Capítulo 3

N/A: Parece que ha sido mucho tiempo desde que comencé a escribir. Necesitaba descansar luego del intenso mes de diciembre lleno de publicaciones, me dije 'tómalo lo calma pero no desistas' y aquí estamos con un nuevo capítulo de este proyecto. Nos vemos en las notas finales, disfruten la lectura.

En BedfordSt. La gente caminaba ajena a los demás; se desplazaban por las veredas, algunos más despreocupados que otros. Mezclarse siempre le generaba ansiedad, pero hubo algo en aquella persona en medio de la calle, que lo hizo detenerse ante su creciente interés. Con las manos envueltas en sudor y su corazón palpitando desbocado. Hombros chocaron los suyos y trastabilló un par de veces para incorporarse al ritmo de los transeúntes.

A medida que avanzaba contra corriente, el miedo irracional por ser descubierto logró aflorar su inseguridad. El pulso se le aceleró y tuvo que hacerse a un lado para componerse. Martín se apoyó en una pared respirando con dificultad y mirando hacia el cielo que comenzaba a oscurecerse, cerró los ojos diciéndose a sí mismo que era alguien anormal y como había dicho Wright: Daba asco.

Eso no le impidió volver a mirar aquel hombre que tanto su atención llamó. Es decir, era poco usual que se sintiera con la valentía de querer acercarse a uno. Por lo general Martín solo los admiraba desde lejos; con las mujeres era muy diferente: le gustaba la manera tan abierta con la que muchas vivían su sexualidad. En cierta forma se apoyaba de esa virtud, sin embargo, ahora era diferente. Sus piernas se movieron solas y a pocos metros cruzó miradas con el desconocido. Casi sintió como el corazón se había saltado un latido, por dios, él era... Atractivo.

Martín no sé atrevió a decir nada muy pronto, solo se quedó cerca. Observando el mismo punto al que su vista se centraba. El café al otro lado de la calle el cual sin saberlo coincidía con sus planes pues de hecho Martín tenía algo que reunirse con alguien en ese lugar.

¿Este es tu mejor forma de coquetearle a un desconocido? ¿Solo mirarlo sin decir nada?—. Expuso el hombre, su tono era burlón. Martín no se sintió ofendido por ello. En realidad le causó gracia, en términos de iniciar una plática, no era tan bueno como creyó.

Las ideas de Martín volaron en el instante que admiró las facciones duras del tipo, adoptando con prisa su lugar de rodillas frente a él con una sonrisa orgullosa. Las palabras no era su fuerte, pero su cuerpo podría hablar por él sin ningún problema.

Ahora nos estamos entendiendo—. El hombre lo miró siniestro mientras bajaba la bragueta de su pantalón, descubriendo su miembro erecto envalentonado. Palpitante y caliente cuándo Martín lo tragó como alguien desesperado que no había tenido sexo en mucho tiempo, mientras usaba su boca, fue consiente de tres cosas importantes: la primera era sobre lo bien que se sentían los dedos enredados en su cabello con fuerza; la segunda todos los pares de ojos que los observaban con un interés tan obsceno que solo lograron excitarlo y la última, por lejos la más importante, que todo tenía que ser una maldita broma.

Aquel día en definitiva no era el suyo. Comenzando por haber despertado en medio de la sala con un dolor de cabeza terrible por la resaca; tendría que anotar en algún lado que no era tan resistente a las bebidas alcohólicas y que por el bien de su salud física no lo hiciera seguido. Quién lo hubiese pensado, que el motivo de su borrachera fuera el maldito de Wright Anderson.

Sumándole el mensaje que había recibido por el anuncio del alquiler de la habitación ¿Quién coño era Leonardo y porque tenía su perfil privado? ¿Por qué contestó de aquella forma tan... ¿Extraña y atrayente que le fue difícil negarse a un encuentro?

Se había vuelto loco, seguro era eso porque no le encontraba una explicación más razonable.

Cualquiera que fuera el caso, agradeció conservar un poco de sentido del peligro, ya que era cuando menos osado quedar con alguien del cual no tenía idea ni lo más mínimo. En especial si era a través de una red social como Facebook, donde cualquiera podría crearse un perfil falso. Por ello optó venir media hora antes y quedarse a esperar a ver quién se sentaba en la mesa acordada.

Con lo que no contaba Martín era el factor "Hombre sexy" en medio de la vereda y su poca experiencia para el coqueteo.

Leonardo no salía de su estupor inicial. Decir que sus habilidades sociales eran muy buenas pese a la personalidad algo parca que proyectaba sería un eufemismo. Era del tipo de persona que aunque apreciara el silencio, no podía soportar uno incómodo por mucho tiempo. Por ello tuvo que de cierta manera averiguar el problema de aquel chico de cabello castaño y ojos azules que llevaba observándolo desde hacía rato.

Porque si pensaba que era bueno disimulando, se equivocaba.

Esa tarde Leonardo se dispuso ocupar su tiempo en busca de inspiración; la noche y sus misterios solían transportarlo a los rincones más recelosos de su mente, ahí donde las ideas descansaban. Esperaba cualquier cosa que despertara alguna, pero lo único interesante fue la notificación de su celular que anunciaba la respuesta a su mensaje.

"En el cafédeBedfordSt. A las ocho. Espero que sea de mente abierta"

Esa línea logró despertar aún más su interés, no dejaba de ser ambiguo y hasta peligroso sin embargo. Era esa maldita paranoia que arrastraba consigo y su nacionalidad; un encuentro ocasional como ese no era una buena idea. No quería morir y ya está, tampoco era algo extraordinario.

Quizá por eso decidió ir más temprano a esperar el desarrollo de la situación. Su percepción de las personas era buena y por más que el dicho dijera que los libros no deberían juzgarse por sus portadas, toda preocupación por su integridad era poca. Si notaba algo raro iba a largarse sin más. No tenía nada de malo pensar en sí mismo de vez en cuándo.

Llegó al sitio, transitado como era logró dejarse estar en un muro cercano con vista al café. Parecía bonito y acogedor, no le importó mucho que quedara lejos de su residencia en ese momento dado que comenzó a notarse ansioso gracias a una mirada pesada y persistente sobre sus hombros. Su vista deambuló por los distintos rostros que pasaban frente a él, pero le tomó un par de minutos encontrar la fuente.

Venía de un chico que lucía algo perdido en medio de la multitud; Leonardo creyó que fue casualidad cruzarse con él, aunque abandonó el pensamiento con rapidez cuándo este estuvo a su lado sin decir nada. Ahora estaba alerta y se prometió darle un plazo corto de tiempo para asegurar que no era del todo malo su acercamiento en un sitio público.

—Oye ¿Estás bien?—. Quiso saber Leonardo.

No, Martín no lo estaba en absoluto. Había soñado despierto, se sentía sucio y culpable.

—¿Ah? ¡Sí! Lo siento, seguro te miré por mucho tiempo y eso es algo extraño ¿No?—. Negó con las manos, al final se rascó la nuca con nerviosismo. Esperando que no hubiese sido demasiado raro —Solo me pareciste atractivo, sin embargo, no soy muy bueno con las presentaciones.

Leonardo no pudo hacer otra cosa más que mostrar una expresión cargada de genuina sorpresa ¿Qué posibilidades había tenido en cuánto acercamiento tan abierto con un hombre se trataba? ¿Aún más así de la nada? Era hilarante si tomaba en cuenta la minoría o casi nulos desde que había terminado su relación con Rafael.

No estaba negando que no le resultó refrescante y hasta halagador. El joven era bastante lindo, quizá no fuera su tipo porque se inclinaba por los fuertes; que aguantaran y que no parecieran que iban a quebrarse con el primer azote. No era la mejor excusa para apartarlo, pensó que quizá algo bueno resultaría. Claro que no tenía idea que aquella casualidad terminaría en una situación desagradable.

—Ya veo, disimulando tampoco eres tan bueno si puedo ser sincero—. Se burló con una sonrisa que dejó a Martín deseando morirse —Pero fue un gran intento, no te sientas tan mal por ello ¿Qué es lo peor que podría haber pasado?

—¿Qué me golpearas por acoso o algo por el estilo? Aunque no pareces ser ese tipo de persona—. Martín era sincero. Su primera impresión fue buena, ambos coincidieron en eso y en qué no podían asegurar nada sobre el otro demasiado pronto.

—Gracias por el cumplido, joven desconocido—. Leonardo era pacífico; las veces que se involucró en una pelea, un inocente de por medio era el principal motivo. Dejando eso de lado, se preguntó que le habría pasado a ese chico para llegar a tan agresiva conclusión.

—Mi nombre es Martín—. Se presentó al fin.

—Soy Leonardo—. Respondió.

—¿Y eres soltero Leonardo?—. Martín odiaría luego su pregunta y ese preámbulo que no le permitió percatarse de aquella casualidad.

—Supongo que te gusta ir al grano después de todo. No tengo a nadie por los momentos, a menos que quieras cambiar eso esta noche—. Se encogió de hombros fingiendo desinterés. Con su ex pareja, Leonardo había pulido el arte de no demostrar su deseo por tener sexo; fue en los inicios de sus juegos de rol que Rafael le ayudó a explorar el mundo del dominio. Dejar que la otra parte se sintiera confiada para luego cambiar los papeles era su favorito.

Así que estaba permitiendo a Martín preguntar tanto como quisiera.

Martín no creyó las palabras dichas por Leonardo, es decir, era sensual y con seguridad en su mente afirmó que existía una larga fila de hombres y hasta mujeres queriendo estar con él. Con esa resolución se sintió intimidado pues esa situación era una con la que solo se permitía soñar.

Deseó poder cambiar su noche de soledad, no lo volvería a ver nunca más. Por lo menos así lo creía. Pero la realidad golpeó fuerte en forma de recordatorio para la reunión en el café; si había algo que caracterizaba a Martín era la puntualidad.

—Tendrás que cambiar otra de mis noches Martín, Tengo que irme—. Le dijo Leonardo, ni siquiera se percató cuándo se quedó en silencio y pensativo. Martín notó el dejo de fastidio que intentó no muy bien de disimular. Perfecto, ni ligárselo había podido.

—Sí, yo también debo irme—. Alcanzó a responder atropellando las palabras.

Leonardo fue el primero en irse tras una escueta despedida, el tiempo se le había terminado y su cita aguardaba en el café. Mientras cruzaba la calle no pudo evitar sentirse algo decepcionado, Martín era un excelente prospecto para un encuentro casual; el chico se había desconectado por un momento del mundo y su presencia, lo que le valió para observar mejor sus facciones. Tan suaves como parecían, sintió deseos de marcar esa piel con sus manos. Fue una lástima que no lo aprovechara.

Al entrar el aroma embriagante del café lo envolvió en un aura de tranquilidad y buena vibra. Casi borra los rastros de aquel encuentro que le dejó un sinsabor a raíz de los pensamientos que le dedicó a Rafael. Estaba un poco cansado de tener que hacer comparaciones, ninguna de sus conquistas fueron ni iban a ser Rafael, necesitaba cerrar ese ciclo con algo que no fuera un corte de cabello. Porque lo hizo y tampoco funcionó.

Leonardo optó por sentarse para pedir su café y despejar la mente de una vez por todas. No esperó que minutos después, Martín, el chico de ojos azules se sentara frente a él ¿Qué coño?

—Escucha Martín, creí decirte que lo nuestro podía ser otro día si te volvía a ver ¿Qué parte no entendiste? Esto puedo considerarlo acoso si no te explicas ahora mismo—. Fue una respuesta natural que Leonardo se mostrara a la defensiva, Martín lo había estado observando por mucho tiempo y fue el primero en acercarse. Estaba comenzando a pensar que su timidez no había sido del todo real y que en verdad era acoso.

Martín se mostró ofendido, él tampoco estaba entendiendo nada.

—¡¿Estás de coña tío?! ¡¿Acoso?! Creo que aquí sobras, vine a este lugar para encontrarme con alguien y entonces vienes a sentarte en nuestra mesa—. Bramó con molestia propinando un guantazo a la mesa, algunos comensales se voltearon a verlos.

—No vengas a hacerte el ofendido ahora golpeando una mesa, primero tu mal camuflaje de "uy, te estoy viendo, pero no a ti" tu acercamiento de la nada y luego me has seguido hasta acá. Esta mesa estaba reservada para mí, no me jodas—. Expresó Leonardo igual de ofendido; tenía que ser una mala broma levantarse a un acosador.

—Espera, espera. Esta mesa la reservé yo ¿Qué me estás contando? ¿Qué tú eres quién respondió al anuncio de alquiler? —. Martín en serio deseó el poder de desaparecer, la mala suerte parecía perseguirlo desde que nació y no había empezado con buen pie su encuentro con Leonardo.

Sacó su celular y abrió su cuenta de Facebook, luego dejó sobre la mesa el aparato tras abrir el chat con la corta conversación que había tenido al parecer, con el hombre frente a él.

Leonardo ojeó la pantalla y negó con una media sonrisa. Hizo lo mismo, colocó su propio teléfono frente a Martín. Los globos azules fueron la confirmación que necesitaban y en definitiva no era un buen comienzo para su futura convivencia.


N/A: ¿Qué les pareció? fue un comienzo un tanto interesante entre estos protagonistas. Ok, al grano. No sé cuanto me dure las energías de mis notas al inicio del capitulo la verdad. Diversos factores externos me tienen un poco desanimada (Empezando por un dolor de muela que lleva triste mi existencia) pero retomaré el hábito, no se preocupen. De hecho muchas gracias por leerme xoxo.

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