9. Agridulce
Advertencia:
Este capítulo contiene (levemente, pero advierto por si las dudas) mención de temas sensibles, favor de leer a discreción.
Lo que se habla al final del capítulo solo será para dar justificación a lo que pasará en capítulos siguientes, no tendrá desarrollo a profundidad por obvias razones, lo sabrás cuando avances.
Gracias por leer, estoy de vuelta y no importa si solo me leen cinco chicharitos, yo estoy contenta de continuar con esto que me gusta hacer.
Let's start with this bullshit.
Despertar con resaca, en esta ocasión, no solo le genera la misma inmensa molestia de siempre, sino la vergüenza más grande de su vida, pues lo primero que ve al abrir los ojos, es a su vecino durmiendo plácidamente, con un hilillo de baba seca pintada en su mejilla y el cabello negro despeinado más suave que ha visto en toda su vida.
Los recuerdos de la noche anterior se sienten borrosos, por un instante casi se vuelve presa del pánico, pero algo bien claro sí tiene: no sucedió nada entre ellos, solo lágrimas, risas, tonterías y diez minutos de Tinker Bell y secreto de las hadas. Un extraño sentimiento de confort le cobija el corazón a pesar de lo apenado que está por haberle pedido a YoonGi que se quedara, teniendo en cuenta que apenas se conocen.
—Hey, JiMin —saluda YoonGi con su voz ronca, pudo sentir el movimiento en el colchón y despertó, pero sin abrir sus ojos, la luz que entra por la ventana es demasiado molesta.
—Buenos días —responde algo asustado, sin saber qué hacer o cómo reaccionar correctamente a ese momento tan bochornoso.
—¿Qué hora es? —talla sus ojos como un pequeño gato.
—Ehm, las siete en punto, aún no suena mi alarma. ¿Quieres desayunar?
—Sí, tal vez un café estaría... ¿Qué? ¿Dijiste las siete? —exaltado, abre sus ojos de golpe y rebusca en la cama hasta que da con su teléfono para comprobar la hora.
—Sí, las siete —preocupado, se levanta junto con él, aumentando su vergüenza.
—Me tengo que ir, la primera clase de yoga comienza a las siete treinta y debo estar antes para abrir el local. Mi alarma no sonó, maldita sea...
—Perdón, esto es mi culpa, deja que te pague el Uber al estudio.
—No es tu culpa, fui yo quien olvidó poner la alarma, tengo mi motocicleta, creo que sí llegaré —acelerado, levanta su pesado cuerpo de la cama y se mira en el espejo, su cabello está hecho un desastre.
—Bien, pero al menos déjame empacarte un par de cupcakes para que desayunes, ¿sí? Ve a alistarte, saldré a entregártelos.
Por un momento, YoonGi no es consciente de que está acelerado, hasta que siente un suave toque en su brazo, es JiMin intentando darle algo de calma.
—Creo que me aceleré un poco —respira con tranquilidad y decide dejar de lado su estrés, una llegada tarde no es para tanto.
—Un poco, como si fueras un ratoncito nervioso. Anda, corre a cambiarte y a quitarte el almohadazo de la cara.
—Bien, ya vuelvo —lo dice como si nada, con una sonrisa pintada en el rostro al darse cuenta de que acaba de pasar la noche con un chico tremendamente hermoso que ahora le ofrece desayuno.
Con torpeza, se pone sus zapatos y cruza con rapidez el departamento, luego el pasillo para alistarse y quedar medio decente, con un gorro logrará pasar desapercibido su cabello sin lavar, porque ni de chiste alcanza a bañarse.
JiMin, en cambio, se queda pasmado por un momento, suspirando sin dejar de sonreír porque ese despertar, aunque caótico, fue bastante adorable. Y aunque los pensamientos de "me gusta ese chico" le quieren invadir, trata de no hacerse ilusiones. En cambio, dispone su camino a la cocina para guardar en la bolsa de papel ese prometido desayuno y también saca del refrigerador una cajita de leche chocolatada.
Al poner su energía en esas atenciones, su mente regresa a sus primeros meses con HyunSoo, cuando le cocinaba dulces postres cada día, los empacaba precisamente en una bolsa de papel y se los llevaba al trabajo, tratando de complacerlo, inventando nuevas recetas cada día para sorprenderlo. Y HyunSoo, postre tras postre, se volvía más exigente hasta que un día JiMin ya no era capaz de cocinar algo que aquel hombre aprobara o disfrutara. Siempre había un comentario negativo, a pesar de que terminaba comiéndose todo.
"Esto tiene demasiada azúcar, me vas a hacer engordar".
"¿Es necesario que le pongas tanto chocolate a ese pastel?"
"Ya te dije que no hagas donas tan seguido, la grasa te saca granos en la cara".
"¿Cuándo vas a empezar a preparar cosas más saludables? Te pondrás gordo como una vaca y mi padre se burlará de mí por tener un novio obeso, con más razón me obligará a casarme con una de sus candidatas a nuera".
Aquella vez que cocinó cupcakes para HyeJin y HoSeok, estaba consciente de que lo hacía para ellos y la perturbación en su mente fue mínima, pero ahora que está por mostrarle a YoonGi lo que cocina, se siente como si fuera a entregar su comida a Ramsay Gordon.
El sabor de ese momento es agridulce, porque realmente adora alimentar a otros, pero la inseguridad le hace dudar. ¿Será buena idea dar a YoonGi un postre tan especial como los cupcakes de zanahoria que tanto ama hacer? ¿Juzgará el grado de azúcar, grasa y calorías a través de comentarios despectivos? Es como si su ex le susurrara en el oído todas esas cosas horribles, tratando de hacerle llorar, atormentándolo tal y como prometió. Por un momento, está tentado a darle mejor algo de fruta en lugar de sus deliciosos panecillos que horneó y decoró con amor, luego de tanto tiempo sin cocinar nada así por miedo a ser juzgado, incluso por el terror de subir un kilo y que se le notara, convirtiéndose así en objeto de burlas para HyunSoo.
"Pero YoonGi no es HyunSoo", aclara su mente, respira un par de veces, limpia sus nacientes lágrimas y decide que no hará caso a esos pensamientos que le abruman, aunque le generen un peso doloroso en el pecho.
Si bien no tiene mucho de conocerlo, quiere confiar en que YoonGi es una buena persona, alguien que jamás le haría algún comentario negativo sobre su comida o su cuerpo.
El simple acto de tomar la bolsita con ese desayuno, le cuesta una gran cantidad de energía por la connotación emocional que tiene para JiMin alimentar a alguien, pero no a cualquier persona, sino a ese alguien nuevo que llegó a su vida, con quien se siente cómodo y, de pronto, comienzan a surgir en él las necesidades de complacerlo y ser agradable, de demostrarle que, aunque está roto por dentro, puede ser un buen amigo, un buen vecino.
Con la bolsa en mano, abre la puerta del departamento y espera un par de minutos a que YoonGi salga. Lleva un gorro gris cubriendo su suave cabello seguramente despeinado, toda su vestimenta es negra, cómoda a simple vista. Una sonrisa idiota se le pinta en los labios al verlo acercarse.
—Su desayuno, señor Min —le ofrece la bolsa con una mano en la cintura, tratando de parecer adorable o tonto, cosa que a YoonGi le hace reír y sentirse demasiado afortunado por presenciar lo bonito que JiMin se ve recién levantado y con la cara algo hinchada.
—Agradezco el gesto, señor Park —al tomar la bolsa, se queda un momento frente a él, conectando miradas hasta que ambos se sonrojan y desvían sus rostros.
—Gracias por... por lo de anoche. Tu compañía y apoyo me hicieron sentir mejor.
—Yo te agradezco tu confianza —le regala una delicada caricia sobre el hombro—. Sé que seguramente fue difícil para ti contarme todo eso, pero el soju y yo sabemos que desahogarse es lo mejor.
—Ya me tocará verte borracho y entonces me contarás todos tus secretos más turbios.
—Necesitarás más que soju para noquearme, soy un bebedor profesional —ambos ríen como idiotas, importándoles poco las llegadas tarde—. Pero no necesito alcohol para confiar en las personas y hablar. ¿Quieres que te cuente mis más grandes secretos? No hay problema, entre más me conozcas, para mí es mejor. Salgamos en la semana a explorar otro café.
—Bien, yo te aviso, ahora corre o llegarás tarde.
—Sí, capitán —las risas tontas hacen eco en el pasillo, incluso cuando YoonGi le da la espalda y corre hacia el estacionamiento, ambos siguen con las sonrisas vivas, las mejillas rosadas y los ojos brillantes.
JiMin se queda recargado en el marco de su puerta por un momento, contemplando el día nublado y fresco que le recibe como un gran abrazo, diciéndole "hoy será un buen día".
El temor de la noche anterior se ha desvanecido, ahora solo es un mal recuerdo que se transformó en algo hermoso porque tuvo la compañía de alguien especial, fue contenido en un abrazo, fue escuchado y comprendido al grado de sentir la protección real de alguien.
Esa clase de sensación solamente la ha logrado sentir en sus personas más cercanas, por lo cual le parece un poco extraño que con YoonGi haya logrado ese nivel de confianza con apenas unos días de conocerlo.
Mientras se alista para trabajar, se pregunta mil veces si será prudente avanzar, tener una relación más cercana con YoonGi. Además, su corazón se acelera porque no deja de rememorar ese pequeño instante donde lo vio al despertar y deseó, por un impulsivo e indiscreto segundo, despertar así cada mañana.
Con él.
—JiMin, esto es serio, de verdad creo que ahora sí debemos ir a la policía para reportar esto.
—No, Jinnie, tranquilo. Te digo que solo sentí que era él, pero no creo que haya estado entre los árboles. Solo me dejé llevar por el miedo, ahora que lo pienso.
—No me digas que me tranquilice —suspira frustrado, cubriendo por un momento su rostro con ambas manos—. De verdad me aterra, ese tipo siempre ha sido un psicópata y esa clase de gente no se queda de brazos cruzados. Eventualmente evolucionan a algo más violento. Si le rompió la cara a Hobi, ¿qué te hace creer que no te está siguiendo?
—Solo... solo no quiero involucrar a la policía en esto, sería en vano. Sabes la clase de persona que es su padre y él va por ese mismo camino.
—Es que siento que necesito hacer algo, JiMin, no puedo permitir que él te aleje de mí, no de nuevo —repentinamente, el llanto vence a Jin, generando una gran culpa en JiMin. Acude a abrazarlo bajo la cálida manta que tienen encima, acurrucados en el sofá.
—No lo hará, sabes que no lo permitiré —trata de consolarlo, pero Jin es una persona de intensos sentimientos y convicciones, pocas veces admite vulnerabilidad, por lo que el abrazo solo dura unos segundos.
—Solo no andes solo, te lo ruego. Si sales a oscuras o a lugares poco concurridos, ve con YoonGi o llámame y te estaré cuidando. Pero no bajes la guardia, Minnie, por favor.
—Lo haré, yo tampoco quiero arriesgarme a averiguar si lo que vi fue real.
—¿Y qué pasó después? Luego de que corriste a casa —se repone de su llanto, ahora tomando las manos de su mejor amigo.
—Tuve un ataque de pánico, me sentí bastante desorientado hasta que me desmayé.
—Ay no...
—Pero estaba con YoonGi, me despertó y logré reponerme, no me pasó nada, solo me quedó un pequeño moretón en el brazo porque me pellizcó para despertarme.
—Clásico de un alumno aficionado a los primeros auxilios —bromeó al reconocer aquella estrategia—. Me alegra que él estuviera contigo en el momento, pero voy a regañarte porque no me avisaste que habías llegado a salvo a casa.
—Lo siento, es que realmente perdí la cabeza y la noche pasó como un borrón.
—¿Ah sí? ¿Y YoonGi qué hizo después de despertarte del desmayo?
—Pues me abrazó, y después, bueno... —desvía su mirada, delatándose por el color de sus mejillas.
—Oh no, Park JiMin, no me digas que...
—¡No es lo que estás pensando! —le da un empujón, haciendo reír a Jin—. Bebimos un poco para pasar el mal momento y entonces le conté un poco sobre HyunSoo, después me puse muy borracho y me llevó hasta mi cuarto. No supe en qué momento nos dormimos, esta mañana se fue de prisa al trabajo y le di un par de cupcakes para que desayunara. No hicimos nada, lo acabo de conocer.
—No te estoy acusando de nada —eleva sus hombros, pero su sonrisa perversa lo dice todo—. No soy fan de empezar una relación con tan poco tiempo de haber terminado otra, pero... YoonGi parece un buen chico y además le diste de tus pastelitos. Park JiMin no alimenta a cualquiera con sus recetas mágicas.
—HyunSoo también parecía un buen chico y también comió de mis pastelitos—reniega inseguro, aunque no puede negar que se siente atraído por su vecino.
—Pero vamos, a él se le notaba más su psicopatía. ¿No recuerdas lo intenso que era? Te llevaba regalos básicamente a cualquier lugar donde estuvieras, eso era claramente un tipo de control, Minnie. YoonGi más bien parece del tipo de chicos que les cuesta conocer gente, por lo que me contaste de él.
—No hablemos más de HyunSoo, ni insinuar que podría tener algo con Yoon. Es decir, sí me agrada, es guapo, interesante y es muy inteligente, tan comprensivo y empático...
—¡Puaj, hasta acá puedo oler tu enamoramiento!
—¡Que no estoy enamorado! —toma una almohada, soltando el primer golpe y entonces la guerra comienza, hasta que terminan casi orinados de la risa, tirados en el piso y con el asunto de HyunSoo olvidado, al menos por un momento.
JiMin sabe que evitar hacer una denuncia quizá sea una mala idea, pero se siente tan inseguro del mundo exterior, que prefiere quedarse rodeado solo de las personas que, está seguro, van a protegerlo.
Escondido entre las sombras, el monstruo observa a su presa caminar al lado de otro hombre. Arde de celos, comenzando a enloquecer porque se ven demasiado felices, llevando alcohol y frituras en las manos, algo típico de una noche de películas, obviamente romántico ante sus ojos.
—Tan fácil te olvidaste de mí, ¿no es así? Esto ya lo tenías planeado, me dejaste para poder lanzarte como una puta a los brazos de otro.
Sin darse cuenta, deja que la iluminación del parque revele su silueta oscura, delatando lo que debía ser un secreto, pues hace días que lo observa de lejos. Logró mantener un perfil bajo, hasta ahora.
Cuando su presa corre, jalando de la mano a su presunto novio, el monstruo se da cuenta de que su presencia fue descubierta. Frustrado, se esconde de nuevo entre la oscuridad que le proveen los árboles. Ha fallado otra vez, como con todas sus anteriores presas.
—Que patético te ves acosando de lejos a tu ex, HyunSoo. ¿Cuándo vas a dejar de ser tan infantil? Ya te olvidó, supéralo.
—No te metas en lo que no te importa. ¿Papá te envió a seguirme?
—Vine por mi cuenta, quería descubrir a qué te dedicabas en tus tiempos libres. Si sigues así, la única que podrá heredar la empresa, seré yo. A papá no le gustará dejarte en su testamento cuando la policía te detenga a media sesión de acoso.
—Sabes que no será así, HyunA, ya todo está arreglado, eres mujer, no tienes oportunidad en esto, jamás la tendrás.
—Pero tú vas a arreglarlo de otra manera —ella saca de su bolsillo una pequeña daga, haciendo reír de ironía a su hermano—. ¿Se te olvida que sé tu secreto? Convence a papá o lo sabrá. Pero no solo él, todo el mundo. Incluso JiMin.
—Crees que sabes todo, pero tu palabra no es nada contra la mía. Eso pasó hace mucho tiempo y nada es como tú crees.
—Me pregunto entonces qué dirá papá cuando le muestre esa cajita pervertida que encontré entre tus pertenencias. O, mejor dicho, la evidencia de que lo que pasó con nuestra hermanita HyunJin no fue culpa de un violador común. A decir verdad, no creí que fueras de los que guardan trofeos, pero descubrir eso de ti me va a servir mucho. ¿También guardas una caja con cosas de JiMin? ¿Lo estás acechando para matarlo también?
—¿Qué? ¿Cómo? —se nota su nerviosismo cuando tartamudea, ha sido acorralado—. No sabes de lo que hablas, alucinas, mujer.
—Oh, claro que sé de lo que hablo. Soy la única que conoce el monstruo incestuoso y pederasta que realmente eres. Papá no lo puede ver, pero yo sí. Actúa ahora, renuncia a tu herencia oficialmente, vete del país. De lo contrario, hablaré.
—Eres una maldita perra mentirosa, a ti si voy a disfrutar matarte —saca su arma del bolsillo, pero su hermana solo ríe en respuesta y presiona la punta de la daga contra el grueso abrigo de su hermano.
—Si me haces algo, si me lastimas o me matas, mi persona de confianza lo revelará todo.
—¡Eres una sucia puta mentirosa! —como un niño berrinchudo e inestable, solo la empuja levemente y se va corriendo de ahí, arrastrando toda la ira que le carcome por dentro.
Al verlo alejarse, ella saca su teléfono y hace una llamada rápida.
—Hazlo, mañana a primera hora —y cuelga, sonriendo victoriosa con sus labios rojos y la enorme satisfacción de que, al fin, se hará justicia de alguna manera.
El monstruo ahora se esconde en su cueva, desentierra de lo profundo los opioides en polvo que ha estado guardando, evitándolos por un largo tiempo, pero ya no puede más con esa sobriedad que solo aguantó por tres años, cuando conoció a JiMin.
Ahora, seguir a su ex novio para buscar la manera de volver a poseerlo, es el menor de sus problemas.
HyunSoo podrá ser malvado en este fic, pero me encanta su apariencia. Aguante Sweet Home, abajo Love Alarm.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top