Cap. 60

Meses antes...

Los grandes arboles rodeaban todo el camino hacia su nueva casa. Se podría decir que eran ellos los primeros en darte la bienvenida a la no pequeña mansión de los Beltrami. Esa era la única información que tenía sobre esa familia adinerada, amiga de los Raimon, que iban a acogerla allí en Italia.
Movió su boca con disconformidad. Estaba acostumbrada a estar sola en su casa, asi que no se quejaría si la casa no estuviera muy concurrida por las mañanas. Es más, lo agradecería. Necesitaba tiempo para lamer sus heridas. Apoyó la cabeza en el cristal abre los ojos poco a poco mientras un gran escampado se abre ante sus ojos. El coche, da la vuelta a la fuente que hace de rotonda, y se para justo en frente de unas grandes puertas blancas. No parece que haya nadie esperando a su llegada, cosa que hace entristecer en cierto modo a la chica. Estaba tan sensible que incluso si vertía el agua al echarla en un vaso, se ponía a llorar. El chofer le abre la puerta y se aparta para que pueda pasar con facilidad. Le gustaba la estructura victoriana de la casa y que los ventanales fueran tan grandes. Le daba miedo la oscuridad. Sentía que cada vez que la luz se apagaba, la oscuridad la consumía por dentro, haciendo grandes estragos a su mente y corazón. Cuanta más luz hubiese, menos fantasmas podrían atormentarla. Siguió los pasos del chofer y se internó en ese gran palacio que tan impresionada la tenía. Unas grandes escaleras nacían en el lateral izquierdo y el vestíbulo brillaba como una estrella. Se podía ver reflejada en el suelo de mármol. Pero lo que más le gustaba eran las enormes columnas que había a los lados de la estancia. Eran blancas de orden jónico. Siempre le había gustado el arte, así que admirar unas réplicas también hechas era para ella un privilegio. El techo era tan alto que si quisiera podría tirarse desde arriba en paracaídas. Una casa de ensueño, pero una casa vacía al fin y al cabo.

— La señora debería de estar en casa, no se donde estará señorita - el chofer había aparecido como un fantasma - la acompaño a su habitación para que se acomode.

No le contestó. El malestar había vuelto a ella. La persona que iba a a ser su nueva madre, no había salido a recibirla a pesar de que estaba en la casa. ¿Iba a estar en las mismas condiciones que en Japón? ¿Sola en una casa enorme? No quería pasar así el resto de su vida. No, si tenía que irse ese mismo día de esa enorme, preciosa y ,sobretodo, vacía casa, se iría. A medida que se van acercando a su próxima estancia, se escuchan ruidos y palabras que no logra descifrar.

— Pero, ¿tú crees que le gustará? Lo veo todo muy luminoso - dice la voz de una mujer.

— Si quieres mamá le pintamos las paredes negras y con calaveras - la voz de un chico esta vez.

Frunció el ceño. No le habían hablado de ningún hermano, y no sabía si le gustaba la idea.

— No por favor, eso no. Pero es que un azul claro con blanco...

— Mamá, confía en mi, le va a encantar. Además, si quiere luego ella hacer algún cambio, que lo haga, esta va a ser su nueva casa, podrá hacer y deshacer lo que quiera - el chico dejó de hablar - Oh vamos mamá tranquila, nos va a querer mucho ya lo verás.

— Lo siento lo siento, estoy muy ilusionada con su llegada. Aunque, ¿no están tardando demasiado?

Para cuando llegaron a la puerta, ella ya estaba llorando. El simple hecho de que alguien quisiera formar parte de su vida de esa manera tan pura, hacía que sus sentimientos estuvieran a flor de piel. Querían hacerla un sitio en su familia, que fuera una más. Dios, ¿habría tenido tan buena suerte como para encontrar a personas así? Se abrazó así misma antes de atreverse a mirarlos a los ojos.

— Oh, ya estás aquí, ¿cómo no me has avisado Reinolds? - le recriminó la bella mujer al chofer. Con pasos cortos se acerca a Crístal y le da un abrazo. La chica reaccionó tarde, pero lo correspondió con timidez - estoy tan feliz de que vayas a formar parte de nuestra familia. Yo soy Rose Beltrami y este es mi hijo, Nakata.

— Es decir, que voy a ser tu hermano - el chico se acerca a ella y le alborota el pelo como si de una niña chica se tratara - voy a ser tu caballero sin armadura.

El comentario hace sonreír a la chica. En definitiva, no se iba a ir de ese lugar.

— Bueno, eso ya lo veremos - dice guiñándole un ojo y sonriendo.

****

La tantea con sus manos antes de alejarse. Parece que la esta cacheando, pero solo esta cerciorándose de que tiene todo en su sitio. Su hermana solía ser muy... kamikaze si se lo proponía.

— Si Nakata, sigo entera - aunque su tono es burlesco, puede notar que se aburre de siempre lo mismo,

El chico levanta las manos en señal de paz y se aleja un poco de la chica.

— Solo quería asegurarme de que estas bien.

— Eso debería hacer yo. Fuiste tú el que desapareciste sin decir nada, ¿me lo explicas? ¿O vas a seguir con tu intriga como en los últimos meses?

Esta dolida. Su hermano había desaparecido sin decirla nada. Ni si quiera había podido contactar con él en esos cinco meses en los que no sabía sobre su paradero. A pesar de que sus padres siempre le habían dicho que él estaba bien, seguía comiéndose la cabeza pensando que algo malo le había ocurrido por su culpa. Todos los que acaban a su lado, salen heridos de una forma u otra.

— No podía decirte nada, si no te hubieras vuelto loca.

— Loca me he vuelto pensado que te había sucedido algo.

Nakata pone una mueca y se sienta en el banquillo. ¿Qué tan peligroso sería contarle ahí mismo lo que había averiguado? Se habia ido de su casa con el único fin de ayudar a su hermana, y habia vuelto con la maleta llena de información y con oscuros secretos que le tenían en vilo por las noches. ¿Cuanta maldad pueden tener los seres humanos? En ese viaje habia descubierto que kilos enteros. Pero mas le habia perturbado saber quienes eran los verdaderos padres de su hermanastra y en que trabajaban? Había conseguido comprender el por qué siempre estaba en peligro.
La coge de la mano y la sienta en el banco, a su lado.

— No me ha pasado nada, lo prometo. ¿Tienes el disco que te he mandado? - la chica asiente e inconscientemente se lleva la mano al estomago donde, cogido con la goma del pantalón, esta el pequeño paquete que ha recibido esta mañana - Es muy importante, ahí está toda la información.

— ¿Información? ¿De qué estas hablando? - la chica le mira seriamente. ¿Que leches habia estado haciendo su hermano?

— Ya se quien te esta atormentando y lo más importante, por qué.

****

El partido ha terminado y la mente de Crístal está en otra parte. Después de saber la verdad, no puede si quiera levantar la mirada del césped. Lleva así cinco minutos ya, cinco minutos en los que para ella el mundo ha desaparecido. Ni si quiera puede sentir alguna emoción con respecto al gran partido que se había jugado hoy allí. No se inmuta al saber que han empatado. No siente nada, se encuentra vacía. En su cabeza lo único que ronda y da vueltas son tres nombres. Ray Dark, David Evans y El Hombre Invisible. Si ya fue sorpresa el simple hecho de que el último no tuviera una identidad, que el abuelo de Mark Evans estuviera metido en todo ese meollo fue todavía mayor.
Por el rabillo del ojo observa como el detective Smith, del cual no sabía que estaba en la isla, entra al campo de forma disimulada y va al encuentro del hombre sentado en el banquillo de al lado. Ahí es cuando su cabeza conecta los cables que habían hecho que su cuerpo dejara de funcionar. No pueden llevárselo, si se lo llevan... Paralizada, ve como desaparecen por el túnel.

— Iría, hemos empatado pero... - la voz de Shawn se va apagando poco a poco a medida que la chica se levanta sin escucharle y sale corriendo hacia los vestuarios, siguiendo al cuerpo de policía.

El peligris parpadea varias veces, hasta que reacciona y la intenta seguir, pero una mano se posa en su hombro impidiendo que siga sus pasos.

— No se quien eres chico, pero deja que vaya, necesita aclarar muchas cosas.

Shawn mira a Nakata con el ceño fruncido y vuelve su mirada a la boca del túnel. No quería dejarla sola, pero se queda quieto intentado alejar de su cabeza cualquier cosa mala que pudiera pasarle a su amiga.

— ¿Por qué no me lo dijiste? - la voz de la chica retumba en el largo pasillo.

El pelotón de policía se queda quieto. Uno de los hombres intenta ir a por ella para sacarla de allí, pero el detective Smith niega con la cabeza y el hombre vuelve a la formación inicial. El silencio vuelve a hacerse en el pasillo, hasta que la chica lo vuelve a romper.

— ¿Por qué tengo que enterarme por otra persona que eras el mejor  amigo de mis padres? - su voz tiembla en la última palabra.

Se había ido acercando a medida que formulaba la pregunta. Lo tiene delante. Tiene delante a la persona, que sin creerlo todavía, la había estado protegiendo desde las sombras. La persona que movía los hilos para que ella estuviera a salvo.

— Lo se todo, pero quiero que me lo cuentes tú - una lágrima resbala por su mejilla - quiero escucharlo de ti.

Ray Dark se da la vuelta y encara a la chica. La lanza una mirada que nunca la ha dado, una mirada de cariño y orgullo. La descoloca, la descoloca por completo, pero aguanta estoica su mirada impaciente por escuchar la historia.

— Sabía que este encuentro llegaría en algún momento - le dirige una mirada al deteriorado hombre que tiene al lado - detective, ¿podría llevarnos a un lugar más privado? - el detective asiente y se mete en la primera puerta. Sale poco después asegurando que la sala es segura. Crístal anda como puede intentando tranquilizar el tembleque de sus piernas - Conocí a tus padres cuando iba al instituto. No era un chico que socializara mucho, es más, era muy antipático y no tenía amigos. Debo decir que me lo gané a pulso. En ese momento estaba dentro del club de fútbol. El Inazuma Eleven tenía una gran carrera por delante, y nuestros dos grandes fans lo sabían - dice como si estuviera viviendo en su cabeza esa misma época.

— Mis padres... - es más una afirmación que una pregunta.

— Sí, Elisa y Álvaro tenían muy claro que íbamos a ganar los nacionales. O eso repetían una y otra vez cada vez que conseguían acercarse a mi sin que les ignorara. En el fondo me caían bien, pero seguía con el rencor acumulado hacia el deporte que había destrozado la vida a mi padre, así que la tomé con ellos. Tenían tantas ganas de que el Inazuma ganara el nacional, que mi forma de fastidiarles fue provocar el accidente para que no pudieran presentarse. Pensaba que había conseguido lo que quería - niega con la cabeza con una sonrisa - pero no fue así, ellos seguían igual de emocionados con el fútbol. Incluso les grité que había sido yo el que había arruinado el partido. No les importó. Lo único que dijeron fue: "por lo menos tienes sentimientos hacia el futbol, ya es un paso"

— Recuerdo que mi madre siempre me decía: "si despierta algo en ti ya no vas a poder dejar de pensar en ello" - se aparta la lágrima que cae por su mejilla.

— Sí, Elisa solía decir ese tipo de cosas - vuelve a sonreír - a partir de ahí, nuestra amistad siguió creciendo. Tomamos caminos diferentes. Ellos acabaron trabajando en la federación nacional de fútbol, velando porque todo estuviera en regla en cada partido, que nadie se saltara las reglas del deporte que tanto amaban. Yo por su parte, acabe de entrenador en la prestigiosa Royal Academy.

— Y llevaste a la escuela a lo más alto mediante tus sucios juegos. ¿Cómo es que mis padres te lo permitieron?

— El caso es que no lo hacían - Ray Dark se ríe y Cristal se siente extraña al escuchar de nuevo ese sonido - siempre intentaban ponerme trabas, pero acababa saliéndome con la mía - se encoge de hombros - es lo mejor que se me daba hacer, manipular y controlar.

— Nunca fuiste un mal entrenador, quitando los trapos sucios que te traías entre manos, conseguiste crear a un equipo completo y equilibrado. Sabias muy bien como sacar el máximo de tus jugadores, aunque no fuera con el mejor método, claro - dice la chica casi susurrando. El hecho de que estuviera hablando con el hombre que creía que era el ser más malo del mundo sobre cosas como esa, le parecía lo más irreal del mundo.

— Gracias Crístal - y lo dice de todo corazón - el caso es que hace trece años, a tus padres les encargaron investigar sobre un hombre. Se hacía llamar El Hombre Invisible. Nadie sabía su identidad, pero se sospechaba de que estaba traficando con armas a través de partidos, a través del fútbol. Tus padres aceptaron el caso a pesar de que les avisaron del gran riesgo que conllevaba. Era un hombre peligroso y con muchas influencias. Recuerdo que estaban como locos. No sabían como tratar con un caso así, y a pesar de que les estaba prohibido, me contaban todos su avances. Esa misma noche...

— ¿En la que murieron? - le cuesta plantear la frase.

— Sí - la mirada de Ray Dark se pierde en el suelo azul claro - esa misma noche me dijeron que habían descubierto algo, que ya estaban cerca de desenmascarar al Hombre Invisible. Pero él ya tenía un plan para tus padres. No les mató un fallo en los frenos, les mató lo que sabían. Si nunca hubieran cogido ese caso, ellos...

— Ellos podrían seguir vivos esa noche, pero a lo mejor hubiera pasado otro accidente, nunca se sabe. Hay cosas que están predestinadas a suceder - el silencio se hace en el vestuario.

— Cuando recibí la noticia u les visite en el cementerio, les prometí que enseñaría a su hija sobre fútbol y que les vengaría yo mismo.

— Por eso te infiltraste en los planes de ese hombre, para acabar con él desde dentro - dice comprendiendo al fin la situación.

— Sí. Por eso y por ti, Crístal. Querían matar a toda la familias Selius, pero ese día no te encontrabas bien, así que tu tío y tú os quedasteis en casa. No consiguió acabar contigo, lo iba a volver a intentar. Le convencí de que si yo te tenía vigilada, sus planes nunca saldrían a la luz y no tendría que matarte. Todo fue bien hasta que decidiste ponerte a investigar por tu cuenta. Te convertiste en un inconveniente, en una piedra en su camino. Así que me dediqué a frustrar todos los planes de asesinato que trazaba.

— Osea que... esa vez en el hospital...

— Byron te saco de allí porque estabas en peligro. Si te teníamos nosotros, nadie podría hacerte daño. Aunque la cosa se descontroló un poco.

— Eso díselo a mi pobre pie - su ceño se frunce y mira mal a su antiguo entrenador.

— Debo pedirte perdón, pero fue por una buena causa - intenta excusarse.

— ¿Cómo no me pude dar cuenta antes? ~ Cristal niega con la cabeza y se frota los ojos frustrada.

— Porque yo quise que fuera así. No soy la persona más sentimental del mundo - hace una pausa y mira a la chica - lo que no me esperé fue ese accidente, pensé que estabas a salvo con el detective Smith. Ni si quiera pensé que podría pasar algo así - aprieta los puños con fuerza sobre su regazo - fracasé en mi promesa.

La chica se ríe incrédula y se levanta del banco. Algo es su interior se remueve.

— No fracasaste, sigo viva, estoy bien. No podías estar atento a todo, era imposible. Me protegiste miles de veces. No es culpa tuya que haya pasado esto, es culpa de él, el que mueve todos los hilos. No puedo reprocharte nada, nadie puede, ni si quiera te lo puedes  hacer a ti mismo. Eres un gran hombre Comandante, mis padres estarían muy orgullosos de haberte tenido como amigo.

El hombre se levanta y mira hacia abajo intentando contener las pocas lagrimas que conseguían formarse en sus ojos.

— ¿Estoy llorando? ~ dice Ray Dark sin dar crédito.

— Ya ves, hasta los hombres más malvados lloran - dice con una sonrisa triste en sus labios mojados por las lagrimas.

Los guardias se acercan a Ray Dark, al Hombre de las Mil Caras, y les escoltan hasta la salida más cercana. A lo mejor la chica tiene razón, a lo mejor había conseguido cumplir con su cometido. Suelta el aire de golpe y sonríe con tranquilidad, sabiendo que la joven iba a poder con todo lo que se le pusiera delante. Había conseguido criar a una chica fuerte. La mira por última vez, intentando grabar en su memoria su imagen.

— Gracias por ensañarme a amar este deporte, Comandante. Gracias por mantenerme con vida - grita la chica intentado mantenerse en pie.

Y cuando los ve desaparecer, siente como las lagrimas le ahogan el pecho y se deja caer en el solitario pasillo sabiendo que es lo que le esperaba a su ex entrenador después de que realizara la declaración en comisaría. El Hombre Invisible. No sabe su nombre, no ha querido saberlo, pero no va a descansar hasta dar con él y hacerle sufrir todo lo que ella lo está haciendo. Va a acabar con él de la forma más dolorosa de todas, va a quitarle lo más preciado que tenga, va convertir su vida en el propio infierno. Toma una gran bocanada de aire y deja que las lágrimas sigan su curso por sus mejillas. Se daría unos días de luto, luego volvería al décimo objetivo de la lista que había redactado el mismo día que conoció al Raimon. Acabar con el hombre que mató a sus padres.

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Ya he vuelto, y esta vez con 3000 palabras. Es largo pero se van a ir resolviendo muchas incógnitas y sobretodo se va a saber el papel que juega cAda personaje en la historia. Es decir, poco a poco nos acercamos al final. Al principio pensaba hacer este capítulo de otra forma, pero ha salido así a pesar de no estar muy segura del resultado. Espero que os estén llenado genial las vacaciones. Aquí en Madrid nos estamos asando, así que mejor irsus todos al norte jajajajaj. Espero que os guste el capítulo, muchos besooooos.

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