-Capítulo 2-

Namjoon salió del consultorio médico con una expresión que no lograba esconder del todo la inquietud que lo corroía por dentro. Las palabras del médico aún resonaban en su mente, claras y contundentes, pero con un extraño tinte de irrealidad:

—Su vasectomía está asentada por completo. Quédese tranquilo, señor Kim. Como hablamos, esta decisión implica que no volverá a tener un celo. Además, es irreversible. Si tiene alguna duda o complicación, por favor, consúlteme.

Había asentido en silencio, mientras escuchaba las instrucciones finales: mantener reposo durante un par de días, evitar esfuerzos físicos, y sobre todo, asegurarse de hablar con su pareja para que ambos estuvieran informados de los cambios hormonales que podrían surgir a raíz de la intervención.

"Hablar con mi pareja". La ironía de esas palabras lo golpeó como un puñetazo al estómago.

Él no había hablado con Yoongi. No le había consultado. No le había dado ni siquiera una advertencia.

Ahora, mientras conducía por las calles del centro de la ciudad, con el atardecer pintando el cielo de tonos naranjas y rosados entre las figuras de los edificios, su mente era un torbellino de pensamientos contradictorios. Sentía una punzada de alivio al saber que la decisión estaba tomada, pero al mismo tiempo, la culpa le arañaba el pecho.

Su esposo quería otro cachorro. Lo había mencionado a menudo, siempre con una mezcla de nostalgia y entusiasmo. A veces, mientras descansaban en la cama o compartían una cena tranquila sin su único hijo, solía decir cosas como: "¿Te imaginas a otro cachorro corriendo por aquí? Soobin sería un hermano mayor increíble."

Namjoon siempre respondió con una sonrisa forzada o un cambio hábil de tema. Nunca le confesó que la idea de tener otro bebé lo llenaba de ansiedad.

¿Cómo serían capaces de traer otro cachorro al mundo cuando apenas podían con el lío que ya tenían? La situación económica se había normalizado entre su negocio y el trabajo de Yoongi, lo suficiente cono para darle una buena educación a hijo.

Soobin era perfecto. Era su orgullo, su razón de ser. Pero también era un recordatorio constante de las expectativas que pesaban sobre sus hombros al tener que ser un alfa proveedor para su familia.

Un nuevo cachorro sería difícil de mantener y complicaría las cosas.

No quería otro hijo porque no se sentía capaz de ser el padre que ese cachorro necesitaría. La presión de su trabajo, el agotamiento por la carga horaria y la edad eran factores a tener en cuenta. ¿Cómo podría añadir más responsabilidades a una balanza que ya se sentía desbordada?

Sin embargo, ninguna de esas razones justificaba lo que había hecho.

El peso de su decisión se hizo más tangible con cada kilómetro que recorría. La vasectomía no era solo un procedimiento médico; era una declaración silenciosa de que había tomado una decisión unilateral sobre algo que afectaba a ambos.

Estacionó su auto en el garage, subió por el ascensor y se detuvo al traspasar la entrada del apartamento donde vivían. Se miró en el espejo del recibidor, donde descubrió que su rostro lucía cansado, casi derrotado.

Inmediatamente pensó en qué iba a decirle, cómo iba a explicarlo. Ni siquiera estaba seguro de tener las palabras correctas.

Cuando pasó al comedor, sus pantuflas se deslizaron sobre la madera haciendo ruido, y la calidez del hogar lo envolvió de inmediato. El olor a comida recién hecha flotaba en el aire, volviendo el espacio mucho más hogareño. Su esposo estaba en la cocina, concentrado en la cena.

—Estás de vuelta temprano —comentó Yoongi, sin voltear, mientras revolvía una olla con lo que parecía ser estofado.

Namjoon tragó saliva. Se tomó un momento para observarlo: el cabello blanco despeinado, las mangas de su suéter arremangadas, y esa expresión serena que siempre parecía llevar consigo, incluso en los días más caóticos.

Por un instante, consideró no decir nada. Guardar su secreto y fingir que todo estaba bien. No obstante, eso no disminuiría el peso de la culpa, que pesaba cada vez más sobre sus hombros.

—Yoongi —dijo finalmente, en voz baja.

Yoongi se giró, con una ceja arqueada.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Namjoon asintió, aunque la verdad era que no estaba para nada bien. No tenía idea de cómo empezar esa conversación, de cómo confesar algo que sabía que rompería la confianza entre ellos.

—Quiero hablar contigo sobre algo importante.

Las palabras salieron con esfuerzo, y la expresión del omega cambió de inmediato. Dejó el cucharón sobre la encimera, apagó la ornalla y cruzó los brazos, esperando.

—¿Es algo malo? —preguntó, con una nota de preocupación en su voz.

El alfa abrió la boca para responder, pero las palabras se atoraron en su garganta. Su mirada se desvió hacia el suelo, incapaz de sostener la intensidad de los ojos de su destinado.

—Yo... hice algo sin consultarte —admitió por fin.

El silencio que siguió fue insoportable. A pesar de que Yoongi no dijo nada, el ligero endurecimiento de su mandíbula fue suficiente para que el alfa sintiera cómo su corazón se encogía aún más.

—¿Qué hiciste, Namjoon? —preguntó, con una calma tensa que era casi peor que cualquier grito.

El contrario respiró hondo, reuniendo el valor necesario para decirlo de una vez.

—Me hice una vasectomía.

Las palabras cayeron entre ellos como una bomba, y el impacto fue inmediato. La expresión de Yoongi pasó de la sorpresa al dolor en cuestión de segundos, y luego a algo que parecía una mezcla de incredulidad y furia contenida.

—¿Hiciste qué? —preguntó, elevando la voz.

El alfa levantó la mirada, enfrentándose por fin a los ojos de su pareja.

—Lo siento —dijo, con sinceridad—. Sé que debería habértelo consultado antes, pero... no sabía cómo.

Yoongi lo miró durante un largo momento, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de escuchar. Finalmente, dejó escapar un suspiro tembloroso y se pasó una mano por el cabello.

—¿Por qué, Namjoon? ¿Por qué harías algo así sin hablar conmigo?

La pregunta estaba cargada de dolor, y el alfa sintió cómo ese dolor se clavaba en su pecho, compartiéndolo a través del vínculo.

—No quería otro bebé, Yoongi —confesó, su voz quebrándose ligeramente—. No creo que sea una buena idea, no con todo lo que ya tenemos.

—Eso no es algo que puedas decidir por tu cuenta —respondió el omega, cortante—. ¡Somos una pareja! Esto nos afecta a los dos. Sabías cuánto quería tener otro cachorro...

Namjoon no pudo más que sostener el peso de su error y la decepción de su destinado. El vínculo le hizo sentir cada emoción ajena como miles de agujas clavándose directo en su corazón. Eran los sentimientos de Yoongi.

—Lo sé. Y lo siento. Sentí que no tenía otra opción.

El silencio que siguió fue devastador. Yoongi lo miró, incrédulo. Era el colmo.

—Había otra opción: discutirlo entre los dos. Pero no. Eres un egoísta de mierda que hace todo lo posible por menospreciarme. Siempre está lo que tú quieres por encima de lo que yo quiero. Tras todo lo que hemos pasado, no puedo creer que sigas ignorando la voz de tu omega. Tú no aprendes más.

Por completo defraudado, salió de la cocina, dejando a su destinado solo con sus pensamientos y su culpa.

Namjoon se dejó caer en un taburete de la barra, apoyando la cabeza entre las manos. Sabía que había tomado esa decisión pensando en lo que creía que era mejor para ambos, pero ahora, enfrentando el dolor de Yoongi, no estaba tan seguro de que hubiera sido lo correcto.

Por desgracia, ya no había marcha atrás en algo que era irreversible.

—Aaah, más rápido —escapó de los labios de Kim Soobin, mientras era penetrado con brusquedad por el alfa frente a él.

Cada embestida torturaba su próstata, haciéndole gemir más alto de lo que debería, ya que estaban haciendo algo prohibido en uno de los salones del colegio.

Pero si sus jadeos no llamaban la atención, entonces el sonido de su lubricación y el choque incesante de piel húmeda, lo haría.

—Si sigues apretando así de rico, te voy a anudar, omega —gruñó el alfa dominante, pegando su nariz a la glándula de olor que desprendía ese aroma azucarado que tanto le encantaba.

—No puedes anudarme justo ahora. Tenemos clase, Taehyun —le recordó. Intentaba aguantar el dolor de su espalda aplastada contra la pared y el entumecimiento de sus piernas abrazadas a la cintura del alfa.

—Me importa una mierda —sonrió el contrario, alzándole más las caderas con una mano y levantándole la falda con la otra, para mirar el punto justo donde se unían.

El agujero omega se envolvía tan deliciosamente alrededor de su polla, que el nudo ya no podía evitar inflarse, ansiando una liberación de su esperma tan dentro como fuera posible.

—Te voy a anudar —advirtió, yendo más duro, haciendo un golpeteo seco cuyo objetivo era enterrar su nudo.

—Espera, alfa. No hay tiempo —Soobin intentó forcejear, empujando su pecho desnudo. Lo único que consiguió fue disfrutar más de cada penetración, que daba en el punto justo de placer.

Taehyun estaba más allá de la conciencia, con su parte dominante a flor de piel, ansioso por preñar y marcar el interior de ese omega con su corrida.

—Quiero llenarte —confesó, ido por el placer—. Hagamos cachorros justo ahora.

El pedido del alfa ablandó tanto al omega, que dejó escapar un chillido al acabar. Su miembro se sacudió mientras liberaba chorros de espeso semen entre ambos, manchando su propio uniforme, al mismo tiempo que sus paredes anales abrazaron la erección de su pareja de apareamiento. Palpitó, aferrándolo, y su cuerpo se ablandó por el orgasmo.

Con una brusca y última acometida, el alfa metió su nudo, haciendo jadear a Soobin por la presión y por tener un miembro entero guardado en su interior.

—¿Criarás a mis cachorros, Soobinnie? —le susurró Taehyun con una mirada vidriosa, liberándose.

Unió su boca a la del omega, en un beso húmedo, desordenado. El omega sacó la lengua mientras sonreía de forma sensual y el alfa la chupó con fuerza, perdiéndose en los ojos de ese joven provocador.

Entonces Soobin sintió el calor de la corrida abriéndose paso al final de su canal, buscando fecundar. Gimió suavemente, casi un maullido suave, al pensar en lo mucho que le calentaba la idea de darle a ese maldito alfa desesperado lo que le exigía.

—Tienes gustos tan raros... —se limitó a responder, a medida que cada descarga de semen lo llenaba más y más.

Se miró el vientre, abultado no sólo por la polla alfa sinó por los fluidos. Estaba satisfecho y bien follado. No podía creer que cayó en los encantos de Jeon Taehyun de nuevo.

—¿Está mal querer cachorros contigo?

—Lo está si no tienes ni una pizca de responsabilidad afectiva y tenemos sólo diecisiete años —le recordó Soobin, sosteniéndose mejor del cuello de Taehyun para no perder la estabilidad. Tendrían que aguantar al menos diez minutos hasta que el nudo bajara.

—Sé mi omega, entonces.

La propuesta sorprendió a Soobin, que quedó boquiabierto.

—¿Crees que le haría eso a Kai? Soy novio de tu hermano, ¿recuerdas? —le espetó a Taehyun, empezando a molestarse.

—No serías el primer omega que comparto con mis hermanos —sonrió el alfa, altanero.

—Kai no me ve como un agujero para anudar. Ya no trata así a los omegas.

—Se nota, porque si te follara, no estarías aquí corriéndote en mi polla.

Golpe bajo.

Soobin aguantó la furia que le quemaba el cuerpo. Debería estar acostumbrado al comportamiento pasivo-agresivo de Taehyun, pues no era la primera vez que debía aguantarlo tras el apareamiento.

A pesar de que se prometió que no volvería a caer en sus garras, ahí estaba una vez más, siendo atraído como una mosca a la miel. No sólo no podía cortar el vínculo tóxico que lo ataba a Taehyun, sino que le gustaba, le atraía discutir y pelear con él.

Con Kai, en cambio, tenía una relación dulce y sana. Era el alfa ideal, que lo llenaba de atenciones y le hacía sentir en las nubes. Le gustaba eso de él, que estuviera siempre al pendiente, que fuera meloso y pegote. Ningún dominante era así con un omega, y eso lo volvía diferente.

Pero, ¿qué era lo normal en esos días? Él mismo era un omega fuera de lo común, con su estatura de 1,85 m, mucho más alto que los omegas promedio. Ningún alfa quería cortejar a un omega más alto que él, hasta que apareció Kai y, en consecuencia, Taehyun también se interesó en él.

—¿Vas a decir algo? —interrumpió el alfa, susurrando contra su oído.

El sonido del timbre les anunció que el recreo había terminado.

Soobin le empujó el rostro con la mano y bajó sus piernas hasta tocar el piso, por más que el nudo le dió un doloroso tirón.

—¡Mierda, Soobin! Ten cuidado —se quejó el alfa, que sintió el jalón también.

—Saca tu nudo —pidió el omega, con los ojos empapándose en lágrimas. Miró a un costado, para que el otro no viera su incomodidad.

—Tenemos que esperar. Todavía no.

—Quiero irme, Taehyun —estalló al final, escondiendo el rostro entre sus manos.

El alfa se preocupó. Soobin jamás se había quebrado delante de él.

Volvió a levantarlo y lo llevó hasta un banco próximo, donde dejó que el peso del omega descansara. Tanteó el nudo, pero no se había aflojado lo suficiente.

—¿Qué pasa? —preguntó con tranquilidad, liberando sus feromonas para dopar al omega.

Intentó separarle las manos, hasta que Soobin se lo permitió. Tenía el rostro hinchado y húmedo.

La visión del omega le quitó el aliento. Era adorable sin proponérselo realmente, con su cabello rubio lavado, mejillas rellenas en un rostro bonito y contextura delgada. No había dudado un segundo en seducirlo cuando lo vio en brazos de su hermano. Porque también era su omega destinado.

Si bien tenía un trato implícito entre hermanos de compartir un mismo omega entre los tres durante sus celos, Kai había roto el pacto para empezar una relación con Soobin. Eso le había hecho preguntarse qué podía tener de especial ese omega para que su hermano quisiera exclusividad con él. Entonces se descubrió deseándolo también.

—Perdona lo que dije antes —suplicó—. No quería hacerte sentir mal. Es que a veces se me sale porque estoy celoso de Kai y me pongo... Ya sabes, en plan estúpido. Soy el mayor de los estúpidos.

Soobin lo miró, sorbiendo por la nariz.

—No importa. No podemos seguir haciéndolo más —le dijo.

Aquello lastimó al lobo de Taehyun. Se sintió como un rechazo.

—No mentía cuando dije que quiero cachorros contigo. Me toca compartirte con Kai, y no me molesta. Lo que sí me molesta es que no quieras decirle que también soy tu destinado. Él no lo tomará a mal. Somos hermanos, después de todo. Aceptará lo que la madre Luna manda: que tú y yo también nos queremos.

—Te equivocas —negó Soobin—. Sólo me buscas cuando quieres follar. Quieres satisfacer el deseo de tu lobo por preñar un omega. Te vacías en mí y después te vas. No eres el tipo de alfa que podría querer para empezar una familia.

—Si quieres que cambie eso, lo haré. Hagámoslo juntos, omega —intentó razonar.

—Lo siento, Taehyun, pero no —el omega le empujó el pecho, obligándolo a apartarse esta vez.

El nudo se liberó de golpe, dejando a Soobin sensible y abierto lo suficiente como para que el semen escurriera entre sus piernas, a la vista del alfa.

Taehyun volvió a guardar su polla entre sus pantalones, que colgaban abiertos en su cintura. Tomó su camisa del suelo y la abotonó con rapidez.

Sacó un paquete de pañuelos descartables del bolsillo trasero de su pantalón y los ofreció al omega. Soobin se lo sacó de las manos y le gruñó para que dejara de mirarlo, a lo que Taehyun se giró y le dió privacidad para que pudiera limpiarse.

—Estaré afuera si me necesitas —le avisó.

—De hecho, sería mejor si vuelves a tu clase —dijo Soobin.

Cuando se aseguró de que el alfa desapareció por el pasillo, terminó de limpiarse entre las piernas. Fue hasta su mochila, de la cual sacó la muda de ropa de educación física de la última clase de la tarde, y se la puso. Agradecía tener un inhibidor de aroma también, el cual roció sobre su cuerpo hasta casi vaciarlo.

Por más que los hermanos Jeon compartieran el mismo aroma, no iba a arriesgarse, especialmente cuando tenía su siguiente clase con Kai.

Más problemas por aquí y por allá, porque nadie se salva de ellos 😂

Espero tengan una bonita semana, bellezas! Ánimo que es la última del mes! Cuídense mucho 🥰💖

-Neremet-

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