un concepto tan abstracto como la vida y la muerte por lo que no lucían especialmente afectados, ni siquiera les había explicado que no iban a volver a ver a su padre otra vez ni quería pensar en decirlo, eso era un hecho.

- ¿No va a llegar más gente?

- No padre, solo somos nosotros, puede comenzar.

- Pero, ¿Solo usted?

- Solo yo, no se preocupe por detalles.

- O..Ok, bueno, hoy estamos aquí reunidos para conmemorar a Lincoln A. Loud, padre y esposo devoto...

Entre más hablaba el padre, más preguntas hacía el trío de niños, pero la expresión de Linka era imperturbable, la ceremonia termino rápidamente y esta observo como el ataúd comenzaba a ser cubierto por tierra, pero, para su desgracia, fue el momento en que su primogénito comenzó a entender la situación.

- Mamá, ¿Papá estaba en esa caja no?

- Si.

- ¿Entonces por qué la están cubriendo?

- Porque tienen que hacerlo.

- Pero ahí está papá.

- Lo sé.

Era un chico listo, aunque apenas estuviese en primer grado sabía muchas cosas, era el orgullo de su esposo, ¿Acaso debía alabar su inteligencia por entender lo que estaba ocurriendo?

- Mamá.

- Ya hablaremos.

- o -

La cena era algo similar a la que comían todos los días, Lincoln y ella se turnaban dependiendo de quien tuviese la tarde libre, cocinar no era un problema, la única diferencia era el asiento vacío sin cubiertos ni comida, uno al que los niños miraban de vez en cuando, no entendía porque estaban tan silenciosos en comparación con la mañana y no le importaba.

- ¿Mamá?

- ¿Si Logan?

- Respecto a lo de papá en la mañana.

El sonido de cubiertos chocando contra los platos se detuvo instantáneamente, los dos menores observaron a su hermano mayor y a su madre, quien solo había hablado lo necesario durante el día.

- Como dije antes, su padre murió hace dos días.

- Pero.

- Eso ocurrió, y ya.

- Entonces, ¿Cuándo volverá? - Dijo con inocencia la menor de los 3 hermanos.

Linka solo cerro sus ojos, no quería responder a esa pregunta, y, para su suerte, el timbre sonó en ese momento.

- Debo revisar quien vino, terminen de cenar y luego a la cama.

El tono seco de Linka fue suficiente para que no hubiera respuestas o quejas, los niños solo asintieron mientras la mujer se levantaba en dirección a la puerta, una a la cual llego antes de darse cuenta, su mente se había apagado en los pocos metros que recorrió, ni siquiera haciendo caso al insistente sonido del timbre que se convirtió en un fuerte golpeteo a la puerta, como si la intención fuese derribarla, y aunque esa fuese la intención real, realmente no le importaba.

- ¿Diga?

Frente a ella había un par de chicas, una rubia con traje ejecutivo y las pantis rotas en la zona de la rodilla mientras la otra era una chica castaña de ropa ligera con tonalidades rojas, ambas tenían rostros afligidos y la mayor de las dos tenía el rostro manchado por la tinta de su sombra de ojos, marcando el camino de que tuvieron que recorrer sus lágrimas hace no mucho.

- Dime que es mentira.

- Es muy tarde para su visita.

La castaña tomo con violencia de su camisa a Linka, estrellándola con fuerza contra la pared.

- Imagina enterarte, ni siquiera por su esposa, sino que por un amigo que mi hermanito murió, apurarme todo lo humanamente posible para al menos llegar a su entierro y enterarme que ni siquiera pude darle un último vistazo, venir donde la persona que debió avisarnos y simplemente ser rechazada como si no importara nada, ¿Cómo te sentirías tú? ¡¿Eh?! ¡Dime!

- Él nunca estuvo a gusto con ustedes, ¿Por qué debería haberles avisado?

La mayor tuvo que ahogar el dolor que esto produjo en su corazón, retrocediendo ante aquella frase, pero a la castaña eso solo produjo el efecto contrario: furia.

- Como siquiera te atreves a decir eso, soy su hermana.

- Y yo su esposa, y sé que él no estaba a gusto cuando se reunían, nunca lo estuvo, al menos le iba a dar algo de paz en su último día aquí.

Aquello fue lo que rebaso el límite de la chica y se preparó para desahogar su rabia, pero la acompañante de esta retuvo su brazo.

- Lynn, no lo hagas.

- ¡Pero escuchaste lo que dijo! ¡Por culpa de ella ni siquiera pudimos despedirnos!

- Lo sé, pero...

- Lincoln está muerto Lori, y ni siquiera pudimos... estar en su funeral.

El agarre se debilitó y Linka aprovecho de separarse de su cuñada, preparando para irse al interior.

- Lo siento por esto Linka, sé que no debe ser sencillo para ti.

- ...

- Lincoln siempre fue un buen chico, un buen hermano con nosotras, estoy segura de que todo el tiempo que estuvieron juntos fue una excelente pareja y yo, yo, lo sien..to.

Lori termino marchándose, Lynn solo se mantuvo un instante más antes de ir a por su hermana mayor, el dialogo entre ambas había terminado y tal como si fuese una visita casual, Linka cerró la puerta de su hogar, tenía suficiente de ese día, sentía que la cabeza le iba a explotar y, tal como había ocurrido desde que había recibido esa fatídica llamada telefónica, ni una sola lágrima broto por sus ojos.

Si sus hijos habían obedecido o no le era indiferente, camino lenta y pesadamente hasta su cuarto, uno con el que había compartido durante tanto tiempo con el hombre que había enterrado esa misma mañana, podía incluso imaginarlo allí, leyendo uno de sus infantiles comics antes de regalarle una sonrisa, pasando su mano lentamente por el espacio frío a su lado, en una cama que se le hacía demasiado grande.

No podía dormir, no en esas condiciones, por lo que se levantó y comenzó a revisar sus pertenencias conjuntas, pasando por álbum fotográficos, pertenencias varías, lenta pero consistentemente acercándose a las cosas personales de su difunto esposo, encontrando ropa, revistas, baratijas, algunas eran cosas a su pensamiento ridículas, siempre considero que su esposo tenía un lado bastante infantil en ocasiones aunque no le molestaba.

- Una pistola de agua, seguro que él muy idiota estaba esperando que llegara la primavera para jugarme una broma con esta cosa. - Siguió excavando. - ¿Chocolate sin terminar? ¿Por qué lo escondería? ¿Quién le iría a quitar su chocolate? Solamente a él le gusta en esta casa. - Y siguió. - Pensar que reclamaba que no encontraba este cómic y culpo a Logan. - Y siguió. - Je, se veía tan idiota con esos tirantes.

Sus manos continuaban revisando incluso cuando sintió como algunas lágrimas comenzaron a caer sobre sus manos.

- Se veía tan, pero tan idiota.

Intento limpiar sus mejillas pero las lágrimas no se detenían, los recuerdos de las miles de conversaciones, momentos íntimos, discusiones tontas, todo cuanto había ocurrido en ese lugar comenzaba a bombardearla mientras más excavaba en las pertenencias de su ahora difunto esposo, pero aun así no se detenía, aun cuando esas lágrimas parecían cortar su rostro y fragmentar su corazón sus manos no se detenían, llegando hasta un pequeño objeto, bien resguardado, pero que conocía perfectamente, un pequeño anillo de juguete.

- ¿Aún lo conserva? Después de tantos años, ¿Aún lo tenía guardado?

Apretó con fuerza el pequeño juguete contra su pecho, dejando fluir todo ese dolor dentro de su corazón.

No le importaba si despertaba a sus hijos o lo que fuese, ese fue el momento donde dejo salir sus sentimientos, aquel dolor por perder a uno de sus seres queridos más importantes, el hecho que el amor de su vida había fallecido, cerrando sus ojos mientras pensaba en una sola cosa...

- o - 

- ¿Estás bien?

La repentina voz frente a Linka termino por sorprenderla, había sonado extrañamente ahogada, como si sus oídos le hubiesen fallado por un momento, de hecho, había notado que no era la única persona en el lugar lo cual termino asustando a la peliblanca, pues ella se encontraba en su habitación, no podría haber más personas a su alrededor, no había forma, pero al abrir sus ojos...

- Perdón si no te gusto, maldición, sabía que era algo estúpido.

Sus ojos encontraron lo que era el exterior de un lugar que solo existía en sus recuerdos, el desagradable hedor de la humedad junto al sudor inundo su nariz mientras sentía como aquel pequeño tesoro que tenía en sus manos era vilmente arrancado de estas, mirando la expresión molesta e incómoda del niño frente a ella.

- Maldita sea, perdón por arruinar tu tarde, mejor me retiro.

Aquel rostro joven, no podía ser, aquellas facciones suaves y cabello blanco, no podía ser.

- ¿Lin..coln?

La duda era evidenciable en su voz, pero mientras pudo ver como la expresión de molestia del muchacho se ennegrecía, también pudo notar que su voz era mucho más suave y chillona, como la voz de una niña.

- Ni siquiera recordaba mi nombre, maldición, me habían dicho que me estaba apresurando. - Apenado. - Sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

Lincoln se retiró lentamente sin voltear atrás, en el fondo de su corazón esperaba que la chica le llamase y comenzaría su nueva oportunidad, pero está seguía estupefacta y eso jamás ocurrió.

- Maldita sea, eres un estúpido Lincoln.

Esas fueron las últimas palabras que pronunció el niño antes de intentar salir corriendo, dejando completamente conmocionada a Linka quién seguía procesando lo que estaba ocurriendo.

- Estás... vivo...

Incluso si era un sueño, Linka deseaba no despertarse de aquella hermosa oportunidad y se apresuró para tomar la mano de aquel niño que lucía tan nostálgicamente adorable, dejándose cobijar sobre el pecho del chico quien era incapaz de entender aquel gesto más que cambiando el color de sus mejillas a un tono rojizo y tartamudear torpemente.

- ¿Eh? ¿Ah? ¿Cu...? ¿Ehhh?

Aquella torpeza, esa infantil voz, si aquel sueño era un placebo a su dolor se dejaría entregar en aquella fantasía y disfrutaría, aunque fuese una última vez, a aquel tonto que tanto dolor le había causado.

- Vamos Linky, ¿No es grosero que un caballero tartamudee así frente a su dama?

- ¡¿M..M..Mi dama?! - El chico parecía cada vez más ruborizado, incapaz de seguirle el ritmo a la situación.

- ¿Entonces quieres jugar al bobo? Perfecto. - La voz de la niña aunque adquirió un tono juguetón, no perdió en lo absoluto su dulzura. - Puedo ser una maestra muy convincente.

- N..No estoy listo para tanto... ¡Perdón!

Dicho eso y con el rostro tan ruborizado como era humanamente posible, el niño escapo del agarre de la chica corriendo con todas sus fuerzas mientras se alejaba de la chica a la que, después de tanto tiempo, se había finalmente decidido a invitar a salir, todo mientras una divertida Linka observaba como se perdía en la distancia mientras ella quedaba junto a aquel estanque, el lugar donde se habían tenido su primera cita y él con mucha dificultad le había regalado esa baratija, observaba el ambiente con tanta felicidad como una desesperante nostalgia que comenzaba a consumir su interior, notando finalmente que estaba empapada, riendo de lo ridículo que se estaba volviendo ese agradable sueño.

- Supongo que mi mente pudo darme este regalo, verlo partir así de mi vida fue mejor que... - Ella negó con la cabeza, manteniendo su sonrisa. - Prefiero esta despedida.

Y, resignada, se sentó sobre el césped, mirando el agua una vez más.

- Este fue un buen sueño, gracias Lincoln.

Fue lo último que dijo antes de cerrar sus ojos con una sonrisa, pensando en que tendría que volver a su realidad en cualquier momento mientras se preparaba para afrontar un nuevo día, nuevas preguntas, tendría que ser fuerte por el legado que ella y su esposo habían creado sin contar con la posibilidad de más visitas que crearían ambientes incomodos pensando en aquella distante pero "amada" familia de su esposo, sus ojos nuevamente comenzaron a humedecerse mientras pensaba en su situación, tenía que ser fuerte, pero entre más planificaba, más crecía el vacío de su corazón, y mientras la tristeza se apoderaba de su ser, un estornudo le hizo abrir sus ojos una vez más.

Limpió sus ojos con su brazo, sintiendo el frío en su cuerpo mientras miraba ahora confundida su entorno.

- ¿Un resfrio en un sueño?

El tacto de su piel con el césped, la brisa que se mezclaba con su aun húmedos ropajes, la tenue calidez del sol, era un sueño agradable, se cuestionó aquel estornudo culpa del enfriamiento de su cuerpo, ¿Acaso un sueño tenía que ser tan realista? El agradable reencuentro final ya había ocurrido y estaba dispuesta a retornar a la realidad, pero por más que se lo cuestionaba, por más que lo analizaba, la misma realidad le hizo reaccionar una segunda vez en forma de un nuevo estornudo.

- ¿Dos estornudos?

La duda le invadió, ¿Acaso ella había...?

- Auch.

Un fuerte pellizco fue lo único que paso por su cabeza y lo que le devolvió a esa "realidad".

- ¿Acaso, será?

Si existía aunque fuese la remota posibilidad de que aquello no fuese un sueño.

Si aquel reencuentro era su realidad.

Lo supo en ese momento.

Era una oportunidad que no dejaría pasar.

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