Cap.74
Cuando pierdes a alguien, sientes como un vacío en tu interior crece poco a poco con el paso de los días. Sientes que tu vida se escapa de tu cuerpo sin poder hacer nada. Te conviertes en un muerto en vida. Paolo siente que está muerto incluso antes de saber que Crístal ha desaparecido. El vacío dentro de su corazón sucedió dos días atrás, después de saber que el corazón de la chica que más ama no le pertenece. El vacío dentro de su alma ha sucedido ahora, después de enterarse de que la chica ha desaparecido. Pero nada de eso le importa en absoluto como el saber que Crístal se ha ido creyendo que él la odia cuando no es verdad. Porque Paolo la ama y esa es una verdad absoluta. No pensó nunca que encontraría el amor en una japonesa más rota por dentro que por fuera. Fue como un flechazo, como una señal del destino de que ella era la persona que le haría vibrar con sus sonrisas.
Se enamoró desde el primero momento que la vio, el día en el que la salvó del rubio de pelo largo con aires de Dios. Recuerda esa noche como si fuera ayer.
Nakata había decidido que irse a Japón a ver el monte Fuji él solo iba a ser la mejor idea que había tenido hasta ahora. Spoiler: no fue así. Al moreno no se le ocurrió cosa mejor que ponerse a saltar las piedras de un riachuelo pensado que no iba a pasarle nada de nada. Spoiler número dos: no fue así. El chico acabó con un tobillo fracturado y una hinchazón de caballo que se podía ver desde Italia. En cuanto se enteró de lo que le había pasado a su amigo, decidió volar al país y traerle de vuelta ahora fuera esposado a él y con cinta aislante en la boca. Por suerte no hizo falta, el moreno no abrió la boca nada más para decir: "Ve tras ella".
El día en el que Crístal fue secuestrada él estaba con Nakata en el hospital. Sus habitaciones estaban pegadas unas a otras, podían escuchar incluso hasta cuando la morena respiraba. Se había enterado de todo lo que la había pasado, sobre todo de su pelea con quien suponía que sería su novio. Recuerda que pensó que el chico era un gilipollas. Su opinión no ha cambiado en absoluto. Pero lo que más les alarmó a los dos muchachos fue la intrusión de ese chico a su habitación. No sabían en que estaba metida la chica, pero no les gustó ni un pelo la conversación que mantuvieron. Los dos chicos se miraron sin saber muy bien como reaccionar. Parecía que era un asunto serio, tanto como para ponerlos a los dos en guardia. Nakata le miró y le señaló con los ojos la puerta.
--- Paolo, eres un tío italiano y no puedes dejar sola a una damisela en apuros. Ve tras ella.
Casi se río ante su comentario de no ser porque la cosa no estaba como para reírse. Corrió detrás de la limusina durante menos de diez minutos, y su piernas se lo agradecieron demasiado a la limusina. No estaba preparado para seguirle el paso a un coche. Se quedó entre los arbustos, mirando desde una de las pequeñas ventanas del misterioso sitio a laque la habían llevado. lo que vio allí le horrorizó por completo. No podía creer lo que sus ojos estaban contemplando. Estaban utilizando a la chica como si fuera un palo de entrenamiento. Casi soltó un grito cunado vio como sus rodillas fallaban y caía la suelo a plomo, pero ella se levantó sin perder la dignidad en ello. Le pareció formidable. Fue cuando vio que no resistiría un golpe más cuando se preparó para hacer lo que mejor se le daba. Dar balonazos. Cuando la tuvo en sus brazos inconsciente, su ojos no se pudieron despegar de ella. Incluso casi se calló por mirarla de más mientras corría para salir pitando de allí. Cuando sus ojos se encontraron por primera vez, su corazón empezó a latir con fuerza. Nunca le habían impresionado nunca unos ojos como lo habían hecho los de ella. Eran como esmeraldas. Brillaban llenos de vida a pesar de haber sido una utilizada como una marioneta. Supo que ese día calló un poco en sus redes. Le costó mucho dejarla allí, horrores, pero aun así lo hizo, porque no podía quedarse por más tiempo. Aún así la prometió que la volvería a ver.
Esa promesa se cumplió meses después. Nunca llegó a imaginar que volvería a verla... en ese estado. Sus ojos ya no brillaban, ahora lucían apagados, sin vida. Su cuerpo se sentían muy pesado como si ella misma no pudiera sostenerse. Estaba pálida, con los pelos enmarañados y con ropas tan holgadas que no podía apreciar la forma de su cuerpo. La alegría de volver a verla se esfumó por completo y el ácido de su bilis subió a su garganta. Atrás había quedado la chica llena de vida que ganó el torneo de Fútbol Frontier. Ahora sólo era un cascarón sin nada dentro. Ese mismo día que se reencontró con ella, se prometió a sí mismo que la cuidaría aunque su vida se fuera en ello.
Durante ese año, su relación fue una montaña rusa. A veces estaban en lo más alto y después bajaban al subsuelo en picado y sin frenos, pero su corazón no pudo más que enamorarse de ella.
Casi se siente tonto por pensar que ella también había llegado a sentir lo mismo que él.
Se pasa las manos por el pelo y deja salir un suspiro. Shawn se da la vuelta para mirarle. Son los únicos que quedan en la concentración ahora mismo, los demás están repartidos por la isla intentando encontrar a Crístal. El peligris se sienta a su lado y pasa su brazo por los hombros de su amigo. Sabe que está pasándolo mal, que su día ha sido muy duro. Primero su derrota, luego la desaparición de la morena... Todo en un lapso de menos de tres horas.
— Tranquilo Paolo, estará bien, te lo prometo.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro?
Shawn se calla y mira a sus pies descalzos. No lo sabe, pero es lo que se suele decir en este tipo de situaciones ¿no?
— Ya... - dice Paolo ante su silencio - no intentes hacerme sentir bien, no lo necesito.
Shawn levanta una ceja increpando a su amigo. En lo poco que le conocía nunca le había visto así. Siente como si fuera un muñeco sin sentimientos, ni si quiera le ha visto llorar ni reír, ni hacer un solo puchero. Ha mantenido su cara seria desde que han llegado a la casa.
--- Como quieras - se encoge de hombros y mira hacia la pared - pero si te crees que quedándote así vas a conseguir solucionar algo, vas mal.
Paolo se muerde el carrillo. No necesita que le diga nada, porque él mismo lo sabe, pero su cuerpo es incapaz de moverse de la cama. Como si en ese lugar nada pudiera hacerle daño. Se había negado a buscarla en cuanto se enteró de que su amiga había interpuesto a Jude y a Axel antes que a él. ¿Por qué se había olvidado tan rápido de él? Paolo cree tener la respuesta a su pregunta, pero es demasiado dolorosa como para reconocerla en alto. Para Crístal, él no había sido más que una persona transitiva, de esas con las que pasas una parte de tu vida y luego se desvanecen cuando dejas de necesitarlas o buscarlas. Lo que Poalo quiere expresar es que se siente usado, si no no entendía nada sobre esa famosa frase tan importante. Suelta un suspiro sonoro. Cómo cambian las cosas. Un día piensas que eres el hombre más afortunado por tener a una persona especial al lado y al otro, sientes que esa persona nunca ha formado parte de tu vida.
--- Realmente no sé que estas pensando Paolo, pero estoy seguro de que todo eso que te has metido tu solo en la cabeza, no es real.
Sus ojos brillaron de rabia al escuchar las palabras de Shawn. ¿Qué se había imaginado? ¿Ese beso que la mismísima Crístal había admitido? ¿O esa frase en la que pedía a los chicos que más daño le han hecho que fueran a rescatarla? Sin decir tiene que sabe que Crístal nunca ha podido olvidar el amor que siente por Axel.
Axel... ¿Qué tendría el rubio que él no tiene? ¿Debía de ponerse el pelo en punta para poder ganarse también parte del corazón de la chica? ¿Debía acaso tratarla como si fuera escoria para poder atraer un poco de su atención? Su mente está tan colapsada que incluso los recuerdos que tiene con ella se han comenzado a distorsionar. Sus dientes rechinan al ser apretados con tanta fuerza y coge las sábanas y las arruga con sus puños. La odia, la odia, la odia... La odia por haber desaparecido y hacerle sufrir tanto. La odia por no ser lo suficiente bueno para ella.
La puerta se abre y su cuerpo pierde toda tensión. Reconocería a ese chico hasta con el pelo verde. Lleva tiempo rezando por no encontrarse con él de frente porque se había prometido a él mismo que si le llegaba a ver le rompería la cara por lo que la hizo. Ahora tiene la oportunidad delante de sus narices pero sus músculos no parecen querer reaccionar. Byron mira a los dos intermitentemente y enarca una ceja.
--- No pensé que seríais vosotros los que os quedaríais esperando a ver si volviera - dice el chico incrédulo.
De verdad pensó que serían ellos los que estarían en cabeza revolviendo cielo y tierra para encontrarla.
--- Pues ya ves - dice Shawn encogiéndose de hombros.
Un silencio incómodo se hace en la habitación. La tensión se puede cortar con un cuchillo. Byron mira al ojiazul. Crístal le había dicho más de una vez que le evitara porque Paolo la había prometido que le dejaría sin unos cuantos dientes como mucho. Está seguro de que en cualquier otra situación ya le tendría encima recordándole el daño que le hizo aquella vez, pero ahora siente como si el chico no estuviera en la misma habitación con ellos. No se le pasa el detalle de que tiene los nudillos blancos de lo fuerte que está apretando la tela. Byron se aparta el pelo con la mano y mira la habitación. Esa es la de la Crístal. Puede sentir su aroma en el aire. Inspira hondo. Está muy preocupado con ella, y no le apetece perder el tiempo allí, pero una vez le hizo una promesa, y va a cumplirla.
--- ¿Cómo va la cosa? - pregunta Shawn que no hace otra cosa que jugar con los dedos encima de su regazo.
--- No se sabe nada de ella. Zoolan Rice escapó ayer mismo, tampoco le han localizado hasta ahora.
--- ¿Crees que estará...? - Shawn deja la frase en el aire.
Un escalofrío recorre a Paolo de arriba a abajo. No, no puede estar muerta, ¿verdad? Él hubiera sentido algo así. Sus manos pierden fuerza a medida que esa idea toma forma en su cabeza. Si estuviera muerta... SI de verdad yo no estuviera aquí...
--- No lo creo Shawn, ella no hubiera decidido irse si no estuviera entre la espada y la pared. Por lo que sabemos ahora el colgante significa que está en peligro y que tenemos que avisar a alguien. Eso a dicho Jude que significaba, algo de cuando eran niños o algo así. Lo que de verdad me asusta es que tiene que ver Axel en todo esto.
Paolo si lo sabe. Le está pidiendo que vaya a buscarla y que la salve cual princesa. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de lo que pasa. Pero tiene que admitir que le ha sorprendido el hecho de que el mensaje para Jude tuviera que ver con una llamada de socorro escondida en una pequeña frase inocente. Crístal siempre ha sido muy lista y se enorgullece de ello a todas horas.
--- No se me ocurre nada. Axel no es santo de devoción de Crístal, es más, creo que estaban peleados de nuevo o algo así - no le había contado nada su amiga, pero podía intuir que las cosas no están bien entre ellos - Pero si Crístal dijo eso, significa que él está metido en todo este embrollo de alguna forma.
¿Peleados? ¡Pero si se han besado! Quiere gritar Paolo, pero solo vuelve a apretar las sabanas con más fuerza si cabe.
Byron asiente y la habitación se vuelve a quedar en silencio. El rubio siente que se ahoga ahí dentro. El aire que se respira es tan denso que sus pulmones piden aire fresco con urgencia. Sabe quién es el culpable. Byron se mete la mano en le bolsillo y mira el sobre. La letra de Crístal es bonita, un poco curvada y a veces difícil de entender. La forma en la que hace los puntitos de las íes le hace sonreír, parece una pequeña espiral. Sus emes parecen ues, pero si te fijas bien, las últimas las hace más redonditas. Siente un poco de envidia el saber que solo existe una carta escrita por ella y que él no es el afortunado remitente. Pero también siente tristeza al saber que puede que esa sea la última que la chica va ha escribir en su vida. No sabe si es correcto darle la carta sin saber si todavía sigue viva, pero algo le dice que tiene que hacerlo ahora. Con un poco de reparo, levanta la vista y extiende el sobre hacia Paolo.
--- Esto es para ti - susurra el chico mirándole - Espero que la cuides bien, es la última cosa que me encargó hacer si ella volvía a desaparecer, pero esta vez para... - se calla antes de terminar - Eres un afortunado.
Paolo mira el sobre con cierto recelo, pero la acaba cogiendo con manos temblorosas. Byron suspira y señala la puerta.
--- Bien, iré a seguir ayudando a los demás - el fastidio a cubierto su voz. Si él mismo recibiera una carta de ella estría tirando cohetes.
--- Nosotros nos quedaremos aquí por si recibimos alguna llamada - Shawn señala a los dos, pero no puede decir que Paolo esté en la habitación ahora mismo.
El rubio asiente, echa una última mirada a los dos y desaparece por el pasillo. Shawn mira de reojo a Paolo y le pone la mano en el hombro.
--- Te dejo un poco de intimidad - le sonríe imperceptiblemente imaginándose lo que tiene que estar pasándole por la cabeza - Voy a preparar algo de comer para los dos, la noche va a ser muy larga y necesitamos tener fuerzas.
Siente que Paolo no le ha escuchado, pero su asentimiento le deja un poco más tranquilo. Cuando sale de la habitación cierra la puerta dándole una última mirada. Paolo se tumba en la cama y extiende los brazos hacia arriba para mirarla bien. Puede reconocer la caligrafía de Crístal y si la huele... Lleva el sobre hasta su nariz y aspira. Una pequeña sonrisa crece en sus labios resecos. Lavanda. Siempre le ha gustado ese olor. Se levanta de la cama y se dirige al pequeño escritorio. Se sienta en la silla y se queda mirando el sobre. No quiere abrirlo, no quiere saber que está escrito en ella. Porque sabe que cualquier cosa que ponga ahí le hará mucho daño. La cosa no pinta bien, incluso los demás ya se preguntan si sigue viva. Esta es su última carta. Se pasa las manos por el pelo intentando pensar con claridad. Si la abre, sabe que acabará marcado para toda la vida. Si no, acabará arrepentido toda la vida. De una forma u otra, su corazón volvería a ser pisoteado por la chica una vez más. Desvía la mirada hacia el corcho. Esta casi vacío, solo un papel con el calendario de los partidos está colgado con una chincheta azul. Su color favorito. Por eso su equipación es de ese color. Le habían dado a elegir entre azul oscuro y un rosa fucsia que verían hasta los pingüinos en el Polo Sur. Aunque no le disgustaba del todo el rosa, había decidido que le daría un pequeño regalo a Crístal y elegiría la azul. Bufa, ni para eso sirve, al final la equipación del Inazuma Japón también es azul. Un papel llama la atención de Paolo. Un pico asoma desde detrás del corcho. Tira de él y lo saca. Es una foto de ellos. Recuerda el día en la que se sacó. Ellos... no, no quiere recordar esa historia. Todo lo que pasó en Italia se quedaría en Italia.
Admira un poco más la imagen. Paolo mira hacia arriba asustado y ella se ríe a carcajadas agarrando su camiseta. Ese día no sabe si pasó más miedo que risas o viceversa. Deja la foto en frente y por fin abre el sobre no sin soltar antes un suspiro.
Querido Paolo:
No se cómo empezar esta carta. Ni si quiera sé si te hubiera gustado más un mensaje de texto, pero pensé que cuando ya no estuviera te gustaría tener algo mío. Nunca se me han dado bien estas cosas, ya lo sabes. Mis sentimientos en lo único que se me da mal controlar, pero prometo intentarlo en estas líneas para que, por una vez, puedas comprender que hay en mi corazón.
Es la quinta carta que empiezo, y espero que sea la última. Las demás las he tenido que tirar porque en algún momento la tinta se ha corrido con mis lágrimas sin que me de cuenta. Soy una llorona aunque intente no mostrarlo. Suelo controlarme, pero cuando se trata de ti, estas salen sin permiso. Si has recibido esta carta es porque ya no estoy y esta vez es verdad. No esperes a que aparezca con otro cambio de look. Ya ves que no me gusta repetir mis jugadas. Ni tampoco esperes que esto sea una broma de mal gusto. No soy tan mala como para llegar a estos extremos aunque a veces lo pueda llegar a parecer. A partir de este párrafo mis lágrimas ya son incontrolables, pero me he puesto un poco de papel en cada ojo para no estropearlo esta vez. Paolo, si te ha llegado esta carta, es porque me estoy despidiendo de ti.
Recuerdo la primera vez que te vi. Tan apuesto, tan etéreo, llegué a pensar que esos golpes me habían dejado tan mal que pensaba que eras producto de una alucinación. Para mi esa vez fuiste un ángel sin alas y de ojos azules. La segunda vez que te vi, le eché la culpa a la medicación. Realmente no podía creer que una persona como tu existiera de verdad. Me encandilaste desde que tu mirada se cruzó con la mía y me sonreíste. Cuando pensé que ya me habías atrapado entre tus redes, me abriste tu corazón y me dejaste atrapada. Nunca he llegado a comprender la magnitud de mis sentimientos. Cada día descubría una nueva faceta de ti que me hacía vibrar de emoción. A día de hoy, lo sigue haciendo. En poco tiempo te convertiste en mi mejor amigo, en mi confidente, en el pilar que me sujetaría hasta el final. Te convertiste en la persona a la que entregaría mi vida y así hiciera falta. Cuando me di cuenta de lo que todos esos sentimientos no significaban otra cosa que no fuera que te amaba, entré en pánico. Creía que eso no podía volver a pasar nunca y menos con esa fuerza, pero ahí estaba mi corazón, latiendo frenético por ti. Lo sigue haciendo, con mucha mayor fuerza si cabe. Siento mucho el haberte escondido esto, el habernos negado una oportunidad. Tenía miedo de perderte como lo había hecho con ellos, esta vez mi corazón no podría soportarlo. Así que me cerré en banda, y aunque el roce de nuestros cuerpos siempre ha aliviado las ganas de ser la dueña de tu corazón, nunca ha sido suficiente. Me gustaría estar diciéndote esto en persona, estar llorando cada palabra aquí dicha, a tu lado, pero sabes que mi testarudez es mi mayor defecto. Si algo me he llevado de ti en mi viaje es el sabor de tus labios y el aroma de tus abrazos.
Escribir esto en pasado me duele tanto que parece que tengo un agujero en le pecho. ¿Los muertos también sienten? Siempre me lo he preguntado. Porque si es así espero que nunca llegues a pensar que mis sentimientos lo han hecho conmigo. Están más vivos si caben. No me eches de menos, es un dolor que no quiero que tu soportes, solo sigue queriéndome, como si solo me hubiera ido a un viaje largo y sin retorno. Ahora ya no me tendrás a la vista, pero todas las noches, prometo colarme en tus sueños y mostrarte lo mucho que te quiero. Espero que no me odies por ser tan egoísta y no querer soltarte. Recuerda que cuando sientas un roce en los labios, será por culpa de los míos que no se han podido resistir a besarlos.
Creo que mi corazón siempre te ha pertenecido, Paolo.
Con amor,
Crístal.
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Estoy llorando. Realmente no pensé que cuando me fuera a poner a escribir iba a acabar así el capítulo, pero quiero que veáis la verdad detrás de todo. No queda nada para terminar la novela y para que la historia de Crístal tenga un punto y final. Realmente me ha dolido escribir esto y no sé si he conseguido trasmitir lo que yo quería. Últimamente estoy muy insegura con mi escritura, y el leer otros libros no hace que mi angustia crezca. Quiero hacer sentir a la gente a través de mis propias palabras, como grandes escritoras han hecho y siguen haciendo ahora.
Realmente espero que os guste el capítulo. Muchas gracias por el apoyo que siempre recibo de todos vosotrxs. Un beso muy grande.
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