Invitaciones

Lincoln fue el primero de la clase en entregarle el examen al señor Bolhofner. Este con cierto tedio lo revisó brevemente, constatando que el muchacho había hecho un buen trabajo, aunque por supuesto, no expresaría esto y mantendría su semblante desinteresado.

—Está bien, Loud. Haz lo que quieras, pero mantente callado mientras los demás terminan.

El muchacho asintió y sacó de su mochila no una libreta de dibujo, como el profesor a veces estaba acostumbrado a mirarle hacer, sino un libro de oftalmología. El profesor notó que Lincoln abrió el libro justo donde ya tenía un separador. Aunque su trabajo era mantener bajo constante vigilancia que el resto de los estudiantes no hicieran trampa en el examen, la curiosidad del docente lo hizo acercarse al pupitre del chico fingiendo que estaba revisando que sus compañeros a su alrededor no se estuviesen copeando.

Lincoln parecía estar absorto en una serie de fotografías diversas de ojos que se le antojaron escabrosos al docente. Los ojos de aquellas imágenes no eran ordinarios, estaban rojos, inflamados y dañados en distintos grados. "Tipos de derrames subconjuntivales", rezaba el título del capítulo donde se exhibían. ¿Para qué rayos quería ver eso el chico? ¿Debería alertar a la directora de un posible maniático perturbado en su clase? Entonces de nuevo tuvo presente que el muchacho iba a un curso de dibujo en la universidad, por lo que descartó la idea creyendo que quizás estaba buscando referencias para algo relacionado al respecto, o al menos eso esperaba. Dado que todo estaba dentro de lo que cabe en orden, se dirigió hacia su espacio donde tras sentarse con los pies sobre el escritorio, tomó su periódico pensando que podría vigilar a los chicos a la vez que revisaba los resultados deportivos de ayer.

Por su parte, Lincoln más que ver las ilustraciones, leía con atención el texto mientras echaba breves vistazos al reloj de la pared en el salón. Últimamente sentía que el tiempo avanzaba demasiado despacio, deseando que se apurara rápido y así que esta y la próxima semana concluyeran para poder volver a reunirse con su amiga.

Minutos después de una muy concentrada lectura, su cara se dio de lleno contra el libro debido al repentino golpe y empujón que le dieron por la nuca. El muchacho apretó los puños sólo para relajarlos enseguida emitiendo un ligero suspiro de resignación al comprender lo que ocurrió.

—Chandler. —Musitó en voz baja sin tener que voltear para confirmar la identidad de su agresor.

—Loid. —Le respondió como si fuese un saludo.

El profesor levantó la vista de su periódico tras escuchar el golpe. Sólo se trataba de McCann dirigiéndose hacia él con su exámen riéndose entre dientes, mientras que Loud pareció aburrirse con el libro pues parecía tomar una siesta con la cara apoyada contra este.

—¿Qué es tan gracioso, McCann? —Le preguntó a la vez que tomaba su prueba y le daba un vistazo.

—Nada profesor Bolhofner. Un chiste que recordé en la mañana.

—A su lugar.

No parecía que le fuera a ir tan bien como al chico Loud como constató, pero era aceptable. Tras dejar el exámen con el otro regresó su atención al periódico.

De regreso, Chandler por supuesto tuvo que pasar por el lugar de Lincoln quien ya erguido en su pupitre lo miró de mala manera en el momento en que estaba poniendo un separador al libro. Aunque orgulloso de su obra de fastidiar a Comosellame Loud, el pelirrojo con suspicacia alcanzó a notar lo que este leía.

Una vez que Chandler se sentó, Lincoln tratando de ignorar el dolor en su nuca y en su cara, se interesó en una nota sobre las causa congénitas que podrían provocar los daños en los iris.

—¿Qué es lo que escondes entre las páginas de ese libro, Lancey? —Chandler le preguntó a susurros detrás de él—. ¿Una revista para adultos? Préstamela y podría dejar que nos acompañes a mí y a mis amigos al billar de mi tío después de clases.

Con humor Lincoln pensó que su yo de once años gustoso hubiese aceptado la propuesta de quien entonces consideraba que se trataba del chico más genial de su clase, sin embargo para estos momentos y aún si tuviera una en ese momento, no podía pensar en una peor forma de desperdiciar (o arriesgar) su tiempo que con el cretino de su salón.

—No tengo nada de eso. Es un libro de verdad, Chandler. ¿Es que no los conocías? Puedes ir a la Biblioteca y verás muchos así.

El pelirrojo gruñó, pero desatendiendo la ofensa, negó con un gesto.

—¿Y por qué estás leyendo un libro sobre los ojos, Laurence? —De pronto temió que fuese por algo relacionado con alguna tarea de la que se hubiese olvidado.

—Es interesante —le respondió tomando apuntes en una libreta de algo que de pronto encontró en la siguiente página—. Hay muchas cosas que me llaman la atención.

Detrás de él, Chandler se relajó.

—Siempre lo he dicho. Eres un raro, Lesly.

Lincoln se sobresaltó por la manera en que inesperadamente el bravucón lo llamó por fastidiarlo.

—¡Silencio allá! —Les gritó el profesor.

Convencido de que sólo se trató de una coincidencia, Lincoln volvió a ignorar a Chandler y volvió su atención a la lectura del libro que sacó de la biblioteca del pueblo, a pesar de la renuencia inicial de la encargada, quien se imaginaba que no era para él, sino para su hermana Lisa quien tenía muchos adeudos pendientes.

Esta clase de lecturas de forma inesperada se había vuelto su nueva forma de matar el tiempo cuando no se sentía con ánimo de dibujar o leer cómics como acostumbraba normalmente.

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—Chicos, en serio, ya se los dije. No tengo problemas con que ustedes quieran ir allí, pero sencillamente yo no puedo hacerlo.

Rusty suspiró cansado ante la renuencia de su amigo, e incluso el resto de los chicos como pocas veces ocurría, estaban del lado del pelirrojo.

—Mira Lincoln, es loable que seas tan leal a tu familia y todo eso, pero tampoco es que te vayas a casar con el restaurante de tu papá, ¿o sí? No tiene nada de malo que mañana vayamos juntos a Nelson's para celebrar que finalmente terminaron los exámenes.

—Mañana tengo mi curso de dibujo.

—Pues pasamos por ti a la universidad cuando termines y de ahí nos iremos para allá. Vamos, amigo.

Genuinamente Lincoln no parecía nada cómodo con esto. Stella tomó el hombro del peliblanco y de forma afectuosa se inclinó hacia él mientras se dirigían hacia la salida de la escuela al final del día.

—Vamos, Linc. Todos nos merecemos un descanso, incluso tú. ¿Me vas a decir que no tienes por lo menos un poco de curiosidad por ver cómo será el lugar, o de probar sus platillos? Podría ser divertido.

El muchacho desearía que su amiga no invadiera tanto su espacio personal, no es que le intimidara su altura, pero casi parecía que estaba a punto de tocar su mejilla con la suya.

—Además —Zach agregó—, puedes verlo como una manera de tantear el terreno enemigo y verificar cuánta amenaza podría representar para el negocio de tu familia al estar directamente dentro de la competencia para espiarla.

Pese a que sonaba a sus acostumbrados delirios paranoicos, Lincoln tuvo que concederle esa a su amigo muy a su pesar. Ciertamente podría ser una visita didáctica de reconocimiento para comprobar qué tanto podría perjudicar aquél lugar al negocio de su familia, independientemente de que su padre ya le había dicho que no tenía que preocuparse de nada.

—Bueno... si lo pones de esa manera... supongo que no tendría nada de malo almorzar allá.

—¡Entonces está decidido! —Liam celebró victorioso.

Clyde también se mostró entusiasta porque lograran convencer a su amigo de ir a Nelson's, pues también tenía curiosidad por el sitio, aunque por respeto a Lincoln fue que nunca lo mencionó, incluso pensaba ir más adelante con sus padres en el caso de que su mejor amigo no accediera. Stella se mostró complacida por el logro que tuvieron con él, aunque ligeramente decepcionada de que fuera Zach quien lograra convencerlo, había estado segura de que ella lo conseguiría.

—¡Perfecto! Entonces tenemos algo que hacer para el fin de semana.

Lincoln asintió. Pensó que después de todo no podría visitar a Lesly y, más allá del curso, en realidad no tenía nada qué hacer. Trató de recordar dónde había guardado los cupones de descuento por la inauguración, cuando se distrajo mirando al otro lado de la calle a Lynn hablando con Roy. Le dio la impresión de que ese chico tan extraño parecía estarle suplicando algo, lo que parecía fastidiar a su hermana.

—Vamos, amigo —Clyde lo apresuró—. Quiero mostrarte lo que mi abuela me trajo del viaje que hizo a Dakota. ¡Te va a sorprender!

—Ah... sí, claro. Vamos.

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—Todo lo que te pido es que me dejes enmendar las cosas, Lynn. Sé que lo arruiné, pero si me das siquiera una oportunidad, te prometo que lo haré mejor esta vez. ¿Qué dices?

Lynn estaba harta de que Roy prácticamente se le estuviera arrojando a sus pies, como lo había estado haciendo a lo largo de la semana en cada oportunidad. Ya estaba comenzando a cansarse de él. Pese a lo que le hizo, Joshua había sido respetuoso en su ruptura en lugar de mostrarse tan patético... aunque no es que le dejase muchas opciones, pero por supuesto a Roy, aunque un fastidio, no podía terminarlo del mismo modo.

Miró a su alrededor esperando que nadie prestara atención a la no tan discreta escena que su torpe y fastidioso compañero le estaba montando. Distinguió a su hermano a la distancia junto a sus amigos, particularmente a Stella, quien iba a su lado tomándolo del brazo. Si no fuera por Lesly, pensaría que ambos... ya no sabía qué era peor.

—Podríamos ir a Nelson's, Lynn. ¿No dijiste que querías comerte un buen filete en cuanto lo abrieran? ¡Mañana es la inauguración! ¿Qué dices? Te invito un filete.

La chica miró al muchacho con especial atención en esta ocasión. No quería parecer interesada, pero la invitación reconocía que era bastante tentadora, además que de algo podría servirle Roy si en efecto él estaba dispuesto a pagar aunque fuese uno de los dos o tres filetes a los que deseaba hincarles el diente.

—Déjame pensarlo.

No era la respuesta que el muchacho esperaba, pero dado que la irritación de Lynn se estaba haciendo más evidente, decidió no tentar su suerte continuando presionándola.

—Por favor, hazlo. Mándame un mensaje en cuanto me tengas una respuesta. Te aseguro que no te arrepentirás.

Al notar que la ilusión en el rostro del chico era genuina, Lynn sintió que de aceptar se lo comunicaría enseguida.

Cuando Roy se marchó, la chica sintió que no debería de tomar una decisión cegada sólo por la idea de un filete gratis, que también podría sonsacar con el mismo motivo a su hermano para que la acompañara a ese sitio aprovechando que no iría a visitar a su amiga este fin de semana.

"Sólo es su amiga. Eso es lo que él dice que ella es para él todo el tiempo". Suspiró.

Lincoln sin duda sería un mejor acompañante que Roy. Pensaba que podría tratar de convencerlo por la noche, cuando se preguntó de pronto qué tan buena compañía hubiese sido Josh en una cita así, de no haber...

El recuerdo fue muy doloroso dado que lo ocurrido había sido más o menos reciente.

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Al terminar las clases, Lynn decidió tomar la iniciativa y no esperar a que Josh la buscara como ya se estaba haciendo costumbre, sino que iría esperarlo en la cancha mientras él terminaba su entrenamiento, dado que durante la última hora a su grupo le tocaba educación física.

Entró por la zona por debajo de las gradas y, dado que no se escuchaba el habitual ruido, supuso que los chicos se encontraban en descanso. Ahí alcanzó a distinguir la silueta de Josh sentado junto a sus amigos en las gradas superiores. Sintiendo que el espíritu de Luan se había apoderado de ella, sigilosamente se acercó con el propósito de asustarlos desde abajo. Sería una buena broma de la que todos se reirían al no esperarla mientras platicaban.

—Josh, ¿estás seguro de que Lynn querrá unirse a nosotros para el campeonato estatal?

—No va a resistirse. Sería la única chica en el equipo y ya vieron cómo es. Querrá destacar, y eso estará bien para que el equipo finalmente consiga una victoria.

—Es patético que dependamos sólo de ella para poder ganar un encuentro.

—Te recuerdo que fueron ustedes quienes tuvieron la idea de acercárnosle para hacernos sus amigos y que aceptara unirse a nosotros. Aunque sigo pensando que no era necesario hacerlo, hubiera bastado con picar su orgullo un poco.

Otro chico negó con un gesto la aseveración de Josh.

—Nuestros entrenamientos y los próximos encuentros coincidirán con los que ella tiene con los equipos de sus compañeras. No habría querido dejarlas por nosotros así como así. Ya no te quejes, sólo estás molesto por haber sido tú al que le tocó "convencerla" de ayudarnos.

El muchacho hizo un gesto de desagrado. Vaya que el resultado de aquel juego de azar en el que todos participaron le jugó en contra.

—Pues ya me estoy preocupando.

—¿Es que es tan cansado salir con ella como dicen?

—Sólo un poco. En realidad, no es tan pesada como imaginé, pero no quiero que Sandy se entere y piense algo que no es por culpa de Lynn.

—Puedes calmarla fácilmente, ¿sabes? Dile a tu novia que con tu parte del dinero que ganemos cuando nos hagamos con el campeonato la invitarás a la mejor cita de su vida. ¿Qué te parece?

Josh pareció meditarlo.

—Puedo invitar primero a Lynn a Lactolandia y hacer que gane para mí una de esas tontas vacas de peluche del stand de tiro. Ya se acerca mi tercer mes de aniversario de salir con Sandy y ella siempre ha querido una, pero nunca he conseguido ganarla.

—Y con la puntería que tienes... —Uno de los chicos se rió.

El que le dio la sugerencia asintió.

—¿Lo ves? Eso servirá para tranquilizarla. Además, Lynn te tendrá aún más confianza. Una vez que entienda cómo son realmente las cosas contigo, podremos convencerla de que siga con nosotros y que incluso también apueste, así ella también se llevará una tajada de las ganancias, por supuesto y sólo en el caso de que se desanime en serio cuando se entere de que en realidad no estás disponible.

El muchacho tembló.

—De acuerdo, pero esa parte les tocará a ustedes decírsela. Suficiente riesgo corro de que antes ella se dé cuenta de todo y pierda el control.

Uno de sus amigos asintió comprensivo.

—Te comprendo. Esa chica es un verdadero demonio. Se entiende por qué todos los chicos en la escuela le tienen miedo.

—¿Será sólo por eso que no sale con nadie? —agregó otro de los chicos—. Creí que era por la forma en que actúa o, ya saben su aspecto, luce más como un chico que una chica.

—Ahora que lo mencionas, es cierto. Si no fuera por su cola de caballo se parecería mucho a un compañero que tuve en la primaria.

Lynn se sintió herida por esas palabras. ¿De verdad se parecía tanto a un chico? Con furia, pensó en ir a darles una paliza cuando escuchó a Josh intervenir.

—Vamos, no sean así con ella. Aunque no lo parezca, Lynn tiene puntos a su favor.

—¿En serio? —uno de ellos le preguntó con sarcasmo— ¿Cómo cuáles? Ser una loca violenta para las luchas no cuenta.

—¿Es eructar muy fuerte cada vez que termina de comer o beber gaseosa? —Agregó el otro.

—¿Tirarse gases tóxicos?

—¿Carecer de encantos femeninos? —Lo dijo afeminando la voz y tocándose el pecho con una mano y el trasero con la otra.

—¡Ya cállense! —Josh les exigió a ambos—. Sé que tiene una montaña de defectos, pero de lo bueno tiene es...

Josh permaneció en silencio, esforzándose por encontrar algo bueno que decir sobre la chica a la que sintió un tanto injusto que tanto la atacaran. Tanto sus amigos como ella debajo de las gradas se estaban impacientando a que ya dijese algo.

—¿Qué? —uno de ellos lo presionó para que terminara la oración.

—Es... ¡Es una excelente deportista y una gran competidora! Esos son sus atributos, y si no fuera por eso, no estaríamos haciendo todo esto para poder ganar en los siguientes encuentros que tendremos.

Los otros dos se miraron entre sí y se encogieron de hombros.

—Sí, eso es cierto. Supongo que es lo único bueno que tiene si hasta tú sólo puedes decir eso de ella.

"¿Eso es lo único bueno que pueden decir de mí?" Por supuesto que Lynn se enorgullecía de todos aquellos atributos en cualquier cancha, campo de juego o competición... ¿pero realmente eso era todo lo que era? ¿En serio eso era lo único que los chicos podían ver en ella cuando no la bombardeaban con porquerías como las que acababan de decirle?

La sensación que sintió en su pecho sólo podría describirla como diez veces peor a la que le produjo el maltrato que sufrió cuando entró a la secundaria durante sus primeros días.

Los chicos se distrajeron brevemente cuando escucharon la puerta del pasillo bajo las gradas cerrarse, pero al asomarse no encontraron a nadie.

Más tarde a la salida, Josh esperaría a Lynn por media hora, antes de enterarse por una de sus amigas que ya se había marchado a su casa apenas el timbre de la salida sonó dejándolo plantado. A pesar de que trató de comunicarse con ella por medio del celular, Lynn nunca le contestó las llamadas o respondió sus mensajes.

Fue al día siguiente cuando consiguió la oportunidad para hablar con ella. Cuando le preguntara el por qué parecía estar evadiéndolo, ella le respondería, y... vaya forma en que lo haría.

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Pensando que "peor era nada", Lynn en su celular terminó por escribirle su respuesta a Roy y se la envió. En ese momento, se dijo a sí misma que la diferencia entre Josh y Roy era que, al menos Roy desde el principio se mostraba más sincero en ella tal cual era, sin disimulos ni engaños malintencionados, aunque tampoco era ciega como para no darse cuenta que el chico raro al que nadie tomaba en cuenta del salón sólo se aferraba a ella por la oportunidad que le dio de conocerlo cuando trató de olvidarse de Roy buscando tomar la iniciativa con la única persona que no parecía huir de ella o hacerle gestos de desagrado como los otros, más que por un interés auténtico.

Con pesar se le ocurrió que la única persona que verdaderamente parecía ver más en ella de lo que los demás lo hacían era, por supuesto, se trataba de alguien en particular que no podría tener para sí misma como ella lo deseaba.

—Además, al menos Roy sigue buscándome. Debo de concederle que es perseverante por ser lo único que tiene.

A lo lejos, miró a Josh con su novia. Cuando el muchacho la notó, con miedo desvió la mirada para evitarla. Parecía que su cara se había recuperado por completo.

Suspirando, Lynn se marchó.

Deambularía por el vecindario con su mochila a la espalda y su balón de fútbol bajo el brazo, cuando por el camino se detuvo frente a un viejo local abandonado cuya demolición estaba programada para dentro de un par de semanas.

Pasó por debajo de las cintas de restricción y como hacía últimamente para sacar algo del estrés que cada día sentía iba en aumento, se puso a patear el balón contra una pared usando todas sus fuerzas.

El balón era resistente, pero la pared no tanto. Lynn podía entender por qué demolerían ese sitio al mirar impresionada las partes que se resquebrajaban ante el impacto de la pelota al chocar contra el muro.

—¡Estúpido Roy! —Murmuró con los dientes apretados dándole una buena patada al balón contra la pared.

—¡Estúpido Joshua! —Gruñó más abiertamente cuando el balón rebotó y regresó sólo para patearlo de vuelta.

—¡Estúpido Lincoln! —La siguiente patada que propinó no la dio con tanta fuerza como las anteriores, pero la pared igualmente pareció resentirlo ante el severo castigo.

—¡Estúpida Les...!

Quizás debido al coraje, erró la trayectoria y el balón entró limpiamente por el hueco donde antes estaba una ventana. Lynn entonces escuchó el golpe y el quejido de alguien debido al impacto tras recibirlo.

—¡Hey! ¿De quién es esto?

Si Lynn no echó a correr, fue porque quería recuperar su balón, así que se acercó al marco de la entrada sin puerta, preparada en el caso de que se tratara de un vagabundo con mal carácter, sospechando algo tarde sobre la posibilidad de que podría estar armado con algo.

Antes de siquiera asomarse, por la entrada se había asomado un muchacho que Lynn calculó tendría su edad. Como todos los chicos de quince, era una cabeza más alto que ella, con un aspecto desarreglado al llevar la camisa desfajada y el oscuro cabello despeinado. Tenía la pinta de alguien que acabara de salir de una pelea, tal vez victorioso, pues no parecía lastimado. Sus rasgos le recordaron un poco a los de Bobby Santiago, por supuesto si este fuera más joven y tuviera los hombros un poco más anchos.

—¿Esto es tuyo? —Preguntó con cierto sarcasmo, aunque no parecía molesto, sino divertido a pesar de estarse sobando un lado de la cabeza con la mano libre, donde seguramente había recibido el golpe.

—Sí... Lo siento. No creí que hubiese alguien.

En realidad y si lo pensaba bien, se supone que no debería de haber nadie, por lo que de hecho no era del todo responsable por lo sucedido. ¿Quién lo mandaba a meterse en esa clase de lugares? De pronto temió que no se tratara del vencedor de una pelea escolar, sino de alguno de esos chicos que suelen buscar sitios apartados para beber alcohol o drogarse lejos de cualquier mirada indiscreta.

—Lo mismo digo —respondió crujiendo su cuello moviendo la cabeza de lado a lado con aire desorientado—. Vaya fuerza que tienes, niña. Seguro que todos en la escuela se lo deben de pensar más de dos veces antes de meterse contigo.

Lynn comprendió por qué su cara no la reconocía de ningún lado, claramente ese muchacho no iba a la misma escuela que ella.

—Claro que no lo hacen —"al menos ya no", pensó recordando desagradables memorias—. Tienes ante ti a la estrella deportiva número uno de la secundaria de Royal Woods, Lynn Loud.

Más que presumir, esperaba amedrentarlo en el caso de que intentase cobrarse lo del balonazo a la mala, pero el chico se limitó a asentir sonriendo con los ojos muy abiertos.

—No me sorprende. Si hubieras pateado más fuerte, seguro me habrías arrancado la cabeza como hubiese sucedido con el tal Lester, Roy o el otro de estar en mi lugar.

Al inicio ella no comprendió quién era el tal Lester o el otro, o cómo supo lo de Roy, cuando cayó en cuenta que seguramente la había escuchado quejarse antes de que le arrojara el balón.

—Sigo sin saber qué haces aquí. —Lynn le refunfuñó.

—¿Por qué no me lo dices tú primero?

—Ese no es tu asunto.

—Y ahí tienes mi respuesta.

La adolescente rodó los ojos concediéndole esa. En todo caso y pese a su aspecto, el chico no le pareció peligroso o con malas intenciones, incluso si las tuviera, al menos de vista le parecía del tipo que podría dominar sin problemas. Llevando el balón bajo el brazo, el chico la pasó de largo para posicionarse donde antes ella se encontraba. Lynn estaba por pedírselo de vuelta, cuando él comenzó a rebotarlo pateándolo contra la pared ante la consternación de su propietaria.

—¡Vaya! Supongo que esto sirve mucho para aliviar el estrés. Gracias por la idea, niña.

—Sí, de nada —le contestó de mal modo no agradándole la confianza que le estaba tomando—. Puedes hacerlo cuando quieras con tu propio balón. ¿Me regresas ya el mío?

El chico le pegó una patada con el empeine del pie, de manera que el balón rebotó hacia Lynn, que por inercia lo pateó de regreso a la pared, siendo el chico el que lo recuperaría para de forma intencionada repetir lo anterior para que volviese a Lynn tras rebotar.

—Discutí con mi hermano —el chico soltó de pronto—. Ambos tenemos algo en mente, pero cada uno quiere hacer las cosas a su manera y no conseguimos ponernos de acuerdo en lo que queremos.

Lynn no esperaba que el desconocido se abriera de esa manera. No supo qué decirle. Su hermano era el que sabía dar buenos consejos, no ella. Si Lincoln estuviera aquí, tal vez...

—Sí, bueno. ¿Pero quieren cosas distintas?

El muchacho recibió el balón en el siguiente rebote cuando Lynn se lo pasó. Él negó con un gesto antes de devolvérselo al golpearlo de nuevo contra la pared.

—Queremos lo mismo, es la forma de obtenerlo en lo que chocamos.

—Sí, puedo entender el sentimiento. Tú eres un hombre de acción, pero tu hermano quiere trazar un plan para alcanzar el objetivo. ¿No es así?

El chico desvió la mirada del balón para verla con una sonrisa apenada.

—Algo así, aunque en este caso se podría decir que por el contrario, es mi hermano el que es más directo, mientras que soy yo el que busca hacer las cosas con calma y tras pensarlo mejor.

—No importa si al final buscan el mismo fin los dos. Eso no es un verdadero problema —gruñó molesta, imaginando que lo que el chico se traía con su hermano era una tontería—. Sólo basta con que coordinen sus ideas sin perder la dirección a la que van.

El muchacho suspiró ante lo fácil que esa chica parecía tratar su dilema.

—No creo que puedas hacerte una idea de la cantidad de problemas que en muchas ocasiones me he metido en su culpa.

—Un chico problemático —Lynn sonrió pensando que hubiese sido más divertido encontrarse con este—, pues si te las das de tan listo, bien podrías dejar de hacerle caso o convencerlo de que te haga caso a ti.

Una media sonrisa asomó por la cara del muchacho.

—¿Y qué hay de tí? —le preguntó a Lynn desviando el tema—. ¿Es que esos chicos te están dificultando la vida por algo que quieres?

Lynn torció el gesto y continuó pateando el balón junto a su inesperado compañero.

—Es... complicado. Lo que yo quiero no es lo mismo que mi... lo que el otro quiere. Él... —suspiró apenas deteniéndose a pensar por qué estaba soltándose la lengua— él quiere a alguien más, así que estoy con alguien que... creo que me quiere, pero definitivamente yo no lo quiero.

El muchacho asintió, imaginando que el problema de la chica no era familiar, sino un asunto de chicos.

—Entiendo. Andas con alguien no por gusto, sino solo porque el chico que de verdad te gusta ya tiene novia.

—¡No! —perdió la concentración por lo que el chico tuvo que tomar su turno con el balón cuando a ella se le escapó sintiéndose escandalizada— No... ¡no es eso! Bueno... si es alguien a quien quiero mucho, pero no... pero... pero sí, está con alguien. ¡Pero no es su novia! Sólo es su amiga, aunque... supongo que le gusta.

El muchacho enarcó una ceja.

—¿Y ella a él?

—No lo sé. Supongo que sí.

—¿Pero no son algo?

—No todavía, aunque muchos creen que sólo es cuestión de tiempo para que eso cambie.

—Entonces no entiendo por qué estás perdiendo el tiempo aquí lamentándote de esto. Si no están comprometidos aún, y si yo fuera tú, me metería en medio de ambos para buscar una oportunidad para mí antes de que el tiempo se me acabe y la otra persona lo consiga.

Cuando Lynn recibió el balón, en lugar de patearlo lo detuvo bajo su pie. Consternada comenzó a enrojecer al imaginarse haciendo una barbaridad así.

—Eso es... imposible. Además, técnicamente —gimió con fastidio— yo ya estoy con alguien.

—Entiendo. Por eso se te nota tanto lo feliz que eres con ese alguien —bufó sarcástico—. ¿Por qué es imposible el otro?

—Ya te lo dije, es complicado —pensando que había hablado de más, desvió el tema—. ¿Y qué es lo que tu hermano y tú quieren?

Al igual que ella en un inicio, se relamió los labios sintiéndose incómodo.

—También es complicado.

—¿Es ilegal?

Con temor ella lo notó meditativo al respecto.

—Tal vez éticamente y moralmente cuestionable, pero... no. No es nada ilegal.

—Pues solo háganlo y ya y solo piensen más en lo que conseguirán en lugar de estarse peleando, que así no llegarán a ningún lado.

El chico sonrió, pensando una vez más, al igual que Lynn ya lo hacía, sobre lo fácil que era dar un consejo a un problema con una solución por demás evidente, siendo lo difícil el animarse a seguirlo.

Considerando que ya era algo tarde, los chicos salieron juntos de la construcción. Comportándose como todo un caballero, el muchacho tomó galantemente su mano para ayudarla a salir de entre las cintas de restricción de una manera en que Lynn supuso que Lola apreciaría más; por su lado a ella simplemente le pareció algo absurdo.

—Fue una conversación enriquecedora, mi estimada señorita.

—¿Así es como consigues chicas? —igualmente le sonrió, aunque no tanto con burla, sino muy a su pesar, un tanto halagada—. Lo siento, eres demasiado cursi para mí.

—Se hace el intento, mi estimada seño...

—¡Vuelve a llamar así y te patearé el trasero! Sólo llámame Lynn y ya.

El adolescente sonrió con lo que pensó era su sonrisa más seductora, consciente de todas maneras que la chica frente a él era un hueso demasiado duro para siquiera tratar de roer, pero el intentarlo le resultó de cualquier forma divertido.

—Está bien, Lynn. Tú puedes llamarme Jhon... y ya.

El chico se dio la vuelta volviéndose unos segundos sólo para mirarla por última vez y dedicarle una última sonrisa. En respuesta Lynn se echó a reír.

Admitiría para sí misma conforme se marchaba, que todo eso le había resultado divertido, además de mucho más efectivo para desestresarse.

—Que tarado es para conquistar... incluso olvidó pedirme mi número.

Aunque anticuado, le había caído bien el tal Jhon. Esperaba que sea lo que él y su hermano buscaban, tuvieran mayor éxito que ella en su intento de renunciar a lo que sabía nunca podría conseguir.

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Tras colgar el teléfono, Andrea se frotó la cabeza apoyando los codos contra su escritorio sintiendo la presión por lo que acababa de discutir con el director del orfanato, no sólo en relación al muy reducido presupuesto que únicamente le proporcionarían para este mes, sino a la inesperada solicitud de adopción que surgió. Sólo esperaba que le enviaran los documentos de los solicitantes para revisarlos minuciosamente. Aunque para ese momento ya estaba harta del tema y no tenía ganas de tocarlo durante su tiempo libre. Era preferible volver su atención hacia los chicos tratando de no pensar en el hecho de que si las cosas se daban, perdería a una personita muy importante para ella. Se sintió como un monstruo por desear que el asunto no llegara a darse, pero como la profesional que era, por el contrario y muy a su pesar, tendría que incentivar el proceso.

Tocaron a la puerta principal y cuando fue al recibidor para atender. Brian con un sobre muy grande en la mano tras despedirse del mensajero se volvió hacia ella.

—Vinieron a dejar algo, señorita Hepburn.

Había alcanzado a distinguir al sujeto, no lo reconocía como el cartero habitual y receló un poco. La mujer le agradeció al chico la atención y tomó el sobre que le entregó. Brian se marchó al comedor para continuar haciendo su tarea en la mesa junto a Heidi, mientras el resto de los chicos estaban por ahí pasando el tiempo.

Regresó a su oficina situada a un lado de su habitación imaginando que aquello se trataba de una parte de la documentación en físico que el director le notificó recibiría pronto. Eso había sido demasiado rápido. Frente a su escritorio abrió el sobre encontrando una carta escrita a mano junto a una carpeta de plástico que la desconcertó al ver de lo que se trataba, e hizo que su atención fuese inmediatamente hacia el papel.

Lesly recorrió el pasillo tanteando la pared hasta dar con la puerta abierta de la directora, misma que igualmente tocó por educación.

—Puedes entrar, Lesly.

—Señorita Hepburn, quería preguntarle si ya sabe qué es lo que haremos mañana. ¿El director Steven le dijo algo?

Ella suspiró sin apartar la vista de la carta con mucha sorpresa y desconcierto. Entre las cosas verdaderamente importantes y delicadas que habían atendido por teléfono, también llegó a preguntarle eso para terminar por confirmar lo que desde el lunes ya se imaginaba.

—Hubo algunos gastos y ajustes inesperados que surgieron en el orfanato, por lo que continuaremos sin ninguna actividad programada.

La jovencita albina suspiró.

—Parece que será un fin de semana muy aburrido.

No es que no hubiese nada en particular que hacer el domingo por lo menos para ella, a diferencia del resto de los niños que quedarían bajo el cuidado de Amanda. Aún lamentaba que no pudiese recibir el domingo la visita de Lincoln por su compromiso. Ese ya sería el tercer sábado sin que salieran a algún lugar en particular que no fuese el parque, no es que la pasaran mal ahí, pero las visitas de los Loud habían convertido los domingos en una actividad recreativa bastante divertida para la mayoría, además por supuesto para ella por poder pasar el tiempo con Lincoln.

—No tan aburrido, Lesly —le respondió con una sonrisa alegremente tras terminar de leer la carta y examinar la carpeta—. Mañana saldremos a comer todos fuera.

—¿Un picnic?

—No. Un restaurante.

Esto la sorprendió. Salvo cuando era una ocasión muy especial como el cumpleaños de uno de los chicos, no solían ir a comer algo afuera que no hubiesen preparado ellos mismos con anticipación en la casa hogar. Era consciente que había gastos que tenían que cuidar.

—¿Por qué?

—¿No te parece la idea?

—Por supuesto que sí, sólo que no recuerdo que haya alguna ocasión especial para que salgamos.

La mujer sonrió pensando que entre tantos problemas, una imprevista ocasión especial había surgido precisamente en ese momento, pero siguiendo las instrucciones que le pedían en esa carta, no se le contaría para no arruinarle la sorpresa, y vaya que estaba segura que Lesly se sorprendería bastante, seguramente más de lo que ella misma se sintió.

—No pienses mucho en ello. Sólo quiero sacarlos un poco de la rutina por mi cuenta.

—¿Y podemos permitirnoslo?

Andrea entendía a qué se refería. Bien, tal vez no sería por su cuenta precisamente. Dio un breve vistazo otra vez a las credenciales.

—Por supuesto, podemos. No tienes que preocuparte por nada, Lesly. Sólo de divertirte cuando salgamos todos mañana.

La chica sonrió entusiasta preguntándose qué clase de restaurante sería al que irían. No estaba muy familiarizada con estos, pero de las muy pocas veces en que había comido en uno se la había pasado bastante bien percibiendo los agradables cambios del sabor de los platillos a lo que habitualmente comía.

—Gracias, señorita Hepburn. Les avisaré a los chicos, ¿puedo?

—Claro, adelante. De todas formas también les daré algunas indicaciones en la cena y llamaré a Amanda para que nos acompañe.

No quería abusar de la amabilidad de la invitación que recibió, pero el número de invitados que le permitían era amplio, y más allá de necesitar su ayuda para cuidar y controlar a todos los chicos al salir, estaba segura que ella no querría perderse lo que sucedería mañana.

Volvió a revisar la carpeta del menú adjunta, preguntándose al mismo tiempo como esas dos pequeñas sabandijas habían conseguido averiguar dónde vivían. ¿Se habrían comunicado al orfanato y George les habría dado la información? No estaba muy convencida de ello debido a la confidencialidad, y el director Steven era muy estricto en ese sentido, además de que algo le hubiese comentado momentos atrás cuando hablaron seriamente respecto a Lesly.

Todos los chicos recibirían la noticia positivamente, así como la misma Amanda más tarde cuando le explicara a más detalle lo que ocurriría el sábado. Sería un día muy interesante.

Una vez más y tras terminar todo aquello, su mente se centró en sus obligaciones e hizo una llamada telefónica muy importante. Tras las debidas presentaciones y el motivo de su llamada, con un nudo en la garganta Andrea finalizaría la llamada diciéndole a la persona que le atendió.

—Si está interesada, el sábado saldremos a comer a un restaurante. Puedo darle la hora y dirección en el caso que quiera... conocerla y tener un primer acercamiento.

Andrea suspiró cuando detectó la emoción de aquella persona asintiendo animada ante la idea.

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De forma tardía además de traerles este capítulo, les deseo a todos un feliz y próspero 2024. Que todos sus propósitos se cumplan y gocen de mucha salud. Saludos.

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