Cap.79

Cuando se despierta, lo único que tiene claro es que está viva, y que sigue odiando los hospitales. Frunce le ceño intentando acostumbrarse a la luz artificial que le da de lleno en la cara. Poco más y necesita una sombrilla para no cocerse bajo esa infernal bombilla. 

Gruñe al intentar mover un poco su cuerpo pero siente como si se le fueran a desgarrar los músculos en cualquier momento. Sobre todo su pie derecho, que le tiene aprisionado en una gran escayola. Eso no se lo quitaría en meses. 

Con gran esfuerzo, se sienta en la cama soltando algún que otro quejido de dolor. Toma una bocanada de aire, después de sentir como sus pulmones se han vaciado de golpe al sentir como sus costillas le han dicho "Quédate quietecita mi arma". ¿Tendrá alguna rota? Bueno la pregunta sería que no tendrá roto, porque siente como sus huesos se van a partir en dos en cualquier momento. 

¿No habrá algo que pueda tomarse?

 
Se fija por primera vez en su habitación. Esta no es blanca, como las otras que ha tenido el placer de visitar. Las paredes son de un azul claro, casi como las de su cuarto en Italia. El mobiliario es escaso, solo hay unas mesillas a los lados de la cama, una de ellas con un gran ramo de flores. Mmm... margaritas, sus favoritas. Un gran sofá está bajo la ventana, la cual se encuentra a su izquierda y que está medio tapada por unas cortinas blancas y simples.

Y en ese gran sofá se encuentra Mark, con la cara apoyada en él reposabrazos y la boca medio abierta. Tiene la banda bajada, casi tapándole los ojos y su respiración es suave y pausada. Está completamente dormido. Crístal sonríe con ternura al verle soltar un suspiro. Se le nota cansado, parece que es la primera vez que duerme en días.  Aprieta los labios, seguro que es por su culpa.

No sabe cuanto lleva hospitalizada, pero viendo las heridas que tiene por el cuerpo, probablemente mucho tiempo. Aunque claro, si por lo menos se acordara de algo podría acercarse más a la fecha. Decir que tiene la mente en blanco, es solo un eufemismo. Crístal ahora mismo tiene un agujero de gusano en su cabeza que no la deja ni pensar. De lo único que está segura es de que la drogaron, y de que la amenazaron con hacerle algo a la pobre Julia. A partir de ahí, todo es una nube negra espesa que la descoloca por completo.

Julia... ¿estaría bien?. La pobre niña no debería de haberse visto envuelta en algo así. La querían a ella, no a la hermana de Axel. Pero Zoolan Rice sabe como tocar en las fibras más sensibles, y sobre todo como hacerla sufrir. Si no hubiera tenido a Julia secuestrada, probablemente el hombre no hubiera conseguido su objetivo o a lo mejor la hubiera matado sin remordimientos. La segunda opción la ve poco probable, no es si estilo. Él es más de torturar y luego acabar la faena. Seguramente eso es lo que hubiera hecho con ella, utilizarla, hacerla sufrir y después matarla y dejarla en alguna fosa o tirada en el bosque. A lo mejor nadie hubiera encontrado su cuerpo jamás. Un escalofrío la recorre el cuerpo. No quiere ni imaginárselo.

Intenta echar la vista atrás, ver algo en esa estúpida mente descontrolada que solo tiene imágenes confusas y borrosas, pero un pinchazo en la cabeza la detiene. <<Su puta madre>> Crístal se deja caer hacia atrás en la cama muerta de dolor. Se tapa los ojos con el brazo e intenta relajarse mientras una aguja atraviesa su cerebro como si fuera un pincho moruno.

 Cuando se le pasa, abre los ojos lentamente y deja caer su cabeza hacia la izquierda. Pone los ojos en blanco. <<Casi me muero por... milésima vez. Soy una abusadora>> Por primera vez, sus ojos recaen en el vasito que hay encima de la mesilla. Alarga el brazo y mira su contenido. Hay dos pastillas rojas tipo cápsula. Las zarandea con una mirada inquisitiva. <<¿Vosotras me quitaríais el dolor? ¿Eh amigas?>> Se encoge de hombros. No deberían de tomarse algo desconocido, pero si está en un hospital, no puede ser malo ¿no?

****

Está claro, les conocen. Lo ha visto en los ojos de esa enfermera que acaba de pasar por su lado y se le ha quedado mirando. Sus sospechan se confirman, dentro de nada les echarían a patadas por abusones. Pero, ¿Qué culpa tienen ellos de que les pase de todo? Ni que lo hicieran aposta. Como si se levantaran cada día y dijeran venga va, ¿qué nos montamos hoy? ¿Un atropello? ¿Un atraco a mano armada? ¿Qué mejor que drogarnos y destruir una ciudad? Bueno, lo del atraco solo quedó en un susto. Jack se asustó porque un hombre le empezó a seguir con un cuchillo. Llegó ha recorrer dos manzanas hasta que el hombre le alcanzó. El señor solo quería devolverle la cartera que se había dejado en la carnicería que él mismo regentaba. El pobre hombre se había olvidado de dejar el cuchillo en la mesa cuando salió corriendo y eso desencadenó el desastre. En fin, todo quedó en un carnicero corriendo detrás de un futbolista con el cuchillo de la carne en una mano y la cartera en la otra.

Su hombro choca contra alguien y los cafés que lleva en la mano se tambalean. Suspira cuando ve que no se le han derramado encima, aunque le suelo no ha corrido tanta suerte. Espectacular, ahora añadirían también que son unos guarros. ¿Quién leches tiene tan poco cuidado? <<Me cago en la puta>> Sus ceño se frunce tanto que sus dos cejas se tocan.

Y no es para menos. Crístal le sonríe como la buena niña drogada que es en estos momentos . Parece que está feliz de verle porque está apunto de saltar encima de él hasta que le cogen unos brazos y la detienen casi al vuelo.

--- ¿Se puedes saber como coño has salido de la habitación?

Shawn se muerde el carrillo intentando no sonreír y mantener la compostura. Más que todo porque con el cabreo que lleva encima Paolo, puede saltarle los dientes de un puñetazo en algún momento y todavía le tiene alta estima a su dentadura. La escena en sí es muy cómica.

Crístal va con una bata de hospital, de esas blancas y azules, que tienen el simbolito de la cruz. Tiene el pelo completamente revuelto, como si fuera un león y va descalza moviendo los deditos sin parar debido al subidón que lleva encima. Las pupilas las tiene dilatadas. Sus ojos vuelven a tener el brillo característico de siempre, aunque lucen cansados, como si llevara una semana sin dormir. Está más pálida que de costumbre y sonríe tanto que se le va a quedar la cara dormida en cualquier momento. Si no fuera por los feos golpes que tiene en brazos, piernas y cara, incluso le haría gracia la situación. Paolo en cambio, está vestido de calle, cosa que vio por primera vez hace dos días, desde que Crístal fue hospitalizada de urgencias. Parece que el haberse ido a casa y haberse duchado le ha revitalizado, porque las ojeras se le han difuminado y su cara de cansancio ha desaparecido. Lleva una camiseta blanca básica, con unos pantalones vaqueros anchos que se le arrugan en los pies, que como no, visten unas zapatillas de fútbol. <<Siempre preparado>> Es un nuevo Paolo en comparación con el que se ha quedado durmiendo apoyado en la camilla de Crístal durante esos días. Como un perro guardián. Y a ver quien era el que se atrevía a decirle que se fuera a casa a descansar. Incluso se había enfrentado ha él más de una vez por querer que descansara como todo ser humano. Para convencerle, le dijo que Crñistal no se iba a mover de la camilla. Aunque ahora ve que estaba equivocado y que Paolo hacía bien en tener sus reservas.  Al final, Nakata tuvo que llevárselo a la fuerza.

--- Shawn, te he echado de menos - dice ignorando que los fuertes brazos de Paolo la rodean la cintura impidiendo que se mueva.

--- Ya veo ya. ¿Cuándo te has despertado?

Cuando él se ha ido a por café, la chica seguía plácidamente dormida en su cama, sin señales de que se fuera a mover de ahí.

--- Ahora mismo - dice muy contenta dando pequeños saltitos de alegría - Mark estaba dormido en el sillón y parecía muy a gusto así que le he dejado ahí - se encoge de hombros - Como me aburría he decidido salir a buscar a alguien, hasta que os he encontrado.

Lo dice como si le hubiera tocado la lotería y eso le pone tan feliz que la sonríe intentado contener las lágrimas. La ha visto tan mal estos días, que verla revitalizada, hace que su corazón se oprima de alegría. Los médicos no sabían que hacer cuando llegaron. Le hicieron análisis de sangre, pero la droga no dejó ningún rastro, así que no pudieron saber que era. Trabajaron a ciegas. Le hicieron pruebas de todo tipo para comprobar que su cerebro no había quedado dañado de forma irreversible y tuvieron que coserla alguna de las heridas que tenía. Por suerte, está bien y, aunque sus órganos y músculos siguen inflamados debido a efectos secundarios, por lo demás parece que no habrá ningún problema. Aunque habría que volver a someterla a más pruebas después de que despertara del coma inducido.

--- ¿Y por qué no has avisado a nadie antes de salir tu sola por ahí? ¿Y si te hubiera pasado algo? - parece que Paolo tiene más cabreo que alegría, pero sigue sujetando su cintura de forma suave.

--- Lo siento - dice soltando una pequeña risa. Se tapa corriendo la boca al darse cuenta de que se le ha escapado y de que Paolo la va a dar una patada de vuelta a la Luna. Se gira con una sonrisa incómoda esperando la cara de perro de su amigo, la cual es más pronunciada que nunca - Lo-lo siento. Es por culpa de esas pastillas. Las rojitas que me han dicho que me iban a curar el dolor - Shawn y Paolo se miran entre sí con cara de pasmados. ¿Qué pastillas? - Y las muy cabronas no me han mentido, porque mira - da un pisotón en el suelo con el pie malo Paolo casi se hace cruces antes de cogerla en brazos como si fuera una niña pequeña - ¿Habéis visto? Como nueva. Pero lo que no me ha dicho es que me iba a poner la cabeza al revés. Así a lo fiú - hace una vuelta de ojos y gira un poco la cabeza centrándose en la cara de Paolo, que sigue sujetándola para que no vuelva a apoyarse en el suelo ni hacer ninguna locura - Tienes unos ojos muy bonitos.

A Paolo por un momento se le olvida todo menos el cumplido que acaba de hacerle la chica. Aun así un sentimiento amargo le sube por la garganta. No puede olvidar su pelea de un día para otro y a pesar de ello, su corazón se salta algún que otro latido al tenerla así con él, a salvo, sin  la incertidumbre de que en cualquier momento su paz se vería amenazada por un perturbado con mucho dinero. 

Crístal no parece notar que el brillo de sus ojos se ha apagado y su mirada se ha vuelto más dura. Le acaricia la mejilla, como hipnotizada. Que suave tiene la cara. Se sorprende porque muchas veces, Paolo se ha dejado crecer la barba por pereza, pero esta vez parece que se ha afeitado a conciencia y le gusta notar su piel sobre la suya.

Una tos hace que los dos salgan de su burbuja personal y se giran para mirar a Shawn que sigue con los cafés en la mano, y el ceño fruncido que se le juntan las dos cejas.

— Podréis buscaros un hotel cuando sepamos que es lo que se ha metido para el cuerpo - pone los ojos en blanco, no puede creer la facilidad con la que se distraen esos dos cuando están juntos - ¿Qué te has tomado exactamente? 

Los dos la miran expectantes, como si ella tuviera las soluciones a todos sus problemas. Se agarra con mayor firmeza a Paolo rodeándole con los brazos el cuello. 

--- Ni idea, estaban sobre la mesilla - le mira con obviedad - Pero cuando salga de aquí pienso llevarme diez cajas. 

Shawn suspira y niega con la cabeza. Cuando aprenderá a ser responsable con ella misma. Coge uno de los cafés que tiene en la mano y se lo bebe de golpe, como si fuera agua. 

Paolo silva entretenido por el comportamiento de su amigo, que no es para menos. Él haría lo mismo, si pudiera, y con algo todavía más fuerte. Siente un pequeño tirón del pelo de su nuca y fulmina con la mirada a la chica, que parece que solo quiere recibir atención. 

--- Para - le ordena sin mirarla, como si le molestara tenerla entre sus brazos - Nos vamos a tu habitación y llamaremos para que nos digan que leches te has tomado. Probablemente te tengan que hacer otro lavado de estómago. 

Shawn vuelve a suspirar y se mete el segundo café de golpe. Paolo le mira con reproche. 

--- Te necesitamos vivo Shawn, no colocado por cafeína. 

--- Déjame darme algún capricho, creo que me lo merezco - dice adelantándose. 

El moreno enarca una ceja. No le culpa, cualquiera se desesperaría con esta situación. Su mirada vuelve a recaer en la chica. Está pálida y unas grandes ojeras surcan el bajo de sus ojos, pero poco a poco se van difuminando, y eso le hace respirar un poco. Le mira como si esperara algo de él. Pero Paolo ya no tiene más que dar. Ahora solo tiene un vacío en su interior que no le deja dormir por las noches y que le pesa por los días. 

--- Paolo, yo... 

--- Vamos, antes de que Mark se despierte y quiera cortarse las venas por no verte en la cama - su voz es tan monótona y sin vida que a Crístal le recorre un escalofrío por el cuerpo. 

Crístal traga saliva y su corazón se rompe un poco más al sentir como Paolo se aleja de ella a pasos agigantados incluso cuando está pegada a él como ahora. Le ha hecho daño, muchísimo y está dispuesta a pagar por todo ello con tal de recuperarle. 

--- ¿Tan mal estamos? - busca su mirada, pero el chico la esquiva con estoicidad.

Paolo deja escapar una risa amarga con ella todavía en brazos. ¿Mal? Es poco para definir su relación ahora mismo. Se siente traicionado, y herido en lo más profundo de su corazón. 

--- Ni te imaginas cuanto, Reina.  

Crístal se muerde el carrillo. Solo le llama así cuando está enfadado, decepcionado o nervioso y sabe que ahora es una mezcla de todas ellas juntas. No va a quitarse la culpa de lo que hizo, ni tampoco puede borrarlo. Encontraría la forma de que la perdonara, y volvieran a estar como antes. 

Sí, seguro que todo volvería a ser como en Italia. Pero algo en su interior le dice que la batalla está perdida incluso antes de librarla. 

Se permite esconder la cara en sus manos intentando controlar las ganas de llorar. Respira profundamente queriendo calmar su ansiedad. No puede perder la esperanza. Ella es una luchadora nata, y no se puede rendir cuando nunca lo ha hecho antes. No cuando la persona más importante de su vida está apunto de coger la puerta trasera para no volver más. 

***

Su vida siempre ha sido una montaña rusa de subidas y bajadas. Un día estaba arriba, tocando las nubes y las estrellas, y al otro estaba rebozándose en el lodo, intentando limpiarse la mierda que tenía encima. Su única etapa más estable de su vida fue Italia. Ese país maravilloso, lleno de vegetación y gastronomía exquisita la había acogido con los brazos abiertos, y ella no podría estar más agradecida por ello. Ese lugar fue su remanso de paz durante todo un año en el que pudo resarcirse de sus demonios y aceptar que los fantasmas del pasado no dejarían de acosarla por mucho que ella lo intentara. Siempre la perseguirían, sin importar lo que hiciera ni intentara. Pero había aprendido a vivir con ellos, intentando ignorarlos a pesar de sus insistencias por dejarla con las defensas por los suelos. 

Después de un año, con su vuelta a Japón, su montaña rusa volvió a bajar. Volver a su ciudad de la infancia solo había provocado que su estabilidad emocional se balanceara en una cuerda floja apunto de romperse. Aun así consiguió sostenerse como pudo, pero su montaña seguía bajando en picado. Hasta que llego la estabilidad justo cuando estuvo apunto de volver a tocar el suelo. Shawn descubrió su secreto, Byron volvió a su vida y se reencontró con los grandes amigos que había conocido gracias a la selección Italiana. Y con él, con Paolo. 

Y el recorrido se mantuvo durante ese tiempo entre pequeñas subidas y bajadas sin importancia. 

Hasta que cogió por primera vez a Zoolan Rice. En ese momento su vagón cogió velocidad para subir vertiginosamente hasta la cima. Como esa montaña rusa tan rápida que se encontraba en uno de los parques de atracciones de España, la Red Force. Se sintió plena en esos momentos, sintiendo como su estómago se encogía de felicidad y el aire le purificaba la cara. 

Pero como bien es sabido, las subidas más altas, tienen las caídas más duras y terroríficas. 

Esta vez juró verle los cuernos al diablo. 

El foco se enciende, y Cristal parpadea molesta pro la repentina luz. El detective Smith le dirige una mirada de disculpa y lo baja un poco para que no le dé directamente en los ojos. Otro policía recoloca la cámara y el pilotito rojo se enciende, dando la señal de que ha empezado a grabar. 

--- Crístal, se que esto va a ser duro y que lo has pasado muy mal, pero tenemos que hacer esto. ¿Lo sabes verdad?

Crístal asiente con la mirada. Todos se han reunido alrededor de ella. Mark y Jude están sentados en unas sillas que han traído para estar más cómodos. A la izquierda de su cama, apoyados en la pared, están Shawn y Axel, que la miran expectantes, esperando escuchar la historia completa. En el sillón, sus padres se cogen las manos intentando animarse el uno al otro mediante ese gesto. Su hermano y Paolo están de pie, al lado de la ventana. Nakata la mira con ternura, sabiendo que está siendo todo muy duro para ella, en cambio Paolo, mira por la ventana intentando no hacer contacto visual con Crístal. Byron está también porque es alguien clave para esclarecer alguna que otra cosilla, como el por qué Lucia Rice internó hace una semana en el hospital grave por la paliza que le había propinado al chica en los vestuarios del estadio. También ha visto la cabellera de Nelly asomar más de una vez por la puerta. Lo demás son policías y médicos de confianza que esperan sacar algo en claro de esa rocambolesca historia. 

Parece que todos tienen curiosidad por saber más y más sobre el caso, y ella cada vez tiene menos y menos ganas de contarlo. Aun así saca fuerzas de donde no las hay, como siempre ha hecho.

--- ¿Por dónde quiere que empiece, detective? 

--- Por el principio Crístal, desde hace dos años hasta ahora - abre la libreta y apunta algo en ella. 

Crístal se recoloca un poco, intentando averiguar que pone en su libreta, pero le es imposible saberlo. Ha perdido vista, efecto secundario de la droga que le inyectaron, además, el hombre la guarda receloso ante la vista de cualquiera que no lleve placa y vista de uniforme.

Suspira y se acomoda entre los cojines. 

--- Bien, empezaré por el principio. Mis padres murieron cuando yo tenía cinco años, en Japón.

Y empezó a contar su historia de principio a fin. 

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Son las dos de la mañana y no me quiero alargar mucho con el aviso porque me muero del sueño. Espero que hayáis tenido una semana genial. Quería acabar este capítulo ya porque no quiero seguir alargando más la historia. Quiero terminarla y centrarme n otros proyectos que tengo en mente. Me da pena, pero esto está apunto de llegar a su fin y creo que es lo mejor para mi y para la historia. Os deseo una feliz semana, que os vaya todo genial y que lo disfrutéis a tope. Un besazo muy grande y gracias por todo. Os quiero. 




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