Capítulo IV



Todo deseo estancado es un veneno.

André Maurois

Los pensamientos de ella giraban en un torbellino de sensaciones.

Theresa estaba aturdida.

Michael no dijo nada, ni a favor ni en contra, su mirada estaba fija en su boca. Ella intentó retirar la mano, pero él no la soltaba en cambio, le retuvo la mano entre las suyas. Theresa se ruborizó. En realidad, su contacto le estaba ocasionando reacciones extrañas. El corazón se le subió a la boca, un momento después se le puso a latir como loco.

Él la ayudó a levantarse y la distancia entre ellos era muy corta. Therera contuvo el deseo de echarse a temblar, más consciente de él de lo que había estado nunca de un hombre. Los aromas sutiles de sándalo, almidón y hombre, se esparcieron a través de sus sentidos. Estaba consciente de su tórax poderoso, la barba empezando a asomarse y oscureciendo su mandíbula, y el sonido de su respiración. Cada pulgada de la piel le hormigueaba en respuesta a él.

Nerviosa se separó de él porque su contacto la quemó, todos sus sentidos estaban aturdidos.

_ Es hora de irme _ dijo de manera impetuosa.

_ La acompaño _ afirmó con voz ronca.

_ No por favor, prefiero ir sola.

_ ¿Le pasa algo? _ preguntó mientras la escrutaba con la mirada _ ¿Le molestó la pregunta que le hice?

_ No, solo me tomó por sorpresa...pero la verdad es que he abandonado a mi esposo y decidí valerme por mí misma, aunque eso afecte considerablemente mi reputación.

_ Es una decisión arriesgada y tengo que admitir que es algo muy valiente de su parte.

_ Si me hubiera conocido en el pasado tal vez no pensará que soy una mujer valiente_ Añadió con resentimiento.

Michael decidió por ahora no seguir indagando en la vida de ella, porque era evidente que no le era grato hablar sobre ese tema.

Theresa fue hacia el estante y buscó su pequeño bolso.

_ Fue un placer hablar con usted Señor Asthon.

_ El placer ha sido todo mío _Michael tomó su mano, la levantó hasta sus labios y la dejó ir.

Él se quedó allí parado largo rato después de que ella se marchara, con la mirada fija en la puerta que Theresa había cruzado. La baronesa era una mujer muy hermosa. Aunque parecía imperturbable, tuvo la sospecha que ese instante había hecho mella en ella, así como él quedó afectado, sintió como una energía poderosa se conectó a través de sus miradas. Era algo extraño, poderoso y desconcertante y es que Theresa era una mujer totalmente diferente, con su manera de hablar tan dulce, que daba esa sensación de confianza al instante, por un momento estuvo muy tentado a besarla y eso era todo una novedad, porque él no era un hombre impulsivo no daba un paso sin antes analizar muy bien las consecuencias, pero deseó probar esos labios, saber cuál era su sabor, como se sentirían en contacto con los suyos y si ella no se hubiera alejado habría probados esos labios que se le antojaron como el más deliciosos de los manjares.

Inmediatamente se reprochó a sí mismo y recordó que estaba en Sussex por una misión y no para estar detrás de una mujer y menos una mujer casada.

Londres...

_ ¿Crosby se puede saber por qué carajos no tengo noticias de la inútil de mi mujer? _ preguntó Lexinton.

_ El hombre que envié para que realizara ese trabajo ha no ha regresado.

_ Increíble, estoy rodeado de puro inútiles _ gritó furioso golpeando su escritorio.

_ Milord cálmese estoy seguro que algo tuvo que haber pasado _ dijo Crosby asustado.

El Barón se acercó al hombre y lo agarró por las solapas de su fina chaqueta

_ Escúchame bien maldito imbécil, no sé cómo vas a hacer, pero quiero a ese hombre hoy mismo aquí o de lo contrario puedes darte por muerto _ Lexinton lo tiró al piso con fuerza.

Crosby estaba sudando frío, a sabiendas que su vida pendía de un hilo; se levantó rápidamente y salió de la oficina a cumplir la orden que se le había encomendado pues sabía que su jefe no lanzaba amenazas al aire.

Michael estaba cenando cuando su ayudante llegó de Londres.

_ Buenos noches su excelencia.

_ George cuantas veces tengo que decirte que no me digas así... ¿Cómo explicaríamos eso, si alguien nos escucha?

_ Lo siento mi Señor tiene usted razón.

_ ¿Qué te ha dicho Wadlow?

_ Tras muchas investigaciones, tienen a un sospechoso.

_ ¿Quién es?

_ Un hombre llamado Joshua, hace poco ha llegado a Londres, el agente Wadlow lo ha estado investigando y está limpio, pero se ha reunido con unos cuantos nobles que casualmente están de alguna manera involucrados con la construcción de los buques de la marina, la noche anterior se reunió hasta muy tarde con el Barón de Lexinton y el conde de Rochford.

_ Interesante, tal vez es nuestro hombre.

_ Es posible y es por eso que se requiere inmediatamente de su presencia en Londres y me dieron esta carta para usted.

Michael tomó la misiva en sus manos y la abrió. Arrugó el entrecejo mientras la leía.

_ Maldita sea no puede ser.

_ ¿Qué ha pasado?

_ Mi primo Francis ha tenido un accidente, se ha caído de un caballo y ha muerto, también se solicita mi presencia en Woburn Abbey.

_ Eso sí es un problema mi señor.

_ Y muy grave George, en estos momentos no puedo dar ningún paso en falso y menos cuando estamos en esta misión tan importante... Pero no tengo otra alternativa.

_ Prepararé su equipaje... ¿A qué hora salimos?

_ Viajaré solo, tú te quedarás aquí.

El hombre se quedó mirándolo asombrado.

_ ¿Está usted seguro de eso?

_ Completamente, quiero que te quedes y te conviertas en la sombra de Lady Theresa.

_ ¿Sospecha de ella?

_ No, pero no quiero que ella esté desprotegida, aunque ya me deshice del hombre que la estaba vigilando, la intuición me dice que ella no está a salvo.

_ Su Gracia, me extraña que usted me ponga a vigilar a esta dama casi sin motivo alguno.

_ ¡Joder que no me llames así! _ Exclamó furioso _tú solo limítate a obedecer, no quiero sorpresas a mi llegada.

_ Como usted diga mi señor.

_ Estaré aquí dentro de tres días.

Theresa se despertó con el sonido de un golpe en la puerta. Desorientada, se incorporó y se frotó los ojos, le tomó un momento darse cuenta que aún era de noche. Busco en su mesita de noche y vio el reloj que daba la tres de la mañana.

El golpe sonó de nuevo, se levantó se colocó su bata y bajó las escaleras con recelo abrió la puerta y ahí estaba él increíblemente guapo con su devastadora sonrisa y sus sensuales hoyuelos que harían pecar hasta la más santa de las mujeres.

_ ¿Qué hace usted aquí? _ Preguntó ella en un susurro.

_ Vine a terminar algo que dejé a medias esta mañana.

Y dicho esto, le rodeó el cuello con su enorme mano y la acercó hacia sí y la besó. Era un beso ardiente, feroz, él forcejeó con su lengua contra los labios entreabiertos de Theresa hasta que consiguió penetrar en su boca cálida y húmeda. Qué boca más seductora que tenía ese hombre pensó ella; las dulces caricias de su boca le robaron la poca resistencia que había sido capaz de reunir. Cuando él comenzó a besarle el cuello, ella simplemente echó la cabeza hacia atrás para permitirle un mejor acceso.

De repente Theresa abrió los ojos y no era Michael quién la besaba sino su esposo, ella lo soltó de inmediato.

_ Ven putita complace a tu marido_ Le decía mientras la tomaba a la fuerza por la cintura.

_ No quiero tú me das asco_ gritaba ella forcejeando.

_ Eres una zorra, te voy a dar lo que te mereces _ alzó la mano para pegarle.

_ No me pegues, no por favor. _ Gritó ella mientras se cubría la cara para no sentir los golpes.

_ ¡Milady! _ le decía Jenny moviéndola para que despertara.

Theresa se sentó en la cama sobresaltada, desorientada clavó una mirada desesperada su doncella.

_ He tenido sueño terrible _Logró decir jadeando.

_ Tranquila Milady ya pasó _Le sirvió un vaso de agua y le dio a beber_ ¿Se encuentra bien?

_ Si solo un poco intranquila, la pesadilla fue muy real.

_ Tan solo fue un sueño no tiene nada de qué preocuparse... ¿Quiere que le prepare el baño?

_ Si por favor Jenny.

Al rayar el alba Michael salió camino a Londres en un carruaje de alquiler, el agente Wadlow lo estaba esperando en una cantina de mala muerte a las afueras de la ciudad, donde se encontraban sus oficinas clandestinas.

_ Gracias al cielo que has llegado

_ ¿Para qué me has mandado a llamar?

_ Hemos recabado este material para ti, estamos seguro que son importante y nos dará un indicio de donde estamos parados.

Wadlow buscó dentro de sus archivos y sacó una gruesa carpeta llena de documentos clasificados.

Michael pasó horas revisando los documentos y algunas cartas cifradas.

_ Esto es grave _dijo al terminar de revisar todo minuciosamente _estás cartas son solo algunas de la que ya seguramente han llegado a España, estas que están aquí solo son una continuación de toda la información que se ha filtrado, están copiando pieza por pieza los diseños de nuestros barcos, también según consta aquí están contratando gente experta en construcción naval para llevárselas a España y estoy casi seguro que tienen más información clasificada de los movimientos de nuestras tropas.

_ Esto es terrible.

_ Hay que actuar inmediatamente, pero no estamos lidiando con cualquiera, está gente es inteligente... quiero hombres vigilando las veinticuatro a los principales implicados ellos nos llevarán a todos los que están involucrados.

_ Esto tiene que saberlo el Rey. _ Propuso Wadlow.

_ Pues de eso te encargarás tú.

_ Pero tú eres el jefe de esta operación. _Insistió el agente.

_ Con más razón debo permanecer en el anonimato, no sabemos cuanta gente nuestra está involucrada en esto.

_Tienes razón.

_ Quiero a los mejores y más discretos trabajando en esto.

_ Así se hará.

Después de haber finiquitados todos los detalles de la misión, Michael tomó el camino hacia Bedforshire, trató de posponer ese momento por tanto tiempo, más de ochos años alejado de su pasado ahora no podía escabullirse.

Woburn Abby se presentaba imponente ante él, era una de las mansiones aristócratas más lujosas de Inglaterra, El rey Enrique VIII dio a John Russell la propiedad, que se convirtió en la sede del Ducado de Bedford, cabeza de la familia Russell, familia a la que él pertenecía.

El carruaje donde Michael se trasladaba se paró frente a la puerta principal, se bajó del vehículo, los lacayos que estaban en la entrada lo guiaron a la entrada del vestíbulo sin saber de quién se trataba, el mayordomo quedó sorprendido al verlo, pero ocultó rápidamente su

expresión.

_ Su excelencia, bienvenido _ Se inclinó haciendo una reverencia.

_ Gordon _ Le saludó Michael con la cabeza y le entregó su abrigo, guantes y sombrero.

Los criados que estaba alrededor haciendo sus quehaceres diarios al escuchar que el mayordomo saludar a Michael, inmediatamente se formaron en hileras. Todos vestían igual: uniformes negros y delantales blancos las mujeres y librea en negro y blanco los hombres. Mientras él pasaba por su lado los sirvientes se inclinaban haciendo su debida reverencia.

El mayordomo caminaba detrás de él.

_ Gordon quiero que envíes por el administrador, no dispongo de mucho tiempo.

_ Enseguida su excelencia.

Segundos después Michael escuchó una voz femenina a sus espaldas.

_ No puedo creer lo que ven mis ojos, has venido _dijo ella con voz de alegría.

Michael se giró y vio a su prima Louisa que le sonreía y se acercaba a él, era una mujer de cabellos rubios, su tez era resplandeciente a pesar de no ser una jovencita. Ella se acercó le hizo una reverencia y luego lo abrazó.

_ Edward cuanto tiempo sin verte.

_ Louisa que grata sorpresa no pensé en encontrarte aquí.

La mujer se aferró más a él y comenzó a sollozar.

_ Mi hermano ha muerto.

_ No sabes cuánto lo siento _ Dijo acariciando su espalda.

Ella se separó de él y se limpió las lágrimas, Michael la tomó de la mano y la llevó a sentarse en uno de los enormes muebles de la estancia del salón principal.

_ ¿Cómo sucedió exactamente el accidente?

_ Ya sabes la afición que tenía Francis por los caballos, hace un mes le trajeron un hermoso pura sangre árabe de una raza muy refinada, pero no estaba domado y mi estúpido hermano se encaprichó con él; días después unos amigos lo invitaron a unas carreras donde habían apuestas muy altas demasiado tentador para él resistirse y decidió ir, a pesar que yo le insistí que no fuera pero como siempre no me escuchó y se llevó a su nueva adquisición, en medio de la carrera el animal se encabritó y Francis se cayó y el golpe fue tan fuerte que murió instantáneamente _ Louisa comenzó a llorar nuevamente.

_ Siento tu pena... Francis era un buen hombre.

_ Todo esto es muy duro para mí, ahora entiendo perfectamente por lo que tú pasaste.

_ Perder a un ser querido es un dolor que no se supera fácilmente.

_ ¿Es por eso que decidiste marcharte?

_ Al principio si fue por eso, pero ahora son otras cosas las que me mantienen alejado de aquí.

Mientras tantos en Londres...

_ ¿Crosby me has traído lo que te pedí? _ Preguntó Lexinton con sarcasmo.

_ Si Milord, me costó mucho conseguirlo, pero aquí le he traído la rata que me pidió.

Crosby se dirigió hasta la puerta y segundo después empujaba a un hombre, le dio una patada que lo hizo arrodillarse, el sujeto tenía la cara llena de moretones y de sangre.

_ Que bien lo has tratado Crosby _ el Barón fue hasta su escritorio buscó en una de las gavetas y sacó una pistola.

Lexinton caminó hacia donde estaba el hombre arrodillado y le colocó la pistola en la sien.

_ Cuéntame David ¿por qué no cumpliste con el trabajo que se te encomendó?

_ Milord perdóneme soy un cobarde tuve miedo.

_ ¿Miedo?

_ Si miedo después que fui atacado, Crosby solo me dijo que averiguara sobre su esposa, pero no me dijo que era un trabajo peligroso.

_ ¿De qué coño hablas?

_ Yo estaba vigilando a Lady Theresa como se me indicó, ella vive con una doncella en una casa modesta a las afueras del pueblo, desde que se mudó allí salió un par veces a una escuela y el ultimo día que la seguí un hombre la acompañó hasta su casa.

_ ¿Un hombre? _ Rugió el Barón.

_ Si un hombre... después de eso fui atacado en la madrugada, me golpearon y me dijeron que si volvía me matarían, fue tan fuerte la golpiza que tuve días inconsciente por eso estaba desaparecida sanando mis heridas... se lo juro eso fue lo que pasó.

_ ¿Quién te atacó?

_ No lo vi estaba muy oscuro, fueron varios hombres.

_ Y como era el hombre que andaba con Theresa.

_ Era un hombre como de treinta y tantos años, rubio y al parecer trabaja en la escuela donde ha ido su esposa milord.

El barón no dijo nada más se quedó viendo al informante, segundos después una bala se había incrustado en la cabeza de David, quien cayó tendido en el piso mientras la sangre salía a borbotones de su cabeza.







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