Capítulo 1
Eren siempre había sido un niño tranquilo, por lo general no causaba problemas y además era en cuestiones asocial, cabe decir que lo último sólo le duró por pocos años.
Cuando Eren era sólo un niño no tenía amigos, incluso era correcto si alguien decía que Eren no tenía amigos, las personas le parecían un montón de changos estúpidos, le causaban asco.
11 de marzo
-¡Eren!- exclamó Carla, era una mujer muy tolerante con Eren y la verdad es que no era para más, todas las madres le tenían tolerancia a sus hijos. Sin embargo ese pequeño angelito de ojos verdes le había acabado la paciencia. -Deja de pisar las sábanas, las acabo de lavar- el Castaño estaba caminando con zapatos por las camas, saltando y corriendo por todos lados. Grisha que recién llegaba del trabajo estaba exhausto, lo último que quería era a un niño imperativo corriendo por toda la casa. -Basta, torbellino, no corras dentro de casa, es más, ¿porqué no sales a jugar con tus amigos?- dijo el mayor mientras se estiraba para después tomar asiento en el cómodo sofá, el cual también tenía pequeñas marcas de tierra debido a Eren.
El niño, miró con un puchero a su padre, ¿era que lo había dicho para molestarle?, todos sabían como funcionaba la mente del joven en referencia a las personas. Tras hacer el puchero rodó los ojos y con voz molesta comentó. -No quiero salir, prefiero pasarla aquí con ustedes-. Los intentos ó palabras del pequeño no sirvieron de mucho pues en cuestión de segundos su madre lo estaba afinando en sus brazos para llevarlo fuera de la casa, ella creía que debía hacer amigos.
Al salir de casa Carla tomó la mano de su pequeño y se acercó a donde estaban un grupo de chicos. -¡Hola! Disculpen- comento Carla mientras se paraba frente a los demás niños. -Él es mi hijo Eren, no tiene amigos, ¿podrían jugar con él? - el rostro de Carla reflejaba una sonrisa y por su parte Eren tenía un rostro de enojó, pena y fastidio.
Los chicos se limitaron afirmar, a decir verdad parecían amigables, hasta que Carla se retiró, cuando la mujer ingresó a la casa los chicos comenzaron a hacer comentarios hirientes y crueles, eran cosas como "No tiene amigos, mira que perdedor" "Es tan irritante que incluso su madre lo quiere lejos". Los ojos del chico se llenaron de odio y esos comentarios sólo reafirmaron que tenía razón respecto a sus pensamientos.
-¡No los necesito!- exclamó ya molesto el oji verde mientras se alejaba del lugar, decía la verdad, no necesitaba la amistad de gente mediocre. Caminó hasta un viejo roble que se encontraba colina arriba, era un lugar lejano y cómodo para descansar, apenas llegó sintió un nudo formarse en su garganta, 》Se sentía tan sólo a pesar de estar acompañado de sus padres《 miró el cielo que recién se oscurecia y tras un momento de silencio musitó -Desearía... desearía tener un amigo, uno de verdad, uno que juegue conmigo y que jamás me hiera, uno noble.- casi inmediatamente sus ojos se cubrieron de lágrimas y abrazando sus rodillas se durmió, entró en un momento de sueño que realmente fue cómodo. Dentro de sus sueños pudo visualizar unos ojos azules, unos perfectos, de brillo tan inmenso cual estrella en la noche. Al abrir los ojos pudo ver que la noche ya había caído, pensando en la preocupación que sus padres podrían sentir corrió hasta llegar a su hogar, era obvio que no les diría que había llorado, nisiquiera les diría que no había jugado con los chicos malos, simplemente permaneció en silencio, imaginando nuevamente esos cálidos ojos azules.
-¿Te has divertido?- preguntó su padre mientras acariciaba su cabello, era obvio que no, moría de ganas por decirles que tenía razón sin embargo se limitó a mentir, les contó como habían jugado al escondite y como él había encontrado a todos de manera rápida, aunque era claro que nada de eso había sucedido. Los ilusos padres del menor se sintieron felices, después de todos ellos confiaban en su pequeño.
Mientras el chico dormía, en un lugar bastante lejano, para ser exactos en un lugar llamado 》Arcadia《 se encontraban miles de millones de entes, los cuales trabajaban meramente para preserbar la felicidad humana, el amor y la humanidad de cada persona, a diario aparecía un nuevo ente ó popularmente llamado
》Ángel de la guarda 《 cada uno de ellos tenía un propósito inicial, algunos existian por peticiones, otros por necesidades, sin embargo eran muy pocos aquellos que se creaban por tristeza, las peticiones tristes de un humano podían traer a la vida a un pequeño guardián.
Debido a el deseo del pequeño Eren, en las principales salas de Arcadia se hizo presente una luz, una brillante y pequeña luz, la cual fue bautizada con el nombre de Armin Arlet, el pequeño ende fue asignado a cumplir el deseo de aquel pequeño y triste humano sin embargo debía ir bajo las estrictas reglas, *No Se quedaría más de lo necesario*.
Armin siendo un pequeño con apariencia de tener 8 años, cabello rubio cual ámbar y ojos azules cual mar, complexión delgada y fina, piel pálida y suave cual porcelana, fue enviado a la tierra para curar el corazón de Eren, para regresarle la fé en la humanidad.
Al llegar se le dieron instrucciones y un guión el cual debía de seguir al pie de la letra, si alguien hacia alguna pregunta sobre sus padres él diría "Ellos han muerto cuando yo era muy pequeño, pero mi abuelo me cuida" si alguien preguntaba sobre su hogar, el debería señalar una cabaña alejada y decir "es aquella".
Era claro que Armin había llegado a la tierra sin saber la maldad que había en ella, era un pequeño saco de pureza incorruptible, era lo que Eren buscaba. El rubio caminó por las calles en busca de el chico causante de su misión, mientras caminaba se topó con un grupo de vándalos, de esos que sólo quieren herir. -¡Oye tú! - exclamó el más grande de ellos, por consecuente Armin giró su cabeza en dirección a ellos y con una sonrisa respondió -¿Qué sucede?- dio un par de pasos en dirección a ellos quienes estaban sentados en una banqueta. Los chicos con una sonrisa en sus labios continuaron con la charla. -¿Porqué no nos das tu dinero eh?- los ojos azules del rubio se posaron en los bolsillos de su pantalón y tras negar con la cabeza respondió. -No tengo dinero, pero podría darles como concejo pedirle dinero a sus padres, ellos deben de tener- sus palabras no tenían malicia, decía la verdad, no tenía absolutamente nada de dinero. Apenas elevó la mirada recibió un golpe en su mejilla izquierda, dicho golpe lo hizo caer a el suelo. Asustado el pequeño elevó la mirada a sus atacantes, estaba confundido no sabía que hacer ó decir. -¡¿Te crees muy gracioso?!- dijo uno de ellos para después darle una patada en el estómago a el pequeño quien ya tenía los ojos cristalizados, apenas separó sus labios para hablar cuando otro de los chicos retomó la palabra. -¿Crees que eres inteligente? No eres más que un pobreton, no te quejes de lo que te pasa, eso lo escogistes tú- los ojos azules se mantuvieron firmes y finalmente respondió. -No se dice escogistes- comentario que le ganó una paliza. Dentro de sus lamentos logró escuchar una voz a la que él consideró su salvación. -¡Hey, déjelo tranquilo!- el oji verde llegó a la escena con una mirada aterradora y además con un palo en sus manos. Acción que basto para que los chicos se alejaran. Los ojos azules de Armin se elevaron nuevamente y ahí fue cuando vio el motivo de su llegada, era él, Eren. Por su parte el Castaño quedó estupefacto al ver esa mirada tan bella, la mirada que había soñado. -Gracias- dijo el rubio mientras se ponía de pie con lentitud, Eren sonrió de manera reconfortante y lo ayudó a caminar. Mientras se dirigían a la casa de Eren el oji verde habló. -Mi nombre es Eren Jaeger, ¿y el tuyo?- el rubio lo litro con una de sus mejores sonrisas y respondió. -me llamo Armin Arlet, un gusto- sin más ingresaron a la posada de los jaeger, a decir verdad era una casa bastante elegante, grande y lujosa, no era para menos, pues Grisha, el padre de Eren, trabajaba muy duro para tener a su familia en las mejores condiciones.
Eren ingresó corriendo a el lugar tomando del brazo a el pequeño rubio, llegó hasta donde se encontraba su padre y con prisa gritó.-¡papá!- tiró del brazo de su padre.
- Armin está herido, ¡vamos!- los ojos del mayor se giraron en torno a su hijo y con una mirada confundida le preguntó al pequeño rubio. -¿Y tú quien eres?- el rostro del menor se elevó dejando expuesto un rostro herido, sus ojos eran tan diferentes a los de cualquier niño, eran tan puros. -Soy el amigo de Eren, Armin-.
Para ser honestos ese momento cambió todo, llenó de color la vida de Eren, la transformó.
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-Armin Arlet- resonó una voz masculina dentro de la sala de juntas -Has hecho un excelente trabajo con la relación del señor Levi Ackerman y del señor Erwin Smith, es por eso que te he mandado a llamar.-
Los ojos azules del chico miraban atentamente la sombra, sabía que Erwin y Levi eran felices debido a su caso anterior, sin embargo, hace ya algún tiempo que no había tenido algún caso.
Tras haberlos ayudado había regresado a su hogar para notificar que el amor entre esos dos estaba a salvo.
Tras un momento de silencio la voz de aquella sombra volvió a tomar el control de las cosas. -El sindicato me ha pedido que te envíe nuevamente a la tierra- los ojos azules se abrieron ampliamente, realmente estaba feliz, no sólo por que podría ver de nuevo a sus "viejos amigos" sino porque eso significaba que el sindicato lo consideraba útil.
Con una sonrisa en sus labios asintió. -¿Qué ocurrió ahora, amor fallido, triángulo amoroso, corazones rotos?- preguntó entusiasmado el rubio a lo que recibió una negación, ¿qué se supone que era entonces?, por un momento se sintió incompetente sin embargo se limitó a inclinar la cabeza en dirección a la derecha. -No comprendo- dijo Armin con su característico tono de voz. -¿qué se supone que debo hacer allá?- la sombra recorrió el lugar con tranquilidad, sabía que era posible que el chico negara su participación sin embargo decidió correr el riesgo de explicarle. -Hay un chico, Eren Jaeger, es hijo único de Carla y Grisha, no es muy bueno con eso de tener amistades, supongo que se debe a que no es del todo feliz, tu trabajo es hacer que ese chico sea feliz hasta que encuentre a alguien más que lo haga feliz.-.
Los ojos del rubio se abrieron como platos, su piel se estremeció casi a la velocidad de la luz y en automático se formó una sonrisa en sus labios rosados. - Eren... te veré de nuevo.-
~Sabía que no sería como la última vez con Erwin y Levi, pero aún así quería intentarlo.~
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