Capítulo VIII
Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día.
John Archibald
Theresa avanzaba por el camino empedrado sin decir ni una sola palabra aún sentía unos celos inexplicables que la quemaban por dentro. Sus amigas también guardaron silencio por lo que el trayecto al pueblo se hizo corto. Pasaron por delante de una pequeña pastelería y decidieron entrar y tomarse una taza de café.
_ ¿Te pasa algo tesoro estás muy callada, pareces un poco molesta? _ preguntó Rose mientras se sentaban en la mesa.
_ No estoy molesta, ¿de dónde sacas eso?
_ Desde que viste a Michael con su prometida, no has vuelto a sonreír y eso si es extraño _ soltó Clarita sin rodeos.
Los colores se le subieron al rostro de Theresa.
_ ¿Pero qué cosas dices Clara?... lo que haga el señor Asthon con su vida privada me importa lo más mínimo. _Dijo en tono cortante.
_ Tal vez lo imaginé... ¿Cómo se me puede ocurrir que tú estés celosa? _ Dijo Clarita con falso arrepentimiento y mientras le guiñaba el ojo a Rose.
_ Es una completa tontería, llegar a pensar que Theresa pudiera posar sus ojos en nuestro Michael _ acotó la Señorita Madison en tono sarcástico.
_ Ustedes son increíbles, yo no estoy celosa... Se les olvida que soy una mujer casada. _ Contestó Theresa con vehemencia.
_ Casada sí, pero no ciega. _ Respondió Clara divertida.
_ Obviamente, no voy a negar que Michael es guapo, pero de ahí a estar celosa es otra cosa.
_ ¿Estás segura tesoro? _ Preguntó Rose.
_ Sí... y por favor cambiemos de tema ¿De acuerdo?
Las dos mujeres asintieron y no hablaron más del espinoso asunto, después de conversar un rato de trivialidades continuaron su camino hacia la modista.
Michael y Samantha estaban sentados uno al lado del otro en el sofá bebiendo vino tinto en la pequeña casa del vicario.
_ Creo que a tus amigas no les agrado. _ Dijo Samantha haciendo pucheros a Michael.
_ Es porque no te conocen, pero dales unos días y eso cambiará _ él acarició su mejilla.
_ Veo que te has adaptado muy bien aquí, quién lo diría el séptimo Duque de Bedford metido en Sussex trabajando en una escuelita y viviendo en esta modesta casa y que el único lujo que se permite es George.
_ No creas... estoy pensando en deshacerme de ese lujo también.
Samantha sonrió mientras que el sirviente que estaba en la cocina los escuchó y rechifló.
_ Espero que yo pueda adaptarme tan fácilmente como tú lo has hecho.
_ He visto adaptarte a cosas peores, sé que aquí lo harás perfectamente.
Era ya de noche cuando Theresa regresó del pueblo.
_ ¿Mi señora como le fue? _ preguntó Jenny a verla llegar.
_ Muy bien, la modista tenía varios disfraces preparados.
_ ¿Y cuál eligió?
_ El de una reina del antiguo Egipto.
_ Debe ser emocionante asistir a una fiesta como esa.
_ ¿Te cuento un secreto Jenny?
_ Si Milady.
_ Es mi primera fiesta de disfraces.
La chica se sorprendió
_ No pongas esa cara, mi vida no ha sido un cuento de hada.
_ Pero ahora Dios la está recompensando.
_ Eso es verdad... Nunca es tarde cuando la dicha llega... ¿Jenny te gustaría ir a esa fiesta de disfraces conmigo?
_ ¿Yo? ¿En una fiesta? ¿Lo dice en serio? _ Preguntó la doncella impresionada. _ Pero si no tengo disfraz y no se comportarme delante de esa gente tan estirada y distinguida.
_ No te preocupes por lo que vas a llevar y menos te preocupes por los estirados, además llevarás antifaz y nadie te reconocerá y sé que te comportarás muy bien.
_ ¡Oh Dios mío! _ dijo la joven claramente emocionada. _ ¿Usted haría eso por mí?
_ Claro que sí, ya te he dicho que tú eres más que mi doncella, eres mi dama de compañía, aunque tú te empeñes en decir lo contrario y el trabajo de una acompañante es ir a donde su señora vaya.
La chica abrazó a Theresa.
_ Gracias... _ dijo riendo.
Dos días después.
_ Milady ha llegado el carruaje.
_ Ya estoy lista _dijo Theresa bajando las escaleras con una pequeña maleta.
Las dos mujeres salieron de la casa y se montaron en el coche que la condesa de Headfort había enviado para llevarla hasta la mansión.
Su cuñada Danielle la estaba esperando, al verla bajar del carruaje inmediatamente fue a su encuentro y se envolvieron en un abrazo afectuoso.
_ Theresa como te he extrañado. _ dijo Danielle emocionada.
_ Y yo a ti ... estás preciosa.
_Por Dios, si parezco un globo.
_ Estás embarazada, eso te hace ser una mujer aún hermosa de lo que ya eres.
_ Definitivamente tú me ves con ojos de amor, al igual que tu hermano.
_ Hablando de Andrew ¿dónde está?
_ Aquí estoy _ contestó su hermano saliendo también a recibirla.
Se abrazaron por largo rato, luego él la agarró por los hombres y la miró directamente a los ojos.
_ ¿Cómo te ha ido en tu aventura de vivir sola?
_ Excelente, nunca me he sentido tan bien como ahora.
_ ¿No me estás mintiendo... verdad hermanita?
_ Por supuesto que no. _ contestó ella con seguridad.
_ ¡Andrew! Déjala en paz.
Él Vizconde soltó a Theresa y le sonrió a su esposa.
_ Guarda tus uñas gatita, que solo me aseguro que esta señorita esté bien. _ Le dio un beso en la boca.
_ Por favor no vayan ustedes a comenzar de nuevo.
_ Si Andrew compórtate.
_ Sabes que no puedo _ le guiño un ojo a Danielle.
Al ver a su hermano tan feliz y enamorado de su esposa, Theresa sintió un vacío en su vida y en su corazón, sus pensamientos la llevaron a Michael. Desde que había llegado su prometida muy pocas veces se habían visto, y las veces que coincidieron el seguía frío e imperturbable. Y le dolía, le dolía verlo con ella, le dolía verle sonreír, le dolía haber llegado tarde a su vida.
_ Las voy a dejar un rato, Gabriel me espera... Luego tú y yo seguiremos conversando jovencita. _ le dijo Andrew a Theresa sonriendo.
_ De acuerdo, pero nada de sermones.
_ No sé, lo pensaré..._ dijo mientras le daba un último beso a Danielle y se fue.
Una vez que el Vizconde las dejó sola caminaron hacia el interior de la casa, Theresa pregunto:
_ ¿Y mi precioso Dominic?
_ No ha venido.
_ ¿Por qué? _ preguntó con decepción.
_ Se ha quedado con Rita y mi tía, esas dos mujeres no hacen más que consentirlo y él por supuesto encantado de la vida.
_ Es una lástima me moría por verlo.
_ Yo llevo solo unas horas sin él y lo extraño con locura.
Teresa se sonrió.
_ ¿Para cuándo este bebé va a hacer su presentación al mundo? _ preguntó acariciándole el abdomen abultado de su cuñada.
_ Todavía faltan tres meses.
_ ¡Qué emoción!
_ Si es algo maravilloso, pero los últimos meses son los peores.
_ Eso he escuchado.
Llegaron al final del pasillo y se encontraron en una de las terrazas de la enorme mansión.
_ Vamos a sentarnos aquí, hace un día maravilloso... Miranda me ha pedido que la disculpes, pero está tan atareada con esta fiesta que no ha podido estar aquí para recibirte. _Dijo Danielle.
_ No tiene por qué disculparse, es sumamente agotador llevar un evento de tal magnitud.
_ Es verdad, pero gracias a Dios que la madre de Gabriel la está ayudando y además ella lo está disfrutando al máximo.
Se quedaron calladas por un momento, pero luego Danielle preguntó:
_ ¿Cómo te ha ido en la escuela?
_ Muy bien... he conocido personas muy buenas en ese lugar, espero que puedas conocer a dos mujeres encantadoras con las cuales me llevo muy bien, son tan alocadas como tú.
Danielle se sonrió.
_ ¿Y Michael cómo está?
_ Me imagino que bien _ Dijo Theresa desviando la mirada y su semblante cambió al instante.
_ ¿Cómo que imaginas?... ¿no trabajan ustedes juntos? _Preguntó Danielle con curiosidad.
_ Sí, pero es muy poco lo que nos vemos. _ Respondió en tono cortante.
Danielle frunció el ceño
_ ¿Has tenido un problema con él?... Dímelo para ir y quitarle la cabeza, ya mismo, no me importa que el doctor me haya dicho que debo guardarme de las emociones fuertes.
Theresa la miró sorprendida.
_ Él no me ha hecho nada por Dios, Michael es un caballero.
_ Eso yo lo sé, pero tu actitud me desconcierta.
_ ¿Por qué todo el mundo se empeña achacarme cosas? te he dicho que estoy bien. _ Dijo con exasperación.
_ ¿Es decir que no soy la única que se ha dado cuenta que está pasando algo raro entre tú y Michael?
_ Basta ya, no quiero hablar de nada relacionado con el Señor Asthon es mi última palabra.
_ Nada de últimas palabras, antes de que termine el fin de semana sabré que está pasando aquí.
Las palabras de su cuñada quedaron en su mente a lo largo del día, pero luego se tranquilizó, nadie sabía lo que había pasado entre ella y Michael, no había manera que la entrometida de Danielle se enterara.
_ Ese disfraz le queda maravilloso milady _Le dijo Jenny
Theresa se miró en el espejo y le agradó lo que veía, observó con atención su esbelta figura embutida en el elegante vestido blanco, adornado en los puños de un color dorado a juego con un cinturón y un hermoso collar. Una sonrisa de satisfacción empezó a esbozarse en sus labios, mientras seguía observando el tocado con collares de cuentas que colgaba en su cabello y que completaba aquel hermoso disfraz era un áspid que se envolvía alrededor de su brazo y así le daba vida aquella noche a la reina de Egipto, Cleopatra.
_ ¡Una fiesta de disfraces amorcito que emoción! _ Dijo Samantha con sarcasmo.
_ Este será un fin de semana muy agitado así que compórtate. _Dijo Michael en tono serio.
_ Así lo haré, no tendrás ni una sola queja de mí... por cierto no puedo dejar de decirte que estás absolutamente guapísimo esta noche... que suerte tengo de tenerte a mi lado _ Dijo guiñándole un ojo...
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